Colombia: las Farc realizan el congreso constitutivo para conformar su partido político

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El discurso de Timochenko en el Congreso de las Farc

Arrancó el congreso nacional de las Farc en el que se transformarán en un partido político legal. En Bogotá, bajo el eslogan «por un gobierno de transición para la reconciliación y la paz» y unos 1.100 delegados asistentes, se instaló el evento en el que se definirá el nombre que adoptará el partido, sus colores, símbolos, estatuto, programa, la plataforma que usarán, así como los diez candidatos al Congreso.

Timoleón Jiménez tomó la palabra después de que se hizo público un saludo de Pablo Beltrán, negociador del ELN en Quitó. Aunque todo está por definirse en estos cinco días que se extenderá la negociación, el exjefe guerrillero dio pistas de las discusiones que se vienen cocinando dentro del movimiento antes de definir cuál es el camino que seguirán.

Este es el discurso completo:

Al reunirnos en este Congreso, con el propósito de fundar el nuevo partido político que presentaremos al pueblo colombiano, estamos dando un paso trascendental en la historia de las luchas populares en Colombia.

Las FARC-EP, el glorioso movimiento armado revolucionario nacido el 27 de mayo de 1964, nos trasformaremos a partir de este evento en una nueva organización exclusivamente política, que ejercerá su actividad por medios legales. Esto no significa que renunciemos de algún modo a nuestros fundamentos ideológicos o proyecto de sociedad.

Seguiremos siendo tan revolucionarios como los marquetalianos, persistiremos en recoger las banderas bolivarianas y las tradiciones libertarias de nuestro pueblo, para luchar por el poder y llevar a Colombia al ejercicio pleno de su soberanía nacional, y a hacer vigente la soberanía popular. Continuaremos luchando por el establecimiento de un régimen político democrático que garantice la paz con justicia social, el respeto de los Derechos Humanos y un desarrollo económico con bienestar para todos quienes vivimos en Colombia.

Así lo estableció nuestra Octava Conferencia al corregir y ampliar el Programa Agrario, y tales previsiones seguirán siendo parte de nuestro arsenal ideológico y político.

Simplemente ahora damos cumplimiento a las conclusiones aprobadas por nuestra Décima Conferencia. Su declaración política llevó por título ¡Se acabó la guerra, vamos todos y todas a construir la paz! En ella consignamos que el Acuerdo Final de La Habana contiene los mínimos necesarios para dar continuidad por la vía política a nuestras aspiraciones históricas por la transformación del orden social vigente.

Y que por tal razón decidimos surtir todos los aprestamientos necesarios para el tránsito de nuestra estructura político-militar hacia un nuevo partido político. Dificultades conocidas en la implementación, impidieron que este Congreso se celebrara en el mes de mayo. Lo hacemos tres meses después, con la misma meta trazada por la Conferencia, dar continuidad a nuestros propósitos políticos de carácter estratégico por la construcción social de poder para el pueblo.

Como siempre hicimos las FARC, a nuestros contradictores en uno y otro extremo del espectro político responderemos siempre con hechos, sin necesidad de enzarzarnos en complicados debates. Nuestro mejor argumento serán las masas organizadas y en movimiento en los más diversos escenarios, enfrentando con verdadero talento al régimen y al sistema.

Si nuestro compromiso es ofrecer nuestra fuerza y energía por la unidad de los sectores progresistas, democráticos y revolucionarios del país, de los movimientos políticos y sociales, de las múltiples organizaciones sectoriales y reivindicativas en el nivel nacional, regional y local, tenemos que tomar conciencia real de la amplitud con que debemos dirigirnos a la nación, sin dogmas ni sectarismos, ajenos a toda ostentación ideológica, con propuestas claras y sencillas.

Ello deberá manifestarse en nuestro nombre, en nuestros símbolos, en nuestra actitud, en nuestra manera de tratar con la gente, en nuestras plataformas y programas. La Gran Convergencia Nacional, con la que pretendemos crear poder desde las bases y disputar los espacios institucionales, sólo será posible si actuamos con modestia, sin soberbias o suficiencias, con respeto por los demás. No necesitamos convencernos de que somos revolucionarios, sino sumar más y más gente al proceso por las grandes transformaciones del país.

Las marchas guerrilleras solían enfrentarse a enormes filos, que una vez coronados nos permitían apreciar más allá, hacia otras hondonadas y cimas que nos esperaban. Es así como debemos considerar el paso que estamos dando. Superamos en lo fundamental el obstáculo de la guerra, celebramos este Congreso públicamente y en la capital del país, una victoria real impensable años atrás. Tenemos por delante grandes retos y múltiples dificultades.

Nada es fácil en el mundo político, mucho menos la actividad revolucionaria. El régimen y el sistema no están hechos para nosotros, pero estamos inmersos en ellos y dispuestos a cambiarlos.

