Héctor Rodríguez, ministro de Educación de Venezuela: “No nos enfrentamos a cualquiera, sino al imperio norteamericano”

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Esta semana estuvo en Chile el ministro para la Educación de Venezuela, Héctor Rodríguez, con el objetivo de fortalecer las relaciones con el gobierno de Nicolás Maduro, así como para compartir su visión sobre el presente de ese país.

A continuación, la conversación que sostuvo con Radio Universidad de Chile.

¿Qué relación debe tener el Estado con la Educación, según el gobierno venezolano?
– En la Constitución Bolivariana, que establece la construcción de un Estado de Derecho y de Justicia, se plantea que los derechos humanos son derechos y no negocios, por lo que el Estado tiene la obligación de prestar los servicios públicos, para que los ciudadanos, independientemente de su condición económica, puedan ejercer esos derechos, dentro de los cuales está el tema educativo. Entonces, para el Estado venezolano se entiende la educación no como un negocio, sino que como un derecho, y tenemos la obligación de garantizarlo. Para cumplir esto, el gobierno del presidente Hugo Chávez eliminó el cobro de matrícula en todos los niveles de la educación. En Venezuela, si bien puede existir educación administrada por particulares, el Estado debe garantizar en toda la territorialidad que quien no pueda pagar o no quiera hacerlo, y efectivamente quiere estudiar en un servicio público, pueda hacerlo. En todos los municipios existe la posibilidad de estudiar una carrera universitaria. Se han creado 30 nuevas universidades y se ha incrementado exponencialmente el presupuesto en materia educativa. Venezuela tiene alrededor de 30 millones de habitantes, de los cuales diez millones están estudiando, desde la educación inicial hasta la universitaria. Más del 80 por ciento de esa matrícula corresponde al sistema público, gratuito y estatal financiado con los recursos de los impuestos y de la renta petrolera.

Respecto del financiamiento, ¿se requieren reformas periódicas o se cuenta con recursos permanentes?
– Ha habido un esfuerzo por recuperar la renta petrolera, la que prácticamente toda se iba del país y se pagaban muy bajos impuestos. Tuvimos que cambiar la ley de recursos energéticos y aumentar del uno al 36 por ciento la renta. Tuvimos un proceso interno dentro de la empresa petrolera que incluso terminó en un Golpe de Estado. Y es que todos los presidentes en la historia de Venezuela que han intentado controlar la renta han sido tumbados por un Golpe de Estado, incluyendo a Chávez. La recuperación de esa renta es parte de lo que ha permitido financiar los servicios sociales, y no solamente en educación, sino que también en salud, trabajo, vivienda y prestaciones sociales. Esto ha estado acompañado con algunos cambios en el sistema tributario que todavía están pendientes, pues en Venezuela seguimos teniendo un sistema que no pecha a los que más ganan con la fuerza en que se debería. Sin embargo, hemos avanzado en esa dirección. Creemos que el crecimiento social genera crecimiento económico, por lo que se trata de un ganar para todos, pues en la medida que inviertes en educación, salud y en seguridad social tienes un pueblo con mayores posibilidades productivas y, por lo tanto, dispones de más recursos. Es falsa la tesis que no es negocio invertir en esas áreas. Por el contrario, es un negocio muy rentable, que permite desarrollar la capacidad productiva del pueblo.

¿Cómo se garantiza que una activa política del Estado en Educación no se transforme en una especie de totalitarismo educativo?
– Junto con las garantías constitucionales mencionadas, se asegura la autonomía universitaria con rango constitucional. Hay que destacar que pasamos de 300 mil estudiantes universitarios a dos millones y medio. Somos el segundo país en América Latina y el quinto en el mundo. La autonomía administrativa y la libertad de cátedra han permitido generar un debate interno muy interesante en las universidades. Esto, en el contexto del debate político a nivel nacional con visiones radicalmente opuestas.
En el último tiempo se ha generado un nivel de polarización que algunos critican. Yo, personalmente, no soy crítico de eso, pues prefiero una sociedad polarizada que una despolitizada. El gran reto permanente es drenar esa polarización a través de canales democráticos. En los últimos meses hemos tenido altos niveles de violencia con brotes de fascismo que hemos denunciado. Siempre corres el riesgo de que algún poder fáctico quiera llevar ese nivel de polarización a la confrontación violenta. Pero creo que es sano que las democracias tengan un nivel de debate apasionado, y, por supuesto, garantizar la autonomía de nuestros espacios educativos, particularmente desde el punto de vista de la libertad de pensamiento, lo que contribuye a ese debate dentro del país.

