Una cita con la historia -Periódico La República, Perú

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Los millones de peruanos y chilenos que escucharán hoy el fallo de La Haya pueden tener la certeza de que se trata de un día histórico para las relaciones de ambos países.

Para los historiadores, la historia comienza cuando pasaron por lo menos 50 años del presente. Y tienen razón. Por regla general, nadie sabe cómo el futuro contará la historia de lo que para nosotros es cotidiano. Pero los propios historiadores admiten que hay contadas excepciones en las que la confluencia de acontecimientos y la trascendencia que de ellos se desprende permiten asignar el calificativo de “histórico” a un hecho significativo en la vida de los pueblos.

Es lo que ocurre con el fallo que la Corte Internacional de Justicia dará a conocer hoy, del que puede decirse con seguridad que figurará en un apartado de los libros de historia peruana y chilena sin esperar los 50 años de rigor. Para nuestro país, significa el episodio final de una guerra infausta que hace 135 años amputó dolorosamente el suelo patrio, significa también la definición del último de los temas de frontera que quedaban por resolver en casi dos siglos de vida republicana.

Que el diferendo marítimo con Chile se haya podido resolver de modo pacífico, con exposición de argumentos históricos y jurídicos ante la instancia internacional adecuada es un triunfo de la diplomacia peruana. Se ha recordado ya, y con justicia, los nombres del almirante Guillermo Faura y del embajador Juan Miguel Bákula entre los pioneros en plantear esta causa, encontrándose con la negativa chilena tratarla.  Desde entonces, y a lo largo del último medio siglo, hubo una continuidad de insistencia en Torre Tagle que debe ser destacada.

Por eso, cuando nuestro país decide acudir ante la Corte de La Haya hace seis años y le pide resolver el diferendo lo hace sobre la base de un sólido expediente ya constituido, el mismo que ha sido defendido en las sucesivas fases del proceso. Esa etapa llegó a su fin y el día de hoy asistiremos a la lectura de una sentencia inapelable y vinculante, que ambas partes se han comprometido a cumplir en todos sus extremos, tal como lo exige el derecho internacional.

Esta confluencia de voluntades, tanto en Lima como en Santiago, marca sin duda una madurez en la relación bilateral. Tal como se ha señalado, ambos países son socios en la Alianza del Pacífico y comparten otros espacios de integración y cooperación como APEC, Unasur y Celac. El intercambio económico anual entre el Perú y Chile está próximo a los tres mil millones de dólares y una comunidad de compatriotas que sobrepasa las 150.000 personas ha rehecho sus vidas en Santiago y otras ciudades de nuestro vecino del sur.

Nada de esto va a cambiar, pero sí va a ser repotenciado a partir de hoy, cuando el cumplimiento del fallo de la CIJ libere a la relación bilateral del peso de hipotecas históricas que debieron quedar resueltas hace muchos años. En este sentido, resulta adecuado hablar de la posibilidad de una nueva y más intensa etapa de la relación peruano-chilena. Por lo mismo, será preferible no referirse al fallo desde una lógica de vencedores y perdedores, lógica que tampoco es la de la Corte de La Haya, con su reparto de pesos y contrapesos.

Escuchemos con calma y tranquilidad lo que la CIJ ha resuelto. Como ocurre con cada peruano, deseamos que la  Corte nos dé la razón en nuestro histórico reclamo, defendido con los mejores argumentos, pero igual acataremos y cumpliremos lo que La Haya decida, conscientes de que es nuestra obligación en esta cita con la Historia y el futuro.

 

http://www.larepublica.pe/politica/editorial-27-01-2014

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