Por escaso margen, el partido del opositor Macri logra la reelección en la capital

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El candidato del PRO, Horacio Rodríguez Larreta, se impuso ayer en el ballottage para jefe de Gobierno porteño pero con una diferencia mucho más estrecha de lo imaginado, dato que empalideció el festejo macrista en Costa Salguero. En un escrutinio veloz pero no falto de suspenso, Rodríguez Larreta obtuvo el 51,64 por ciento de los votos contra el 48,36 del candidato de ECO, Martín Lousteau, claro receptor de los votantes del kirchnerismo en la primera ronda. El voto en blanco apenas si superó el 5 por ciento. “Este proyecto de cambio que hoy se extiende por toda la Argentina”, buscó convencer Mauricio Macri anoche en el discurso que esperaba hacía tiempo que funcionara como disparador a su aspiración presidencial, pero el “se siente, se siente, Mauricio presidente” de fondo se oía deshilvanado. El único distrito que el macrismo ganó hasta ahora en el país y lo hizo por un margen ajustado. La contrapartida se vivió en el perdidoso bunker de ECO, donde el clima era de euforia. Lousteau destacó que se impuso en 9 de las 15 comunas porteñas. El candidato presidencial del Frente para la Victoria, Daniel Scioli, lo llamó para felicitarlo.

El escrutinio vino a inyectar electricidad a una jornada que hasta ahí había transcurrido con cierta apatía, con un panorama general de escuelas vacías dado lo rápido que se desarrolló la elección. La sensación era que la gente no iba a votar, pero luego se comprobó que lo hizo el 69,4 por ciento del padrón, sólo un 4 por ciento menos que en la primera vuelta del 5 de julio. De nuevo el voto electrónico funcionó bien.

Unánimemente, los canales de noticias informaron a las 18 el triunfo de Rodríguez Larreta en base a supuestos bocas de urna. Alguno, incluso, aseguró que el PRO tenía arriba a su candidato por 10 puntos, más o menos lo que habían pronosticado las últimas encuestas como mínimo. La de ayer fue otra elección que hizo quedar muy mal al trabajo de los encuestadores. La sorpresa llegó con la primera carga de votos, pasadas las 19, que colocó al candidato macrista a apenas un punto de diferencia. Esa situación de paridad, que parecía fruto de un conteo desbalanceado, se fue confirmando con las siguientes cargas. El clima de desinterés trocó rápidamente en expectativa por el desarrollo del conteo. Recién una vez que se superó más de la mitad del total de las mesas quedó claro que la diferencia a favor de Rodríguez Larreta, aunque estrecha, resultaría indescontable.

La Ciudad quedó partida. El PRO se impuso con amplitud en los barrios pudientes de la zona norte. En Recoleta ganó por 30 puntos y el Comuna 13 (Belgrano, Núñez y Colegiales) por 20. En cambio, en los sectores de clase media y baja del sur se impuso Lousteau, con lo que quedó en evidencia el aporte del voto kirchnerista. En varias de esas comunas en la primera vuelta Lousteau había salido tercero, por detrás del candidato del Frente para la Victoria, Mariano Recalde.

El FpV había dejado a sus votantes en libertad de acción para el ballottage. En cambio, los partidos de izquierda –el FIT y el de Luis Zamora– habían convocado a votar en blanco. En la primera vuelta el voto en blanco llegó casi al 2 por ciento mientras que ayer fue del 5 pr ciento. Es decir, subió apenas un 3 por ciento. Poco, pero suficiente para un virtual empate en caso de que se hubiera inclinado por Lousteau. “Más de la mitad de los porteños rechazó la gestión de Mauricio Macri en la Ciudad”, evaluó anoche Mariano Recalde sumando la cosecha de Lousteau y a quienes votaron en blanco.

Globos desinflados

El bunker macrista nunca se percibe muy natural, pero anoche la sensación se potenciaba. En esa extraña secuencia de apariciones escalonadas –primero Rodríguez Larreta, su mujer, luego su vice, Diego Santilli, después la candidata a gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal, y así–, Macri siempre se reserva el cierre estelar. Más ayer, con un discurso que había sido pensado como el acto de lanzamiento de la campaña presidencial, que se complementaría a partir de hoy con la difusión de spots en radio y televisión. Justamente, antes de que Macri hablara, se vieron avisos con gente hablando a favor del PRO. Luego, sus protagonistas aparecieron en escena para saludar a los candidatos en persona.