Requeriremos de cabeza fría y de masas que nos respalden en todos los espacios. Nuestra misión fundamental será ganarlas, sin ellas el adversario hará lo que quiera con nosotros, sin ellas no lograremos cambiar nada.

Hagamos de este un Congreso histórico, del que salgamos más unidos que nunca a cumplir con nuestros sueños. Urge comprender y asumir la dimensión política estratégica del paso que estamos dando. No se trata añorar volviendo la vista al pasado, sino de extraer de él la experiencia acumulada con mirar a la construcción de un futuro mejor para nuestro pueblo. La paz tendrá que ser una realidad cierta en Colombia, una hermosa tarea nos espera.

Semana


El debut de las Farc

Las Farc, como se lo propusieron hace 53 años cuando aún estaban en la selva, en cambuches y armados, llegaron por fin a Bogotá. Lo hicieron desarmados, en buses, y escoltados por la Policía para instalar el Congreso del que saldrá su partido para hacer política legalmente.

Los más de mil ex guerrilleros rasos que este sábado se dieron cita en el centro de convenciones Gonzalo Jiménez de Quesada venían de las antiguas zonas de concentración donde hace algunos meses dejaron las armas y se hospedarán en 12 hoteles de Bogotá durante toda la semana que dura la reunión.

“Llegamos a dar el primer paso hacia la reconciliación”, dijo a su llegada el jefe de las Farc Rodrigo Londoño o Timochenko, quien junto con demás miembros del Secretariado, estaban escoltados.

El evento de instalación del Congreso duró más de 4 horas (vea el tuiterazo en vivo que hizo La Silla) y continuará con reuniones privadas hasta al jueves. Allí definirán su nombre, sus listas al Congreso, que estarían encabezadas por Iván Márquez y Pablo Catatumbo, y establecerán sus directivas, seguramente con Timochenko a la cabeza.

El viernes cerrarán su primer encuentro como organización política legal con un gran concierto de reggae, rock, cumbia, y su propia banda, Los Rebeldes del Sur en la plaza de Bolívar, otro lugar icónico donde quisieron llegar por las armas hace décadas, y al frente del Congreso, a donde llegarán el próximo año, con por lo menos diez curules automáticas.

Durante su début político en Bogotá, estas cinco cosas quedaron claras sobre la participación política a la que aspiran las Farc:

1. En el terreno del Establecimiento, quieren ser la opción contra el Establecimiento

Las Farc podrían haber escogido cualquier sitio para hacer el congreso constitutivo de su nuevo partido. Sin embargo, escogieron el lugar más bogocéntrico y convencional posible: el mismo donde la Universidad de los Andes hace sus grados y donde muchos partidos -desde la U hasta el Liberal- hacen sus congresos todos los años.

También escogieron como lema uno totalmente convencional, que podría aplicar para todo el gobierno de Santos: “Para un gobierno de transición hacia la reconciliación y La Paz”.

Como dice en estratega político Carlos Suárez, querían enviar la idea de que “somos como cualquiera otro que participa en la contienda política.”

Sin embargo, en los discursos que pronunciaron Iván Márquez y Timochenko -al igual que en los spots publicitarios que vienen circulando- dejan claro que ahora hay un nuevo jugador que -en palabras de Suárez otra vez- “puede ser la salvación de aquellos que protagonizan sus spots. El estrato uno, dos, que son la mayoría de colombianos.”

En el Informe al Congreso Fundacional que leyeron, dejan explícito el propósito del nuevo partido: “la construcción de una sociedad alternativa al orden capitalista vigente.” Aunque aclaran -en lo que parecería un esfuerzo por disipar el fantasma castrochavista-: “No tenemos la pretensión de seguir en forma predeterminada modelo político o económico alguno, ya experimentado históricamente y con expresión en el presente”

2. Quieren mantener unida, organizada y activada a su militancia tradicional pero también innovar

En ninguno de los afiches, pancartas, banderas o imágenes del Centro de Convenciones estaba escrito el nombre de Farc EP. Solo fotos de sus guerrilleros emblemáticos como Tirofijo, Raúl Reyes o el Mono Jojoy acompañados de la frase “nuevo Partido”, pues aún no han definido su nombre.

Es un detalle pequeño pero que muestra que los líderes de las Farc quisieran guiar y comprometer a los siete mil ex guerrilleros en esta nueva etapa que para ellos sigue siendo una lucha contra “el orden social capitalista” y a la vez, ampliar su discurso con causas más ligadas al género y al medio ambiente.

También hablan de reformas políticas democráticas al lado de su programa revolucionario más ligado a la tierra; incursionar en las ciudades a la vez que fortalecer su poder territorial local.

Al final la pregunta es qué será más importante, si la inercia de lo tradicional o la fuerza de lo innovador.

