El acarreo de la Independencia – Periódico Sin embargo, México

375

La primera ceremonia del Grito de la Independencia en el sexenio de Enrique Peña Nieto evidenció lo que ya se ha venido comentando desde hace semanas en la prensa y, especialmente, en las redes sociales: la popularidad del Presidente está en descenso y el desaire de los ciudadanos de la capital a ese festejo, que no pudo siquiera llenar la mitad del Zócalo de la Ciudad de México.

De ceremonia popular tuvo muy poco, aun cuando el gobierno federal echó la casa por la ventana y previo al Grito dispuso de artistas como Juan Gabriel, Los Ángeles Azules y los DJs 3BallMty para levantar el ánimo de la gente. Tan no hubo respuesta de los capitalinos al festejo que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) echó mano de lo que mejor sabe hacer: acarrear gente de los municipios conurbados del Estado de México para cubrir la asistencia a la desairada fiesta del Presidente.

Sí, del Estado de México, cortesía del Gobernador Eruviel Ávila Villegas, llegaron miles de mujeres, hombres y niños a los que se les repartieron sombreros, alimentos, tubos inflados para hacer ruido con leyendas de apoyo a Peña Nieto, y se les pagó 350 pesos a cada uno, de acuerdo con las entrevistas realizadas por reporteros de SinEmbargo. A los que llegaron de Ecatepec, por ejemplo, se les pidió incluso portar playeras, blusas, suéteres o chamarras rojas.

Los “invitados” que el PRI llevó hasta el centro de la capital del país venían también de Izcalli, Zumpango, Nezahualcóyotl, Nicolás Romero, entre otros municipios, y llegaron hasta ahí en camiones que por decenas se estacionaron en calles como Donceles, Brasil y Argentina. Por supuesto, las inmediaciones del Zócalo fueron blindadas por elementos de la Policía Federal y el Ejército, quienes realizaron revisiones exhaustivas a quienes entraron a la principal plaza pública del país. Para coronar el desabrido festejo, apenas Enrique Peña Nieto se asomó al balcón central de Palacio Nacional para lanzar la arenga del Grito de Independencia, los abucheos se hicieron presentes y poco pudieron hacer los “acarreados” para acallarlos.

Por si fuera poco, en otras plazas del país, como los estados de Chihuahua y Veracruz, gobernados por los priistas César Duarte Jáquez y Javier Duarte de Ochoa, respectivamente, las escenas de acarreo también fueron evidentes, lo mismo que los abucheos para esos mandatarios. No, no fue una noche de ánimo festivo y el Gobierno de la República y de otras entidades gobernadas por priistas sabían de antemano que la gente no iba a responder a su convocatoria. Aún frescas, las imágenes del desalojo de los maestros de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE) en el Zócalo del DF y en otras plazas del país estuvo presente todo el tiempo durante el Grito de Independencia, y no sólo ahí frente a Palacio Nacional sino también desde las redes sociales.

El sábado, un día antes del primer Grito de EPN, algunos periódicos del mundo hablaron de lo ocurrido el viernes 13. A los reporteros del diario español El País, el suceso les recordó los capítulos oscuros de abuso de autoridad en la historia de México como Atenco en 2006, la matanza de Tlatelolco en 1968 y la otra herida llamada “Halconazo” en 1971. Para The Guardian, el desalojo de los 40 mil maestros fue un acontecimiento sin tintes de gravedad.

El diario británico expuso en su reporte que tras esta manifestación, convertida en trifulca, hay algo más inquietante: las conflictivas manifestaciones de los maestros que afectaron la vida en la capital están asociadas con la pobreza indignante del sur del país.

En este contexto, al Presidente y al PRI no les quedó otra que realizar “el acarreo de la Independencia”, una operación que les da muy buenos resultados en las elecciones, pero que en esta ocasión no fue suficiente ni para cubrir el descontento social ni para animarle la fiesta a Peña Nieto. Al final, del primer Grito de este sexenio sólo se recordará el desdén.


http://www.sinembargo.mx/opinion/17-09-2013/17498

Más notas sobre el tema