Colombia: el gobierno y las FARC presentaron el nuevo acuerdo de paz

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Las claves del nuevo acuerdo de paz con las Farc

El Gobierno Nacional y las Farc anunciaron los ajustes del nuevo acuerdo de paz, el entusiasmo es grande. Sin embargo, aún no se sabe a ciencia cierta las implicaciones de esta nueva ruta para la paz. El Espectador le presenta cuáles fueron las modificaciones que acordaron los negociadores del proceso.

Bienes de las Farc y reparación

La guerrilla de las Farc declararán y entregarán todos sus bienes y dinero para reparar a las víctimas, confesando así sus fortunas ilegales. Hasta el momento las Farc habían negado este punto que es de suma importancia básicamente por dos cosas: al confesar en dónde están sus riquezas generan confianza, especialmente en los damnificados directos. Esto deberá darse antes de que las Farc entreguen las armas.

Tierras y propiedad privada

Se ratificó respeto a propiedad privada, a la iniciativa privada y que a nadie se expropie por fuera de la ley ya vigente. Así se responde a una de las preocupaciones planteadas por el expresidente Uribe y empresarios agrícolas que temían por una eventual reforma agraria que afectara la propiedad sobre los predios.

La Jurisdicción Especial de Paz

Será manejada a través de la justicia penal colombiana. Además, su vigencia será hasta por 10 años, pero solo recibirá solicitudes de investigación en los primeros dos. Inclusive otra de las razones por las cuales se quiso acortar el tiempo de estas peticiones, fue para evitar la futura aparición de testigos falsos en los diferentes casos.

Este punto fue uno de los más criticados por la oposición ya que veían inviable el hecho de que quienes estuvieran juzgando a los guerrilleros y demás partícipes del conflicto armado en Colombia, fueran jueces extranjeros. Se pudo arreglar que aunque sí habrá participación de expertos que tendrán como objetivo ayudar con temas sensibles como la justicia transicional. La Corte Constitucional será la instancia de cierre pues allá se definirán las acciones de tutela que se presenten contra las decisiones del Tribunal para la Paz.

Había preocupación entre los empresarios de que se desatara una posible cacería de brujas en la aplicación de la justicia transicional. Ese temor se disipó, los empresarios que no sean responsables de crímenes graves tienen la posibilidad de obtener la terminación de los procesos que hoy los puedan afectar en la justicia ordinaria.

Pena de restricción efectiva de la movilidad

Quienes confiesen delitos de guerra obtendrán el beneficio de la no privación de la libertad. En el documento se aclara que aunque reciban este beneficio, estas tendrán que mantenerse en las zonas veredales de desmovilización, acordadas previamente. Si por algún motivo los condenados necesitan salir de esas áreas, deberán tener autorización. Por otro lado, se mantiene la sanción de hasta 20 años de prisión para quienes no colaboren.

Participación en política

Todos los miembros de las Farc podrán ser elegidos políticamente. Este punto es tal vez el que más ha generado controversia. Esta organización guerrillera no podrá presentar candidatos para las 16 circunscripciones especiales de paz en zonas de conflicto. El único punto que no tuvo cambio fue el las curules asignadas a las Farc, serán cinco en Senado y cinco en Cámara. Sin embargo, se harán contar, los candidatos tendrán que someterse al veredicto de las urnas.

Enfoque de género

Significa un reconocimiento a las mujeres como víctimas del conflicto y así garantizarles sus derechos. Nada tiene que ver con algún tipo de ideología o dictadura de la población LGBTI que se venía manifestando. En el contenido del acuerdo se aclara que se deben respetar los derechos de las minorías.

Narcotráfico

Se analizarán caso por caso. Antes de que algún guerrillero pueda recibir indulto o amnistía, así sea por el delito de narcotráfico, que por ley está conexo a la rebelión, tendrá que someterse a una detallada inspección para ver si puede obtener alguno de estos beneficios. De esta manera se atribuirían  responsabilidades y se evitaría que la delincuencia común quiera terminar beneficiada con el acuerdo.

Justicia para miembros de las Fuerzas Militares y de Policía

Se planteó una fórmula que garantiza a soldados y policías, en servicio activo y retirados, los máximos beneficios, pero con total seguridad jurídica. Tendrán todos los beneficios que la justicia transicional les brinda a los guerrilleros que dejen las armas, sin equipararlos con esta fuerza insurgente como planteaban los promotores del No.

