Chile: construyen el primer observatorio ideado y financiado cien por ciento en el país

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La ex estación de ferrocarriles Yungay, en el sureste de Antofagasta, es una de las zonas más secas del planeta. En este lugar, muy parecido a lo que se cree es el suelo marciano, la Nasa ha realizado varios estudios sobre organismos extremófilos, capaces de sobrevivir en condiciones ambientales extremas, llegando a la conclusión de que si alguna vez hubo vida en Marte, esta pudo ser similar a la que hoy existe en la pampa nortina.

Y la misma zona fue escogida para albergar el primer observatorio ciento por ciento chileno, construido solo con aportes estatales provenientes de Conicyt, del Gobierno Regional de Antofagasta y de la U. de Antofagasta.

Se trata del Observatorio Ckoirama, creado y dirigido por la U. de Antofagasta, que acaba de captar su primera imagen con el telescopio Chakana, de 60 cm, uno de los cuatro instrumentos que posee el observatorio: un detalle de la nebulosa Eta Carinae.

Estas tres instituciones han aportado los casi 300 millones de pesos que costó la compra e instalación del telescopio y el diseño y la construcción del domo en el que está ubicado. A esto se suman otros aportes, también estatales, como el arreglo del camino hacia el observatorio, un trabajo que será realizado por la dirección de Vialidad en agosto, con un costo de 700 millones de pesos y que mejorará el acceso al lugar.

“Chile y especialmente la zona norte del país, tiene fama mundial por la astronomía, pero cada vez que se habla de proyectos instalados, como Paranal o Alma, todos tienen financiamiento y operación extranjera. Los astrónomos chilenos somos usuarios privilegiados de esos telescopios, pero no podemos decir que el proyecto es nuestro”, explica Eduardo Unda-Sanzana, director de la Unidad de Astronomía de la U. de Antofagasta y uno de los promotores de la construcción del obervatorio.

“Hasta ahora no había ninguna universidad chilena, que con fondos del estado decidiera iniciar un proyecto como este”, agrega Unda-Sanzana.

El nuevo observatorio está ubicado a 65 kilómetros de Antofagasta en línea recta y 90 km por el sinuoso camino que se interna en la pampa, a una hora y media desde la ciudad.

El objetivo científico del proyecto es el análisis intensivo del tránsito de exoplanetas y el estudio de cuerpos menores del Sistema Solar.

Pero el observatorio no sólo busca crear hallazgos científicos, sino también, promover la investigación nacional y ganar experiencia en la ingeniería de observatorios. Según Unda-Sanzana, por filosofía, las instalaciones están abiertas para que los astrónomos e investigadores de la U. de Antofagasta puedan realizar sus estudio, pero también otras instituciones chilenas y del mundo que soliciten tiempo de observación en el telescopio. Incluso, para promover el turismo en la zona.

“Algunas noches, los visitantes incluso se podrán quedar a ver cómo son las operaciones científicas. Ver cuando se abre el domo, cuando comienza el trabajo científico y podrán ver en una pantalla lo mismo que están observando los astrónomos”, señala Unda-Sanzana.

En los cerros aledaños al observatorio se instalarán algunas estaciones de monitoreo que midan las condiciones meteorológicas y con esa información, definir otros lugares que sean apropiados para la instalación de telescopios.

Para la construcción del telescopio todos los componentes se compraron en EE.UU., la piezas se ensamblaron en Chile.

Aunque se pensaba hacer lo mismo con el domo, finalmente se decidió por un diseño y construcción nacional.

Para ello, se reunieron electrónicos, informáticos y mecánicos de la universidad, quienes diseñaron un domo con un sistema inteligente y con varios controles que le permite un desplazamiento horizontal y reaccionar ante varias situaciones (lluvia, fin de la noche, etc).

Juan Pablo Colque, coordinador de la construcción, explica que el trabajo estaba previsto para dos meses pero producto de las lluvias se atrasó un poco más. “La falta de agua, para hacer el cemento, por ejemplo, y la alta radiación, fueron una de las cosas más complicadas, pero al final resultó todo bien. El observatorio ya está en condiciones de poder operar y hacer ciencia”.

“A futuro esperamos poder instalar telescopios más grandes. La idea es tener un campamento de varios telescopios, cada uno con su respectivo domo. Serían varios domos repartidos en el terreno”, dice Colque.

Cuatro telescopios para la observación

Ckoirama, nombre del observatorio significa “crepúsculo” en kunza, el lenguaje que hablaban los antiguos habitantes de la región. “Chakana” es una palabra de origen quechua que entre varios conceptos, significa “puente” y al parecer fue usada para denotar una estrella específica, probablemente en la constelación de Orión.

Chakana es el telescopio más grande y mide 60 centímetros de diámetro, posee una montura tipo horquilla, una cámara CCD y filtro Sloan que lo hace muy sensible a la baja luminosidad.

El telescopio más pequeño posee 35 centímetros y al estar equipado con oculares, los visitantes podrán hacer observaciones directamente en él.

También se cuenta con otros dos telescopios móviles más pequeños para que estudiantes y visitantes en general, pueden mirar el cielo. Estos tres últimos equipos fueron donados por el Gobierno Regional.

Actualmente el observatorio funciona gracias a generadores portátiles, pero a fin de año, cuando esté operativa la central de energía solar que también construye la universidad, se alimentarán de ella.

La Tercera

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