Enrique Peñalosa, candidato presidencial de Alianza Verde (Colombia): “No puede haber paz sin generosidad”

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El 24 de abril Enrique Peñalosa dejó esperando a los estudiantes y profesores que asistieron al debate de candidatos presidenciales en la Universidad de Antioquia, y entre los que había uno que otro animoso que recordaba la fiebre electoral de hace cuatro años cuando Antanas Mockus y Sergio Fajardo eran fórmula presidencial por el entonces Partido Verde —hoy Alianza Verde— y sus girasoles, y del que se creyó que le iba a dar el vuelco a la historia y le iba a ganar a Juan Manuel Santos. Hoy se sabe que no.

Esa mañana, la senadora electa Claudia López, apreciada entre académicos por sus investigaciones sobre paramilitarismo, criminalidad y política, pretendía representar en ese foro al exalcalde de Bogotá. Sin embargo, como no era la candidata sino la coordinadora programática de la campaña, sus interlocutores rechazaron su participación. Tampoco estuvo presente, un día antes, en Eafit.

El 25 de abril, viernes, Enrique Peñalosa llegó a Medellín y después de dar entrevistas a diferentes emisoras se fue para la avenida Oriental con La Playa, se ubicó en el separador vial con su equipo de trabajo, entre los que había ocho escoltas a los que hay que aplaudirles el mimetismo. Cada vez que el semáforo cambiaba a rojo, Peñalosa se iba de carro en carro y entregaba volantes, hasta que una mujer en una moto, se subió el casco y le dijo: «¿Por qué no fue al foro de la Universidad?». Le respondió que por estar con la gente.

Más tarde, después de un almuerzo en la sede del partido que queda en una casa de Prado Centro, le preguntamos lo mismo. 

¿Por qué no asiste a los foros?
«Mire, no sé si usted me vio en la calle, no sé si vio las miles y miles de personas que contactamos, los que nos vieron desde los carros, etcétera. El caso es que yo no puedo irme a un foro a una universidad, por importante que sea, a encerrarme ahí toda una mañana a hablarle a 300 personas, eso no me conviene. Todos los otros candidatos tienen organizaciones, maquinaria, nosotros no tenemos nada, entonces tenemos que estar en la calle, en las regiones, en las emisoras. Yo necesito cinco millones de votos. Además, es muy importante la Universidad de Antioquia y Eafit, pero Uniminuto, la Universidad de Córdoba, también, entonces cómo hago para seleccionar. Y fuera de eso no son solo las universidades, también los gremios; puede que haya empresarios muy poderosos en los foros, pero felizmente en la democracia vale igual el voto del indigente que el del presidente del fondo de pensiones más importante de Colombia».

Se dice que no va a foros porque tiene debilidades en temas, por ejemplo, rurales.
«A nadie le he dicho que no me pregunte sobre un tema, yo los encaro. ¿Acaso cuando usted empezó a hacerme la entrevista yo le dije que no me hablara de algún tema? Yo he ido a Hora 20, a Todelar, con libertad de temas. Hablo todos los días con periodistas y nunca he dejado de responder. Obviamente dicen eso desde campañas que tratan de crear caricaturas, les preocupa mucho qué hace y qué no hace Peñalosa. Además, la política que hacemos nosotros no la pueden hacer ellos, yo no me imagino a Óscar Iván Zuluaga metido entre los carros allá en la avenida Oriental repartiendo papelitos, cada cual encuentra su manera de comunicarse con la gente. Él, por ejemplo, con unos recursos impresionantes, está llenando la televisión con comerciales de dos minutos en horario triple A, respeto que lo haga, pero nosotros no tenemos esos recursos y tenemos que ir a la calle. En Semana Santa mi asistente estuvo donde su abuela en Muzo, Boyacá, y llegó diciendo que los campesinos tenían líderes políticos uribistas y que iban a votar por Zuluaga. Nosotros no tenemos esos jefes políticos en ninguna parte, por eso él se puede ir para una Universidad toda una mañana».

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Peñalosa tiene una risa difícil: no se sabe si ríe en serio o si es parte de la campaña política. El caso es que sonríe cuando dice que salió a las calles a hacer «volanteo», más de diez años antes que el gobernador Sergio Fajardo. Era 1989 y Peñalosa candidato a la Cámara de Representantes por el Partido Liberal, creyendo que había un voto de opinión por ganar, puso su hoja de vida en los volantes y una foto sonriendo y salió a entregarlos a la calle, como había hecho años atrás cuando cultivaba tomates y salía en un Renault 4 a venderlos al lado de un Supermercado. Entonces, dice que si gana la Presidencia, se lanzaría de cuando en vez a la calle, a caminar, a montar en bicicleta. Y sonríe con la misma sonrisa de la publicidad.

