Tres meses de “guarimbas”: otro intento desestabilizador fracasado en Venezuela

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Desde el 12 de febrero y durante casi tres meses, grupos de jóvenes opositores activaron barricadas y cortes de calle en zonas de clase media y alta de diversas regiones del país. Las llamadas “guarimbas”, impulsadas por el sector que lideran Leopoldo López y María Corina Machado, buscaron generar una situación de caos y dejaron como saldo más de 40 muertos

 

Tres meses de terror – Por Ernesto Villegas Poljak

Este 12 de mayo se cumplen tres meses de la más reciente y cruenta oleada de violencia antichavista, iniciada con una marcha “pacífica” que destruyó la sede de la FGR y dio paso a una absurda espiral de muerte y destrucción.

¿Balance? Más de 40 fallecidos, cientos de lesionados, cuantiosos daños materiales, universidades y entes públicos incendiados, unidades de transporte destruidas, tala indiscriminada de árboles para su uso en barricadas y pare usted de contar. Nada bueno le ha dejado al país esta alocada aventura, salvo la disipación de cualquier duda, si acaso la había, con respecto al carácter violento y antidemocrático de sectores que solían camuflarse detrás de poses pacifistas y libertarias.

Para la historia queda el llamamiento del trío patético -Machado, López y Ledezma- que apareció convocando “La Salida”, como bautizaron su oferta engañosa. No pudieron salir del presidente Maduro ni podrán tampoco deshacerse del pueblo y su Constitución bolivariana, formidable combinación amurallada que levantó el comandante Chávez frente al fracasado modelo neoliberal que aquí condujo al Caracazo de 1989.

Además de las pérdidas humanas y materiales, la oleada violenta trajo consigo un ingrediente terrible: la introducción de mecanismos perversos, como la colocación de guayas homicidas contra motorizados o el incendio de edificaciones habitadas, preescolares incluidos, que revelan el grado de descomposición de una parte, minúscula pero dañina, de la sociedad. Gente común que ejecuta o aplaude actos criminales, justificados en un odio digno de junta psiquiátrica. Gente que cree que causando daño a sus vecinos, o al conductor desconocido que cae en una alcantarilla levantada, provocará la caída del Gobierno.

Vaya mi reconocimiento al pueblo por su paciencia y disciplina. Rindamos homenaje al compatriota Eliécer Otaiza, asesinado tras crueles torturas, y a todos los caídos: perseveremos tercamente en el camino de la paz. Que nadie coma casquillo ni caiga en provocaciones. Nuestra venganza será un país de paz, justicia e inclusión. Además, ya lo ha dicho el Presidente: quien se mete con Venezuela se seca. Miren a J. J. Rendón.

Aporrea

Venezuela libra su batalla por América Latina – Por Aram Aharonian

El fallido intento de derribar por la fuerza al gobierno del presidente venezolano Nicolás Maduro ha evidenciado su enorme aislamiento: Latinoamérica y el Caribe cerró filas en defensa del curso democrático de la Revolución Bolivariana, mientras crecían, hasta en la prensa local, las expresiones de repudio a las acciones violentas, que dejaron un saldo de 28 muertes, destrucción, incendios, miles de vecinos inmovilizados en sus residencias, humo y gases, pánico y terror…

Punto Final

Fracasó el intento de injerencia hasta en la OEA, salvo por el apoyo de Estados Unidos y Canadá. Solo el gobierno de Panamá se les sumó en el intento de impedir la declaración de solidaridad con Venezuela propuesta por Bolivia y acordada por 29 gobiernos latinocaribeños. Era hora: pareciera que ya la OEA no le sirve al imperialismo para legitimar sus agresiones contra los pueblos de nuestra América.

Suena extraño que apenas dos meses después de las últimas elecciones municipales en Venezuela, que ganó holgadamente el oficialismo, se tome esta decisión de patear el tablero y buscar una “salida” inmediata, al margen de calendarios constitucionales.

Pero no es tan raro si consideramos que en los últimos doce años distintas oficinas del gobierno de Washington (y de algunos países europeos) han “invertido” millones y millones de dólares -junto con ONGs-pantallas y empresarios de varios países de la región-, para gestar un golpe, primero contra Chávez y luego contra Maduro. El botín es grande: las mayores reservas petroleras del mundo.

