China y A. Latina: Una sociedad emergente en el nuevo contexto mundial – Por Juan C. Campagna

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

La presencia e influencia global que comienza a representar el poder nacional de China y de la región Asia/Pacífico está reconfigurando el equilibrio de fuerzas a nivel mundial. El siglo XXI se presenta como el siglo del Pacífico y China como su actor fundamental. El eje de poder mundial parece estar trasladándose desde el Norte al Sur, del Atlántico al Pacífico y desde Occidente a Oriente. Este nuevo orden, además, no se trata de una situación coyuntural, sino más bien de una tendencia de largo plazo.

Si bien la República Popular China ha comenzado a protagonizar en la escena internacional hace varios años, desde la crisis financiera internacional que comenzó en 2008 y que aún se mantiene vigente, se observa una profundización de este proceso marcado por un margen de maniobra adicional y una pérdida de acción de otras potencias, sobre todo de EEUU. Esta situación es aprovechada por China para mostrarse como un modelo alternativo de desarrollo al capitalismo neoliberal en crisis.

El actual presidente chino Xi Jinping, ha realizado hasta ahora tres giras por América Latina y el Caribe, visitando una decena de países. La última, realizada en noviembre de 2016, ha dejado claro que China tiene la voluntad y los recursos para formar parte activa en el desarrollo de América Latina y el Caribe.

Mientras tanto, EEUU comienza a tener dificultades para competir pese a las preocupaciones de que Pekín interfiera en la esfera de influencia en el continente americano. El país asiático se ha convertido en el nuevo gran actor de las inversiones mundiales y sus bancos han otorgado en 2016 préstamos a los gobiernos latinoamericanos que han superado en volumen a los que concedieron el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional o el Banco Interamericano de Desarrollo.

Otro de los aspectos clave es el hecho de que puede ser posible que el recién electo presidente de EEUU, Donald Trump, entierre el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), algo que podría beneficiar a China y aumentar aún más su margen de acción.

Antes, Pekín se veía en la necesidad de mirar constantemente a Washington y tener en cuenta los movimientos e intereses de EEUU en la región. Ahora, podemos ver la decisión de China cada vez más contundente de avanzar por su cuenta.

Este es el marco general en el que China y América Latina se encaminan a una sociedad “emergente”. El Plan de Cooperación China-CELAC (2015-2019) proporciona una referencia institucional para entender la voluntad de asociación. Allí se plantea incrementar el comercio de forma balanceada y mutuamente beneficiosa, a 500 mil millones de dólares en los próximos años.

Además, China se compromete a elevar el stock de inversiones en la región a 250 mil millones de dólares durante los próximos diez años. En cuanto a las inversiones de la Celac, y esto es muy importante por los debates que esta relación genera en la región, se pone especial énfasis en las áreas de alta tecnología y la producción de bienes de alto valor agregado.

En este vínculo, el Foro entre China y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), celebrado por primera vez en enero de 2015 en Pekín, desempeña un papel fundamental. A través del Foro, se intentan acoplar las estrategias de desarrollo conjunto y de cooperación internacional.

El programa de cooperación conjunto que se propone presenta el Plan de Cooperación China-América Latina y el Caribe (2015-2019). Las prioridades del programa son comercio, inversión y cooperación financiera, y los sectores clave serán la energía y recursos, obras de infraestructura, agricultura, manufactura, innovación científica y tecnologías de la información.

Las relaciones entre el gigante asiático y los países latinoamericanos están entrando en una nueva fase de cooperación. Latinoamérica se enfrenta al desafío de adecuarse al nuevo modelo de desarrollo que impulsa China, dado que el vínculo comercial ya no puede sostenerse únicamente de la inversión en infraestructura que realiza el país oriental y en la venta de recursos naturales y materia prima de parte de Latinoamérica.

Con este crecimiento del modelo de desarrollo chino, será clave pensar en qué medida América Latina tiene la capacidad de adecuarse y mejorar los términos y las condiciones de la relación. China seguirá demandando materias primas de la región, pero también está dispuesta a incorporar productos con mayor valor agregado. La decisión y la responsabilidad de avanzar en este sentido parece estar más del lado de los gobiernos y los empresarios latinoamericanos que de la contraparte oriental.

Una nueva clase media de varios cientos de millones de personas en China necesita y demanda productos de mejor calidad y en mayor cantidad. Si América Latina puede recuperarse relativamente de la crisis internacional que la afecta, será también en gran medida gracias a la capacidad que tenga de diversificar sus relaciones, y uno de los actores importantes que aparece como socio (no solamente comercial) es la República Popular China.

El gigante asiático aparece dispuesto y convencido de recuperar su lugar de centro del mundo.

(*) Lic. En Ciencia Política y Administración Pública. Docente e investigador universitario

Va con firma Mendoza

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