México es noticia cuando la naturaleza grita – Por Carla Perelló, especial para NODAL

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

El 27 de febrero de 2010 la tierra tembló en Chile. El sismo de magnitud 8.8 en la escala de Richter modificó el eje de rotación de la tierra y el día se acortó 1,26 microsegundos. Uno de los testigos de ese movimiento fue el escritor mexicano Juan Villoro. Él ya sabía que la tierra temblaba: era sobreviviente del terremoto del 19 de septiembre de 1985, en México. Desde el 85 hasta 2015 no se supo una cifra oficial de víctimas fatales que quedaron bajo los escombros. En 2015 el gobierno mexicano dijo que serían 12.843.

Desde el 85 hasta el 2010, Villoro nunca había escrito explícitamente sobre lo que pasa cuando el suelo se agita y se pierde la estabilidad. «El dolor cercano se vive mejor en el llanto que en la página», ensaya una explicación para la falta de palabras ante la fatalidad y la muerte. Ante el derrumbe y los escombros.

8.8 El miedo en el espejo. Una crónica del terremoto en Chile, es el nombre del libro que escribió entre marzo y mayo de 2010, entre desórdenes del sueño, somníferos y charlas telefónicas con quienes compartió el lobby de un hotel en Santiago, después del temblor. Las palabras del autor aquí citadas se encuentran en la última página.

Llegué al libro el 26 de agosto, mientras hurgaba librerías de la Ciudad de Buenos Aires. Es corto. Si se quiere se lee rápido, pero avanza lento, como entre los restos de edificios derrumbados.

Por estos días el movimiento de las placas tectónicas en la profundidad de la tierra obliga a moverse en el mapa.

Leo el libro pero no veo Chile. Veo México.

Empecé a leerlo y el 8 de septiembre los diarios titularon que México había sufrido el terremoto más fuerte en cien años. El epicentro estuvo ubicado entre las ciudades de Chiapas y Oaxaca. Unas cien muertes.

Este 19 de septiembre, en el aniversario de terremoto más mortífero de la historia mexicana, la tierra se volvió a mover. Esta vez las ciudades más afectadas son Puebla, Morelos, CDMX y el Estado de México. El contador de personas fallecidas pasa las 300.

Este septiembre se amanece bastante negro en nuestro México.

Imposible no solidarizarse.

Pero no es sólo un mes, es cada día.

Que las ansias de asistencialismo no nos nuble la vista.

El día anterior a que se abriera la tierra, el 18, la ciudad de Puebla había marchado para reclamar justicia por el feminicidio de Mara Castilla.

En México más de siete mujeres son asesinadas por día.

Entre el 26 y 27 de septiembre se cumple el tercer aniversario de la desaparición de los Normalistas de Ayotzinapa, jóvenes estudiantes que se trasladaban para participar de la conmemoración de la Masacre de Tlatelolco, de 1968.

Nunca se supo a ciencia cierta cuántas personas fueron asesinadas por el Ejército aquel 2 de octubre en la plaza en Ciudad de México. Al cabo de algunos años pudieron identificar que serían entre 300 y 500.

El hallazgo de fosas comunes es un acto prácticamente cotidiano, y es impulsado por familiares de desaparecidxs.

149 mil restos óseos en un predio del municipio García, en Nuevo León, han encontrado desde mayo hasta ahora, según la Procuraduría General de Justicia estatal.

Imposible no estremecerse ante las tragedias de un pueblo que suda sangre a cada rato, pero es noticia cuando la naturaleza grita en lugar de las personas.

Imposible no abrazarse y comprometerse, aunque sea a la distancia, aunque sea a través de la difusión de la información sobre lo que allí sucede. Porque los discursos y los medios dominantes nos obligan a posar la mirada en distintos puntos, otros puntos, y se nos escapa que otras realidades también precisan de nuestra atención.

(*) Periodista, redactora de NODAL.

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