Juan Manuel Santos, presidente de Colombia: «Los colombianos tendrán la última palabra en el acuerdo con la guerrilla»

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Por Pedro Schwarze

Juan Manuel Santos, el Presidente de Colombia, llegó ayer a Chile para participar en la Cumbre de la Alianza del Pacífico (que integran México, Colombia, Perú y Chile), en Puerto Varas. Y lo hace con un histórico acuerdo bajo el brazo, que posiblemente lo ponga en el centro de las miradas y de la atención de la cita regional. Santos consiguió la semana pasada que la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), después de más de medio siglo, acepten entregar las armas y se dispongan a bajar del monte y salir de la selva para incorporarse a la vida política y civil. Un acuerdo que muchos gobernantes colombianos anhelaron, pero que sólo ahora se concreta. Eso después de más de tres años de arduas negociaciones en La Habana y con la oposición de amplios sectores internos. Santos ha prometido someter a referendo el acuerdo y que no tiene plan B en caso que no se apruebe el plebiscito. “Yo creo que conozco al pueblo colombiano”, ha dicho.

En esta entrevista con La Tercera, realizada vía cuestionario antes de que viajara a Puerto Varas, el jefe de Estado colombiano aborda la dificultades del proceso de paz, el futuro que deberán enfrentar los guerrilleros, los mecanismos que se han pensado para avanzar en la pacificación y las eventuales negociaciones con la otra guerrilla, la del Ejército de Liberación Nacional (ELN).

El jueves pasado su gobierno y la guerrilla de la Farc firmaron el alto el fuego bilateral, la desmovilización y la entrega de las armas. ¿Cuáles son las dificultades que siguen presentes en el camino de la paz?

Sabemos que el camino de la paz es difícil, pero también sabemos que es el más urgente y benéfico para cualquier sociedad. Por supuesto que vienen dificultades: la implementación de los acuerdos, su incorporación a la normatividad, la adecuada reintegración de los desmovilizados, el desminado humanitario, el trabajo continuo para evitar cualquier deterioro en la seguridad ciudadana, entre muchos otros. Y, sobre todo, un desafío: sembrar la cultura de la reconciliación y la tolerancia en un país que se acostumbró a convivir con el conflicto y la confrontación. Esta es la mayor tarea que tenemos por delante.

¿Qué peligros se deben desactivar para que todo este proceso llegue a buen puerto?

Antes que nada debemos terminar de negociar los asuntos pendientes en cada punto de la agenda, que no son de poca monta, como el mecanismo de selección de los magistrados que impartirán la justicia transicional o la forma concreta en que se dará la participación política de las Farc, una vez desmovilizadas. Pero sé que ya existen la confianza y la voluntad suficientes en ambas partes para sacar adelante el Acuerdo Final en las próximas semanas.

¿Dónde se llevará a cabo la firma de la paz?

En Colombia.

¿Es posible que el ex presidente Alvaro Uribe, convertido en el mayor crítico de las negociaciones con las Farc, se transforme en un socio para la paz?

La invitación para que él y otros críticos del proceso de paz se sumen a este esfuerzo y este anhelo nacional sigue abierta. Al fin y al cabo, es lo que él quiso hacer como Presidente: lograr la paz.

¿Se someterá a un referendo la paz con la guerrilla? ¿Acaso no es muy arriesgado? ¿Una decisión así no corresponde tomarla solo a los dirigentes?

Desde el comienzo del proceso, consciente de su trascendencia para el país, ofrecí a los colombianos que serían ellos quienes tendrían la última palabra, y voy a cumplir esa promesa a través de un plebiscito en que podrán decir sí o no al acuerdo final al que se llegue. Es cierto que no tengo la obligación de hacerlo, pero la paz no es del gobierno, sino de todos los colombianos, y son ellos quienes deben refrendar lo que se acuerde. Así la dotamos, además, de la máxima legitimidad.

¿La cúpula guerrillera o parte de ella irá a la cárcel?

Todos los responsables de graves crímenes de guerra y de lesa humanidad serán investigados, juzgados y sancionados, incluida la cúpula de la guerrilla. Si aceptan su responsabilidad, cuentan la verdad sobre los hechos en que participaron y contribuyen a las medidas de reparación, tendrán sanciones de entre cinco y ocho años de restricción efectiva de la libertad. Si son hallados responsables, pero no cuentan la verdad, se exponen a penas de prisión que pueden llegar a los 20 años.

