Última entrevista al trovador cubano Santiago Feliú: «Mi última canción para Cuba la escribí en Buenos Aires y se llama La Isla de Fidel»

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El viernes 2 de agosto de 2013, el diario cubano Granma entrevistaba al recientemente fallecido compositor cubano Santiago Feliú, siendo la última ofrecida a un medio nacional.

Lo menos artístico de hoy es lo que resulta más rentable

El trovador Santiago Feliú, uno de los grandes de la canción de autor cubana, trabaja en un nuevo disco y opina sobre la relación entre cultura y rentabilidad

Michel Hernández

La educación espiritual de los que nacimos en la década del ochenta no hubiera sido igual sin las canciones de Santiago Feliú. Sin dejar de atrincherarse a las puertas de la fe, sus grandes obras — surgidas sobre todo en aquellos años— salieron a recorrer los escenarios de las vidas de una buena parte de nuestra generación , las tramas de sus ausencias, sus cruzadas internas, y los desgarramientos que se desprendieron de sus búsquedas personales; todo ello recuperando la belleza de la oscuridad, una árida e inspiradora belleza que solo comprenden quienes han vivido al límite, en cualquier rincón del mundo, temas como Ansias del Alba,Futuro inmediato o La ilusión.

Sus textos no han sido nunca música para camaleones. Son obras que denotan la personalidad de un artista con un credo muy bien definido, con una muy personal postura creativa (e ideológica) que no varía ni un ápice, ni cambia de acera para instalarse cómodamente bajo las luces de la popularidad. En verdad, sus temas rescatan la coherencia de la canción de autor, mantienen en pie la poesía de la generación hippie, el espíritu de los graffitis impregnados en los muros de la Sorbona en mayo del 68, las miles de batallas que llevan sobre sí los movimientos sociales latinoamericanos y profundizan en los primeros aportes del proyecto revolucionario cubano.

Sin ceder al empuje de un contexto empeñado en convertir, a los músicos como él, en lobos solitarios que sobreviven en medio de una pradera desértica, Santi va por ahí con su guitarra dialogando con esa realidad que nos circunda y dando cuerpo a discos que deberían ocupar un puesto cimero en el refugio de los que ven el arte como un testimonio vivo y palpitante de la sociedad.

Hace tres años el trovador presentó su más reciente álbum en el Teatro Nacional. Ay la vida volvió a ser un conciso resumen de las interioridades de un artista que decidió mantener una exquisita confrontación con sus fantasmas (y los nuestros, cómo no) y seguir pensando en construir un mejor país a través de todo lo que pueda aportar el arte. Luego de varios años no tiene ninguna premura por encerrarse en el estudio. «Siempre buscaré hacer un disco nuevo, solo que no sabré cuando lo tendré listo y mucho menos cuando se editará. Sigo viendo el disco como una obra de arte y no como un producto comercial, soy un compositor de rachas, voy a mi aire. Además, uno aprende a cantar en los escenarios, a madurar la interpretación y mis canciones son reflexivas. Así que, como nunca estuve ni estaré de moda, puedo darme el lujo de sacarle el jugo total a cada disco», dice Santiago al iniciar la entrevista con este redactor. Aunque no deja entrever cuando pondrá en libertad un nuevo material, sí se permite correr el velo de uno de sus proyectos «inmediatos». «Estoy enchufado en hacer un disco solo con la guitarra, porque nunca lo hice y es mi esencia, así que me lo debo y en eso estoy. De cualquier manera creo que debe salir a mediados del próximo año», confiesa este músico nacido en La Habana un día de marzo del 62.

 

¿Qué implica ante las transformaciones del país ser un trovador comprometido con su realidad?

 

«Las canciones sociales se hacen, no se inventan como las de amor. Yo trato de cantar lo que me toca y cuando me toca socialmente algo, el tema está en que el resultado sea verdaderamente artístico y perdurable más que recordable. La canción social generalmente es coyuntural, creo que es la más difícil de hacer, es como un deber que debe atraparte. En todo caso he abogado siempre por una canción de arte, un equilibrio ingenioso de música y poesía».

 

¿Percibes alguna diferencia entre los que crecimos escuchando tus canciones y los jóvenes del presente?

 

«Siempre he querido pensar que el futuro tiene que ser mejor que el pasado, solo que el futuro está detenido y anclado en una prostituida comercialización feroz de la canción, lejos del arte de hacer canciones. Más que nada los autores componen directamente para un éxito comercial. Tampoco tienen los jóvenes de hoy líderes cantores del calibre de aquellos de los sesenta, setenta y ochenta. Esa pasión militante por la canción poética decayó notablemente, solo espero que sea cíclico y que se vuelva a continuar creando el futuro».

 

Una buena parte de los espacios culturales de hoy se piensan desde la rentabilidad, ¿en qué medida esa nueva «inclinación» puede atentar contra el desarrollo de una obra de arte auténtica?

 

«Justamente lo menos artístico posible de hoy es lo que resulta más rentable. Lo auténticamente artístico no tiene un espacio real y fijo para desarrollarse, donde converja lo mejor de todos los géneros musicales. Si eso existiera, también fuera rentable porque buenos músicos y público exigente también existen, solo que la mediocridad abarca demasiado y los músicos se aprovechan de su oficio por el tan necesario dinero. X Alfonso tiene un proyecto buenísimo sobre un centro cultural donde justamente lo artístico sea rentable y accesible, donde los músicos puedan mostrar la mayor creatividad y además cobrar decorosamente».

 

¿Por qué con una obra tan amplia acudiste a canciones de otros artistas antológicos en el espacio del Café Cantante?

 

«Fundamentalmente porque me gusta interpretar y versionar, y el espacio del Café me dio esa posibilidad. El show al que te refieres, Lo que la radio nos dejó, estaba compuesto por canciones que colorearon de versos y músicas mi infancia y adolescencia. Fue una manera también de homenajear a los autores que formaron el compositor y el intérprete que soy, lo mismo de canción ligera que inteligente, poética o neuronal. Ese show ya lo concluimos y ahora hago solo mis canciones. Puede que próximamente montemos uno de tangos y rock argentinos, aunque siempre estarían mis temas en la segunda tanda».

 

Tras publicar

Ay la vida, si dedicaras una nueva canción a Cuba, ¿qué preocupaciones no faltarían?

 

«Después de Planeta Cuba, la última canción que hice para Cuba es una que escribí en Buenos Aires hace unos meses, se llama La Isla de Fidel y su último verso dice: Revolución querida, siempre viva, cuida de tu nación, revoluciona por favor, cada vez más tu corazón«.

 

http://www.cubainformacion.tv/index.php/cultura/54798-ultima-entrevista-de-santiago-feliu-a-la-prensa-cubana-mi-ultima-cancion-para-cuba-la-escribi-en-buenos-aires-y-se-llama-la-isla-de-fidela

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