Razones para la intervención: Venezuela ingresa al «Eje del Mal» – Por Franco Vielma

607

Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Por Franco Vielma, periodista venezolano

2017: año de un poderoso ciclo de conflictos geopolíticos

En el año 2017, al emprenderse sanciones abiertas por parte de la administración Trump al conjunto de la economía venezolana, el país ingresa formalmente al denominado «Eje del Mal». Bloque político antiestadounidense sobre el cual pesa el asedio frontal y directo por parte de EEUU y sus aliados.

Esta situación-contexto concurre aderezada con la amenaza militar que Donald Trump efectúa como un recurso político para intentar generar condiciones militares para desplazar al chavismo. Cuestión que alcanza su punto clímax en agosto de 2017 luego de la elección de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), que por consecuencia lógica es un proceso de disputa política definitorio para el conflicto que desmovilizó la violencia callejera, cerrando un ciclo de conflictividad interna. Ésta quedó confinada a las acciones terroristas quirúrgicas y teledirigidas.

Al momento de que Donald Trump firmara la Orden Ejecutiva del 25 de agosto de 2017 contra la economía venezolana, en paralelo Rusia, China, Irán y Corea del Norte eran titulares en las noticias por ser objeto de sanciones económicas por parte de EEUU, descatando el caso ruso en el que oficialmente le fue declarada una guerra comercial energética. Sanciones que por cierto iban en situación de escalamiento por haberse iniciado durante la administración de Barack Obama.

Ese no es un dato menor. El mundo también se estremece en ese momento con la apertura de frentes simultáneos: invasión saudita en Yemen; bloqueo diplomático, aéreo y económico de países del Golfo contra Qatar por sus relaciones con Irán; las escaramuzas aún vigentes del conflicto armado en Ucrania que se iniciara desde el Euro-Maidán y la continuidad de las guerras mercenarias en Libia y Siria. Conjugándose de esa manera una fluida «actividad» en lo que el Pentágono ha denominado como su zona «Arco de Inestabilidad», un conjunto de países y regiones confinadas al conflicto patrocinado y ampliado para perpetuar las formas de saqueo y mecanismos de acumulación capitalista de las principales corporaciones globales.

En ese contexto concurren sanciones económicas y amenazas militares contra Venezuela. En consecuencia, la orientación estratégica del país se reperfila para consolidar un entramado de relaciones que ya venían en curso desde inicios del mandato del presidente Hugo Chávez: la diversificación de las asociaciones venezolanas, la consolidación de alianzas políticas en la región y la visión de multipolaridad en las relaciones internacionales.

Acciones y arquitectura internacional de defensa: capítulo regional + China

Frente a la situación de economía bajo asedio, Venezuela ha instrumentado recursos claves en el frente externo:

La cuestión regionalLa continuidad y firmeza de las relaciones entre este conjunto de países, le permitió a Venezuela durante 2017 enfrentar las acciones de asedio moduladas por EEUU y sus socios regionales en la Organización de Estados Americanos (OEA), tratando de aprobar sin éxito la Carta Democrática Interamericana. Fue ese el conato para propiciar una asfixia política que pudo evolucionar en acciones-conjunto dirigidas al hecho económico.

Pero más allá de superar el asedio político-institucional, las relaciones económicas en el marco de este eje se mantuvieron sin que se ralentizara el intercambio de bienes y servicios, desde y hacia Venezuela, pese a la coyuntura petrolera y el ciclo de bajos precios que ha impactado al país petrolero desde 2014.

La cuestión regional es clave en este punto. Las afrentas en 2017 fueron consistentes en otros marcos de asociación económica como el Mercado Común del Sur (Mercosur), del cual Venezuela fue suspendida en agosto de 2017 por la acción directa del vasallaje norteamericano, entiéndase, el gobierno neoliberal de Mauricio Macri en Argentina, el gobierno de facto de Michel Temer en Brasil y el gobierno derechista de Paraguay de Horacio Cartes.

