El negocio de la soja en Paraguay

1.898

El negocio de la soja en Paraguay

Crismar Lujano – CELAG

La soja es la gallina de los huevos de oro de Paraguay. El apuntalamiento del modelo agroganadero exportador ha hecho de ésta, junto a la carne bovina, el principal rubro de la escasa canasta exportadora y por tanto el primero en la generación de divisas. El desarrollo del sector, sin embargo, ha sido beneficioso para pocos. Si bien se trata de una actividad económica con participación en el 40% del PIB paraguayo, los ingresos obtenidos se encuentran tan fuertemente concentrados que a su vez, en lugar de generar mayor provecho para la economía local, sólo han impulsado el auge financiero e inmobiliario del país.

El 22 de junio pasado, el Senado de Paraguay resolvió por 24 votos a favor aprobar el proyecto de ley que grava la exportación de soja. La medida generó de inmediato el rechazo en las élites agroexportadoras que buscan aumentar sus beneficios económicos sin tener que pagar más por ello. La presión política y el anticipado veto del ejecutivo hicieron posibles cambios al proyecto, entre los principales: reducir la tasa del tributo del 15% al 10%, así como la exclusión del maíz y del trigo en la aplicación del impuesto, para dejar solamente a la soja en estado natural.

Algunos datos relevantes a tener en cuenta para entender el peso y la concentración en pocas manos de los beneficios de este sector:

– El 80% del suelo cultivable de Paraguay está sembrado de soja.

– El 71,3% de esos mismos terrenos están controlados por el 1% de los terratenientes del país según el informe “Desterrados: Tierra, Poder y Desigualdad en América Latina”, de OXFAM (2016), así como ha sido expuesto en los propios censos agrícolas y con reiteradas denuncias de parte de las centrales campesinas paraguayas.

Se trata de un negocio provechoso para la agricultura empresarial beneficiada por toda clase de incentivos, exenciones fiscales y la carencia de controles sobre la normativa ambiental y laboral, pero que no genera ningún beneficio a los que trabajan la tierra con sus manos.

Consecuencias de este modelo de explotación

Ambientales

La producción desregulada del grano es responsable de la destrucción de los suelos, el uso de agrotóxicos y de la reducción del espacio para la siembra de alimentos necesarios para el consumo nacional.

Sociales

Desplazamientos de pequeños y medianos productores. OXFAM reporta que la falta de tierras y de empleo ha expulsado del campo a más de 900 mil personas, de las cuales más de la mitad, 585 mil, son menores de 30 años. Otros trabajan a pérdida imposibilitados para competir con los grandes productores y sus grandes cultivos de soja en su mayoría repletos de semillas manipuladas genéticamente para dotarla de nuevas características y obtener beneficios inmediatos como la resistencia a una plaga, mayor tolerancia a las condiciones climáticas adversas o resistencia a herbicidas. Hoy día los cultivos transgénicos de soja superan los 3,5 millones de hectáreas.

Económicas

No es rentable para la economía nacional, sí para los bolsillos privados que acumulan el gran negocio de la soja. Pese a ser la primera actividad económica de Paraguay, la siembra del grano apenas genera el 15% de los empleos, pero además es utilizada por grandes transnacionales como fuente recurrente para eludir responsabilidades fiscales. El ingreso nacional bruto convertido a dólares, es decir, el PIB per cápita paraguayo, es de poco más de US$ 4 mil, pero la mayor tajada del pastel se queda en los sectores que más crecen, como el agroproductor y agroexportador, que a pesar de representar hasta el 25% del PIB, el porcentaje de participación en los ingresos fiscales es tan solo del 2%.

En Paraguay se acentúa un modelo de desarrollo excluyente donde las élites acaparan y se lucran de la tierra, obteniendo además un importante poder político. Las consecuencias son notorias: muchas familias campesinas sin terrenos, muchas propiedades en pocas manos y miles de hectáreas sembradas de un grano que no satisface la demanda nacional de alimentos. El agronegocio de la soja es altamente susceptible de los cambios climáticos, no es capaz de generar suficientes plazas de trabajo, ha acentuado la economía primaria dependiente y es responsable de una desforestación acelerada y del desplazamiento de la agricultura familiar. Entonces, ¿quién obtiene los grandes beneficios del agronegocio de la soja?

CELAG


El país donde la soja mata

Oxfam

 

El 80 por ciento del suelo cultivable de Paraguay está sembrado de soja. Ese dato es especialmente grave para un país donde el 2 por ciento de la población concentra el 85 por ciento de las tierras. El panorama no es bueno: Muchas familias campesinas sin parcelas, muchas propiedades en pocas manos y miles de hectáreas sembradas de un grano que lejos de satisfacer la demanda nacional de alimentos, se exporta a Europa y China, donde se utiliza como forraje o es convertido en agrocombustible.

La expansión de la soja y la falta de acceso a la tierra dan lugar a numerosos conflictos que, desde el final de la dictadura en 1989, han dejado miles de campesinos y campesinas encarcelados y 115 asesinados o desparecidos. El sector campesino sufre, además, el abandono de las políticas públicas y la falta de inversión; mientras que la agricultura empresarial se beneficia de incentivos, exenciones fiscales, acceso al crédito y un control extremadamente laxo de la normativa ambiental y laboral. De esta forma se ha ido acentuando un “modelo de desarrollo” excluyente que concentra en las élites la tierra, las ganancias que ésta genera y la influencia sobre el poder político.

Las consecuencias de la desregulada producción de soja incluyen la destrucción de los suelos, el uso de agrotóxicos, la siembra de menos alimentos para consumo humano y graves impactos sobre el medio ambiente, la salud de las personas y sus medios de vida. Y hay más: la siembra del grano no genera empleo y no está sujeta al pago de impuestos, a pesar de ser uno de los rubros que más riqueza genera en Paraguay, el cuarto exportador mundial.

Deforestación

Paraguay pasó de tener 9 millones de hectáreas de bosque en 1950 a 1,3 millones en 2004. En 2014 el panorama no es más alentador. En la región fronteriza con Brasil, el Bosque Atlántico fue sustituido por campos infinitos de soja.

Enfermedad

Según especialistas, las enfermedades gástricas aumentan durante la siembra de soja y las respiratorias, durante la cosecha. Crece también la leucemia y el linfoma. Culpan a las fumigaciones aéreas y al consumo de alimentos contaminados por agroquímicos.

Acaparamiento

El 2% de la población tiene el 85% de la tierra y hay cerca de 8 millones de hectáreas malhabidas: propiedades dadas a sus “dueños” de forma irregular. El cultivo de soja, en su mayoría transgénica, supera los 3,5 millones de hectáreas y agrava la concentración.

Expulsión

En los últimos 10 años, la falta de tierra y de empleo ha expulsado del campo a más de 900 mil personas. Más de 585 mil de ellas son menores de 30 años. Su destino son las zonas marginales de Asunción, la capital.

Muerte

A la población campesina, exigir su derecho a la tierra puede costarle la vida. Hace 2 años, tras un desalojo ordenado por una empresa sojera, 17 personas murieron en la masacre de Curuguaty.  Una campaña internacional exige que la tierra vaya a las familias y jóvenes afectados por la matanza.

Oxfam


VOLVER

Más notas sobre el tema