Días para la reflexión – Diario El Espectador, Colombia

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Sin importar la afiliación religiosa, estas fechas se han consolidado como un momento de encuentro, reflexión y celebración de la bondad, así como de empezar a reconocer errores y pensar en cómo solucionarlos para el año que entra. Los colombianos tenemos muchos motivos para sentir esperanza, pero también para afianzar nuestro compromiso con el país que queremos.

Más allá de todas las disputas políticas que se están librando -y que deben seguir- sobre los detalles de los acuerdos de La Habana, la realidad es que nunca antes habíamos estado tan cerca como país de un cambio de paradigma en la forma en que entendemos el conflicto armado. La voluntad del Gobierno y de la guerrilla de ponerle fin a la confrontación, aunque ha producido resultados imperfectos, es la propuesta más clara y completa para dejar atrás una historia de violencia irracional y de un país lleno de cicatrices.

La paz, ese concepto tan difícil de concretar y aun así tan necesario, tendrá casi con certeza su momento en el año 2016, y desde ya los colombianos debemos preguntarse cómo afrontar lo que se viene. La primera clave, ante todo, es la honestidad. Ojalá que tanto quienes apoyan el proceso de paz, como quienes tienen justos reparos, abandonen la retórica incendiaria propia de nuestro ejercicio político y vean que esta coyuntura necesita sinceridad y seriedad. El debate que se dará con ocasión del plebiscito es una oportunidad única para poner sobre la mesa todo lo que nos ata como país: los miedos, el resentimiento, las heridas abiertas. Este es el momento para que evaluemos cuál ha sido el daño y si hay una forma de solucionarlo.

La paz no es unidad de conciencias. Al contrario, si una lección nos puede quedar de tanta violencia es que la persecución a la diferencia y al disenso engendra más resentimiento. En nuestras manos está no plantar las semillas de sufrimientos futuros. Una Colombia pluralista, que admita todos los pensamientos, es el deseo al que todos deberíamos apuntarle; el presupuesto esencial para hablar de una paz verdadera.

Porque, y esto no puede olvidarse, el conflicto no es sólo entre la guerrilla y el Gobierno, ni entre los distintos grupos y delincuentes que quieren imponer su voluntad a punta de miedo. Si la sociedad está fragmentada y acostumbra a lidiar con esas divisiones a través de la violencia, no habrá acuerdo que valga.

Alejarse de los conflictos no sólo aplica para las personas. El 2016 tiene que ser el año en el que hagamos las paces con el medioambiente. Como lo comprobaron los hechos históricos de este año en la lucha contra el cambio climático, nuestra relación contra la naturaleza debe mutar y, sí, depende de todos hacer el cambio. Además de respaldar y proteger nuestros recursos nacionales, es importante que en la vida diaria se modifiquen los usos innecesarios.

Desde este espacio queremos extender un saludo cariñoso. Nuestro compromiso es seguir cubriendo lo que acontece en el país con independencia y sinceridad, apostándole a la construcción de una nueva Colombia a partir de la verdad y la transparencia. Seguimos trabajando para mejorar y aportarles a la democracia y al país un medio confiable. Gracias por leernos. ¡Felices fiestas!

El Espectador

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