Malos vecinos – Periódico El Heraldo, Honduras

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El siguiente editorial responde exclusivamente a la visión de este medio

La presidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla, ha denunciado a Nicaragua en su discurso de la Asamblea de la ONU el martes por el incumplimiento del fallo de la Corte Internacional de Justicia.

“Costa Rica es firme creyente y escrupulosa practicante de todas las dimensiones del derecho internacional. Esta actitud contrasta con el irrespeto absoluto del gobierno de Nicaragua a las normas más elementales de la conducta y convivencia entre los Estados”, dijo Chinchilla a los delegados ante la ONU, para destacar que es el presidente Daniel Ortega quien capitaliza los afanes expansionistas del gobierno nicaragüense.

El presidente de Panamá, Ricardo Martinelli, aprovechó ayer también su comparecencia en la ONU para expresar su preocupación por la petición de Nicaragua de extender su plataforma marítima, por considerar que eso es una “inobjetable superposición” en espacios marítimos y tratados de Panamá.

Los discursos de Chinchilla y Martinelli deben ser un ejemplo a considerar por Honduras ante la actitud que en los últimos años ha asumido el gobierno salvadoreño, sobre todo en el último reclamo sobre la isla Conejo, del Golfo de Fonseca.Igual se debe insistir ante las Naciones Unidas en que tanto Nicaragua como El Salvador contribuyan al pleno cumplimiento del fallo de La Haya de 1992 relacionado con el Golfo de Fonseca.

En el caso particular de la isla Conejo, tan histórica y geográficamente hondureña que ni siquiera era parte del conflicto dilucidado por el máximo tribunal internacional de justicia, la situación es todavía más preocupante ya que denota la búsqueda de un pretexto para enturbiar las relaciones con propósitos expansionistas o para ganar simpatía para el oficialismo del FMLN en plena campaña electoral.En nuestra región ha sido común que cuando los gobiernos enfrentan problemas o su gestión es desaprobada por sus pueblos, recurran a crear artificialmente conflicto con sus vecinos.

Sin embargo, las víctimas de esas maniobras, como lo están demostrando los gobiernos de Costa Rica y de Panamá, tampoco pueden hacerle el juego a quienes las utilizan y más bien deben denunciar ante todos los foros internacionales estas actividades, que ensombrecen el clima de concordia que debe prevalecer entre las naciones y más todavía entre aquellas que son vecinos y que comparten tanto una historia como problemas comunes.

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