Jacobo Arbenz Guzman: El hombre desnudo – por Eduardo Antonio Velásquez

3.847

INTRODUCCION:

Se ha comentado favorablemente en los círculos académicos y periodísticos del país, los recientes artículos del Licenciado infieri Eduardo Humberto Weymann Fuentes, publicados por el diario Siglo XXI del 4 al 8 de Agosto de este año, sobre las motivaciones del gobierno del discutido expresidente de Guatemala, Jacobo Arbenz (Véase, entre otros, Oscar Clemente Marroquín, La Hora 8/8/90 Pag.2; Ramón Zelada Carrillo, La Hora 7/9/90 Pag.3 Parte I y Parte II La Hora 10/9/90 Pag.3; y la Carta de Rigoberto Juárez Paz, La Hora 13/8/90 Pag. 2). Los comentarios van desde la extrañeza que causa un economista de la Universidad Francisco Marroquín interpretando al gobierno arbenzista en los términos en que lo hace, sin duda con objetividad poco común, hasta la necesidad sentida de profundizar científicamente en el estudio de esa década marcante de la historia nacional.

Especialistas como Edelberto Torres Rivas (Crisis y Coyuntura Crítica: La caída de Arbenz y los contratiempos de la revolución burguesa. Revista Mexicana de Sociología, Vol. 41, No.1, EneroMarzo. 297323 p.) y Ralph Lee Woodward Jr. (The Historiography of Modern Central America since 1960. Hispanic American Historical Review (HAHR), Vol.67, No.3, August. 461 496p.) han afirmado que una historia completa sobre la Revolución Guatemalteca de Octubre no ha sido escrita todavía, aunque el profesor norteamericano de Tulane considere que la obra del historiador canadiense Jim Handy (Gift of the Devil: A History of Guatemala. Canada: Cagne Printing Ltd. 1984. 318 p.), sea la más completa que exista.

Existen, eso sí, diversas interpretaciones sobre el carácter de la revolución y la discusión está todavía en auge, avivada recientemente por los interesantes artículos de Weymann Fuentes y la carta de la señora María Cristina Vilanova de Arbenz, «La Conspiración del Silencio» aparecida en el Diario Siglo XXI (31/8/90;Pag.9).

La cuestión del carácter de la revolución ha ocupado a muchos de los más renombrados cientistas sociales del país y del extranjero. Por ejemplo, para Carlos Guzmán Bockler y Jean Loup Herbert (Guatemala: Una Interpretación históricosocial. México, D. F.: Siglo XXI editores, S. A. 1970. 205 p.) el carácter de la revolución fue pequeño burgués, «urbana y mestiza», incompetente de realizar una revolución agraria. Para Huberto Alvarado Arellano (En torno a las clases sociales en la Revolución de Octubre. Revista Alero, No.8, Tercera época. SeptiembreOctubre. 7175 p.) el carácter de la revolución fue típicamente pequeño burgués, pues trató de resolver la contradicción entre los residuos precapitalistas y el crecimiento del capitalismo en la sociedad guatemalteca. De acuerdo con Torres Rivas (1979), fue una revolución burguesa y su frustración fue consecuencia de la victoria de la burguesía agraria, latifundista y arrendataria de tierras sobre la pequeña burguesía urbana y los sectores populares organizados en sindicatos de trabajadores de la ciudad y del campo. El Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad de San Carlos de Guatemala (IIESUSAC) interpretó la revolución como un movimiento pluriclasista, liderado por un sector pequeño burgués, que le imprimió un carácter democráticoburgués (Los rasgos fundamentales de la Formación Social Guatemalteca. Revista Economía, No.62, Oct.Dic. 1979. 162 p.).

Para otros cientistas sociales, como Susanne Jonas Bodenheimer (Guatemala: Land of the eternal struggle. En Latin America: The struggle with dependency and beyond. Ronald Chilcote y Joel Edelstein (editores). Cambridge, Mass.: Schenkman Publishing Co.John Willey and sons. 1974. 93219 p.) la Revolución Guatemalteca de Octubre fue un movimiento constituido y desarrollado por la pequeña burguesía urbana, el naciente movimiento obrero y un pequeño sector campesino politizado. Para ella y autores como Humberto Flores Alvarado (Proletarización del Campesino de Guatemala. Ciudad de Guatemala: Editorial Piedra Santa S. A. 1977. 288 p.) la Revolución fue una Reforma del desarrollo capitalista en el País.

Sin el ánimo de querer restarle importancia al trabajo de Weymann Fuentes, es necesario hacer algunas consideraciones generales y particulares que puedan reavivar el estudio científico de uno de los períodos más importantes de la historia contemporánea de Guatemala, tomando en cuenta lo que ya conocemos sobre ella y sobre las líneas que deberán marcar las investigaciones que aún faltan por realizar, sobre aspectos todavía poco claros o desconocidos.

Dado que el autor de los artículos comentados ha escrito que «Mi intención es hacer una reevaluación histórica sobre su papel y discutir sobre la legitimidad de un movimiento contrarevolucionario, que en 1954 significó el fin de la joven trayectoria democrática que Guatemala había iniciado, dando inicio a una serie de gobiernos militares prepotentes y represivos. No voy a discutir sus medidas económicas, puesto que esto correspondería a otro extenso análisis. Pero sí pretendo exponer algunos hechos que en las aulas nuestros centros educativos no se nos presenta ni analiza, condenando así el deficiente sistema educativo que se sufre en nuestro país, al colmo de transformar nuestra historia en una ‘historia'»; el suscrito aprovecha la coyuntura para vertir algunas tesis ya desarrolladas en la literatura sobre el tema por varios autores y colocar en discusión algunas otras hipótesis, por cuenta propia.

