Heteronormatividad y colonialidad del Poder en América Latina – Por Luis Delgado

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

El despliegue del capitalismo colonial/moderno implicó la introducción de un conjunto de estructuras jerárquicas en función de la producción y reproducción social del orden del capital. Entre estas estructuras jerárquicas, la diferencia étnico-racial juega un papel central, articulado a otras formas de clasificación social, como la clase, la edad, el sexo, el género y la orientación sexual. Es así como el patriarcado y la heteronormatividad son funcionales a la estructuración de una división social del trabajo favorable a la acumulación capitalista.

Unas formas específicas patriarcales y heteronormativas serán impuestas a los distintos pueblos colonizados en el planeta por medio de procesos de evangelización cristiana, la introducción del Derecho Canónico, y la persecución de los sistemas religiosos y morales originarios. Diversos autores como L. Mott (1996), O.Viñuales (2002), D. Borrillo (2001), J. Holland (2010), entre otros, coinciden en señalar que el cristianismo en sus distintas vertientes es el componente principal de la matriz civilizacional occidental que ha articulado históricamente un contexto axiológico y una antropología, que legitima y naturaliza un orden patriarcal y heteronormativo.

El patriarcado traído por españoles y portugueses es una herencia cultural producto de la conjunción de la cultura misógina greco-latina y la cultura misógina judeo-cristiana, proceso que se amalgamó durante la Edad Media y tuvo en el catolicismo su principal sistema ideológico de justificación (C. Amorós, 1994). En el caso de la heteronormatividad, la Iglesia Católica juega un papel central en su estructuración en el continente. Para el cristianismo del siglo XIII al siglo XVIII, la homosexualidad (la sodomía o pecado nefando como era denominado en ese entonces) constituía un gravísimo pecado, que era penado con la muerte, aunque en muchas ocasiones las condenas fueron presidios y exilios (L. Mott, 1996).

Desde el mismo proceso de colonización se realizaron procesos de exterminio o discriminación a quienes practicasen relaciones homoeróticas. La Inquisición encabezó en buena medida estas prácticas penales heterosexistas y homofóbicas. La sodomía constituía al mismo tiempo un pecado y un delito, siendo a su vez motivo para desatar una guerra justa contra quienes la practicasen (E. Amodio e Y. Rivas, 2013).

La heteronormatividad al igual que el patriarcado fue impulsada por el patrón colonial de poder como mecanismo para preservar y reproducir un tipo de familia funcional a las necesidades del sistema de dominación y explotación del capital. El control de los cuerpos, de la sexualidad, implica el desarrollo de una estrategia demográfica para el control de las poblaciones (su mantenimiento y crecimiento) y la reproducción de las estructuras jerárquicas.

De esta forma, la sociedad patriarcal y heteronormativa, hoy común a toda América Latina, es un producto histórico del despliegue de la colonialidad del poder, de la mundialización del capitalismo colonial/moderno. Si bien es cierto, en el periodo pre-colombino existieron prácticas misóginas y heterosexistas, el patriarcado y la heteronormatividad, tal como hoy existe, es una consecuencia de la hegemonía occidental.

Alba Tv

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