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¿Se ocupará del urbanismo siendo Presidente, como lo hizo siendo alcalde?
«Ahora ocho de cada diez personas viven en ciudades, pronto serán nueve. El objetivo final no es hacer carreteras o túneles, el objetivo final es vivir de mejor manera y eso es lo que tenemos claro. Hemos hablado que el Ministerio de la Cultura tiene que volverse el ministerio del vivir mejor, que aprendamos a despreciar los valores materiales de los corruptos, que admiremos al artista, al deportista. Tenemos que aprender, porque si mañana fuéramos tres veces más ricos tendríamos la misma corrupción, los mismos niños no deseados, la misma criminalidad. Lo que pasa ahora es que la gente de ingresos altos se va a conjuntos cerrados a las afueras y va en una camioneta al centro comercial y después al club; tiene que haber más, yo sueño con ciudades con aceras enormes y árboles, con ciclorrutas, autopistas, parques lineales, canchas deportivas. Por ejemplo el transporte es un problema diferente, porque tiende a empeorar cada vez que la sociedad se vuelve más rica: si mañana tuviéramos tres veces más ingresos que hoy, tendríamos mejor educación, mejor salud y peores trancones, entonces tenemos que tener claro que la ciudad avanzada es donde los ricos se mueven en transporte público o en bicicleta, y a eso tenemos que llegar. Estos no son temas menores».

¿Y qué tiene pensado para el campo? Dicen que es un tema que no conoce muy bien…
«Este es un tema largo, curiosamente, yo sé bastante más cosas del campo de lo que la gente se imagina. Mi padre fue gerente del Incora desde que se creó y durante diez años, fue ministro de Agricultura; mi padre estuvo en la pacificación del Páramo de Sumapaz cuando el guerrillero Juan de la Cruz Varela estaba allá, y yo iba con él. Después mi familia sembró banano en Urabá, yo luego estuve tres años sembrado tomate en invernadero, a mí me gusta el tema. Cuando fui consultor económico del presidente Virgilio Barco empecé el proyecto para producir seda en Cauca y Risaralda; también fui a mirar en Bolivia la producción de soya. En fin, nosotros diferenciaremos entre la agricultura campesina y la empresarial, la primera tiene que ser más intensiva en mano de obra, pero la empresarial también es fundamental. Dicen que Colombia es potencia agrícola, pero no lo es tanto, lo peor que hay para la agricultura altamente productiva moderna es el agua, lo que se necesitan son desiertos con riego, como en Perú, Chile, México, California, España, Israel. Lo que necesitamos es investigación, volver a Corpoica una potencia, hacer alianzas con universidades. Esto toma tiempo, pero mientras tanto hay que fortalecer a los campesinos. Tenemos que decir que el impacto de los TLC no es tal. A mí no me gusta hablar carreta de crear nuevas instituciones, solo hablo de una: el ministerio del bienestar campesino, con el que vamos a mejorarles la vida a los campesinos dándoles nutrición, títulos de propiedad, vivienda de calidad, regalar casas en poblados para darles más fácil salud, educación, acueducto, luz, internet».

¿Hay que darle un viraje económico al país?
«Colombia ha tenido un buen manejo, pero yo pienso que más importante que el cambio de modelo económico, es la seguridad, más importante que la tasa de cambio, de interés, que las tarifas de energía. Hoy vivimos con miedo, que es una falta a la Constitución. En Colombia ha habido un manejo responsable macroeconómico, pero pienso que hay que apoyar ciertos sectores, como el agrícola, ser más productivos».

¿Qué opina de los TLC y la apertura a la minería?
«Tenemos que decir que lo que hace que una sociedad crezca es la inversión privada. Ahora bien, lo que se tiene que hacer es que exista protección al medio ambiente, tiene que ser más técnico y sagrado de lo que ha sido. Creo que hay modelos internacionales como los de Canadá y Australia en el tema tributario, hay que aprender mucho de esos países que son mineros pero muy responsables. Colombia ha desaprovechado muchas ventajas que tiene, por ejemplo su cercanía a Estados Unidos: en nuestra Costa Caribe estamos más cerca del noreste de E.U. que México, y allá hay miles de empresas de exportación y en Colombia no hay ni una. En Guadalajara se producen televisores, computadores, cámaras, todo cien por ciento para la exportación. Lo que es cierto es que no se le puede dar el mismo tratamiento crediticio, tributario a un aventurero que va a sembrar caucho en el pie de monte del Putumayo, que lo que se le da al banco más grande de Colombia».

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Hace quince días, cuando hablamos con Enrique Peñalosa, se le notaba un hilo de optimismo porque, según las encuestas, era el candidato que le haría la guerra a Juan Manuel Santos, y el único que en segunda vuelta le ganaba. Sin embargo, las encuestas han dado la vuelta y Óscar Iván Zu luaga ocupó el lugar de retador principal, pero los últimos días han sido convulsos con escándalos difíciles, y de los que no han sacado partido ni Peñalosa ni López ni Ramírez.