“Creo en una política distinta”, subrayó Macri, pero luego sorprendió al comenzar a resaltar sus puntos de coincidencia con algunas políticas oficiales, distinto a lo que decía hasta hacía poco. “En algunas cosas se ha avanzado mucho, no se puede volver atrás. La Asignación Universal por Hijo es un derecho”, lanzó, eso sí, aclarando que en su eventual gobierno “no habrá pobres que sean manipulados por la política”. De Aerolíneas Argentinas dijo que “seguirá siendo estatal pero bien administrada”. También YPF, aunque “ellos la confiscaron”, seguirá en manos del Estado.

Scioli, que salió luego por televisión para hacer una evaluación del resultado, criticó la voltereta. “Verlo a Macri hablando de mantener YPF, Aerolíneas, AySA y los fondos de la Anses habla de una gran falta de coherencia. El PRO se opuso a que esas empresas quedaran en manos del Estado. Por eso, las transformaciones que logramos en estos años las vamos a defender desde el Frente para la Victoria, no desde otros espacios”, marcó el gobernador bonaerense. Respecto a la elección de ayer, Scioli coincidió con Recalde y consideró que si Lousteau se impuso en nueve de las 15 comunas fue “porque hubo un voto castigo en la Ciudad por parte de muchos porteños que no están conformes con la gestión de Macri”.

El larretismo

La lectura nacional que disparó la paridad de la elección porteña hizo perder un poco de vista el recambio de mando en la Ciudad. Quien asumirá en reemplazo de Macri será quien ocupa la jefatura de Gabinete y su hombre de confianza durante estos años. Rodríguez Larreta es economista de profesión, en octubre cumplirá 50 años y está casado con la wedding planner Bárbara Diez, quien espera su tercera hija.

“Hoy empieza un nuevo desafío”, planteó Rodríguez Larreta cuando salió a hablar, poco después de las 20. Buena parte de su mensaje se refería a “la esperanza de cambio” que supuestamente se va a ver reflejada en el país a partir del 10 de diciembre, en la hipótesis de que Macri llegará a la presidencia, pero su escasa cosecha sumó dudas a esa posibilidad.

Rodríguez Larreta ganó con el menor margen desde que se implantó en ballottage. Las dos veces que Macri pasó por esa prueba –en 2007 y 2011– superó el 60 por ciento de los votos. Así, lo obtenido por el PRO anoche significa un pérdida de más de 200 mil votos respecto al triunfo en la anterior segunda vuelta. Estos números hace sospechar sobre el acierto de Macri en preferir a Rodríguez Larreta en vez de a Gabriela Michetti como postulante en la Ciudad. Su apoyo le sirvió para imponerse con claridad en las primarias, pero luego la performance de su protegido fue declinante. En la primera vuelta perdió dos puntos respecto a lo que había sacado el PRO en las PASO. Y ayer apenas si añadió un 6 por ciento a lo conseguido en la primera vuelta de dos semanas atrás. Lousteau, en cambio, sacó 23 puntos más.

Más ECO

Esta cosecha sorprendente hizo que en el bunker de ECO, en el Palais Rouge, la derrota se festejara casi como un triunfo. Lousteau imaginó que, a diferencia del fútbol, en la política “el partido empieza con el resultado”. El candidato celebró la consolidación de la alianza ECO –que antes de anoche parecía tener un destino efímero– como la segunda fuerza en la Ciudad de Buenos Aires y buscó trazar una especie de filosofía de la agrupación. Habló de “recuperar la ética y la honorabilidad en la gestión” y también del “compromiso con la palabra empeñada”.

Luego del discurso, Lousteau comentó que los adherentes de ECO se repartirían en su apoyo entre las candidaturas presidenciales de Ernesto Sanz, Elisa Carrió y Margarita Stolbizer. Dejó afuera a Macri, quien integra la alianza Cambiemos junto con el radicalismo y la Coalición Cívica, ambos integrantes de ECO. Quedará para los próximos días resolver internamente esas contradicciones.

En principio, Lousteau cumplió con su objetivo de exhibirse como un emergente de la dirigencia opositora, para lo que debió resistir las presiones que recibió para bajarse del ballottage. Quienes lo acompañan aseguran que su mira siempre estuvo más puesta en 2019 que en esta elección. Quien lo sufrió fue Macri.

