Lucía Lagunes Huerta, periodista y militante feminista mexicana: “El número 43 se volvió una marca en un país terriblemente lastimado por la violencia” (Exclusiva para Nodal)

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Por Liliana Hendel, coordinadora de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género en Argentina (RIPVGAR)

Socióloga y periodista mexicana, Lucía Lagunes Huerta es directora de CIMAC, organización civil especializada en derechos humanos de las mujeres y una de las primeras agencias de noticias de género. Es una militante feminista que viaja por el mundo, y atraviesa con placer e inteligencia los obstáculos que el mensaje libertario produce en un mundo patriarcal como el que habitamos. Integrante del Consejo Asesor Ciudadano de ONU Mujer México es también una de las coordinadoras de la Red Internacional de Periodismo con Visión de Género de la que fue impulsora en Morelia, Michoacán.

Si te digo 43…

43 dejó de ser solamente un número, 43 se volvió una marca en un país que está terriblemente lastimado por la violencia.  43 vidas que fueron cortadas de tajo, 43 jóvenes que querían ser maestros y no lo serán, 43 familias que están luchando por saber qué pasó con sus hijos. Es un derecho fundamental el saber, el derecho a la verdad, el poder cerrar ciclos dolorosos. Pero tambien 43 es esperanza para construir un mejor México.

¿Tenés la sensación de estar cerca de ese “Nunca Más” en México?

Me parece que lo que sucedió en Iguala no volverá a suceder. Sería muy grave para el gobierno mexicano que volviera a ocurrir en las mismas condiciones. Esto no quiere decir que la violencia se haya terminado. Me parece que si el gobierno y el PRI quieren mantenerse en el poder tienen que detener la violencia. Les quedan 3 años, vienen elecciones presidenciales y el costo para ellos va a ser alto.

Después de Ayotzinapa hubo otra masacre: un periodista y cuatro mujeres  fueron asesinados en el DF…

Después de los 43 han habido varios hechos graves en materia de violación de derechos humanos y lo que ocurre en ciudad de México con la activista Nadia Vera Pérez, el colega fotoperiodista Rubén Espinosa y otras tres mujeres rompe el espacio de seguridad que teníamos en DF. Hasta antes de eso estábamos convencidas que era un espacio seguro, una ciudad refugio para muchos periodistas y defensores de derechos. Esto nos deja en una situación de vulnerabilidad. Pero interpela muy fuerte al gobierno de la ciudad de Miguel Ángel Mancera, que es un gobierno que emana de la izquierda partidaria.

Me dices que no es lo mismo el DF que otras entidades federativas… ¿Cuáles son los avances de los derechos de las mujeres en los diferentes estados?

Creo que tenemos contrastes al interior del país. En los últimos veinte años hemos logrado establecer avances importantes para los derechos de las mujeres. Se han establecido leyes que son paraguas para seguir avanzando: Igualdad sustantiva entre mujeres y hombres, la ley de no discriminación, la ley de niñas/os y adolescentes, una ley general de acceso a una vida libre de violencia y la ley contra la trata. Son temas fundamentales que representan un tejido para avanzar.

¿Esas leyes son para todo México o cada estado federativo tiene la opción de adherir?

Somos una federación, cada autonomía tiene su derecho, sin embargo todas las entidades federativas tienen casi todas estas leyes, porque se ve mal no tenerlas, no estar a la altura de la nación. Los movimientos feministas estatales trabajaron en este sentido. Pese a su importancia, muchas personas no conocen las leyes. Esto le pasa a gran parte de los periodistas, aunque las cinco leyes han incluido temas concretos relativos a la comunicación: no discriminar, fomentar la igualdad sustantiva, no estereotipar, no justificar la violencia ni hacer anuncios que permitan la trata. El desconocimiento de la normativa hace difícil su aplicación. En ningún área es sencillo. Por ejemplo, recientemente logramos la paridad a nivel de ley electoral. Pero, en las últimas elecciones, los líderes de los partidos políticos iban a hablar con el Instituto Electoral para decirles que no había mujeres para incluir en las listas.

¿Y cuál es la incidencia de la Iglesia católica apostólica romana?

Mucha, aunque ha ido bajando por los escándalos de pederastia que han ido saliendo a la luz pública, lo cual deja muy mal parados a los jerarcas católicos, en especial al Obispo Norberto Rivera Carrera porque fue informado de estos casos y guardó silencio, no hizo nada. Hay una cuestión entre la fe y la jerarquía política de la iglesia. De todas formas, siguen teniendo fuerza.

Existe la ley de matrimonio entre personas del mismo sexo, ¿cómo fue conseguirla?

En el DF se abrió esa puerta y hay algunas entidades federativas que avanzaron en ese mismo sentido. Hay muchas familias que se casan como una manera de visibilizarse y hacer presión. También hay una enorme discusión con las adopciones y los vientres rentados porque también el machismo está presente entre las personas homosexuales. Algunos hombre gay no están dispuestos a adoptar un niño ya que ellos quieren tener sus propios hijos y entonces quieren que las mujeres estemos dispuestas a rentar nuestros vientres para que ellos germinen. Me parece muy peligroso. Pasan por encima de los derechos humanos de las mujeres.

¿Qué significa para vos nombrarte feminista?

Una forma de vida, una filosofía y una práctica… un desafío también. Cuando me nombré feminista por primera vez era muy chiquita. No pensé en todo lo que implicaba, simplemente lo hice porque estaba convencida de que lo que acontecía en mi vida y en la vida de otras mujeres no era justo.
Las mujeres somos violentadas muchas veces y de muchas maneras. Desarrollamos una serie de estrategias para evitar ser atacadas. Esta es una práctica que cansa y desgasta. Se trata de pensar muchas veces cómo vestirse o por dónde andar para que no sea peligroso. Todo el tiempo estamos haciendo eso y te ocupa tiempo de tu pensamiento para pensar y crear otras.
El feminismo me dio respuestas. Me permitió entender qué era desigualdad, discriminación, opresión. Ser feminista es la posibilidad de seguir construyéndome en libertad pero también ir generando las condiciones para que otras mujeres se construyan en libertad.
El feminismo no es solamente un asunto subjetivo individual, el feminismo es colectivo. En la medida que eso ocurre la humanidad va cambiando y va logrando mejores condiciones de vida.

¿Qué sentido tiene trabajar en la construcción de redes?

Tiene todo el sentido porque precisamente hoy más que nunca estamos viviendo en un tiempo tan individualista que te rompe y rompe el tejido social. Desde que empecé a militar en la izquierda he entendido que nada se puede sola, que tenemos que construir, esa es la apuesta, construir alianzas para transformar. Hay mentes maravillosas, ilustradas, pero si no  tienen una alianza con otras su mente brillante puede no llegar a dar frutos. Sobre todo en el caso de México, las redes hoy son un gran soporte porque te permiten saber que no estás sola, que hay otras con las cuales empujar temas, buscar estrategias, ir construyendo este otro mundo que queremos y no sólo soñamos, lo estamos haciendo en la práctica. Las redes nos han salvado la vida.

 

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