3. Quieren ser lo más a la izquierda pero a la vez hacer parte de un movimiento amplio democrático

Rápidamente, el salón principal del centro de convenciones se llenó de guerrilleros, periodistas y algunos políticos, diplomáticos y representantes de partidos de izquierda y comunistas afines a las Farc. Entre los políticos colombianos estaban los senadores del Polo Iván Cepeda y Alirio Uribe del Polo, Jorge Rojas, exsecretario de la Alcaldía de Gustavo Petro, y el director del partido Verde, Antonio Sanguino.

Habían invitado a todos los precandidatos presidenciales. Ninguno fue. Clara López envió una carta de presentación de su movimiento Todos Somos Colombia y no fue porque estaba en correría de campaña en Ciudad Bolívar en Bogotá. Y Piedad Córdoba le envió un ramo de rosas amarillas a Iván Márquez (no fue porque tenía una reunión familiar, según dijo el ex guerrillero Jesús Santrich).

En la inauguración del Congreso, las Farc dejaron en evidencia una vez más que no serán un partido vergonzante de izquierda sino que irrumpirán en el escenario político con una propuesta marxista que critique de frente la inequidad económica y que le apueste a un modelo económico diferente al del capitalismo de mercado (hablaron de construir una nueva economía política que garantice la realización material de los derechos humanos).

“Es la paz de la continuación del conflicto social y de la continuidad de nuestras aspiraciones y propósitos a los que nunca hemos renunciado ni renunciaremos por la vía exclusivamente política”, dice el mensaje central al Congreso.

En esa medida, su entrada es una amenaza para la supervivencia del Polo Democrático porque lo puede sustituir en los debates que rara vez se han planteado en Colombia de frente (precisamente por miedo a quedar estigmatizados de guerrilleros) y que son tan característicos de la izquierda como lo son los que el Centro Democrático plantea desde la derecha.

A la vez, tanto Iván Márquez como Timochenko fueron muy explícitos en que quieren formar parte de un movimiento político más amplio.

“Trabajaremos por un gobierno de transición de gran coalición democrática y al mismo tiempo por un movimiento de movimientos de gran convergencia nacional”, dice el Informe al Congreso. “Desde esa perspectiva, seremos un partido amplio, dispuesto a adelantar todo diálogo político y todo proceso de unidad, sustentado en la identificación de causas y propósitos comunes, por las que transitemos por momentos específicos o incluso en la larga duración.”

Como su propósito inmediato es garantizar que en el 2018 llegue un presidente comprometido con el Acuerdo de Paz, las Farc se convierten en una pieza deseable para los candidatos de centro pues en una primera vuelta apretada los votos que ellos puedan movilizar terminan siendo muy valiosos. Máxime cuando dijeron que

“No aspiramos a liderar, queremos más bien hacer parte de una construcción social colectiva”.

4. Pretenden que la implementación de los acuerdos es la principal fuerza transformadora aunque reconocen que tienen que sintonizarse con otros problemas de la población

En sus discursos, las Farc mostraron bastante realismo sobre cómo el triunfo del No debilitó la fuerza de los acuerdos y sobre el intento de renegociarlos de nuevo en la reglamentación vía Fast Track y pragmatismo para decir que solo si la población se apropia y se beneficia de los acuerdos éstos podrán tener el potencial transformador con en que se negociaron.

Las Farc también son conscientes de que “la solución de los problemas acuciantes de la población no se encuentra exclusivamente en la implementación de los acuerdos” y se mostraron abiertos a dialogar sobre los demás temas.

Sin embargo, por lo menos, plantearon cero propuestas para superar otros factores de violencia, excepto un saludo al proceso con el ELN, y tampoco aludieron a problemas que involucraran a todo el país.

La experiencia del M 19 y los otros grupos es que su insistencia en el discurso de la paz sin propuestas para temas económicos y sociales, los desconectó de la población. Tocará ver si esta vez pasará lo mismo.

5. Están dispuestos a asumir responsabilidades por lo que hicieron pero con poca autocrítica

Las Farc dijeron explícitamente que tienen una “disposición plena de acudir a la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad y a la Jurisdicción Especial para la Paz a fin de ofrecer verdad, asumir responsabilidades, como esperamos ocurra por parte del Estado y de todos los involucrados en el conflicto” y de seguir avanzando en sus actos de perdón.

Pero su narrativa es que les “impusieron la guerra”, que todos sus combatientes fueron “heroicos” y que mediante sus acciones llegaron “al corazón de importantes sectores de la población, especialmente rural y campesina”.

No dijeron una palabra sobre su participación en el narcotráficoy su compromiso en superarlo ni sobre su contribución al conflicto y degradación.

Fue discurso con muy poca autocrítica que contrasta con el hecho de que a pesar de que el riesgo era seguir en la guerra, más de la mitad de la gente votó en contra del Acuerdo de Paz en el plebiscito; con las encuestas que muestran que 4 de cada 5 colombianos los rechazan; y con las votaciones a favor del Centro Democrático en zonas donde tradicionalmente han ejercido influencia como San Vicente del Caguán.

La Silla Vacía

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