Pero en Washington no tomaron nota de la decisión. La arrogante y amenazadora declaración del secretario de Estado imperial, John Kerry, del 12 de marzo, donde anunciaba que EE.UU. invocará la llamada cláusula democrática de la OEA y aplicará sanciones contra Venezuela (que podrían afectar gravemente a la población, dijo), indica que Washington decidió desafiar la declaración de la OEA y continuar brindando apoyo a los violentos -mezcla rara de paramilitares colombianos y “sifrinos” (niños bien) venezolanos, sin más proyecto que el plan golpista llamado “La salida”-.

Pocos días después, el mismo Kerry reconoció su frustración que atribuyó a lasacusaciones que Maduro lanza reiteradamente a EE.UU. “No han facilitado que nosotros tengamos el tipo de impacto que nos gustaría tener”.

Lo cierto es que EE.UU., Canadá y Panamá no están solos en su apoyo a la oposición violenta: los acompañan las fuerzas más reaccionarias del mundo. La creciente y orgánica participación de los cartelizados medios de comunicación nacionales y extranjeros en la preparación y el desarrollo de las guerras y planes desestabilizadores promovidos por -y desde- EE.UU., demuestra que éstos se han convertido en verdaderas unidades militares. Si hace cuarenta años necesitaban de fuerzas armadas para imponer su proyecto, hoy el escenario de guerra es simbólico y les basta con el control de los medios hegemónicos.

La propuesta apoyada por Estados Unidos, Panamá y Canadá de llamar a un mediador internacional fracasó en el consejo permanente de la OEA. “Esperamos que la presión social, la región y los vecinos cercanos sean quienes puedan tener el mayor impacto sobre el gobierno venezolano”, dijo Kerry ante los congresistas.

Horas después de su audiencia, el pleno del Senado aprobó por unanimidad una resolución bipartidista que exhorta al presidente Barack Obama a negar visas y congelar activos a responsables venezolanos de violar derechos humanos.

Tras el rechazo de que el caso de Venezuela fuera discutido en la OEA, los cancilleres de los doce países de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) se reunieron en Santiago, donde acordaron crear una comisión de ministros de Relaciones Exteriores que acompañará el diálogo entre el gobierno y la oposición venezolana a partir de la primera semana de abril.

El canciller argentino Héctor Timerman sostuvo que “es una clara ratificación de los valores democráticos a partir del diálogo y el respeto a la institucionalidad”; el venezolano, Elías Jaua, se declaró satisfecho, mientras su par chileno, Heraldo Muñoz, dijo que el principio esencial del organismo es la defensa de los gobiernos legítimamente constituidos.

En la resolución de Unasur destacan la posición ante “cualquier amenaza a la independencia y soberanía de la República Bolivariana de Venezuela”, además del nombramiento de la comisión de cancilleres, que una vez se apersone en Caracas, será muy útil para que el mundo conozca, de esa fuente, la verdad de lo que ocurre en Venezuela.

El texto reiteró en su parte principal el comunicado de la Unasur del 16 de febrero sobre la situación en Venezuela, en el cual manifestaba su “más enérgico rechazo” a los actos de violencia a la vez que expresaba las “condolencias y solidaridad” con los familiares de las víctimas y “con el pueblo y el gobierno democráticamente electo de esa nación hermana”. En Santiago, los cancilleres resolvieron además “respaldar los esfuerzos del gobierno de Venezuela para propiciar un diálogo entre el gobierno, todas las fuerzas políticas y actores sociales con el fin de lograr un acuerdo que contribuya al entendimiento y a la paz social”.

Estrategia de desgaste y desinformación

De todas formas, sería erróneo pensar que estas “guarimbas”(1) y ataques violentos que llegaron al extremo de asesinar vecinos o autoridades que limpian las zonas afectadas, no están haciendo daño en varios sentidos. Son parte de una guerra de desgaste que es acompañada por buena parte del “partido” mediático nacional e internacional, y por factores económicos que siguen apostando al sabotaje y que financian generosamente a los comandos violentos.