Iniciemos las observaciones y comentarios generales. En primer lugar, para comprender al exgobernante quetzalteco es necesario tener en cuenta los antecedentes de los regímenes «liberales», cuyo último estertor es el Ubiquista. El 30 de Junio de 1871, las huestes militares de Justo Rufino Barrios y de Miguel García Granados hacen su ingreso triunfal en la Nueva Guatemala de la Asunción, después de vencer a los conservadores liderados por el Mariscal Vicente Cerna. La Reforma Liberal, merece y ha merecido desde el punto de vista histórico, todo el interés por parte de historiadores nacionales y extranjeros, a tal extremo que ya hubo polémica en relación a que si este hecho histórico fue una «reforma» o una «revolución» (Véase, Carlos Figueroa Ibarra. «Contenido de Clase y Participación Obrera en el Movimiento Antidictatorial de 1920». Ciudad de Guatemala: Facultad de Ciencias Económicas (FCCEE)USAC. 1979. 54 p. Pie de Página No. 21, Pag. 10). Sin embargo, actualmente es feriado oficial, el día del ejército, lo que esconde el verdadero hecho histórico importante de la fecha. Algunos autores afirman que el padre de la burguesía guatemalteca fue Justo Rufino Barrios Auyon y que es durante este período histórico que sucede la «acumulación originaria de capital» de manera peculiar, en nuestro país. Para Agustín Cueva («El Desarrollo del Capitalismo en América Latina. Ensayo de Interpretación Histórica». México, D. F.: Siglo XXI, Editores S. A. 1983. 238 p.) y Figueroa Ibarra («El Proletariado Rural en el Agro Guatemalteco». Ciudad de Guatemala: IIESUSAC. 1977, 442 p.) es tan peculiar que la fuerza de trabajo no es fulminantemente expropiada de los medios de producción, durante la Reforma Liberal, lo cual no proletariza rápidamente a vastos contingentes de trabajadores, por un lado y por otro permite la conservación parcial del patrimonio de las comunidades indígenas, marcando la lentitud del desarrollo del capitalismo en el país. Para ambos autores, la Revolución de Octubre es la última revolución democrática burguesa que acontece en el continente. De acuerdo a Figueroa Ibarra, es el movimiento social a través del cual se tornan hegemónicas las relaciones sociales de producción capitalistas en la sociedad guatemalteca.

Para otros autores, los regímenes liberales establecen un sistema de trabajo forzado basado en el endeudamiento de la fuerza de trabajo (Debt Servitude propuesto por el historiador norteamericano David J. MacCreery Jr. en su trabajo «Debt Servitude in rural Guatemala, 18761936». Revista (HAHR) Vol.63, No.4, 1983, 735759 p.) que es específico de nuestro país, y que impide entre otras cosas la ampliación del mercado interno y la proletarización de los trabajadores del campo; en suma, el desarrollo capitalista. MacCreery Jr. coincide con John Weeks («An interpretation of the Central American Crisis». Latin American Research Review, Vol. XXI, No.3, 1986. 3154 p.) en el sentido de que este desarrollo solamente sucederá durante la Revolución de Octubre.

Esta no es la opinión, no obstante, de Julio Cesar Castellanos Cambranes (Café y Campesinos, 18531897. Ciudad de Guatemala: Editorial Universitaria de Guatemala. 1985. 629 p. y Los empresarios agrarios modernos y el Estado en Guatemala. Ponencia presentada en el VII Congreso de la Asociación de Historiadores Latinoamericanistas Europeos (AHILA) celebrada en Mayo de 1985 en Florencia, Italia.) para quien los orígenes del desarrollo del capitalismo en el país deben buscarse en la primera mitad del siglo XIX. La historiadora cubana, Orieta Alvarez (Antecedentes históricos del proceso revolucionario de 19441954 en Guatemala. Revista Santiago, No. 53, Marzo 1984. Santiago de Cuba: Universidad de Oriente. 5980 p.), presenta una sucinta visión histórica del período comprendido entre la reforma liberal de 1871 y la revolución de Octubre de 1944, el lapso de tiempo llamado en nuestra historiografía los años de gobierno de los «regímenes liberales», o con mayor precisión, tal como lo sugiere Edeliberto Cifuentes Medina, el período de las «dictaduras cafetaleras».

La comprensión de «las dictaduras cafetaleras» y el papel que desempeñaron en nuestra historia, nos permitirá entre otras cosas, la desmitificación total de la Dictadura Ubiquista, para que la falsa nostalgia de los «tiempos de Ubico» desaparezca para siempre, muy a pesar de los sentimientos de la parentela, que como hemos visto recientemente en el país, recurre a los periódicos de mayor circulación para justificar la actuación de sus familiares, tratando de «apagar» o mediatizar la memoria colectiva, con artículos de escazo valor científico, que empieza crecientemente a tener conciencia real de lo acontecido. (Véase, entre otros Carlos Gracias Arriola. Prensa Libre, 19/7/90 y 11/8/90; Cristina Orellana de Aguilar, Prensa Libre, 26/8/90 y 2/9/90; y Marta Altolaguirre Larraondo, Prensa Libre 13/9/90 Pag. 11).

Secundariamente, descubrir las causas que originaron el proceso revolucionario de Octubre de 1944 y el desarrollo de lo que ha llamado el intelectual Luis Cardoza y Aragón «los diez años de primavera en el país de la eterna tiranía» significa el estudio de la cuestión del origen y el desarrollo del capitalismo en Guatemala, lo cual significa entre otras cuestiones la investigación de la ocurrencia de la acumulación originaria o primitiva de capital y el momento en el que el modo de producción específicamente capitalista se torna hegemónico en nuestra formación económicosocial, haciendo que la extracción de plusvalía relativa sea la forma predominante durante la jornada de trabajo, concretándose la subsunción real y no formal del trabajo al capital, tal como lo sugerí en mi artículo «La Llave Colonial de Severo Martínez Peláez: La Patria del Criollo; Ensayo de Interpretación de la Realidad Colonial Guatemalteca» (Revista Economía, No.94, OctubreDiciembre 1987, Ciudad de Guatemala: IIESUSAC. 134 p.).