En esa diatriba, Tabaré Vázquez, presidente de Uruguay, país que hasta ese momento había tenido una postura ambivalente sobre Venezuela, confiesa públicamente que presiones directas de Brasil y Argentina fueron claves para que finalmente Uruguay aprobara la suspensión indefinida de Venezuela del bloque, hasta que «se reestableciera el hilo democrático» en el país. De esa manera, el Mercosur amputa de su cuerpo político y económico a la nación con más reservas de petróleo en el mundo, el país con las reservas gasíferas más grandes del continente y con reservas ingentes de minerales estratégicos. Una paradoja económica resultado de la infamia política.

El eje ALBA-Petrocaribe. Venezuela continuó fortaleciendo su marco de relaciones a expensas de serias turbulencias económicas y presiones directas a algunos países integrantes de esta alianza. Se destacan entre esas presiones la que hiciera públicamente el senador estadounidense Marco Rubio en junio de 2017, artífice de las acciones directas contra Venezuela, quien amenazó directamente a El Salvador, Haití y República Dominicana, de no prestarles más apoyo financiero desde el gobierno gringo si seguían apoyando la postura venezolana en la OEA. Estos países no cedieron durante las presiones financieras y diplomáticas, y eso vale la pena subrayarlo para la historia.

Los suministros de crudo a Petrocaribe durante 2017 se mantuvieron por encima de los 80 mil barriles diarios, por otro lado los servicios sociales provistos por Cuba y los productos de manufactura nicaragüense, ecuatorianos y bolivianos, continuaron haciendo contribuciones al abastecimiento venezolano.

Ampliación de relaciones con China. Las relaciones con China durante la coyuntura económica venezolana que sobrevino desde 2014 han sido piedra angular del sostenimiento de Venezuela. Se basan estas relaciones en la continuidad de asociaciones financieras, productivas y energéticas, con cualidades complementarias, expresión de un marco de relaciones de contraofensiva.

Sobre esa línea, en junio de 2017 el Gobierno venezolano tenía programado el aumento de su producción en el sector petrolero, agrícola e industrial con su par de China, luego del trabajo realizado por la Secretaría Técnica de la Comisión Mixta de Alto Nivel de ambas naciones.

El vicepresidente de Planificación venezolano, Ricardo Menéndez, quien presidió durante 2017 por el país suramericano la Comisión Mixta de Alto Nivel China-Venezuela, fue el encargado de ofrecer detalles sobre las reuniones sostenidas en junio con empresas chinas en Pekín.

«Podemos decir que la jornada ha sido muy exitosa. Una jornada esperanzadora para nuestro pueblo y sobre todo para aquellos que pretenden que no exista futuro», declaró Menéndez en esa oportunidad.

En el caso del sector petrolero, se firmaron acuerdos para incrementar la producción conjunta de crudo a 325 mil barriles diarios. Indicó que el acuerdo de la refinería Nanhai (China) viene acompañado de otros convenios que ayudarán al interés estratégico del país, entre ellos, alianzas junto a Sinovensa, Petrosima y Petrorica, empresas mixtas chino-venezolanas que incrementarán sustancialmente las inversiones en materia petrolífera y recolección de pozos al occidente del país.

En el caso de la agricultura, Menéndez informó que se evaluó sumar, con apoyo de Pekín, más de 100 mil hectáreas de cereales.

Además, adelantó que la cartera agrícola se ha planteado el cultivo de más de 80 mil hectáreas de algodón, también con el apoyo de China, uno de los países que le da mayor valor económico a este rubro.

En el marco de la Secretaría Técnica de la Comisión Mixta de Alto Nivel se evaluó el desarrollo de nuevas fuentes de financiamiento y se abrió un espacio para las compañías del gigante asiático interesadas en invertir en proyectos productivos en Venezuela.

Las sanciones: sus implicaciones y el factor ruso

Un elemento clave de 2017 y que se destaca por su importancia estratégica en el marco de las sanciones a la economía venezolana instrumentadas por Donald Trump, son las negociaciones por el proceso de recompra de bonos de la economía venezolana que serían efectuados por China. La medida de Trump intenta boicotear y afectar las vías de financiamiento alternativas de Venezuela.

El significado de esta acción tendría la implicación no sólo del oxigenamiento financiero de Venezuela, también reviste de importancia la ruptura de Venezuela con el circuito financiero inherente al mercado de bonos regido desde Wall Street, que es el que tradicionalmente ha modulado el comportamiento de los papeles de deuda venezolana, anclado en los designios de las tradicionales calificadoras de riesgo, las operadoras del mercado segundario de bonos y las presiones de fondos buitre, que siempre acechan los compromisos venezolanos.