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¿Cómo ve las encuestas?
«Creo que las encuestas son bastante ciertas. Siempre que dicen que voy a perder, pierdo; ahora dicen que voy a ganar, así que de pronto ganamos. Nosotros no tenemos maquinaria, pero las elecciones presidenciales son las de más opinión, gracias a los medios, porque hay mucha información. Yo encuentro en las calles que la gente no quiere al presidente-candidato, no les genera entusiasmo, lo ven distante, la gente quiere un cambio porque lo perciben distante, a mí me dicen en las calles que quieren un presidente que quiera a Colombia, ellos no sienten que el presidente los quiera».

Alguna vez en Twiter se dijo que usted cogobernaría con las Farc, ¿es cierto?
«No, para nada. Ahora están en las campañas de Santos y posiblemente de Óscar Iván, queriéndome hacer ver como de izquierda. Ahora dicen que Peñalosa es Petro, que apoya a las Farc. Lo que he dicho es que si llegamos a un acuerdo de paz y las Farc cumplen con verdad, justicia y reparación y con lo que defina la Corte Constitucional sobre el Marco Jurídico para la Paz, podrán hacer política en las calles, para eso es que estamos negociando. Si hacemos un proceso de paz es porque preferimos que algunos de sus miembros estén en el Congreso y no en la selva reclutando y poniendo minas. Yo vengo de un partido en el que hay exguerrilleros y son líderes muy importantes. Ahora, que yo respalde las negociaciones no significa que tenga simpatía por las Farc ni que se deban debilitar las fuerzas armadas».

¿Y cómo hará para que ese proceso de paz vaya más rápido?
«Hay que implementar con toda la fuerza la acción militar, intensificarla. Es importante recordar que no hay tregua y que el Ejército tiene que actuar. En el momento en que se firme el acuerdo final se suspenderán las operaciones, antes no».

¿Cuál es el modelo de justicia transicional acorde para salir del conflicto?
«No creo que sea útil discutir lo que se debe y no se debe negociar, porque para eso hay un equipo negociador que considero idóneo y responsable, obviamente eso tiene que estar acorde a los parámetros internacionales. La Corte Constitucional ya dijo que no puede haber suspensión de todas las penas, pero más importante que las eventuales sanciones es la garantía de no repetición. No puede haber paz si no hay algún tipo de sanciones, no puede haber paz con impunidad, pero tampoco sin generosidad».

¿El fenómeno bacrim se repetirá con las Farc?
«Es muy seguro que parte de las Farc se queden en la delincuencia, por eso hay que reforzar las Fuerzas Armadas. Si hay paz habrá que establecer una ley para que el Ejército mantenga su participación en la guerra, que puedan atacar a las bacrim; no podemos caer por leguleyadas, esos son delincuentes que se comportan como ejército y tienen armas largas, así que las fuerzas militares tienen que combatirlos».

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En la Alcaldía de Bogotá, Peñalosa fue un entusiasta defensor de la educación, por lo que en su administración construyó grandes bibliotecas como El Tintal, El Tunal y la Virgilio Barco, además de otras trece en barrios periféricos; también se levantaron 23 megacolegios y jardines con los que amplió la oferta educativa. Además, en convenio con el canal RCN se produjo la serie Francisco el matemático, que contaba la historia de un profesor que, juvenil, liberal y disciplinado, se ganaba el respeto y aprecio de sus estudiantes.

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Hace poco se conocieron los resultados de las pruebas Pisa, Colombia salió mal…
«Cuando estuve tres años en la Alcaldía de Bogotá invertimos siete veces más en la educación que en Transmilenio. Llevamos refrigerios nutritivos a los colegios, más de 15.000 computadores con internet, y eso fue hace 18 años. Construimos colegios de lujo en los barrios más pobres de la ciudad, hicimos grandes bibliotecas, todo esto que después inspiró a Medellín. La escogencia de nuestra vicepresidenta, Isabel Segovia, muestra nuestro compromiso con la educación, porque ella es una experta. Nos concentramos en la capacitación y remuneración de los docentes, y también en la infraestructura. Esta es una prioridad».

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Cuando Peñalosa estaba en la Avenida Oriental repartiendo volantes, un hombre de un carro le pidió una calcomanía para el carro, pero no había. Así que el candidato se volvió hacia su equipo y le preguntó por la plata, le respondieron que no había, que qué iban a hacer, pero que la plata estaba justa. Peñalosa, resignado, volvió a su sonrisa y siguió dando la mano a los ciudadanos.

¿Cómo hacen para la publicidad?, ahora pedía material pero le decían que no había plata
«Si, se nos estaba quejando mucho la gente porque no había calcomanías ni afiches ni volantes, nosotros tenemos una política muy austera y somos muy selectivos para recibir aportes financieros, para que después eso no nos genere ningún tipo de compromiso, como es habitual con esas ayudas. Ahora, no es que necesitemos tanta plata»

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