En este punto, aprovechando que Weymann Fuentes es economista, discutir de nuevo, sobre el carácter de la revolución, ya que él cita el discurso de toma de posesión de Arbenz el 15 de marzo de 1951, en el cual se afirma que su gobierno se propone convertir nuestro país, de la nación «dependiente» y de economía «semicolonial» en un país económicamente independiente, convertir a Guatemala, de país atrasado y de economía predominantemente «feudal» en un país moderno y «capitalista», haciendo que esta transformación se realice de tal forma que consiga la mayor elevación posible del nivel de vida de las grandes masas del pueblo. Todas las palabras entre comillas han sido colocadas exprofeso, dado que las mismas no significan necesariamente lo mismo en países en donde el desarrollo capitalista fue originario. En varias partes de sus interesantes artículos, Weymann Fuentes utiliza indistintamente categorías como «estructura económica colonialista», «régimen semifeudal de la tenencia de la tierra», «economía predominantemente feudal» y ajustar el desarrollo del país dentro de «un sistema capitalista». De nuevo, la discusión sobre el carácter del régimen colonial en Guatemala estará en boga: fue colonial o feudal? Cuando afirmamos que la Revolución de Octubre tuvo un carácter capitalista, a que tipo de desarrollo capitalista nos estamos refiriendo? Tendrían en mente los grandes economistas, de Adam Smith a Karl Marx, una sociedad capitalista como la nuestra del 44? Cual es la especificidad, peculiaridad y la periodización histórica de ese tipo de desarrollo? Para aquellos lectores con pretensiones académicas mas serias se sugiere los textos del debate entre Steve J. Stern e Immanuel Wallerstein (American Historical Review, Vol.93, No.4, Octubre. 1988) en el cual queda claro que este tema es objeto de una controversia mundial.

El estudio del origen y el desarrollo del capital en el país necesariamente nos remitirá a la génesis de las clases sociales que conforman hoy la sociedad guatemalteca. Esto nos permitirá constatar si lo que afirma Waymann Fuentes es correcto: » Al finalizar el régimen ubiquista, el vértice de la pirámide económicosocial, estaba compuesto por una oligarquía dominada por grupos cafetaleros de abolengo; existía la clase media formada por pequeños comerciantes, industriales y profesionales, constituyendo así, la pequeña burguesía que jugó el papel determinante en la gestación, desarrollo y ocaso de la Revolución de Octubre. Esta burguesía incipiente, ansiosa de progresar y de salir de la dependencia feudal de los sectores dominantes, fue el motor de esta revolución, apoyada por la clase obrera y campesina. En la base de esta pirámide estaba el campesinado que dependía para su sustento de la única industria fuente de trabajo: la agricultura; padeciendo así de una limitada movilidad de trabajo a mejores oportunidades en otros sectores de la economía, obligados por las circunstancias a aceptar un salario exageradamente bajo.»

Como vemos, Weymann Fuentes asevera que la pequeña burguesía jugó el papel determinante en la gestación, desarrollo y ocaso de la Revolución de Octubre, cosa que ya había afirmado en su tesis de maestría en historia de América Latina el panameño Tomás Herrera Calix (Guatemala: Revolución de Octubre. San José, Costa Rica: Educa. 1986. 146p.), quien además intenta esbozar como la pequeña burguesía que toma el poder político con la Revolución comienza a fortalecerse y a apoyar el crecimiento de la burguesía guatemalteca en actividades comerciales e industriales, lo que agrega una hipótesis más en la investigación.

Recuérdese que Fernando González Davison (Guatemala: Reflexiones sobre su desarrollo histórico, 15001970. Ciudad de Guatemala: Editorial Universitaria de Guatemala. 1987. 137 p.) también escribió que durante el gobierno de Arévalo Bermejo comienza la consolidación de una burguesía «nacional» recién nacida, existiendo transferencias monetarias del gobierno a los nuevos miembros de la clase social en formación. Además, para que podamos hablar de una burguesía incipiente es necesario demostrar como se estaba consolidando. Quizás el mejor ejemplo de ello, sea el vertido por Guillermo Paz Cárcamo (Guatemala: Reforma Agraria. Sanm José, Costa Rica: Educa. 278 p.) sobre el papel del Estado y el financiamiento que recibían particulares para cultivar algodón, durante el gobierno de Arévalo Bermejo. Por su parte, el historiador norteamericano Paul J. Dosal nos muestra los orígenes y el desarrollo de una industria capitalista ya establecida, y la forma como funciona durante los años de la revolución (The Political Economy of Guatemalan Industrialization, 18711948: The Career of Carlos P. Novella. Revista HAHR, Vol.68, No.2. 321358 p.).

El economista Waymann Fuentes ha dicho, que no se ocuparía de las medidas económicas tomadas por el régimen arbenzista. Aún cuando lo hace algunas veces en los textos objeto de comentario. No obstante, creo que no hacerlo de una manera sistemática limita las posibilidades de análisis científico del período en cuestión y principalmente veda el acceso al conocimiento de las profundas transformaciones que el gobierno de Arbenz quiso imprimirle a la sociedad guatemalteca. En el discurso de toma de posesión del ex presidente Arbenz Guzmán, según Manuel Galich (Diez años de primavera [19441954] en el país de la eterna tiranía [1838 1974]. Revista Alero, No.8, 3a. época. SeptiembreOctubre. 3257 p.), se encontraban los objetivos del programa de su gobierno. El primer objetivo era proponer al Congreso de la República un proyecto de ley de Reforma Agraria, que luego de aprobado sería aplicado rápidamente y con energía, que se convirtió en el famoso decreto 900 (Ley de Reforma Agraria. Ciudad de Guatemala: Tipografía Nacional. 1952. 119 p.). Weymann Fuentes escribe con bastante competencia con relación a este aspecto vital. Podría agregarse, no obstante, algunas informaciones e interpretaciones alternativas vertidas por otros investigadores especialistas en el tema, como José Luis Paredez Moreira (Estudios sobre Reforma Agraria en Guatemala. Aplicación del decreto 900. Ciudad de Guatemala: IIESUSAC. 1964. 83 p.), Jesús María García Añoveros (La Reforma Agraria de Arbenz en Guatemala. Madrid: Ediciones Cultura Hispánica. 1987), Guillermo Paz Cárcamo (1986) y Jim Handy (The most precious fruit of the revolution: The Guatemalan Agrarian Reforma, 19511954. Revista HAHR, Vol.68, No.4, 1988, 676705 p.).