Sostenibilidad fiscal

Nadie tiene claro a cuánto puede equivaler la inversión estatal en la etapa del posconflicto. La propuesta de paz es ambiciosa y requiere millonarias inversiones públicas en las regiones. Por eso, para garantizar la solidez de las finanzas del Estado se amplió de 10 a 15 años el plazo de implementación para reducir la presión fiscal y así no afectar de manera alguna los programas prioritarios del gobierno.

El Espectador


Acuerdo final de paz firmado entre el gobierno colombiano y las Farc


Con estas palabras el presidente Santos anunció el nuevo acuerdo de paz

Hace 40 días, el 2 de octubre, apenas se publicó, reconocí el resultado del plebiscito en el que el No obtuvo la mayoría de los votos. Pero ese resultado no podía sepultar la esperanza de paz.

Ese resultado, en vez de paralizar el país y ahogarnos en la incertidumbre, teníamos que convertirlo en una gran oportunidad para unirnos alrededor del deseo de paz expresado por todos, independientemente de si votamos Sí o No ese día. Esa fue mi reacción y por esa razón inicié desde esa noche un gran diálogo nacional por la unión y la reconciliación.

El objetivo era claro: Escuchar. Escuchar las voces de todos los colombianos, recoger sus esperanzas y sus preocupaciones sobre el acuerdo. Recoger también sus propuestas de ajustes y cambios para lograr un nuevo, un mejor acuerdo de paz con las Farc.

Era necesario llegar a un acuerdo – fortalecido con esos ajustes y cambios—que reflejara el sentir de la inmensa mayoría de nuestros compatriotas y poder construir así una paz más amplia, más profunda. Era indispensable, además, lograr este acuerdo renovado muy rápido. El cese al fuego es frágil. La incertidumbre genera temores y aumenta los riesgos de echar este inmenso esfuerzo al traste.

Había que trabajar sin descanso, con dedicación y método para tener ese acuerdo que recogiera las aspiraciones de los colombianos sin poner en riesgo todo lo logrado durante seis largos años de negociaciones.

Así lo hicimos. Trabajamos duro, con honestidad, con generosidad, con franqueza y con apertura mental y de espíritu tanto en Colombia como en La Habana. Todos los días. Largas horas. Recibimos más de 500 propuestas de todos los sectores: sociales, religiosos, víctimas, partidos políticos. Se agruparon en 57 temas para la discusión con las Farc.

Todos, absolutamente todos, fueron discutidos a profundidad con las Farc y defendidos por la delegación del gobierno con total lealtad y fidelidad a lo expresado por los diferentes sectores. Mantuvimos informados permanentemente a los principales voceros del No sobre los avances y dificultades de este ejercicio.

Las últimas 48 horas fueron especialmente intensas. Se trabajó en jornada permanente. Con grandes resultados. Logramos precisiones, ajustes y cambios en 56 de los 57 temas abordados.

El Centro Democrático, algunos dirigentes conservadores que votaron No, los partidos de la coalición para la paz, la Iglesia, las Altas Cortes y magistrados, las organizaciones religiosas y sociales, los empresarios, los cientos de miles de jóvenes que se movilizaron, los sindicatos, las comunidades indígenas y afrodescendientes, las víctimas, los militares retirados, los movimientos de mujeres y los que reiteraron su apoyo al acuerdo, todos, aportaron sus ideas y propuestas para ajustar el acuerdo.

A todos, gracias. Sus iniciativas contribuyeron a lograr este nuevo acuerdo que ahora es de todos. ¡De todos! A los negociadores del Gobierno Nacional y a los de las FARC, también un especial reconocimiento. Su disciplina en el trabajo y su disposición a escuchar y reconocer las ideas distintas permitieron desbloquear las negociaciones y encontrar soluciones.

Este acuerdo fortalecido con los aportes ciudadanos lo vamos a divulgar ampliamente a partir de mañana para que sea conocido por todos.

Hoy me he reunido con el expresidente Uribe en Rionegro por tres horas, y he hablado varias veces con el expresidente Pastrana y con la exministra Marta Lucía Ramírez. Todos los voceros del NO recibirán los textos a más tardar mañana.

Desde ya quiero destacar los cambios más importantes que se hicieron:

Uno de los temas que más reclamaron los colombianos era que las Farc entregaran sus bienes y la plata que tengan disponible para reparar las víctimas. Eso se logró. En el nuevo acuerdo, las Farc tendrán que declarar y entregar todos sus bienes, so pena de perder los beneficios, y se usarán para reparar a las víctimas.

