Entrevista a Víctor de Currea Lugo, especialista colombiano en procesos de paz: “El gran interrogante es si el Estado va a cumplir con lo acordado”

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Por Nadia Luna – Nodal.

Colombia está viviendo un momento histórico: luego de más de medio siglo de conflicto armado, las FARC se constituyeron como partido político. Ahora, sus siglas refieren a Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común y su presidente es Rodrigo Londoño, “Timochenko”, último comandante en jefe de la exguerrilla. Por su parte, el Ejército de Liberación Nacional y el gobierno del presidente Juan Manuel Santos anunciaron el cese del fuego bilateral por cuatro meses, como un paso clave hacia otro proceso de paz. En el medio, el país recibió la esperada visita del Papa Francisco.

Nodal habló de la actual coyuntura colombiana con Víctor de Currea Lugo, especialista en conflictos armados y procesos de paz. Es profesor de la Universidad Nacional de Colombia y autor de los libros “Y la sangre llegó al Nilo. Crónicas desde la guerra” (2017) y «De otras guerras y de otras paces» (2014), entre otros.

¿Qué aportó la visita del Papa al proceso de paz que se está llevando adelante en Colombia?

La visita del Papa a Colombia en el plano simbólico y mediático es muy importante porque ratifica un mensaje de paz, pero lo más importante es que hace eco de una lectura social del concepto de paz, de reconciliación y de perdón. Además, abre la puerta de nuevo a un debate sobre el papel de la Iglesia en la construcción social y genera un nuevo impulso a la legitimidad del Gobierno, al proceso de paz que firmó con las FARC y al proceso en curso con el ELN.

El proceso de paz que está atravesando el país, con la conformación del partido político de las FARC y el cese del fuego bilateral con el ELN, ¿se puede comparar con procesos similares en otros países? ¿Qué particularidades tiene el proceso colombiano?

El proceso de paz colombiano comparte con otros procesos la búsqueda de soluciones para la incorporación en la arena política de los grupos alzados en armas y comparte debates sobre la justicia y tensiones sociales en el pos-acuerdo. En comparación con hace algunos años, hoy la Corte Penal Internacional juega un papel importante y por tanto las víctimas se priorizan más que en otros procesos. Pensemos en Guatemala o El Salvador, donde no tuvieron el papel protagónico que tienen en el caso colombiano. Y en el caso particular del ELN, creo que lo más rescatable es su insistencia en que es la participación de la sociedad la que define la agenda y la dinámica de la negociación. A diferencia de la mayoría de procesos en el mundo, que son más que nada entre la élite de la guerrilla y la élite del gobierno, la propuesta del ELN colombiano apunta a una construcción diferente.

¿Considera que las negociaciones con el ELN pueden seguir un camino similar al que se llevó a cabo con las FARC? ¿Qué diferencias hay entre ambas negociaciones?

El proceso de las FARC es un proceso con una agenda acotada de 5 puntos que incluía agenda rural, participación política, cultivos ilícitos, víctimas y fin del conflicto. En tanto, la agenda del ELN apunta a la participación de la sociedad, democracia para la paz, transformaciones para la paz, víctimas y fin del conflicto. Confluyen algunos aspectos porque se trata de la misma guerra de más de cinco décadas. Pero hay diferencias fundamentales. Mientras la participación es una piedra angular para el ELN, las FARC centran su eje del relato en lo rural. Hay dos elementos importantes. Uno, que tanto el Gobierno como el ELN han aprendido de los errores y aciertos del proceso con las FARC. Y segundo, que la mesa del ELN dice en su agenda que sí hay un compromiso directo de complementariedad con la mesa que hubo con las FARC. Esto es fundamental para lo que en Colombia se llama una paz completa.

¿Por qué estos acuerdos históricos se están concretando durante el gobierno de Santos? Teniendo en cuenta que se trata de un Gobierno que también ha sido y es criticado por hacer uso de la represión durante protestas y que ha enfrentado huelgas de diversos sectores de la sociedad.

La política social de Santos en el manejo de la protesta social es muy similar a la del presidente Uribe o la del presidente Pastrana. La política económica en términos de neoliberalismo también es la misma. Tanto Uribe como Santos representan élites donde los grandes conglomerados empresariales y terratenientes se sienten identificados. La diferencia es que el presidente Santos pudo leer la incapacidad de aniquilar por vía militar la guerrilla. Uribe lo intentó durante 8 años sin llegar a ningún resultado satisfactorio y por tanto se impone la paz. La paz en Colombia no es solamente una decisión de Santos, sino una presión de la sociedad. También es una necesidad militar porque se estaba produciendo un desangre del país sin que hubiera posibilidades de una salida militar a corto plazo. Este no es el escenario de Sri Lanka, ni Perú, y por tanto había dos escenarios frente a nosotros: continuar 50 años más de guerra o saltar a una negociación política del conflicto.

Hay una disputa entre grupos paramilitares por los territorios que van dejando las FARC. Como consecuencia, crece el número de líderes sociales asesinados en esas zonas. ¿Qué medidas cree que deberían implementarse para frenar estos crímenes y resguardar la vida de la población?

El asesinato de líderes sociales en Colombia no depende solo de la ampliación del paramilitarismo en las zonas que han dejado las FARC. De hecho, el asesinato de líderes en Colombia ha sido una constante. En los años ’80, las FARC organizaron un partido político que se llamó Unión Patriótica y más de sus cinco mil dirigentes fueron asesinados en una campaña orquestada entre fuerza pública y grupos paramilitares. Lo que sí se viene dando ahora es un problema de vacío de poder. Cuando las FARC se retiran crean un vacío de poder. Lo que uno esperaría, es que según los acuerdos firmados en La Habana, ese vacío de poder fuera llenado por las instituciones del Estado. No hablo del Ejército ni de la Policía, sino de las dependencias del ministerio de Salud, Educación, etc. Ese abandono estatal genera una persistencia de los vacíos de poder que han dejado las FARC. Frente a eso, aparecen nuevos actores. Uno de ellos es el paramilitarismo que está copando algunas zonas. Eso genera angustia en la sociedad. Las FARC ya tienen más de 14 miembros que han sido asesinados, a lo cual se tiene que sumar la falta de cumplimiento de las primeras fases. Eso genera un descrédito y ha hecho que algunos guerrilleros vuelvan a tomar las armas. Se ha producido un gran malestar social en las zonas de influencia de las FARC por el abandono del Estado y el gran interrogante es si el Estado va a cumplir con lo acordado.

 

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