Sin embargo, es imprescindible vertir algunos datos estadísticos sobre la estructura agraria que el país tenía en 1950, para entender desde su raíz la necesidad de una Reforma Agraria, que provocaría un desarrollo capitalista, que de acuerdo con Figueroa Ibarra (Elecciones en Guatemala: Tres variantes de un mismo proyecto. Revista Economía, No. 56, Año XVI, AbrilJunio 1978, 124 p.) tendría las características de la Vía Farmer. Según Paz Cárcamo (1986:3154 p), la estructura agraria presentaba las siguientes cifras: El 31% del territorio nacional estaba divido en fincas. De ese total de tierras solamente 29.7% estaban cultivadas. Un 4.6% de esas tierras estaban cultivadas con café y frutas. En su mayor parte, 51.5% de las tierras con título de propiedad eran bosques, montañas, breñales y en descanso. El total de tierras divididas en fincas estaban distribuidas así: 228,464 hectáreas eran fincas nacionales; 505,129 hectáreas era tierras municipales y 294,454 hectáreas estaban en manos de las comunidades. O sea, que el 36,1% de las tierras estaban en manos de personas jurídicas y no en manos de particulares con propiedad legalizada. A pesar de que de hecho, estuviesen siendo explotadas por individuos. Por el contrario, las fincas hasta 7 hectáreas eran cultivadas casi en su totalidad. A medida que se pasa del límite del área considerada como de «subsistencia», la extensión cultivada va decreciendo progresivamente hasta llegar a los latifundios de 8,960 hectáreas que únicamente tienen cultivado un 5.7% de su extensión. Este indicador nos muestra el grado de monopolización de la tierra. Estos latifundios eran, en muchos casos, los más accesibles por la red de caminos construidas por «Ubico» (mejor dicho por la mano de obra gratuita de los trabajadores indios y mestizos que eran obligados por el boleto de «vialidad») y por la línea del ferrocarril. Existían, además, 165,850 fincas menores de 1.4 hectáreas que poseían apenas el 3.2% del total de tierra. En el otro extremo, 1,112 fincas detentaban 48.2% de las tierra y 22 fincas con extensiones superiores a las 8,960 hectáreas poseían 13.4% de la superficie total de tierra. Es en estos latifundios que el 94% de la tierra se encontraba ociosa. Los propietarios de estas fincas eran antiguos terratenientes, vinculados al cultivo del café y a las empresas extranjeras bananeras como la UFCO y su subsidiaria, la Compañía Agrícola de Guatemala. Esta tierras fueron objeto primordial de la Reforma Agraria. Las tierras en producción no fueron tocadas por la misma. No corrieron igual suerte las tierras ociosas, Arbenz pasó del discurso a los hechos, lo cual afectó sin duda a los terratenientes. De acuerdo con Jim Handy (1988) 100,000 familias de campesinos recibieron tierra, de alguna forma derivada de la Reforma Agraria, lo cual benefició a 500,000 guatemaltecos, cuando la población del país se calculaba en 3 millones de habitantes. Esta sorprendente transformación de la estructura agraria se ejecuta en apenas dos años. Según este autor, se realizaron 794 expropiaciones de 8,280 caballerías, siendo la media de extensión expropiada de 667 manzanas. Para Paz Cárcamo (1986), se expropiaron 1,002 fincas a particulares, 603,615 hectáreas en total, que alcanzaban un valor de Q8,345,544 los que serían indemnizados a sus expropietarios. Esa tierra fue distribuida a 1,497 comités agrarios, formados por campesinos sin tierra. Los departamentos más afectados por la Reforma Agraria fueron Escuintla, El Quiché, Izabal, Alta Verapaz y Huehuetenango. Todo esto sucedió, entre Enero de 1953 y Junio de 1954.

El segundo objetivo visaba establecer la infraestructura física indispensable para viabilizar el desarrollo capitalista «independiente» y nacional, que permitiese deshacerse de la dependencia extrema de los Estados Unidos de América y rompiese los monopolios imperialistas que operaban en el país, básicamente los de la economía del enclave bananero. Se trata, entonces, de mejorar los medios de producción, en sentido amplio, lo que se comenzó a concretar con la planificación e inicio de la construcción de la carretera al Atlántico, la cual tenía por objeto competir en el mercado, con el monopolio en los transportes terrestres ejercido por la «Frutera», a través de otra de sus subsidiarias, la International Railways of Central America (IRCA). La construcción de la carretera al Atlántico se inició por parte del Departamento de Caminos del Ministerio de Comunicaciones y Obras Públicas, colaborando el batallón de ingenieros del ejército. La forma planeada era construirla paralela a la línea férrea, en la medida de lo posible. La misma función competitiva ejercería la construcción y posterior funcionamiento de un Puerto Nacional en el Atlántico, Santo Tomás de Castilla, con Puerto Barrios también propiedad del monopolio de Boston. Es importante hacer notar, que la Gran Flota Blanca, era la naviera mercante del enclave, que transportaba buena parte de los productos de exportación e importación del país, utilizando la logística de las otras empresas coaligadas a la casa matriz.

El tercer objetivo, era planificar y construir con recursos nacionales, una primera hidroeléctrica nacional «Jurún Marinalá», para competir con el monopolio energético de la Empresa Eléctrica, subsidiaria de la Electric Bond and Share (EBASCO), que sin considerar las necesidades nacionales; no utilizaba los recursos hidráulicos del país, sino que generaba energía con plantas accionadas con combustibles importados, creando como hoy, una sangría de divisas. Para el desenvolvimiento agropecuario, agro industrial e industrial del país y en general para todas las actividades productivas era imprescindible, en el contexto de un proyecto de desarrollo capitalista, un aumento de la producción energética, incrementando la capacidad de generación, a menores costos.

La mayoría de informaciones y de objetivos anteriormente señalados son consignados correctamente por el Licenciado Weymann Fuentes. No obstante, como economistas debemos tratar de interpretar las posibles estrategias de desarrollo capitalista que el gobierno de Arbenz Guzmán trató de llevar a cabo. En primer lugar, parece razonable decir que la piedra angular de toda la estrategia de desarrollo era la Reforma Agraria. El artículo 1o. del Decreto 900 rezaba: » La Reforma Agraria de la Revolución de Octubre tiene por objeto liquidar la propiedad feudal en el campo y las relaciones de producción que la originan para desarrollar la forma de explotación y métodos capitalistas de producción en la agricultura y preparar el camino de la industrialización de Guatemala».