¿Existe una polarización entre educación pública y privada?
– En Venezuela existen las universidades tradicionales, con muchos años de historia, cinco autónomas y otras privadas, que representan el diez por ciento de la matrícula. Entre ellas aparece un nivel de polarización, relacionado con el debate de la lucha de clases que existe en el país. Según un estudio de un dirigente de la oposición, en las privadas y en las cinco autónomas, el 80 por ciento de quienes ingresan provienen de los sectores A y B de la sociedad, de liceos privados, mientras que el 80 por ciento que egresa de la educación media se gradúa en liceos públicos. Más que entre las universidades, en Venezuela hay un debate de lucha de clases, con posiciones antagónicas entre un pueblo que decidió recuperar la renta y ponerlo al servicio de su desarrollo y un pequeño sector de la sociedad que siempre había detentado eso y que se siente despojado del poder político. Esto se refleja en la institucionalidad, a través de las instituciones que ellos controlan que son utilizadas para ese debate, mientras que las que se han ido liberando y democratizando son la contraparte.

¿Considera que a nivel latinoamericano los grandes medios de comunicación se han transformado en voceros de la derecha?
– El problema es que los medios de comunicación privados son un negocio, y los pueblos y los movimientos sociales normalmente no hacen negocios, sino que la burguesía. Esos medios de comunicación terminan no respondiendo a la verdad y a la libertad efectiva de la prensa que se expresa en todas las voces, sino que de los intereses económicos de sus dueños. Los cambios con distintos enfoques que se han dado en América Latina en la última década empiezan a generar un contraste entre quienes detentan el poder político y los medios de comunicación, que no son sometidos a ningún ejercicio de la democracia, a menos que sea algún medio público, que es sometido al escrutinio del pueblo. Entonces, los grandes medios de comunicación no responden a la verdad, sino que a los intereses económicos. Venezuela ha sido muy afectada con eso. Si ves los titulares en América Latina, incluyendo los periódicos venezolanos, no puedes entender cómo Chávez gobernó durante quince años. Durante todo ese tiempo los titulares decían que Chávez era minoría, que estaba perdiendo, que la mayoría estaba en contra, que estaban en contra los estudiantes, los militares, los trabajadores, los campesinos, que había una crisis profunda. La imagen que han logrado vender los medios de comunicación, en su gran mayoría de propiedad de las burguesías, es la de que cualquier proyecto progresista debe ser despojado del poder político. Sin embargo, al ver lo que está pasando en América Latina, queda claro que cada vez tienen menos influencia en los pueblos. Porque si nos guiamos por ellos, no entenderíamos cómo un Evo Morales sigue gobernando en Bolivia, cómo un Rafael Correa que se ha enfrentado al poder mediático sigue gobernando en Ecuador, cómo un Hugo Chávez logró estar quince años en el poder. Los pueblos han empezado a ver de manera crítica el efecto de los medios, sin desestimar el papel que juegan y cómo activan miedos condicionados y matrices de opinión, cuando dicen que la izquierda se come a los niños y que te quitarán la patria potestad. Tenemos que ir generando espacios para tener una sociedad cada vez más crítica y espacios para que la sociedad se pueda comunicar y ser escuchada. Es una realidad, poderes fácticos a los que tenemos que enfrentarnos si queremos democratizar la sociedad.