Un reclamo generalizado de los del No y los del Sí era que se definiera en qué consistía la restricción efectiva de la libertad, pues fue criticado como impreciso. Eso se logró.

El Tribunal debe fijar en cada caso los espacios concretos en donde deben estar los sancionados durante la ejecución de la pena (que nunca serán más grandes que una Zona Veredal Transitoria de Normalización) Los horarios en los que deben cumplir las sanciones restaurativas.

Establecer el sitio de residencia durante la ejecución de la sanción
Imponerles el deber de solicitar autorización para salir de las zonas donde cumplan la sanción y señalar la periodicidad con la que el órgano de verificación debe reportar sobre el cumplimiento de la sanción.

Se estableció además, y eso fue otra petición de partidarios del no, que el tiempo que pasen en las zonas veredales Transitorias de Normalización, se les tendrá en cuenta como parte de la sanción, siempre y cuando en ese período desarrollen actividades de reparación.

Escuchamos los comentarios válidos de varios sectores, incluyendo a nuestras altas Cortes para mejorar y articular la justicia transicional con nuestro sistema judicial ordinario.

Una petición expresa era que se pusiera un límite de tiempo a la Jurisdicción Especial de Paz. Eso se logró. Funcionará hasta por 10 años y sólo podrán recibir solicitudes de investigación durante los 2 primeros años. También se estableció que las ONG no podrán actuar como fiscales y acusar. Sólo presentar información que será valorada y contrastada por los jueces y magistrados del Tribunal.

Otro tema que exigieron muchos de los del No era que no hubiera jueces extranjeros. Eso también se eliminó. Todos serán colombianos y tendrán las mismas calidades de los magistrados de nuestras cortes.

Otra controversia era el manejo de las tutelas frente a las decisiones de la Justicia Especial para la Paz. Ahora como parte de la articulación con las otras jurisdicciones, las tutelas contra decisiones de la JEP podrán a ser revisadas.

Una de las principales preocupaciones del Centro Democrático era el respeto a la propiedad privada, a la iniciativa privada y que a nadie se expropie por fuera de la ley ya vigente. Todo eso se logró y se ratificó, como lo pidió expresamente el ex presidente Uribe. Que no queden dudas: ¡Se respetará el derecho a la propiedad!

Han surgido algunas inquietudes sobre la legislación agraria que no hacen parte del Acuerdo de Cartagena, pero que sabemos que deben ser atendidas. Por tal razón, decidimos crear una comisión de expertos para revisar esos temas.

El catastro –fundamental para formalizar la tierra—no modificará por sí mismo los avalúos de las tierras. Dejamos absolutamente claro que en virtud de este acuerdo no se autorizaran nuevas zonas de reserva campesina, más allá del trámite normal de acuerdo a la legislación vigente que hay sobre estas zonas.

Varios grupos de empresarios expresaron su preocupación por el posible impacto de las inversiones del pos conflicto en la estabilidad macro económica. Para dar tranquilidad, se incluyó expresamente que la implementación se hará con respeto al principio de sostenibilidad fiscal, y se amplió de 10 a 15 años el plazo de implementación para reducir la presión fiscal, si es que la hubiera, y no afectar de manera alguna los programas prioritarios del gobierno.

Otra preocupación de los empresarios era que se desatara una posible cacería de brujas en la aplicación para ellos de la justicia transicional. Ese temor quedó totalmente disipado y los empresarios satisfechos. Los que no sean responsables de crímenes graves tienen la posibilidad de obtener la terminación de los procesos que hoy los puedan afectar en la justicia ordinaria.

Muchos sectores, en particular de militares retirados, veían con preocupación el tratamiento de agentes del Estado en la Justicia Especial de Paz. Este temor se resolvió. Logramos una fórmula que garantiza a nuestros soldados y policías, en servicio activo y retirados, los máximos beneficios, pero con total seguridad jurídica. Esta solución dejó tranquilos a todos. Es lo mínimo que podíamos hacer por ellos y había sido un compromiso personal mío.

Una queja reiterada de los voceros del No era que las 16 curules transitorias en la cámara de representantes, establecidas para las comunidades y víctimas afectadas por el conflicto, serían para las Farc.

En el nuevo acuerdo se incluyó expresamente que el partido que surja de la reincorporación de las Farc No podrá, repito, No podrá inscribir candidatos para esos espacios. Esta modificación dejó satisfechos a muchos de los voceros del NO que habían expresado preocupación por este tema.