La Reforma Agraria permitía el acceso a la tierra a grandes contingentes de población, a los campesinos con poca o sin ella, que con adecuado financiamiento podrían elevar la producción de granos básicos, vegetables, frutas, etc.; permitiéndoles ingresos que les daría la capacidad de demandar bienes de consumo y de capital. Los primeros serían, paulatinamente, producidos por la agroindustria nacional, teniendo un impacto evidente en la inversión, que debía ser realizada por la burguesía nacional, preferentemente. En suma, una política de fortalecimiento del Mercado Interno, basada en la creación de «Demanda Efectiva» (deseo más capacidad monetaria para demandar, según John Maynard Keynes) que elevaría el nivel de vida de uno de los sectores mayoritarios que conforman las masas del pueblo. Esta medida estaba acompañada, al tenor del Código del Trabajo promulgado durante la administración de Arévalo Bermejo, de la posibilidad real de organización de los trabajadores del campo, en ligas campesinas; de los trabajadores de la ciudad, vinculados al sector privado, nacional o extranjero, en sindicatos obreros; y de los trabajadores del Estado en los sindicatos de cada dependencia. La democracia capitalista supone la existencia de la libertad de los «agentes económicos» a organizarse.

Estas disposiciones de gobierno atentaban contra los intereses de los terratenientes nacionales y extranjeros con tierras ociosas (la UFCO, incluida), quienes ya no tendrían una oferta constante de trabajadores forzados, sin tierra y endeudados, obligados a acudir a los centros de producción. Por el contrario, podría suceder una reducción del contingente de trabajadores temporales dispuestos a emplearse (dado que ahora disponían de medios de producción para reproducir la vida propia y la de sus familiares), que ante una demanda estable, provocaría una elevación de los salarios. Los trabajadores sindicalizados de la UFCO y de la IRCA tenían, ahora, condiciones de negociación diferentes, a las que estaban acostumbrados durante la dictadura Ubiquista.

Se empezaba a quebrar el monopolio de la tierra, que permitiría, entre otras cosas, la libre contratación en el campo, sentando a la vez, la posibilidad de un proceso de diferenciación del campesinado (en campesinos ricos, medianos y pobres) que conllevaría al aumento de la productividad de la tierra y del trabajo y el aumento de la producción para el mercado interno. Esta diferenciación del campesinado, traería una elevación de la demanda efectiva, que sería enfrentada a un aumento de la producción o de la oferta del sector agroindustrial, al convertir insumos agrícolas en mercancías industrializadas, concatenando la producción agrícola con la transformación industrial de bienes de consumo en integraciones de este tipo, por ejemplo: (algodóntextilerasaceites) y (caña de azúcar azúcarlicores), iniciando un efecto multiplicador de la inversión en diversas ramas productivas, entre ellas primordialmente el comercio de importación de bienes de consumo y de capital y la construcción civil.

Por su parte, Paul J. Dosal (The Politics of Guatemalan Industrialization 19441954. Miami, Fla.: Paper presented at the Latin American Studies Association. December, 1989. 20 p.) arguye que en efecto los gobiernos revolucionarios establecieron algunas de las bases para el desarrollo industrial acelerado. No obstante, los industriales, de hecho, no se alían al proyecto revolucionario, por temor al Código de Trabajo y a la Reforma Agraria, no realizando las inversiones necesarias para la industrialización del país, de acuerdo con la estrategia arbenzista.

El programa de desarrollo capitalista del gobierno de Arbenz, no descuidaba, sin embargo, al Sector del Mercado Externo. Guatemala en esos años exportaba básicamente café y bananos. La política de diversificación de la producción impulsó los cultivos del algodón y rehabilitó al de la caña de azúcar, a la vez que estimuló la exportación de maderas preciosas, chicle y otros productos no tradicionales, como está hoy en boga decir. El nuevo papel del Estado fue impulsar decididamente la producción capitalista, elevándose substancialmente el gasto público en obras pivotales en sectores estratégicos, haciendo erogaciones en gastos sociales que coadyuban al desarrollo económico y social. El Estado, principalmente en la administración arbenzista, respetó los derechos de los trabajadores del campo y la ciudad.

En tercer lugar, Weymann Fuentes no escapa de la tentación de culpar exclusivamente a la United Fruit Company (UFCO) y a su poderoso «lobby», encabezado por el propio Secretario de Estado de los Estados Unidos, John Foster Dulles, del representante de ese país en las Naciones Unidas, John Cabot Lodge y por el Director de la CIA, Allan Welsh Dulles, del derrocamiento del gobierno democrático de Guatemala en 1954 (Para los lectores que todavía tenga duda de esto, se recomienda la lectura de los textos siguientes: Stephen Schlesinger y Stephen Kinzer. Fruta Amarga, la CIA en Guatemala. México, D. F.: Siglo XXI editores, S. A. 4a. edición. 1982. 293 p. Max Gordon. A case history of U. S. Subversion: Guatemala 1954. Revista Science & Society, Vol. XXXV, No.2, Verano. 129155p. y Richard Immerman. The CIA in Guatemala: The Foreign polycy of Intervention: Austin: The University of Texas Press. 1982. 292 p. Un análisis comparativo entre los libros de Immerman y Schlesinger y Kinzer, es realizado por Thomas P. Anderson. Intervention in the Caribbean Basin: A search for Stability. Latin American Research Review, Vol. XIX, No.2, 1984. 209213 p.). Esta última cuestión, si bien no está explicitada abiertamente, implícitamente se puede colegir de su texto. Es en este aspecto, que la tesis de Sussanne Jonas Bodenheimer (Guatemala: Plan Piloto para el Continente. San José, Costa Rica. 1981 430 p.) hace una importante contribución al demostrar que al interior del Estado norteamericano, las decisiones de invadir otro país no solamente son tomadas para proteger los intereses de una corporación, sino que influyen intereses de varias corporaciones y de grupos de inversionistas con proyectos a corto y mediano plazo. En este caso, el grupo del Sunbelt (capitalistas del sur de California, Texas, Florida y Nevada), la UFCO, los grupos de Wall Street (básicamente el de Rockefeller, Boston y Morgan) y los factores geopolíticos, sin duda, pesaron en la decisión de invadir solapadamente a Guatemala, tomada por el presidente norteamericano, Dwight Eisenhower. Recuérdese, que un poderoso articulador de estos grupos capitalistas era el entonces vicepresidente norteamericano, Richard M. Nixon.

