Planeta plurinacional y ciudadanía universal: dos tesis para el mundo

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Idón Moisés Chivi Vargas

La pobreza académica unida a la mezquindad política, hacen que la derecha boliviana sea víctima de su propio desprecio, su odio le impide ver que Evo está haciendo propuestas de carácter mundial, que muchos y no pocos Jefes de Estado las toman en cuenta como recomendaciones viables en tanto políticas públicas.

A estas alturas expertos independientes de la ONU deben estar trabajando intensamente sobre las tesis de Evo. Los expertos de la Unión Europea, lugar donde nació el colonialismo, deben estar haciéndose preguntas fuertes, con respuestas raquíticas aún…

Evo Morales quebró el paradigma dominante en el Derecho Internacional, una rama del saber jurídico por un lado y como cuestión práctica por el otro.En todo caso una ciencia y una práctica de vieja raigambre colonial, tal como lo señalaron hace tiempo ya, Adolfo Miaja de la Muela (1968) y Wilfred Jencks (1969).

Aunque estos mismos autores sostenían que sería el mismo Derecho Internacional un instrumento de emancipación de la opresión colonial, la tesis quedó improbada, fracasó, cayó, no porque la idea era incorrecta sino porque ambos autores no partieron del análisis del desenvolvimiento del capital, sino que se apoyaron en las ideas finales de Hans Kelsen y escritas antes del final de la segunda guerra mundial denominado “La paz por medio del Derecho” (1944).

La tesis kelseniana -en apretada síntesis- señala que el Derecho Internacional constituye el soporte primario de las constituciones y de ahí hacia abajo la pirámide kelseniana conocida adquiere valor y sentido político.

Tanto Mieja de la Muela como Jencks se apoyan en esta tesis adhiriéndole, el fenómeno de la descolonización como efecto emancipador. La realidad dio con el traste las tesis de los tres autores, ello sucedió porque los tres parten de un Derecho Internacional de matriz colonial, su idealismo no tomó en cuenta el núcleo epistemológico del Derecho Internacional mismo, sino solo la máscara humanista de la misma.

Olvidaron que todo el Derecho Internacional se soporta en un largo proceso de sedimentación colonial que cierra su primer ciclo con la célebre “Paz de Westfalia” en el año 1648 y que constituye para los publicistas del Derecho Internacional como el punto de nacimiento de la rama jurídica en cuestión. Pero no es más que el documento normativo del colonialismo que nació en 1492 y que había dado lugar a más de una disputa guerrerista entre estas cuatro naciones.

Por lo tanto si el Derecho Internacional nace en 1648, no es que a un loquito se le ocurrió una nueva ciencia, sino que la realidad obligaba a los colonizadores en cuestión, a buscar una forma de arreglo “amistoso” y que tenga base legal obligatoria de respeto a “sus” colonias… El Derecho Internacional tal como lo conocemos hoy día tiene ese pecado original, es parte del orden colonial…

Poco importa el siglo XVIII y el surgimiento de los EEUU como nación independiente, que el siglo XIX y la guerra de la independencia desde México hasta Tierra de Fuego dieran nacimiento a nuevas naciones, su contribución al Derecho Internacional no quebró la estructura fundante. Aunque, y hay que decirlo aquí, lo que conocemos como “Derecho de Asilo en las Embajadas” es la contribución que la guerra de independencia hace al Derecho Internacional General, o que los criollos se hayan dispuesto repartirse las nueva naciones en base al Uti Posietis Juris de 1810, una especie de Paz de Westfalia a lo criollo…

Poco importa que pasados 73 años de la obra final de Kelsen donde señala que el Derecho Internacional es el garante de la paz mundial, poco importa que pasaron 72 años de nacida las Naciones Unidas, la realidad ha sido cruel con los sueños, el Derecho Internacional no ha logrado sus sueños y reproduce de modo constante su matriz colonial, aunque con formas siempre más sofisticadas.

Evo quebró el núcleo esencial del Derecho Internacional, veamos: Es Derecho porque pone reglas de juego y es Internacional, porque ve en las naciones el sujeto activo de esas reglas de juego. Evo propuso “Planeta Plurinacional”, es decir una superación cualitativa del Estado Nación y una versión extensiva del Estado Plurinacional, como forma de lograr el Vivir Bien para la Humanidad (con mayúscula) y no solo para la “humanidad” (con minúscula).

Y es que uno de los grandes problemas de la ONU y que sus Declaraciones, Pactos, Tratados, Convenciones y Convenios, no han logrado resolver es que al momento de emitirse resultan siendo un conjunto de normas emergentes de procesos de negociación que los países (Como fronteras nacionales) pueden cumplir o no, depende de cada gobierno.

Para resolver este primer problema se han establecido “estándares internacionales” que la mayor burocracia mundial “mide científicamente”, esta burocracia la conocemos todos, de una manera u otra, es el PNUD.

Con el tiempo vimos que el PNUD sigue siendo una de las armas que usa el imperialismo para asegurar el dominio de los países del norte, aunque internamente ellos mismos se miren por adentro como “cooperación internacional” a países necesitados de esa “cooperación”, ello explica porque EEUU no tiene una oficina PNUD como no tiene embajada en USA.