Por solicitud de los diferentes sectores políticos del Sí y del No, se redujo desde el primer año en 30% la financiación al partido de las Farc para que quede en igualdad de condiciones con los demás partidos.

En este mismo capítulo, quedó claro que la protesta social debe ser siempre pacífica, y que el Estado tiene la obligación de proteger los derechos de todos los ciudadanos.

Uno de los temas más delicados en todos los acuerdos de paz, es el de la protección de los reincorporados a la vida civil. En Colombia hemos sufrido especialmente ese drama. Por eso en el acuerdo se creó una comisión de protección y garantías de seguridad, en la que tenían participación las FARC.

Su presencia generó preocupación en muchos promotores del no. En el nuevo acuerdo, y siguiendo una recomendación de la doctora Marta Lucía Ramírez, se eliminó la participación de las Farc en esa comisión. Se eliminó también las facultades de esa comisión para revisar hojas de vida, o ejercer facultades de inspección y vigilancia sobre las empresas de seguridad privada.

Sobre la lucha contra el problema de las drogas, el nuevo acuerdo obliga a todos los que se presenten a la Justicia especial de Paz a entregar toda la información relacionada con el narcotráfico de manera exhaustiva y detallada para atribuir responsabilidades. En este tema fue particularmente insistente el ex presidente Pastrana.

Se reiteró y subrayó también que el gobierno mantiene todas las herramientas para la erradicación, incluyendo la fumigación, además de los programas de sustitución para los campesinos. No habrá formalización de ningún predio en Colombia sin que antes se constate que está libre de la presencia de cultivos ilícitos

Para atacar de manera más efectiva el problema del consumo de drogas, se robusteció el papel de la familia y de los grupos religiosos en la política de prevención y atención a los consumidores. La idea de incorporar todo el acuerdo al bloque de constitucionalidad generó mucho rechazo en los expresidentes Pastrana y Uribe, en Marta Lucía Ramírez, y en muchos voceros del No y algunos del Sí.

Confieso que tenían razón, porque además generó muchas malas interpretaciones sobre el Acuerdo. Eso se corrigió. Sólo quedarán los temas de derechos humanos y de Derecho Internacional Humanitario, que ya de por si hacen parte de la constitución.

La implementación del acuerdo fue otro tema sobre el que recibimos comentarios y propuestas. A algunos les preocupaba que hubiera una especie de co-gobierno con las Farc para la implementación. Ha quedado ahora mucho más claro que el gobierno será el único responsable de la implementación. Habrá, eso sí, una comisión que hará seguimiento, impulso y verificación del cumplimiento de los acuerdos.

Una preocupación que compartieron muchos colombianos, y en particular la iglesia y organizaciones religiosas, fue que el acuerdo de paz pudiera contener elementos de la llamada ideología de género y se afectaran los valores de la familia.

Pues bien, ese tema fue revisado con sumo cuidado por la Iglesia Católica, por los pastores cristianos y otros voceros del No. Se hicieron las modificaciones para garantizar que la llamada ideología de género no está presente – nunca lo estuvo— ni siquiera de manera sugerida.

Lo que sí se dejó claro es que este capítulo busca garantizar que las mujeres, que han sufrido especialmente este terrible conflicto, sean tratadas con prioridad y que sus derechos como víctimas estén totalmente protegidos. Se incorporaron en el nuevo acuerdo los principios de igualdad y no discriminación, de libertad de cultos y se reconoció a la familia y a los líderes religiosos como víctimas del conflicto. Esa fue otra solicitud expresa.

Un punto que reclamaban muchos de los del No era que los jefes guerrilleros no pudieran ser elegidos. Yo entiendo que este es el sentir de muchos ciudadanos. En la mesa de La Habana los negociadores del gobierno insistieron mucho en ese punto para responder a esa preocupación. Tengo que decirlo con franqueza. Aquí no se logró avanzar.

Es muy importante que los colombianos entendamos que la razón de ser de todos los procesos de paz en el mundo es precisamente que los guerrilleros dejen las armas y puedan hacer política dentro de la legalidad. Este proceso con las Farc no es una excepción, ni puede serlo.

Las Farc tienen un origen político y su intención hacia el futuro es poder hacer política sin armas. Muchos de ustedes recuerdan que en 1990, en el acuerdo con el M-19, sus líderes salieron directamente de la mesa de negociación a participar en las elecciones. En El Salvador y en muchos otros países, los guerrilleros fueron congresistas desde la elección siguiente a la firma de los acuerdos.