Un cuarto aspecto general, se refiere concretamente a lo que conocemos de la personalidad y del corto período presidencial del Coronel Jacobo Arbenz Guzmán. Los aportes de Weymann Fuentes, en este sentido, principalmente los relativos a sus padres, historial académico y profesional, su matrimonio y familia, algunos pasajes de su período presidencial, el exilio y su muerte, ayudan a tener un mejor perfil de su historia de vida. No existe en la literatura sobre el tema, lo que con rigor científico podríamos llamar una «biografía» del expresidente. Sin embargo, García Añoveros (Jacobo Arbenz. Madrid: Historia 16 Quorum. 1987. 153 p.) ha presentado un buen trabajo introductorio sobre el particular, que resume muchas informaciones conocidas o no, y ensaya una interpretación de la historia de esos años. No obstante, sobre la personalidad de Arbenz Guzmán, llama poderosamente la atención, la percepción y conocimiento de la problemática sobre la realidad agraria guatemalteca. Weymann Fuentes afirma que Arbenz, después de presentar su renuncia al presidente Arévalo Bermejo, como ministro de la defensa, se prepara para competir en las elecciones presidenciales, dedicándose al estudio de los problemas sociales, políticos y económicos del país.

Sin dudar de la capacidad intelectual de Arbenz, que al decir de personalidades que lo conocieron era bastante elevada según Manuel Galich (Causas Internas de una Derrota. Revista Tricontinental, No.2, Sept.Oct. 1967. También en: Del Pánico al Ataque. Ciudad de Guatemala: Editorial Universitaria. 1985. 361 385p. 388p.) «entre aquella oficialidad, como excepción, había un capitán de veintinueve años que intuía la profundidad del proceso, el más claro, el más resuelto, dotado de una honda sensibilidad social y patriótica. Se llamaba Jacobo Arbenz». Su conocimiento de la realidad agraria es producto de un proceso de aprendizaje más demorado y acucioso. Su percepción de los problemas del agro guatemalteco, más que aprendida en libros, a nivel académico, parece provenir de un profundo conocimiento empírico, que aunado a una profunda capacidad de análisis le permiten visualizar con claridad las causas y los efectos que generaban esa monumental problemática y proponer algunas medidas para resolverla.

Los propios asesores del Partido Comunista Mexicano y del Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT), expertos en la materia, que colaboraron en la elaboración del proyecto de ley de la Reforma Agraria, se sorprendían que un militar de academia, como Arbenz, tuviese tal conocimiento sobre el agro guatemalteco y su profunda problemática y frente a ella supiese elegir cuales las medidas de política agraria, que dentro del marco capitalista, pudiesen liberar las fuerzas productivas que le diesen celeridad al proceso de desarrollo. Arbenz conocía la necesidad de impulsar un proyecto nacional, apoyado por diversos segmentos de las clases sociales del país, para ir rompiendo paulatinamente la situación de extrema dependencia económica, política y social que la nación soportaba dolorosamente. La historiadora, Digna Castañeda Fuertes (El nacionalismo y la lucha contra la dependencia en Guatemala, 19441954. Revista Santiago, No. 30, Junio 1978. Santiago de Cuba. 944 p.), una de las alumnas de Manuel Galich en Cuba, discute con detalle esa cuestión, considerando que el obstáculo fundamental que tuvo que enfrentar el nacionalismo guatemalteco en esta época fue la dependencia.

Pasemos ahora al planteamiento de las cuestiones particulares que de los artículos de Weymann Fuentes se desprenden, que resultan interesantes de discutir de nuevo y que en algunos casos podrían llevarnos a polémicas que resultarían fructíferas, sí llevadas con objetividad. En primer lugar, afirmar que el General Federico Ponce Vaides cayó ante una rebelión organizada por los hermanos Toriello y Jacobo Arbenz, podría ser demasiado categórico. Tanto Rafael Arévalo Martínez. (Ubico. Ciudad de Guatemala. Tipografía Nacional. 1984. 381 p.). como Juan José Arévalo Bermejo (El candidato blanco y el huracán, 19441954. Ciudad de Guatemala: Edición Héctor Cruz Quintana Edita. 1984. 700 p.), señalan que varios sectores sociales participaron en la organización de ese levantamiento civil y militar. Entre ellos, obreros, artesanos, comerciantes, burócratas y miembros del ejército. El propio Manuel Galich (Del Pánico al Ataque. Ciudad de Guatemala. Editorial Universitaria. 1985. 388 p.), con anterioridad, había rescatado el papel jugado por los estudiantes universitarios y por el magisterio nacional. De acuerdo con el filósofo guatemalteco, José Luis Bálcarcel Ordoñez (Guatemala [194454]: Praxis de una historia e historia de una praxis. Revista Problemas del Desarrollo, No. 26, Año VII, MayoJunio 1976. 4960 p.) » aspecto fundamental por precisarse es el de la composición de fuerzas que participaron en la caída de Ubico, el derrocamiento de Ponce Vaides, el apoyo y sostenimiento de la Junta Revolucionaria y su recomposición en el inicio del juego democrático de la integración de partidos, desde los aprestos electorales de la reinstitucionalización.» Coincido con este autor, no solo en lo anteriormente señalado, sino también en el sentido de que poco o nada sabemos sobre la participación de los campesinos, la significación que para o en el movimiento revolucionario pudieron haber tenido en un principio. Aflora, reiteradamente, como musgo alrededor de un pozo, la cuestión étnica, que a nuestro entender nos remite a la cuestión fundamental del EstadoNación, tal como es planteada por Octavio Iaani (La cuestión del EstadoNación en América Latina. Revista Economía, Nos. 104105. AbrilSept 1990. 2993 p.). Con acierto, Bálcarcel Ordoñez se pregunta: » ¿ Por qué el levantamiento y matanza de Patzicía ? ¿ Qué intereses afloraban, qué indujo y cómo se instrumentó el aplastamiento? Necesariamente tendrá que hacerse el estudio de clases y grupos sociales; su correlación; grado, niveles de participación y representatividad; coincidencias y divergencias de objetivos; de acuerdos y desacuerdos; de alianzas, tácitas o expresas, de circunstancia política o de afinidad ideológica, perentorias, efímeras o de más larga duración.»

