Las elecciones en Francia y su impacto en América Latina – Por Marcelo Brignoni (especial para NODAL)

549

Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

El 23 de abril tendrán lugar en Francia, las elecciones presidenciales, y su resultado ejercerá muy probablemente una influencia visiblesobre Latinoamérica.

Las encuestas existentes, cuya precisión aún es una incógnita, preanuncian que también allí, como en el Brexit británico, en las elecciones estadounidenses y en el referéndum italiano, el repudio al formato de candidatos tradicionales, de los partidos que hanconducido esos Estados, es evidente. Neoliberalismo mediante, Europa padece la mayor desigualdad y la peor condición de vida de sus trabajadores, desde los tiempos de posguerra.

Este presente, que ha contado con la complicidad de los principales partidos políticos, tanto en Francia como en toda Europa, emerge descarnadamente, dejando explicito, que el “matrimonio” de socialistas y populares europeos ha tenido como únicos beneficiarios a los ricos y a sus propias burocracias partidarias, hoy repudiadas por buena parte de la ciudadanía, y tapizadas de denuncias de corrupción de todo tipo.

Esta elección francesa, es un proceso sin precedentes por muchas razones. Participan 11 candidatos,pero tres de ellos, los más populares, se presentan como candidatos “externos” al sistema político bipartidista. Emmanuel Macron, representa la alternativa electoral directa del poder económico globalizador; una Francia “atendida por sus dueños”. Asumido como europeo postestatal y postnacional, Macron es de hecho y a pesar de su discurso, un aspirante a gerenciador del accionar del Banco Central Europeo y de las empresas multinacionales operantes en Francia. Su condición de banquero lo ubica más claramente en esa posición, más allá del esfuerzo de su agencia publicitaria por ubicarlo como un candidato de “centroizquierda”. Su movimiento En Marche, ha sido concebido como el último intento del establishment de evitar un ballotage entre Marine Le Pen y Jean Luc Melenchon, el candidato que más ha crecido en las últimas semanas, al frente del movimiento prolatinoamericano, France Insoumise (Francia Insumisa).

Melenchon, portador de las mejores tradiciones de Libertad, Igualdad y Fraternidad de la política francesa, es a su vez, un claro exponente de la reivindicación de los gobiernos populares latinoamericanos que han protagonizado y promovidoavances sustanciales en el mejoramiento de la condición de vida de los sectores más vulnerables y desprotegidos de sus poblaciones.

Por otra parte, el hecho de que, por primera vez en la historia de la Quinta República fundada por De Gaulle, ni socialistas ni republicanos tengan expectativas ciertas de ingresar al ballotage, marca la crisis de representación profunda, hoy vigente en el país galo, y la expansión a su vez, de un nuevo escenario político europeo.

Esta nueva esperanza francesa, el movimiento France Insoumise,expresa al igual que Podemos en España, un ideario vigente desde hace muchos años en Latinoaméricaque empieza a crecer en Europa. La experiencia latinoamericana,cuestionando el discurso único y la practica neoliberal como “religión política universal” ha cruzado el océano.

El discurso de modelo único impulsado a fuerza de repetición monocorde por los medios de comunicación, que representan los intereses de las corporaciones a las que pertenecen, ha sido defendido por partidos políticos que son más iguales entre sí de lo que admiten. A pesar de ello, ese modelo de “sistema político” empieza a sufrir del otro lado del Atlántico, los problemas de legitimidad popular, que se manifiesta hace años de este lado del océano.

La decisión del presidente actualFrancois Hollande de no presentarse a la reelección y la estrepitosa derrota de su delfín Manuel Valls en la interna socialista pintan un cuadro claramente terminal, para el modelo de “socialismo neoliberal”. Finalcoronado por la decisión de ambos, de huir a refugiarse en los brazos de Macron.El proyecto que Hollande encarnó estos años, es altamente cuestionado en Latinoamérica desde hace más de una década. No en vano las fuerzas “socialdemócratas” en América Latina, han sido y son mayoritariamente opositoras a los gobiernos populares del continente, sobre todo en Brasil y Argentina.

La posición expectante de adhesión de Marine Le Pen y del Front National(Frente Nacional) no es una novedad para quienes vienen siguiendo la política francesa. La decisión de los partidos tradicionales de no hacerse cargo de la devastadora política pública, llevada a cabo contra los trabajadores franceses, primero por Sarkozy y más tarde por Hollande, no ha evitado que amplias franjas de la población ubiquen a republicanos y socialistas, como responsables de ello. Eso ha hecho que los más humildes busquen opciones de protesta a la “única alternativa” que ofrecía el bipartidismo francés, del que conceptualmente forma parte también Macron. Esto fue así hasta la irrupción de France Insoumise.

En el inicio de la campaña electoral, ese voto de protesta fue dirigido alFront National,pero a lo largo de la campaña electoral, esa protesta en clave electoral, se ha ido trasladando a France Insoumise, que al igual que Podemos en España, y otras expresiones europeas similares, ven en los movimientos populares latinoamericanos, no un motivo de vergüenza, sino la expresión de modelos populares reivindicables, que defienden la centralidad del Estado por sobre el mercado, y de la política por sobre la economía. El apoyo de líder de Podemos Pablo Iglesias y de Jean Luc Melenchon a la reciente candidatura triunfante de Lenin Moreno en Ecuador, es un ejemplo de ello.

El ascenso de Jean Luc Melenchon en las últimas semanas, hace que todas las encuestas lo ubiquen en un presunto empate de cuatro con Macron, el candidato de la derecha Francois Fillon y Le Pen, quienes han descendido en su intención de voto. La existencia de un alto grado de indecisos, empieza a ubicar a Melenchon, como el receptor natural, tanto del voto de tradición socialista y trabajador, como del voto de protesta, contra las políticas de Sarkozy y Hollande. En realidad, la única novedad cierta a lo existente es France Insoumise, y de ahí, su crecimiento.

Todo indica que el 7 de mayo se realizará una segunda vuelta. La ilusión de Macron y sus auspiciantes corporativos es el de repetir el mismo escenario de 2002 cuando el padre de Marine Le Pen, Jean Marie, se enfrentó a Jacques Chirac, y casi todos los franceses se aglutinaron en el rechazo al Front National. Sin embargo, esto empieza a derretirse al calor de France Insoumise y de Jean Luc Melenchon avanzando a paso firme, para ingresar a la segunda vuelta y disputar, muy probablemente con Marine Le Penn, la Presidencia de Francia.

La posibilidad de una Sexta República Francesa, conducida por una fuerza política que represente lo mejor de las tradiciones solidarias, democráticas y humanistas de ese país, ya no parece lejana. France Insoumise puede logarlo. Sería un gran avance para pensar una globalización alternativa, con eje en Latinoamérica y Europa.Una globalización que priorice al Hombre por sobre el dinero, que priorice la solidaridad por sobre el lucro especulativo individual.Una nueva globalización que, a ambos lados del Atlántico, recupere tradiciones emancipadoras y ciudadanas.

(*) Presidente de la Fundación Encuentro por la Ciudadanía Social (Argentina) http://www.fundacionencuentro.org/

Más notas sobre el tema