En la constitución del 91, los artículos 12 y 13 transitorios le daban la posibilidad al presidente de nombrar a dedo a ex guerrilleros en el congreso. Eso no ocurre en este acuerdo. En otros países, como en Irlanda del Norte, entraron a cogobernar desde la firma del Acuerdo. La semana pasada estuve en ese país reunido con la primera ministra que es protestante y con el viceprimer ministro que es católico. Eso fue parte del acuerdo. Esto no ocurre en este acuerdo.

Para ser claro. No tendrán curules a dedo. Al contrario, tendrán que participar en las elecciones. Tampoco tendrán cargos en el gobierno, como ha ocurrido en muchos otros casos. Pero si podrán ser elegidos

El acuerdo que se firmó el 26 de septiembre en Cartagena era, según los estudiosos del tema, como el Instituto Kroc de la Universidad de Notre Dame, uno de los mejores –sino el mejor y más completo– que se ha firmado en la historia reciente para resolver un conflicto armado.

Pero, con toda humildad, quiero reconocer que este nuevo acuerdo es un mejor acuerdo. Mirando para atrás, el resultado del plebiscito nos abrió la oportunidad de unirnos y quiero agradecer nuevamente la buena disposición y la buena voluntad con la que participaron todos los voceros, en particular los del No.

Este acuerdo de paz con las Farc retoma y refleja las propuestas, y las ideas de todos los que participaron en este gran diálogo nacional. Responde y aclara las preocupaciones que muchos tenían frente a la letra, el sentido del acuerdo o su implementación. Este acuerdo, renovado, ajustado, precisado y aclarado debe unirnos, no dividirnos.

Esa es mi invitación. A que nos unamos, así el acuerdo no satisfaga todas las aspiraciones de todos los sectores. Invito a todos los colombianos, a los promotores del Sí y del No, a que le demos una oportunidad a la paz con este nuevo acuerdo.

Es lo que el pueblo colombiano nos está pidiendo y lo que nos pide la comunidad internacional. Por eso he dado instrucciones al Dr. Humberto de la Calle y al equipo negociador, a que regresen de inmediato a Bogotá para que les expliquen en detalle y con los textos en la mano, a los voceros del No, el alcance de lo acordado y reciban sus reacciones.

Hemos trabajado juiciosamente y espero que ese trabajo satisfaga a los del NO y a la nación. Además de lograr el fin del conflicto y de la violencia con las FARC, este acuerdo busca que la paz que construyamos de hoy en adelante sea no sólo la paz del silencio de las armas, sino la paz de la reconciliación y el respeto por la diferencia.

Que sea la paz que nos permita unirnos como nación y tomar a manos llenas las oportunidades que la tranquilidad, la seguridad y la unión nos abren. ¡Es la hora de la unión y la reconciliación! ¡Es la hora de dejar atrás las divisiones! ¡Es la hora de sumar voluntades y unir esfuerzos para construir juntos la paz!

El Espectador


«Hemos cedido hasta los límites de lo razonable»: alias Iván Márquez

El jefe negociador de las Farc, alias Iván Márquez, aseguró este sábado, tras la firma del nuevos acuerdo de paz en La Habana, que dicha guerrilla ha realizado su “mayor esfuerzo por responder a los anhelos de paz y hemos respondido”.

Incluso, manifestó que han cedido más allá de sus límites para llegar hasta este punto «extendiendo las fronteras que nos habíamos trazado, desplazándolas hasta los límites de lo razonable y aceptable para una organización político militar, cuyas armas no fueron vencidas».

Durante su discurso, Márquez se mostró satisfecho por los acuerdos alcanzados y resaltó que ahora lo que resta es su “implementación” y quedan sentadas las bases para la construcción de una paz estable y duradera.

También le hizo un llamado a la guerrilla del ELN: “Con el acuerdo quedan sentadas las bases para comenzar una tarea aún más difícil y compleja: la construcción de una paz estable y duradera a la que esperamos se puedan sumar con nuevos aportes, fruto de su negociación, los compañeros del Ejército de Liberación Nacional”.

Este es el discurso completo del jefe negociador de las Farc, alias Iván Márquez

Nuestro saludo cordial al Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez, y por su intermedio a los comandantes Fidel y Raúl, que generosamente ofrecieron su territorio y la logística necesaria para que los colombianos resolviéramos nuestras diferencias.