En segundo lugar, en relación a la participación del Coronel Francisco Javier Arana en el triunvirato, presentado como un hecho circunstancial y la afirmación sobre el papel temeroso jugado por el Mayor Carlos Aldana Sandoval, quien desaparece, la noche del levantamiento, expresados por Weymann Fuentes, contradice con mucho lo que otros autores señalan con relación a estos dos personajes. Por ejemplo, Rafael Arévalo Martínez (1987:295303p.), considera al Mayor Aldana Sandoval como pieza clave de la planificación y la estrategia del movimiento coordinados en la misión con el entonces Mayor Francisco Javier Arana. EL poeta escribe: «Se puede asegurar que la íntegra disposición del ataque revolucionario del 20, en cuanto a artillería se refiere, fue obra y creación de este valioso elemento, que no pudo estar presente al estallar la acción, debido a que era uno de los sindicados por el gobierno poncista como uno de los posibles cabecillas y ya se le había declarado la persecución». También Juan José Arévalo Bermejo (1984:297314p.), señala que Aldana Sandoval participa en todo el proceso conspirativo, siendo suyo el plan original y suya la estrategia desplegada por la artillería a la hora de iniciar la acción rebelde. Adicionalmente, este autor señala que al asumir la jefatura de la Guardia de Honor el mayor Arana y abrírseles las puertas a los refuerzos civiles, «la primera medida acordada fue constituir una Junta Revolucionaria de Gobierno en la que debió figurar el coronel Aldana Sandoval; pero Arana había exigido un puesto en la Junta, y Aldana Sandoval fue eliminado aprovechando su ausencia. Entraron los obreros y los estudiantes: y empezaron a recibir una elemental instrucción para el manejo de las armas». La ejecución del plan militar, el 20 de Octubre, corrió por parte de la cúpula revolucionaria dirigida por Arbenz, Arana y Toriello, comandando varios segmentos de la población urbana.

Una tercera cuestión, es sobre la muerte del Coronel Francisco Javier Arana. Correctamente, Weymann Fuentes afirma que «el hecho más conflicto de este gobierno fue la muerte del mayor Francisco Javier Arana, Jefe de las Fuerzas Armadas. Informado el presidente Arévalo de una conspiración que Arana estaba planificando contra su gobierno, se levantó una orden de captura con la finalidad de enviarlo al aeropuerto y al exilio en Cuba.»
Martha Cehelsky (Habla Arbenz. Su juicio histórico retrospectivo. Revista Alero, Revista Alero, No.8, 3a. época. Septiembre Octubre. 116124 p.) presentó las declaraciones de Arbenz sobre este caso, con lujo de detalles. Según Bálcarcel Ordoñez (Guatemala: Democracia y Dictadura. Reflexiones críticas. I parte. Revista Cuadernos Americanos, Vol. CCXLVII, Año XLII, EneroFebrero, 1982. México, D. F. 2358 p.) el mayor Arana es simplemente sorprendido en un trasiego de armas no registradas por el ministro de la defensa y desconocidas para la presidencia, ordenándose su captura y al presentar resistencia armada resultó muerto (1948). De acuerdo con Galich (1967), Arana muere simplemente por conspirador. Inmediatamente después de este hecho, que tuvo como escenarios el club de oficiales «El Morlon» para el caso de la reunión conspirativa y el desenlace fatal que para el Mayor Arana tuvo el intento de su captura en el Puente «La Gloria», ambos en Amatitlán; se desencadenó un levantamiento armado, que de acuerdo con Bálcarcel, estuvo acuerpado por las fuerzas comprometidas con las transnacionales, con la oligarquía desplazada, y directamente con la política norteamericana. El intermediario de estas fuerza era Mario Méndez Montenegro. Galich, también está de acuerdo, y lo señala como uno de los jefes del frustrado cuartelazo. Para Bálcarcel, se trataba de uno de los primeros cuadros dirigentes del proceso que defeccionaban para servir al imperialismo. Arbenz Guzmán deja en claro (en el trabajo de Cehelsky) la forma como enfrenta, como ministro de la defensa, este levantamiento que organiza, dirige y elude con maestría. Obviamente, no lo hace individualmente, sino con el concurso de las clases populares, las que fueron armadas en los cuarteles consecuentes con el gobierno. Las fuerzas proimperialistas levantadas se rindieron, dejando una cauda de muertos, entre ellos muchos trabajadores. El pueblo armado los derrotó en un día y una noche. La división al interior del ejército estaba consolidada, un cuartel cobijó a estas fuerzas. Como epílogo a este suceso, Weymann Fuentes tiene el mérito de señalar, con acierto, que la muerte Arana no era lo planificado, » ..y a raíz de este infortunio, se inició una serie de controversias sobre la responsabilidad de su muerte, siendo el principal blanco Jacobo Arbenz, asunto que Arévalo nunca aclaró ante la opinión pública, dejando en tela de duda la responsabilidad del hecho.»

En cuarto lugar, ya se ha dicho, de la necesidad existente del estudio científico de los intereses de los grupos y clases sociales y su correspondencia con los partidos políticos. El estudio de la historia de los partidos políticos existentes en la década revolucionaria no ha sido realizada todavía de una manera sistemática. Por ejemplo, hace falta un estudio de los sectores y partidos que conformaron El Frente Democrático Nacional. El caso del Partido Comunista, en este sentido, es quizá la excepción. Antonio Obando Sánchez (Memorias: La Historia del Movimiento Obrero. Ciudad de Guatemala: Editorial Universitaria. 1978.), el legendario líder obrero, escribe sobre los orígenes del Partido en la década de los veinte, relatando las vinculaciones del mismo a la Internacional Comunista (COMITERN). Recientemente, Arturo Taracena Arriola (El primer partido comunista de Guatemala [1922 1932]. Diez años de una historia olvidada. Anuario de Estudios Centroamericanos, Universidad de Costa Rica, 15{1}: 4963 p. 1989.) ha hecho una investigación sobre los años iniciales del partido y las principales tendencias dentro del mismo (Presencia Anarquista en Guatemala entre 1920 y 1932. Revista Mesoamérica, 15. Junio de 1989. 123 p.). Por su vez, Bálcarcel Ordoñez (La primera celebración del dia del trabajo y las formaciones iniciales de la conciencia de clase obrera en Guatemala. Revista Cuadernos Americanos, Vol. CCXXX, No. 3, MayoJunio 1980. 159175 p.) narra el desarrollo de las actividades del partido proletario y la formación inicial de la conciencia de clase obrera entre 1920 y 1932, año en el cual es cancelado por Ubico. Este mismo autor, además, ha ensayado un análisis histórico del Movimiento Obrero en Guatemala desde 1900 hasta 1977 (El Movimiento Obrero en Guatemala. En Historia del Movimiento Obrero en América Latina. México, D. F.: Siglo XXI, editores, S. A. de C. V. Coordinador Pablo González Casanova. Vol. II. 1985. 960p. 319p.) acercándose a los años de mayor crisis. No obstante, todavía no se ha estudiado la historia del desarrollo de las ideas al interior del partido, lo que a manera de hipótesis, pudiera darnos algunas respuestas sobre el apoyo que el PGT le brinda al tipo de desarrollo capitalista que el gobierno de Arbenz trata de imprimirle a la sociedad guatemalteca. ¿ Cual era la concepción de desarrollo que se tenía? ¿ lineal o en espiral ? ¿ Cual la percepción sobre el estadio de desarrollo que la sociedad guatemalteca había alcanzado en la década de los cuarenta? ¿ Era una sociedad «colonial», «feudal», «semifeudal», «precapitalista», «capitalista» o qué? ¿ Era factible el «desarrollo capitalista independiente» dentro del marco de la producción y reproducción del sistema capitalista mundial?