Las fronteras nacionales no ayudan, porque son fronteras que dada la soberanía, pueden ayudar o pueden impedir. La naturaleza del capitalismo y del colonialismo es precisamente la de expandir la ganancia, los derechos humanos poco importan en ese propósito.

Evo ve con claridad este problema y plantea, rompiendo el paradigma dominante, la necesidad de cambiar de ONU, de cambiar de OEA, porque ve en ellos, instrumentos cuya hipocresía ya está viviendo una etapa senil. El viejo Derecho Internacional, se resquebraja en sus fundamentos, en su soporte epistemológico.

La tesis Planeta Plurinacional supera a la ONU

Aunque de hecho el planeta ya es Plurinacional. Si vemos los datos de la misma ONU, existen en el mundo alrededor de 7000 lenguas vivas dentro de 193 Estados Nación. Evo ha propuesto como segunda tesis, la “Ciudadanía Universal” superando a Will Kymlicka y su “Ciudadanía multicultural” (1996)

Y esto es así, porque la ciudadanía se usa hoy como un instrumento programador del odio, el desprecio y el genocidio cotidiano de grandes masas de humanidad migrante. Un genocidio cotidiano que, ha decir de Bartolomé Clavero, convierte en perplejidad la historia del derecho y sus efectos en los pueblos indígenas (2008).

Si bien Kymlicka parte de la filosofía liberal que se tropieza con la incompatibilidad entre ciudadanía como común igualador y minorías étnicas por fuera de ese común igualador, y Clavero parte de los pueblos indígenas y la perplejidad frente a la idea de ciudadanías fronterizas nacionales y pueblos indígenas que nunca definieron esas fronteras, ambos coinciden en que algo debe cambiar, ese algo, lo propone Evo, aunque en escala que va más allá de Kymlicka y Clavero.

La idea de ciudadanía es de reciente data, en realidad, proviene de la noción “citoyen” que acompaña a la palabra burgués, aunque la confusión es evidente en varios de los estudios sobre el origen del concepto, sin embargo, la idea de ciudadano va asociada comúnmente a la idea de país o nación.

Los activistas por los derechos de los pueblos indígenas sabemos que las naciones nacieron sin nosotros los indios y que por ello no éramos ciudadanos. Sabemos también que la idea de ciudadanía es la tercera etapa de una cadena larga de definiciones coloniales, “infieles” primero, “indios” después, “campesinos” luego, cada una de estas definiciones encubría el envase inicial: racismo

Las fronteras nacientes de la guerra independentista en el siglo XIX no fueron consultadas con los pueblos indígenas, por lo tanto muchas comunidades indígenas fueron partidas en dos naciones, los Campa Ashasinga en Ecuador y Perú por ejemplo, o hasta en cuatro, como es el caso de los guaraníes que están en Bolivia, Argentina, Paraguay y Brasil.

Juan de la Cruz Villca solía enseñar que “los indios éramos Naciones sin Estado, y que el Estado no tenía Naciones” nada más claro para llegar ahora al Estado Plurinacional.

La noción de ciudadanía tal como hoy se la asume sin dudar de su historicidad, permite que el capitalismo hable de Derechos Humanos y fracture la humanidad en naciones. Esta fractura permite al capitalismo, el desarrollo desigual y combinado de su acumulación expansiva, permite políticas de migración diferenciadas por país.

El caso de Trump es el de un punitivismo extremadamente racista a lo Günther Jakobs, y no he visto todavía declaración alguna de la OEA, ONU, UE… Lo que se ha visto es que algunos mímicos latinos como Mauricio Macri o Pedro Pablo Kuczynski Godard junto a Michel Temer, han copiado y mal, el modelo.

Para el 2006, el ya citado Will Kymlicka escribió un opúsculo sumamente interesante sobre la ineficiencia de las fronteras como perspectiva liberal en el cumplimiento de los Derechos Humanos “ciudadanos”, el texto de referencia titula “Fronteras Territoriales” (Trotta) su análisis deriva en un cuestionamiento solido sobre la validez histórica de las fronteras, y al hacerlo deriva inevitablemente al ciudadano y sus derechos. Los encuentra enclaustrados y rehenes de políticas impuestas por los Estados Nación.

Evo, al presentar las dos tesis, propone superar las miserias del capitalismo y el colonialismo, construyendo un nuevo Derecho Internacional, que supere sus pecados originales, a saber el Estado Nación y la Ciudadanía Nacional, no como vehículo discursivo, sino como políticas públicas de carácter planetario, y restarle ganancia al capitalismo construyendo una nueva era civilizatoria del Vivir Bien.

Desde estas tierras podemos decir a modo de colofón, Evo ha llevado soluciones a viejas injusticias históricas, pero ya no solo para los pueblos indígenas, no solo para Bolivia, sino para el mundo entero, esperemos que los académicos se hagan eco, que las universidades y los profesores de Derecho Internacional agarren la posta y que los políticos vean con generosidad los logros en Bruselas

 El viejo continente, tuvo que escuchar a un indio hablando de cómo construir un nuevo mundo, una nueva oportunidad, quizá la última que la Pachamama nos da…

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