Saludo a los representantes de los países garantes Noruega y Cuba, que estuvieron siempre al lado de los plenipotenciarios en los momentos más difíciles y los de satisfacción, impulsando contra viento y marea los avances de la mesa.

Saludo a los ángeles de la guarda del proceso de paz, como los denominó Roy Chaderton a los acompañantes de la República Bolivariana de Venezuela y a la República de Chile. A nombre de Colombia, gracias por ayudarnos durante tanto tiempo a encontrar la senda de la reconciliación y la paz. Gracias por su inmensa solidaridad.

Doctor Humberto de la Calle y representantes del Gobierno de Colombia, compañeros de la delegación de paz de las Farc y un saludo muy especial al futuro de Colombia aquí presente, a su juventud.

Compatriotas, hemos trabajado de manera incansable, día y noche para entretejer en un solo cuerpo de consenso los elementos del nuevo acuerdo final sobre el que empezaremos la edificación de la paz estable y duradera para Colombia.

En el día de hoy, como resultado de la inquebrantable voluntad y decisión de las partes, de su perseverante búsqueda de una solución política a la dilatada confrontación armada, presentamos a la nación colombiana el nuevo Acuerdo de Paz definitivo que preferimos llamar el acuerdo de la esperanza; poderoso instrumento para la democratización del país y para la materialización de los derechos de la gente.

Han sido semanas de arduo trabajo, de audiencias sucesivas, de ejercicio humilde de escuchar con interés y respeto; de interlocución con el más amplio espectro del movimiento social y político, y de las iglesias.

Han sido semanas de muy difíciles pero fructíferas conversaciones con la delegación gubernamental que han permitido reafirmar la vocación de paz y reconciliación de un país, al tiempo que han posibilitado comprender y aclarar dudas e inquietudes razonables de diversos sectores de la sociedad, y también desvirtuar tergiversaciones y falacias respecto al acuerdo suscrito el pasado 26 de septiembre en la ciudad heroica Cartagena de Indias.

El resultado del plebiscito del 2 de octubre produjo un impacto que, además de atascar los mecanismos de implementación previstos, puso en serio riesgo cinco años de esfuerzos en la búsqueda de la reconciliación. Pero para fortuna de millones de compatriotas, la paz sigue su marcha irrefrenable, ¡irrefrenable!

Las espontáneas y multitudinarias movilizaciones sociales de apoyo a la paz, activadas por la juventud. Las numerosas manifestaciones de organizaciones sociales y populares, de partidos y movimientos políticos y el reiterado acompañamiento de la comunidad internacional, nos incitan a pensar que se ha iniciado el gran cambio histórico hacia una sociedad auténticamente democrática, pacífica y justa.

Los resultados de octubre también nos llevaron a pensar en el sentido más reflexivo a cerca de los límites de la democracia liberal y de la regla mayoritaria. Particularmente cuando esta se establece bajo las condiciones de mayúscula abstención y cuando están de por medio decisiones de semejante trascendencia, como las que conciernen a la posibilidad histórica del buen vivir y en paz para las nuevas generaciones.

Recordamos en este contexto nuestras visiones de democracia discutidas en la mesa, que apenas alcanzaron a ser recogidas de manera muy parcial en el acuerdo sobre apertura democrática y reforzamos nuestras certezas a cerca de la necesidad de luchar por nuevos entendimientos, diseños y procedimientos democráticos que trasciendan el simple sufragio, a fin de garantizar una verdadera participación social y ciudadana en los asuntos que inciden sobre la vida nacional.

Aún en condiciones de esa precariedad democrática, en la medida que accedimos al procedimiento de refrendación plebiscitaria en la búsqueda de la paz deseada, entendimos que pese a la débil mayoría, teníamos el compromiso político de aceptar el resultado adverso y de atender las múltiples voces que lo habían propiciado distinguiendo entre aquellas que manifestaban preocupaciones sinceras por un nuevo y mejor acuerdo, y otras que tendrían la pretensión de dirigirse en obstáculo para el logro del propósito superior, aunque dada la coyuntura se cobijaran también con el manto y el discurso de la paz.

Comprendimos mejor, entonces, el sentido del pluralismo y la diversidad; de los intereses particulares y de grupos y sectores específicos del conglomerado social en medio de la conflictividad, que es inherente al orden vigente y merecen respeto y reconocimiento, el mismo que demandamos hacia nosotros. Así es.

