Mauricio Villeda Bermúdez: viejas costumbres de hacer política en Honduras – Periódico El Libertador

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“El cuchillo demasiado afilado, desgarra su propia vaina”, reza un proverbio africano, en relación a la irresponsable actitud de las personas que profieren acusaciones temerarias, sin poseer sustento para sustentarlas.

En lo que a Honduras respecta, esas palabras describen perfectamente al candidato presidencial liberal Mauricio Villeda Bermúdez, quien se “distingue” por ganar notoriedad disparando, cual desalmado francotirador contra todo lo que se mueve.

En diciembre de 2012, en una de sus “perlas “difamatorias, a las que es tan aficionado, Villeda aseguró que “hubo danza de millones” en el Congreso Nacional, con motivo de la destitución de los magistrados de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia.

Y como costumbre, no aportó evidencias para respaldar la acusación. Sin embargo, obtuvo su propósito: sembrar la duda entre la población acerca de la actitud asumida por los diputados.

Este comportamiento irreflexivo del político ultrarreaccionario no ha sido nada nuevo. Ha sido su “norma de conducta” desde que decidió involucrarse en política, tras hacer un alto en su vieja condición de apoderado legal de las transnacionales mineras y de Interairports, gracias a lo cual ha logrado amasar una respetable fortuna.

Así, en febrero del año anterior Villeda dijo que el narcotráfico “ya está involucrado en la clase política…hay narcodiputados, narcoalcaldes, y no queremos narcopartidos”. Y aunque los agraviados exigen pruebas, nunca las presentó.

En marzo del mismo año denunció que era víctima de una campaña contra su movimiento, dado que “hay quienes dentro del Partido Liberal han tratado de comprar a varios de mis dirigentes con dinero sucio”.

Tampoco identificó a los autores de esa campaña ni explicó la procedencia del “dinero sucio”.

En múltiples oportunidades ha acusado al gobierno de Porfirio Lobo de “corrupto y despilfarrador”, y ha afirmado que “los corruptos del Estado se roban 50 mil millones de lempiras cada año”. De nuevo, sin presentar pruebas.

Para no perder la costumbre y, sin aportar evidencias, Mauricio Villeda “denunció” que la candidata presidencial de Libre, Xiomara Castro, se moviliza en helicóptero por Honduras para realizar su campaña proselitista.

Dijo que “aquí sólo yo no tengo los fondos suficientes para hacer mi campaña, Libre está recibiendo apoyo del exterior, de diferentes países y orígenes, sé que ese helicóptero que les ayuda a movilizarse se los prestaron de Guatemala”.

Volvió a acusar al presidente Porfirio Lobo de estar transfiriendo fondos para que Libertad y Refundación realice actividades proselitistas. Tampoco presentó pruebas.

En mayo de 2012, manifestó ante alumnos de una universidad privada, que tuvo acceso a un plan de la guerrilla colombiana destinado a “secuestrar y asesinar a altas personalidades hondureñas, destruir los partidos tradicionales y la democracia, tomarse y dividir Honduras”.

En esa misma ocasión sostuvo que “desde afuera viene mucho del dinero que sirve para financiar grupos políticos, que buscan instaurar un régimen de nuevo cuño en nuestro país”.

Pero al igual que otros casos, Villeda no brindó las pruebas pertinentes en su denuncia.
En su insaciable afán por figurar, Villeda no se detiene ante nada ni nadie. Es tal la irresponsabilidad, que en una de sus tantas acusaciones, que “hubo danza de millones en el Congreso para destituir a los magistrados”, vilipendió a 20 diputados liberales (muchos de ellos se su propia corriente), quienes con justificada razón han protestado ante todo eso.

Cuando se nombró al nuevo fiscal general y fiscal adjunto en septiembre de 2013, Villeda amenazó con “expulsar” a los diputados rojiblancos que votaron por el nombramientos de los nuevos titulares del Ministerio Público…han pasado dos meses y los congresistas advertidos siguen esperando la sanción.

Para asumir una conducta tan reprochable, resulta contradictorio que Mauricio Villeda Bermúdez diga en sus discursos que promueve una “nueva forma de hacer política, apegada a la ética y con la participación de hombres prudentes, probos y con gran sentido de la moral y el civismo”.

Definitivamente no es una “nueva forma de hacer política” ni mucho menos ético o prudente, ni tampoco abona a la unidad de los hondureños.

¿Podrán los señores del Opus Dei o su mentor político Roberto Micheletti hacer que así lo entienda Villeda Bermúdez?

 

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