Elecciones en Ecuador: El fraude ideológico de ciertas izquierdas (Por Orlando Perez especial para NODAL)

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Elecciones en Ecuador: El fraude ideológico de ciertas izquierdas (especial para NODAL)

Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Por Orlando Pérez – Periodista

La supuesta izquierda ecuatoriana ha plegado al banquero Guillermo Lasso. Los justificativos son de toda índole, pero ninguno aprecia o sopesa el impacto de las políticas fijadas en el programa de gobierno de la alianza derechista CREO-SUMA propuesto para los electorales.

Ninguno de esos dirigentes maoístas, indigenistas, ecologistas y sindicales se han referido a las tesis de quien, además de ser miembro del Opus Dei, se ha referido a ellos como adversarios políticos y, en otros casos, seres humanos y/o actores políticos con quienes no podría “ir de la mano” y mucho menos aceptar tesis como la nacionalización de las tierras y de la banca. Tras la reproducción de las palabras de Lasso sobre ellos, han callado, evitado las entrevistas y en otros casos se justifican con el manido recurso de que “es preferible un banquero a una dictadura”.

Desde su moralidad hablan además de combatir la corrupción, pero callan el mayor atraco de corrupción protagonizado por el mismo Lasso en el llamado “feriado bancario”, de 1999, que le significó al Ecuador una pérdida que bordea los nueve mil millones de dólares, la expulsión de dos millones de migrantes y un colapso político que duró alrededor de diez años.

El mayor fraude político e ideológico lo están cometiendo esos dirigentes de la supuesta izquierda ecuatoriana con su apoyo al mayor representante del neoliberalismo ecuatoriano. Se olvidan que Lasso confesó: “Me cansé de los políticos y ahora voy yo por la Presidencia”. Claro, se cansó de pagar campañas electorales de ex presidentes como Jamil Mahuad, prófugo de la justicia. Y también de algunos dirigentes políticos que llegaron al Congreso u optaron por la Presidencia de la República.

Además, hay varios cables de la embajada estadounidense en Quito donde reconocen a Lasso como uno de sus grandes colaboradores, lo acompañan en sus gestiones por detener la gestión política de Rafael Correa y contar con intereses muy concretos en bonos de la deuda externa. ¿A ese personaje apoya la izquierda fundamentalista ecuatoriana?

No solo que la historia les pasará factura o la cuenta política más cara. Además, ya sufrieron la mayor derrota en las elecciones del pasado 19 de febrero. Ninguno de los más mediáticos dirigentes de izquierda llegaron a la Asamblea Nacional: ni indigenistas, sindicalistas, ambientalistas y tuiteros famosos recibieron más del 1 por ciento del electorado. Todos ellos, además, tuvieron la colaboración estrecha de la prensa conservadora y comercial del Ecuador en largas y generosas entrevistas. No les sirvió de mucho.

Incluso, esos mismos medios comerciales y conservadores deben sentir el impacto de su derrota porque al haber otorgado tiempo y espacio a los supuestos izquierdistas con el afán de derrotar (usándolos y aprovechándose de su condición) a Lenin Moreno, no solo que pierden plata sino credibilidad.

Y no se escapa de esto la socialdemocracia ecuatoriana: su candidato (el general Paco Moncayo) quedó en cuarto lugar, obtuvo dos curules en la Asamblea y poca votación juvenil y femenina, como aspiraba. Ahora votará por Lasso y el líder histórico de la Izquierda Democrática (el partido socialdemócrata por excelencia), Rodrigo Borja, ha denunciado que Moncayo no es el vocero de su partido y no puede tampoco hablar en nombre de su militancia para llamar a votar por la derecha.

No es la primera vez que la izquierda tradicional y ortodoxa ecuatoriana hipoteca su propio futuro político por plegarse a la derecha y buscar migajas de su apoyo. Cuando Abdalá Bucaram Ortiz ganó la presidencia en el año 1996 lo apoyó y hasta participó en su efímero gobierno de seis meses. El costo de aquello lo soportaron más de diez años. Lo mismo pasó con Lucio Gutiérrez en el año 2002 y los movimientos sociales lo sacaron el 2005 en una movilización multitudinaria de una semana.

Bajo el argumento de que ahora se vive una dictadura y de que Lasso ofrece liberar a los “presos políticos”, derogar la Ley de Comunicación y garantizar plenas libertades, esa izquierda deseará ser la mayor beneficiara de una posible debacle política de un supuesto gobierno de derecha, tal como imaginó con Bucaram y Gutiérrez.

La pregunta es qué tiene para negociar esa supuesta izquierda cuando ni siquiera cuenta con representantes en la Asamblea, sus organizaciones gremiales están dispersas y desarticuladas y solo ha subsistido al apoyo utilitario de unos medios comerciales de prensa.

En definitiva, el fraude ideológico y político de mayor envergadura en Ecuador lo protagoniza ahora esa izquierda fundamentalista que enarbola las banderas más radicales en la calle y en las urnas se inclina ante la derecha neoliberal, cuyo mayor representante es militante activo del Opus Dei


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