Es que en atención a ello, nos dimos a la tarea, junto con el Gobierno Nacional, de abrir la discusión en la mesa de La Habana para considerar con el rigor exigido por las circunstancias todas y cada una de las propuestas de precisión y ajuste del acuerdo suscrito el 26 de septiembre, bajo el entendido que se trataba de un perfeccionamiento de lo ya convenido, teniendo en cuenta lo manifestado por todos los sectores políticos y sociales que participaron en un plebiscito, cuyos resultados no debían comprenderse como una negativa al acuerdo de paz, sino como un llamado a su mejoramiento.

Aunque la décima Conferencia Nacional Guerrillera refrendó el texto de un acuerdo, que para nosotros ya estaba cerrado, comprendimos la importancia de reformularlo con un mayor consenso que incorporara muchas voces que estuvieron ausentes durante el proceso de conversaciones y que incluso habiendo dicho no, tienen su sentimiento del lado de la reconciliación.

Somos conscientes de que la posibilidad real de desatar la potencia creadora de los acuerdos descansa sobre su legitimidad política y social. Por tal razón, nos produce una inmensa satisfacción anunciar que al tiempo que el nuevo acuerdo alcanzado preserva la estructura y el espíritu del primer acuerdo convenido, incorpora un sinnúmero de ajustes y precisiones que formula aclaraciones y despeja dudas, donde se consideró necesario.

Por ejemplo, en materia de Jurisdicción Especial para la Paz, se incorporaron no menos del 65 % de las propuestas provenientes de los diversos sectores que votaron ‘No’ en el plebiscito. Casi el 90 % de las iniciativas referidas al polémico tema de género. Y algo más de cien variaciones que tocan los temas concernientes a reforma rurar integral, participación política, nueva política antidrogas, víctimas, fin del conflicto e implementación y verificación.

Al respecto, de nuestra parte, hemos cedido. Incluso extendiendo las fronteras que nos habíamos trazado, desplazándolas hasta los límites de lo razonable y aceptable para una organización político militar, cuyas armas no fueron vencidas, que acudió por tanto a la mesa a una negociación y no a un proceso de sometimiento, y que ha tomado la decisión de participar en la vida política legal si se cumple un conjunto de condiciones que lo haga posible.

Le decimos a la sociedad colombiana que hemos realizado nuestro mejor esfuerzo por responder a los anhelos de paz, y podemos afirmar, con la frente en alto, que hemos cumplido y que al nuevo acuerdo el único camino que le espera es su implementación, teniendo en cuenta que con el quedan sentadas las bases para comenzar una tarea más difícil y compleja: la construcción de una paz estable y duradera. A la que esperamos se puedan sumar con nuevos aportes, fruto de su negociación, los compañeros del Ejército de Liberación Nacional. Y que toda la institucionalidad del Estado, el poder Ejecutivo, el Congreso de la República, las altas cortes, la Fiscalía General de la Nación, las Fuerzas Militares y de Policía asuman su respaldo.

Con el nuevo Acuerdo Final, se generan condiciones para iniciar el difícil proceso de la reconciliación nacional, propósito que compromete a las diferentes clases sociales, al empresariado nacional, a los sectores medios de la población. A la clase trabajadora urbana y rural. A los intelectuales y artistas, a los trabajadores de la cultura, a las comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes; a la comunidad LGTBI, a las mujeres y hombres del común, y desde luego a nuestros guerrilleros que con expectativa han estado en paciente y disciplinada espera. Y también a todos los partidos y movimientos políticos y sociales.

La firma de este nuevo acuerdo debe dar inicio a la construcción del país de la concordia que llevamos en el corazón, y con el que hemos soñado durante toda la vida. Pero el solo acuerdo no es suficiente, porque un papel florecido de promesas y buenas intenciones sin veeduría ciudadana, fácilmente puede ser arrastrado por el viento de la desidia hacia el desierto de la nada y la frustración de la esperanza.

Lo reiteramos. El principal garante del cumplimiento y la implementación de los acuerdos, además del componente internacional, es el propio pueblo y sus organizaciones porque nadie mejor que el puede sentir la urgencia de la concreción porque toca con su dignidad y su derecho a vivir en paz.

Está triunfando la paz, no lo dudamos. Nos sentimos orgullosos de que Colombia siga siendo referente mundial de paz.

Reiteramos el llamado que hiciéramos con el Gobierno a concertar con todas las fuerzas vivas del país, un gran acuerdo político nacional encaminado a definir las reformas y ajustes institucionales necesarios para atender los retos que la paz demande, poniendo en marcha un nuevo marco de convivencia política y social.

