Costa Rica, Panamá, Colombia, El Salvador, Brasil, Bolivia y Uruguay eligieron presidentes

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Una intensa agenda electoral marcó el año de la región, la cual comprendió, además de elecciones distritales y legislativas en varios países, siete comicios presidenciales. En cinco de los mismos la fuerza gobernante fue reelecta (El Salvador, Colombia, Brasil, Bolivia y Uruguay) en tanto en tres de ellos (Colombia, Brasil y Bolivia) se reeligió al presidente en ejercicio

 

De los siete países latinoamericanos en los que hubo elecciones presidenciales durante 2014, en Brasil, Uruguay, Bolivia, Colombia y El Salvador los oficialismos se mantuvieron en el poder, mientras ocurrió lo contrario en Costa Rica y Panamá.

Brasil, líder de la región, atravesó un proceso electoral con resultado incierto para la reelección de Dilma Rousseff que terminó zanjándose en una segunda vuelta en la que el oficialista Partido de los Trabajadores (PT) logró imponerse al Partido de la Social Democracia brasileño (PSDB) de Aécio Neves.

Fue un final cabeza a cabeza que no sólo confirmó la supremacía del PT, sino también la condición del PSDB de principal fuerza de oposición luego de la fulgurante aparición un par de meses atrás de Marina Silva.

La ex ministra de Luiz Lula da Silva y dirigente ambientalista, era candidata a vicepresidente pero accedió al primer puesto de la fórmula del Partido Socialista por la muerte en un accidente aéreo de Eduardo Campos, y disputó el primer lugar durante varias semanas, pero en el escrutinio, donde los votos se cuentan de a uno, quedó relegada al tercer puesto y el balotaje fue entre Rousseff y Neves.

Rousseff se impuso en el balotaje del 26 de octubre por 51,64% de los sufragios válidos frente a Neves, quien contó con el apoyo de Silva.

En Uruguay, cuya Constitución no permite la reelección directa, se dio un relevo presidencial entre predecesor y sucesor: el actual mandatario José Mujica, del Frente Amplio, le entregará el gobierno en marzo próximo a Tabaré Vázquez, quien a su vez se lo había cedido a él en 2010.

Aunque en segunda vuelta -celebrada el 30 de noviembre último-, el triunfo de la alianza de izquierdas en Uruguay logró márgenes de ventaja amplios y muy similares a los de las elecciones de 2009 que terminaron con el triunfo de Mujica.

Tabaré reunió 53,48% de los votos frente al 41,17% alcanzado por el aspirante del Partido Nacional (PN), Luis Lacalle Pou, joven proyecto de la centroderecha uruguaya que, con 41 años, había irrumpido con fuerza en la escena política nacional luego de dar el batacazo en las primarias partidarias al imponerse a Jorge Larrañaga, quien luego lo acompañó en la fórmula blanca, como se conoce en Uruguay al PN.

Con una clara intención de dar previsibilidad en la acción de gobierno, Vázquez anunció pocos días después del triunfo a quienes serán sus principales colaboradores a partir del 1 de marzo próximo, con el actual vicepresidente Danilo Astori como ministro de Economía, como ya ocurrió en su anterior gestión (2005-2010), lo que hace prever que no habrá especiales cimbronazos en el panorama político uruguayo.

Además de la de Brasil, la otra elección latinoamericana que acaparó la atención mundial fue la de Colombia, debido a que en ella se puso en juego el diálogo de paz que el gobierno de Juan Manuel Santos lleva a cabo con las FARC desde hace dos años.

Santos, finalmente reelecto en el cargo en balotaje el 15 de junio, llevó como principal bandera electoral la oportunidad histórica que tiene Colombia de acordar una paz definitiva con la principal guerrilla después de 50 años de conflicto, hecho que redundaría -además del avance en el plano humanitario- en un beneficio económico que mejoraría aún más los positivos índices económicos que exhibe el país.

La pelea, sin embargo, no fue fácil porque detrás de la candidatura de su principal adversario, Oscar Zuluaga, se escondía el ex presidente Alvaro Uribe, confeso opositor del diálogo de paz y ex jefe político de Santos, a quien tuvo como ministro de Defensa durante su gobierno, en años en los que el combate con las guerrillas no tuvo tregua y causó miles de muertos, heridos y desplazados.

El 12 de octubre -fecha con inequívoca carga simbólica- Evo Morales renovó sus credenciales como líder excluyente de Bolivia al imponerse con más de 60% de los votos en los comicios presidenciales, triunfo que le garantiza seguir a cargo del gobierno hasta 2020.

El presidente de origen indígena salió fortalecido en los comicios que además erigieron a Samuel Doria Medina (24%) como jefe de la oposición, favorecido por una administración ordenada que se manifiesta en una inflación de 4% en lo que va de enero a noviembre, y en una tasa de desempleo de 3,5%, según mediciones estatales y privadas.

En El Salvador, el ex guerrillero Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) se mantuvo en el gobierno después de un escueto triunfo en balotaje de su candidato presidencial, Salvador Sánchez Cerén, por 50,11%, frente al aspirante de la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), Norman Quijano, (49.89%), y ahora enfrenta como principales desafíos el combate a las bandas armadas, la inseguridad y la pobreza, todas caras de una misma moneda.

Costa Rica, el país de la convulsionada y empobrecida Centroamérica que exhibe índices socioeconómicos algo más promisorios que los de sus vecinos, el opositor Luis Guillermo Solís Rivera, del Partido Acción Ciudadana (PAC) se impuso en segunda vuelta por 78% frente al oficialista Johnny Araya (22%), y en Panamá la victoria electoral también correspondió a la oposición: el ex oficialista Juan Carlos Varela, del Partido Panameñista, logró el 4 de mayo un triunfo en primera y única vuelta con 39% de los votos.

Télam

 

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