Venezuela: nueva salida de Nicolás Maduro – Página Siete, Bolivia

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

El acorralado gobierno de Nicolás Maduro intenta zafarse una vez más de una salida pacífica y democrática: ahora, como sacando un as debajo de la manga, hace una convocatoria a una Asamblea Constituyente, con la finalidad de que se escriba una nueva Constitución y que detenga el «golpe de Estado fascista” que supuestamente está en marcha.

La convocatoria no es más que una nueva salida del régimen para eludir a toda costa lo que exige la ciudadanía y organismos democráticos de la región: una salida democrática, vía elecciones, que defina quién debe asumir el mando de la nación durante los próximos cinco años y hacer las necesarias reformas sociales y políticas.

Las instituciones controladas por el Gobierno, entre otras el Consejo Nacional Electoral, han logrado dos elementos cruciales en la estrategia oficialista de mantenerse en el poder a toda costa: primero, evitar la convocatoria al referéndum revocatorio, que cumplió con todos los pasos legales para ser organizado; y, segundo, no llamar a las elecciones regionales, que tenían que realizarse el año pasado.

La convocatoria a la Constituyente ha sido calificada, adecuadamente, por los líderes opositores de ese país y el secretario general de la OEA como un nuevo intento de golpe de Estado, así como fue el fracasado esfuerzo realizado por el Tribunal Supremo de esa nación de quitarle las atribuciones que tiene el Legislativo.

Ante el desborde popular, que exige democracia y acceso a alimentos y medicinas, el Gobierno ha respondido con violencia, con mayores violaciones a los derechos humanos, por ejemplo, nuevas detenciones de opositores e incluso muertos, y con estos planteamientos de intentar frenar la entrega del poder.

El desenlace es incierto: hasta ahora, lo único que logra el madurismo es posponer, pero no cancelar, el deterioro del régimen. La crisis es tal que pocos dudan que se pueda revertir tan aguda situación. Sin embargo, el país está dividido: el chavismo aún cuenta con importante apoyo popular y esta escisión es la fuente de cada vez más cruda violencia. En las últimas semanas, una treintena de personas han muerto en todo el país debido a la represión policial y militar desatada contra las manifestaciones, que se realizan casi a diario en contra del régimen.

El Gobierno boliviano, lamentablemente, ha jugado un penoso papel en estas circunstancias. Es el único Gobierno de la región que sigue respaldando de manera explícita a Maduro. Incluso otros gobiernos del ALBA, como Ecuador y Nicaragua, han preferido mantener silencio o realizar declaraciones neutras al respecto.

Página Siete

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