Es tiempo de paz, de despliegue de una contienda política que admita sin el ejercicio estructural de la violencia y el recurso de las armas, la existencia de diversas visiones de sociedad y en el que se puedan luchar por ellas, por la vía democrática.

Que la contienda se traslade al campo de las ideas enarbolando en los más alto de las conciencias la bandera de la verdad y de la honradez.

Que nadie trunque los sueños y las esperanzas de millones de almas, hagamos de la paz una condición estable y duradera, sobre la base del respeto de los derechos del pueblo y la justicia social. Nuestro futuro está fuertemente ligado al derecho a la tierra, a la salud, a la educación, a la vida digna para que nadie en Colombia recaiga en la desesperanza.

Ha llegado el momento de la construcción de sueños y de darle vida a la esperanza mediante la lucha política, llenando nuestros corazones del más inmenso amor por la patria. Con la voz del tribuno del pueblo, Jorge Eliécer Gaitán, digamos una vez más, bienaventurados los que entienden que las palabras de concordia y de paz no deben servir para ocultar sentimientos de rencor y exterminio.

Que renazcan entonces, de la luz de este acuerdo de paz, las mariposas amarillas de Mauricio Babilonia para que invadan con su amor y reconciliación todos los rincones de este gran Macondo que es Colombia. Amamos la paz, amamos a Colombia, que Dios y el comandante Manuel Marulanda Vélez bendigan este acuerdo. Muchas gracias.

El País


Uribe pide a Santos que nuevo acuerdo ‘no tenga alcance definitivo’

Tras la reunión que sostuvo el presidente Juan Manuel Santos y poco antes de que desde La Habana se anunciara el nuevo acuerdo de paz con las Farc, el expresidente Álvaro Uribe dio una breve declaración a propósito del nuevo texto.

«He pedido al presidente de la República que los textos que anuncian de La Habana no tengan alcance definitivo, que sean puestos en conocimiento de los voceros del ‘No’ y las víctimas, quienes los estudiarán en breve tiempo y expondrán cualquier observación o solicitud de modificación en nueva reunión con el equipo negociador del Gobierno», afirmó Uribe.

Además agregó que Santos conoce el texto del comunicado que leyó.

«He insistido al Presidente de la República en la necesidad de un Acuerdo Nacional sobre la paz, que incluya a las instituciones de justicia», agregó.

Uribe escribió temprano en su cuenta de Twitter que la Presidencia lo había citado a una reunión de carácter «urgente» con Santos y el ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, quien es además uno de los designados por el Gobierno para el diálogo que se realizó con los sectores que apoyaron el ‘No’ en el plebiscito.

Este sábado, precisamente, el presidente Santos viajó al municipio antioqueño a los actos oficiales por la celebración del aniversario 97 de la Fuerza Aérea Colombiana.

Trascendió que en la reunión Uribe-Santos también está el exgobernador antioqueño Juan Gómez Martínez. El gobernador de Antioquia, Luis Pérez, aseguró a periodistas que habló este sábado con el presidente Santos sobre varios temas de orden público en el departamento y en el país y lo vio «muy optimista», y «como si fuera ya cercana», la posibilidad de tener un nuevo acuerdo de paz.

«Espero que después de esta reunión con Uribe el presidente Santos haga una alocución pública y le de ya un mensaje al país sobre los avances tan importantes», añadió.

El expresidente Uribe ha sido uno de los principales líderes de quienes pidieron modificaciones en ese texto, el cual fue rechazado por la mayoría de los colombianos en el plebiscito del pasado dos de octubre.

De otro lado, el expresidente Andrés Pastrana anunció en Twitter haber recibido llamada del presidente Santos en la que conoció avances del nuevo acuerdo de paz. «Estoy a la espera de textos discutidos», aseguró.

Y la excandidata presidencial Marta Lucía Ramírez, otra de las promotoras del ‘No’ en el plebiscito y quien también pidió modificaciones en los acuerdos, escribió que esperaba leer los textos negociados en La Habana.

«Desde el exterior dedicaré el tiempo que sea necesario a leer los textos propuestos para el nuevo acuerdo», escribió Ramírez.

Además, aclaró que esperará textos para reaccionar sobre «la letra menuda», y que el nuevo acuerdo de paz debe ser «refrendado por pueblo colombiano para que tenga la legitimidad y durabilidad necesarias».

El Tiempo

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