“Elecciones” también en Cuba – La Prensa, Nicaragua

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Igual que en Nicaragua, en Cuba también está en desarrollo un proceso electoral municipal.

En ambos casos son elecciones controladas desde arriba y se sabe de antemano que las ganará el partido gobernante (comunista en Cuba, sandinista en Nicaragua). Pero entre ambos casos hay una diferencia muy interesante.

Las elecciones en Cuba no son abiertas ni libres. Todos los candidatos son miembros o adeptos del Partido Comunista. Teóricamente, se pueden nominar como candidatos ciudadanos independientes o afiliados a los pequeños partidos opositores que existen ilegalmente, sin derechos y sometidos a una represión sistemática. Pero es imposible que sus nominaciones sean aceptadas por el régimen castrista y mucho menos que resulten elegidos.

En el sistema democrático las elecciones son para que los ciudadanos escojan entre distintos partidos, candidatos y programas. En Cuba no es así. Como allí no hay democracia las elecciones son solo un ritual para que el pueblo reafirme en las urnas su lealtad al sistema comunista y ratifique en el poder al partido y al caudillo totalitario.

Lo que esta vez establece la diferencia y hace interesante el ritual electoral de Cuba, es que al culminar en febrero del próximo año todo el proceso de elecciones, municipales y legislativas, habrá un nuevo presidente de la nación. Las elecciones municipales serán el 22 de octubre próximo, después vendrán las de delegados provinciales y posteriormente la de diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular. Este proceso electoral y político culminará con el final planificado y ordenado del reinado de Raúl Castro, a menos que este se arrepienta de su compromiso público y quiera seguir al frente del gobierno.

Cuando fue designado el 24 de febrero de 2013 para su actual mandato presidencial de cinco años —después de haber sustituido a su hermano mayor, Fidel, en 2008—, Raúl Castro declaró con aparente espontaneidad, sin que nadie se lo preguntara, que al terminar su mandato en febrero de 2018 no optaría a otro período.

Aunque no es oficial, se supone que quien sustituirá a Raúl Castro es su actual primer vicepresidente, Miguel Díaz Canel, quien de vez en cuando viene a Nicaragua a pronunciar discursos elogiosos de Daniel Ortega. Pero en Cuba no hay una regla clara de sucesión y cualquier cosa puede suceder. La hija de Raúl Castro, Mariela, quien tiene una fuerte presencia mediática e influencia pública, dijo en mayo de este año que podría haber una gran sorpresa cuando se dé a conocer quién será el próximo presidente de Cuba. Desde entonces aumentaron las especulaciones de que el sucesor de Raúl Castro podría ser su propio hijo, el general Alejandro Castro, o el canciller Bruno Rodríguez.

En todo caso, quien quiera que sea el designado sucesor de Raúl Castro este retendrá la primera secretaría del Partido Comunista, que es el verdadero poder en el sistema cubano. De modo que es muy difícil esperar que, por ahora, se produzca un cambio político de fondo en Cuba.

Pero la historia a veces avanza a saltos y da grandes sorpresas. Y con un régimen totalitario vetusto y anquilosado como el de Cuba, cualquier cosa podría ocurrir.

La Prensa

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