Página 12

Macri disimuló el ajustado triunfo porteño con un encendido discurso presidencial

«Hoy más juntos que nunca», gritó eufórico por triplicado antes de zambullirse entre la multitud y bailar entre globos y papeles de colores. Fue después de aparecer entre los periodistas, con paso firme, ensayado, y encarar hacia los invitados del bunker de Costa Salguero. Entre ellos siguió uno de los spots que mañana empezará a desparramarse en los canales de televisión, en las emisoras de radio y en las redes sociales.

Por primera vez, Mauricio Macri protagonizó un efusivo discurso presidencial con el que relanzó su campaña y que le sirvió para disimular el ajustado triunfo porteño, que durante toda la tarde del domingo hizo atragantar a más de uno.

Los asesores comunicacionales del PRO habían avisado de entrada que las palabras del jefe de Gobierno serían de tinte fuerte, pero los tres puntos de diferencia entre Horacio Rodríguez Larreta y Martín Lousteau lo obligaron a endurecer mucho más sus palabras.

«No me cabe esa idea de que somos corruptos y mentirosos», «la primera prioridad de nuestro gobierno será terminar con la pobreza», «Aerolíneas Argentinas seguirá siendo estatal pero bien administrada» e «YPF seguirá manejada por el Estado». Fue parte del discurso del líder del PRO, que también abundó en definiciones sobre la prensa, la Justicia y la importancia de la Asignación Universal por Hijo, en lo que fue su primera intervención con definiciones concretas desde que se inauguró el cronograma electoral. Toda una novedad, impulsada en gran medida por la conclusión a la que arribaron tras los resultados de los últimos focus groups. Con slogans, cayeron en la cuenta, parece no alcanzar.

Antes de eso, hubo demasiadas excusas en torno al ballottage. Que el objetivo era ganar, como sea, por más ajustado que sea el resultado. Que el inicio de las vacaciones de invierno benefició al candidato de ECO en las comunas más pudientes. Que Mauricio Macri se enfrentó contra todos los presidenciables. Que parte de los porteños se hartaron de votar tres veces en tan poco tiempo y que por eso la concurrencia fue más baja que en otras elecciones. Que la victoria de un anti-candidato como el actual jefe de Gabinete -por su nulo carisma- es un «milagro», y que aunque sea por un voto, se ganó. Y que, de todos modos, los que votaron por Lousteau y no por Rodríguez Larreta van a votar por Macri el 9 de agosto.

Demasiadas explicaciones para un resultado que fue más ajustado que el esperado -solo 3 puntos de diferencia y muchísimo pero muchísimo menos que los anteriores ballottages en los que triunfó el PRO- y que sin embargo le sirvió a Macri para relanzar su candidatura presidencial, con un discurso encendido que lo mostró mucho más firme que lo habitual.

Se sabía que al PRO este ballottage le había resultado mucho más incómodo que los anteriores. Por un contrincante poco habitual, Lousteau, que le planteó a Macri el desafío de enfrentar por primera vez en la ciudad de Buenos Aires a un adversario no identificado con el kirchnerismo. Y porque el candidato de ECO, por más que lo disimule, es parte del armado nacional del frente que el jefe de Gobierno comparte con Ernesto Sanz y Elisa Carrió. Allí radican parte de las excusas del resultado: que los que votaron por el ex ministro de Economía votarán en las nacionales por Macri. Será por eso que los invitados a Costa Salguero aplaudieron espontáneos cuando Rodríguez Larreta mencionó su llamado para felicitarlo.

Alrededor de las 19, cuando la primera carga de datos arrojaba una diferencia de solo un punto, el pánico inundó Costa Salguero. Hubo caras largas, nervios al por mayor. Hasta hubo que explicar por lo bajo que faltaban los votos de Recoleta, Belgrano y Palermo, los tres barrios que le dieron el triunfo al PRO.

Un triunfo que se festejó como pudo. Con un Rodríguez Larreta sorprendido, pero con la satisfacción de haber logrado el objetivo que buscó con una obsesión inusitada desde hace al menos ocho años. Con un Diego Santilli averiado por un esguince que le llenó de líquido la rodilla. Y con un Macri que tuvo que sacar a relucir una firmeza poco habitual, para confrontar aun más con el kirchnerismo.

Es que el PRO hace rato que encontró su mejor faceta en la polarización con el gobierno nacional, ausente en esta segunda vuelta porteña. Lo confesó Macri en conferencia de prensa, sobre el cierre del exiguo festejo de Costa Salguero: «Nos faltó a la fiesta el kirchnerismo». La incógnita ahora es de quién será la algarabía dentro de tres semanas.

InfoBae

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