Profundización de las alianzas con Rusia. Luego del proceso de sanciones de Donald Trump que colocaron a Venezuela en el «Eje del Mal», la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, María Zajarova, aseguró que su país no admite las sanciones unilaterales contra Estados soberanos y que las medidas de presión financiera contra Venezuela agravan el desequilibrio de la situación en el país y profundizan los problemas económicos.

Zajarova afirmó que las sanciones de EEUU tienen como objetivo «un agravamiento de las tensiones», ya que se han introducido en un momento en el que aparecían «señales de una relativa estabilización interna» en Venezuela después de las elecciones a la ANC.

«Las anunciadas sanciones sectoriales contra los sectores financiero y petrolero de Venezuela apuntan claramente a agravar el desequilibrio de la situación en el país, profundizando los problemas económicos», señala un comunicado.

Asimismo, el texto subrayó que «las acciones de los autores están impregnadas de cinismo» y sólo estimulan a aquellos irreconciliables que no ven la realización de oportunidades políticas sin la destitución del poder de las autoridades venezolanas.

Pese a ello, advirtió a Washington que sus sanciones no impedirán a Moscú «desarrollar y fomentar su cooperación» con Venezuela. «Estamos dispuestos a contribuir a la solución de la crisis en Venezuela en función de la dinámica de la política interna en ese país. Rusia analizará las consecuencias de las sanciones impuestas por EEUU, pero ya podemos notar que estas no serán capaces de influir en nuestra disposición a desarrollar y fortalecer la cooperación con la hermana Venezuela y su pueblo», sostuvo la diplomática en el informe.

Las alianzas entre Venezuela y Rusia son políticas, financieras, militares, energéticas y han evolucionado al sector agroalimentario, con la consagración de un acuerdo de suministro de trigo ruso por el orden de las 60 mil toneladas mensuales a la nación caribeña, cuestión que será medular para la reversión de las asimetrías de abastecimiento de ese rubro sensible y que es totalmente importado por Venezuela.

No obstante, la posibilidad de expansión de las asociaciones con Rusia no es una sorpresa en el marco de las agresiones estadounidenses. Pdvsa y Rosneft son expresión de relaciones sólidas en materia petrolera, a su vez que la incursión de Gazprom en el cinturón gasífero del Caribe venezolano es, en sencillas cuentas, el proyecto más importante de la gasifera rusa fuera de su área de influencia geoeconómica, comparable sólo a las explotaciones que estos realizan en el Mar Caspio.

Estos factores son claves en la recomposición del tejido económico venezolano, a la vez que marcan una pauta esencial en la construccion de relaciones geopolíticas de nuevo tipo que colocan a Venezuela como bastión clave en los intereses estratégicos de los países emergentes del bloque Brics, donde se encuentran los tres principales socios de la actividad petrolera venezolana luego de EEUU: a saber, China, Rusia e India.

Incursión turbulenta

El tránsito de entrada de Venezuela por la puerta grande al «Eje del Mal» parte de referentes que debemos observar: se trata de una nación rica en recursos, a sólo pocas millas náuticas de EEUU, y que además es un factor de referencia en la influencia geopolítica regional como actor intermedio, con peso determinante en la composición del tablero geopolítico subcontinental.

Esos factores adquieren mucha más relevancia, una vez que Venezuela se consolida como factor modulador del equilibrio o no, al acceso a la energía y las materias primas por parte de las potencias emergentes y los países en vías de desarrollo para el mediano y largo plazo. De las asociaciones venezolanas depende eso. Para EEUU, desajustar ese tablero geopolítico y geoeconómico es fundamental para recapturar su antigua gasolinera cautiva, así que las turbulencias no se harán esperar. No será una cuestión sencilla, confluyen derivaciones múltiples que para la política estratégica de EEUU se traducen en acciones de urgencia para hacer caer a Venezuela.

El estremecimiento de Venezuela en su contexto pasa a ser ahora, con mucha más contundencia, un juego de potencias en pugna.

Misión Verdad

Más notas sobre el tema