¿Cuándo se había visto en Venezuela destruir una pista de atletismo como forma de protesta? ¿Cómo explicar el incendio de un camión con cuarenta toneladas de alimentos para el pueblo? ¿Cómo se explican los salvajes ataques a las estaciones del Metro y a las instalaciones eléctricas y telefónicas?, se pregunta en su columna dominical el director del diario Ultimas Noticias, Eleazar Díaz Rangel.

Quieren provocar cansancio en los ciudadanos, sembrar una sensación de caos e ingobernabilidad. El plan golpista en sí no parece tener perspectivas de éxito, sobre todo porque en la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, los violentos están generando gran rechazo. Es impensable que en este momento pueda darse ningún movimiento serio hacia un golpe de Estado, sobre todo después de los resultados de las reuniones del consejo permanente de la OEA y de los cancilleres de la Unasur.

Pero el hecho de que el conjunto de la oposición luzca cada vez más a la cola de la ultraderecha fascista, es un logro para esta última que está imponiendo su agenda. Algunos “líderes” opositores suponen que las “guarimbas” les están haciendo un trabajo sucio del cual ellos puedan recoger alguna cosecha, dado el deficiente trabajo de masas. Bien vale, pensarán algunos, la cabeza de Leopoldo López (preso por incitación a la violencia), si a cambio de eso se sigue afectando el abastecimiento de mercancías y se siguen perfilando las matrices de caos, desgobierno, zozobra y miedo.

Esos sectores saben que las “guarimbas” no derribarán al gobierno, pero esperan que los problemas y las matrices actuales se incrementen, o al menos se mantengan, para recoger después la cosecha en votos, aún cuando recientes encuestas señalan lo contrario.

Probablemente alentado por el resultado de las reuniones de la OEA y sobre todo de Unasur, el gobierno ha decidido ponerles la cara más seria a las “guarimbas”, ordenando allanamientos y la actuación de la fuerza pública en las zonas de focos violentos, y además la detención de los financistas y proveedores de estos grupos violentos. Quizá haya que dictar órdenes de captura por Interpol.

El mundo al revés

En Venezuela parecen haberse invertido todos los códigos de la relación histórica entre Izquierda y derecha, lo que confirma que los sectores conservadores, para tratar de acercarse a las mayorías, copian el discurso progresista.

Así lo hizo Henrique Capriles en la campaña electoral ante Hugo Chávez, por ejemplo. Ahora intentan imponer el imaginario del mundo al revés en un acto transformista: la Izquierda sería el poder, la fuerza, la represión y la censura, responsable de la crisis y los actos ilegítimos; la derecha se disfraza con rostro del pueblo, de los jóvenes, de los que ponen las víctimas, los censurados, los que reclaman contra la inflación y el desabastecimiento, y pasan a tener patente de demócratas reconocidos alentados por los grandes medios cartelizados de gran parte del mundo.Sin duda, los medios son parte de la batalla y no meros informadores: la guerra es cultural, ideológica.

La violencia es una táctica, parte de la estrategia diseñada de antemano. Fue algo buscado desde el primer día de las movilizaciones y, los muertos -en su mayoría chavistas o policías- son presentados cómo causados por una represión que nunca existió. El llamamiento de Leopoldo López reclamando a las “guarimbas” que “el que se cansa, pierde” parece no haber logrado su objetivo.

Lo hubiera logrado si el gobierno de Nicolás Maduro hubiera apelado a la represión y a las protestas estudiantiles se hubieran plegado obreros y campesinos, o si los llamados a la división de las FF.AA. hubieran tenido alguna audiencia. Pero el gobierno, en cambio, ha llamado al diálogo y conformado la Mesa por la Paz, iniciativa que se ve reforzada ahora por el apoyo de América Latina y el Caribe.

Nota

(1) “Guarimbas” se les llama a las barricadas de fuego organizadas, principalmente, en algunas urbanizaciones (barrios) de clase media-alta de Caracas y también de Valencia. Se cierran urbanizaciones con barricadas de fuego, montando focos de violencia, por grupos bien entrenados. Mientras, las policías municipales y de las gobernaciones vinculadas con las organizaciones derechistas -Primero Justicia y Voluntad Popular-, no hacen nada para evitar la acción de esos grupos.

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