¿Cómo se evitará que los ex guerrilleros no pasen al bandidaje o a la delincuencia común?

Cumpliendo con lo pactado y garantizándoles un proceso integral de reintegración a la vida civil, que les facilite volver a sus familias y al seno de la sociedad. Por supuesto, quien insista en el delito será perseguido con contundencia y perderá cualquier posibilidad de beneficio.

¿Está considerada una instancia como la Comisión de la Verdad, a la que se recurrió en otros países como Chile, Argentina y Sudáfrica?

Sí, una vez se firme el Acuerdo Final y las Farc dejen las armas, habrá una Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición, que será una comisión independiente conformada por personas de las más altas condiciones éticas y profesionales, y es distinta al sistema de justicia transicional, pues no tendrá efectos jurídicos. Se trata, básicamente, de una respuesta al clamor de las víctimas por conocer la verdad.

La integración de los ex guerrilleros a la vida civil y política, abre la posibilidad de que alcancen el gobierno por las urnas. ¿Cree que los sectores conservadores (o de derecha) o incluso los militares aceptarán la llegada de ex Farc al poder (sea en coalición o como una fuerza propia)?

No hay que tenerle miedo a la política ni al debate de las ideas. Lo que hay que temer y evitar es la violencia. Ya antes en Colombia hubo procesos de paz, y antiguos guerrilleros alcanzaron posiciones de poder, como la alcaldía de Bogotá y de otros municipios, gobernaciones, ministerios y curules en el Congreso, incluso dentro de listas de partidos políticos de derecha. Ese es el juego de la democracia, y bienvenidos quienes participen en él sin la amenaza de las armas.

¿Es necesario un proceso de paz con el ELN (Ejército de Liberación Nacional) o se puede esperar el desarme de esa guerrilla por propia iniciativa y, como mucho, aplicarle algunos de los aspectos de la paz con las Farc?

Con el ELN ya hemos pactado una agenda de negociación, y requerimos, para iniciar conversaciones públicas, que abandonen el delito de secuestro y devuelvan a todos los secuestrados en su poder. Eso es un acto de elemental voluntad de paz que exigen todos los colombianos. Mientras no lo hagan, no se podrá avanzar a la fase siguiente de la negociación y los seguiremos combatiendo con toda la contundencia del Estado.

Bloques regionales

¿Dónde radican las diferencias entre Mercosur (conformado por Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y Venezuela) y Alianza del Pacífico? ¿Cuánto de política hay en esa distancia?

Son dos procesos de integración con historias y dinámicas diferentes, pero que pueden acercarse y encontrar puntos de encuentro por encima de cuestiones políticas, o visiones diferentes sobre el comercio y el desarrollo. En la Alianza del Pacífico estamos países que creemos en las bondades del libre comercio, el crecimiento incluyente, la competencia y la inversión extranjera y nacional. Yo creo que cada vez más los países del Mercosur están sintonizados con estos principios, y en este sentido cada vez estamos más cerca. De hecho, Argentina, Uruguay y Paraguay son hoy países observadores de la Alianza.

¿A qué se deben los problemas económicos que ha enfrentado Colombia durante su gobierno? ¿Acaso no descuidó ese aspecto por enfocarse en el proceso de paz?

Toda la región, no solo Colombia, se ha visto afectada por la coyuntura económica internacional, la baja del precio de los productos básicos, en particular de los hidrocarburos y minerales.También nos han golpeado fenómenos climáticos como los de La Niña y, más recientemente, de El Niño. Sin embargo, Colombia se ha destacado por el manejo estable de su economía y ha mantenido la senda del crecimiento, al punto que el año pasado fue la economía que más creció entre las seis mayores de la región. Este comportamiento ha sido destacado por los organismos internacionales y la banca multilateral. Incluso las calificadoras de riesgo nos han aumentado en dos ocasiones nuestra calificación El desempleo y la pobreza, además, han disminuido significativamente, más que en cualquier otro país de la región. Así que no creo que se pueda hablar de que se haya descuidado este aspecto. Todo lo contrario, estamos haciendo la tarea de la mejor forma posible, y lograremos aún mejores resultados con la paz.

La Tercera

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