¿Cómo afecta al país la imagen que generan estos medios de comunicación?
– Indiscutiblemente que afecta, por ejemplo, la posibilidad del turismo. Por eso tenemos que hacer un esfuerzo para desmontar esa imagen. Hemos hecho esfuerzos institucionales creando medios como Telesur, para que al menos existan otras alternativas. También dando la batalla por las redes sociales y tratando de desmentir cada mentira que aparece. Por ejemplo, en estos últimos meses de violencia han surgido muchas fotografías de manifestaciones de estudiantes chilenos o de manifestaciones en Siria que son presentadas como acciones venezolanas. Es algo descarado, pero los medios tienen la fuerza para ponerlas en primera plana y montarlas como número uno en las etiquetas sociales. Tenemos que ir construyendo alternativas comunicacionales y batallar con la verdad. Al final, la verdad de los pueblos tiene que imponerse con el tiempo.

A partir de los cuestionamientos que surgen hacia la ingobernabilidad de Venezuela, ¿efectivamente el presidente Nicolás Maduro tiene el control del país?
– Desde la partida física de Chávez, la burguesía venezolana y el imperio norteamericano creyeron que ya no había inconvenientes con el país que cuenta con la mayor reserva petrolera del mundo. Sin embargo, a casi más de un año de su muerte, les sorprende que Chávez sigue existiendo como la conciencia de un pueblo organizado y movilizado que decidió asumir la construcción del futuro en sus propias manos. Por supuesto que ha existido un reiterado intento de desmoralizar y dividir, a pesar de lo cual hemos ganado la elección de gobernadores, la elección presidencial del propio Chávez y, con diez días de campaña, la del actual Presidente Nicolás Maduro. Sin embargo, la derecha desconoció los resultados, porque creían que estábamos en un momento de fragilidad y debilidad. Entonces, comenzaron las acciones violentas, lo que significó la muerte de 14 personas el año pasado, y luego lo que hemos denominado como una guerra económica, con esfuerzos por disparar la inflación y generar desabastecimiento, y llevarnos a unas elecciones municipales en condiciones precarias, desde el punto de vista económico. Y aunque la derecha anunció esa elección de diciembre como un plebiscito para Nicolás Maduro, ganamos el 76 por ciento de las alcaldías. Las fuerzas chavistas pensamos que era un momento de estabilidad para poder gobernar sin guerra económica, por lo que convocamos a la oposición para discutir diversos temas. Pero el 23 de enero un sector de la derecha llamó a la salida del Presidente a través de acciones violentas, que se iniciaron el 12 de febrero. Desde ahí hemos enfrentado un permanente intento de Golpe de Estado, con acciones fascistas y terroristas, con acciones dirigidas desde el exterior, lo que hemos denunciado públicamente. Por eso Nicolás Maduro ha estado en la primera línea de batalla, pues no nos estamos enfrentando a cualquiera. Nos estamos enfrentando al imperio norteamericano.

¿Qué opina de las recientes acusaciones de Human Right Watch contra el gobierno venezolano?
– La pregunta es quién los financia y a qué intereses defiende. La burguesía internacional se ha encargado de ir construyendo y financiando ONGs con fondos norteamericanos para ir construyendo vocerías alternativas. Los pueblos del mundo no podemos ser ingenuos. Mal podríamos nosotros, un gobierno que viene de ser perseguido y torturado durante la década de los 90, gobernar haciendo las cosas contra las que siempre hemos luchado. Si hay alguien garante de los derechos humanos es el gobierno bolivariano. Viene de luchar contra las desapariciones, las torturas y el fascismo, y es lo que estamos denunciando. Por supuesto que el opresor se presenta con sus ONGs. Venezuela está adelantando un proceso profundamente democrático y respetuoso de los derechos humanos, y vamos a ir en esa dirección, independientemente de que todos los poderes fácticos se nos quieran poner al frente. Si es así, los venceremos con la verdad, con la unidad del pueblo y con la compañía de nuestros pueblos latinoamericanos.

La llegada de Michelle Bachelet a la presidencia de Chile, ¿es una buena señal para Venezuela?
– Nosotros esperamos sí. Creemos que el camino que ha escogido América Latina de encontrarse más a sí misma, de priorizar al ser humano, es el camino correcto. Y por supuesto que cualquier decisión que tomen los pueblos en esa dirección la aplaudiremos, sin la intención, por supuesto, de involucrarnos en los asuntos internos de cada país.

http://radio.uchile.cl/2014/05/08/hector-rodriguez-no-nos-enfrentamos-a-cualquiera-sino-al-imperio-norteamericano

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