En un ensayo reciente, Carlos Enrique Arriola Avendaño (La Lucha de Clases durante la Revolución Guatemalteca 194454. Revista de la Universidad de San Carlos, No.7, Septiembre 1989. 934 p. 82p.) alude con relación a lo tratado anteriormente que «ni aún el programa y documentos del PGT planteaban el socialismo sino como tarea de larguísimo plazo, responsabilidad para otras generaciones. Nosotros los comunistas afirmaba José Manuel Fortuny, Secretario General del PGT reconocemos que en razón de sus condiciones especiales, el desarrollo de Guatemala deberá realizarse por algún tiempo por la vía capitalista».

En otros países se ha estudiado la influencia de las ideas y del tipo de materialismo histórico que la Internacional Comunista enseñaba a los lideres de los partidos nacionales. En el caso del Brasil, el recientemente fallecido líder comunista, el histórico, Luis Carlos Prestes, señaló la influencia de la corriente dogmática stalinista del materialismo histórico en el pensamiento e interpretación del origen y estadio de desarrollo de la sociedad, realizada por la dirigencia partidaria y por tanto en la estrategia a seguir, a nivel de la praxis. Don Luis Cardoza y Aragón (El Río. Novelas de Caballería. México, D. F.: Fondo de Cultura Económica. 1986. 898p.) ha dicho que en Guatemala el atraso del partido era el atraso nacional, hipótesis a ser verificada. En ese mismo libro, el intelectual cuenta del envío anónimamente de una docena de » Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana » de Juan Carlos Mariategui (1935) a ciertos jóvenes que pensó ilustrarían. Un trabajo clásico por excelencia, para quienes tengan la pretensión de conocer cuestiones básicas sobre la especificidad del desarrollo capitalista en los países de desarrollo no originario.

Una quinta cuestión, se refiere a las relaciones diplomáticas que los gobiernos revolucionarios mantuvieron con la Unión Soviética. En esta cuestión Weymann Fuentes se equivoca al afirmar que durante los diez años del movimiento democrático, no se establecieron relaciones diplomáticas ni militares con Rusia o cualquier otro país del bloque socialista. Cardoza y Aragón (1986) relata que fue nombrado ministro en Noruega, Suecia y la URSS, por el gobierno de Arévalo Bermejo. Mario Monterforte Toledo (Los actores del movimiento nacional 19441954. Revista de la Universidad de San Carlos, No.7, Septiembre 1989. 58 p. 82p.) afirma que en el Congreso de la República , » en la primera legislatura, la derecha cohesionada en un solo frente obtuvo el 26.5% de las curules y en la segunda (1947), el 18.7%. En seis años, los comunistas subieron de dos a cinco (diputados)», mientras que Weymann Fuentes afirmó que eran cuatro los diputados del PGT en el Congreso. En torno a las relaciones militares, únicamente tenemos informaciones de la compra de armas que Guatemala realizó a Checoslovaquia, por causa al embargo norteamericano, que fue capitalizado propagandísticamente por la CIA en el caso del barco sueco «Alpheem».

Una sexta cuestión, lo escrito por Weymann Fuentes con relación a Carlos Manuel Pellecer es básicamente cierto aún cuando omite un dato que revelaría totalmente su comportamiento y proceder radical en extremo, lo consignado por Phillip Agee, en su libro «The CIA diary». Es claro que la propaganda imperialista presentó, a los ojos del mundo, al presidente Arbenz como siendo comunista (el carne cruda asturiano de nuestro epílogo), lo cual de acuerdo a la mayoría de investigadores sociales citados, es una clara tergiversación de los hechos reales.

En séptimo lugar, hemos mencionado que autores, básicamente norteamericanos, como Immermann, Gordon, Jonas Bodenheimer, Schlesinger y Kinzer, han estudiado fundamentalmente los factores externos que determinaron la caída del gobierno de Arbenz en 1954. Recientemente, Gabriel Aguilera Peralta y Martha Elena Salguero (La Política Exterior de Guatemala durante el régimen de la «Revolución de Octubre» [19441954]. Revista de la Universidad de San Carlos, No.7. Septiembre de 1989. 3545p. 82p.) han planteado como la política exterior del período revolucionario fue congruente con los cambios que estaba experimentando el régimen político, expresando con fidelidad el interés nacional, reinvindicando y expandiendo la autonomía relativa de pequeños Estados en la órbita de potencias mundiales. Esta interesante investigación pone en evidencia la falta que hace una pesquisa exhaustiva de las «causas internas de la derrota» parafraseando a Galich. Este autor ha señalado como causas, haber dejado intacto al Ejército Ubiquista y a la clase dominante de los barones del café, los terratenientes semifeudales dependientes del imperialismo norteamericano, y a la ingrata tarea jugada por los partidos «revolucionarios». La traición del ejército y de los «hombres de Arbenz» ha sido ya esbozada por Edelberto Torres Rivas (Crisis y Coyuntura Crítica: La caída de Arbenz y los contratiempos de la revolución burguesa. Revista Mexicana de Sociología, Vol. 41, No.1, EneroMarzo. 297323 p.). La orden de Arbenz, girada a sus subalternos, para que se armara al pueblo no fue obedecida. Las fuerzas populares sí acudieron al llamado, tal lo consignan con unanimidad Bálcarcel, Galich y Torres Rivas. El papel jugado por el PGT en el momento de la renuncia, el rol de José Manuel Fortuny y el de Doña María Vilanova de Arbenz en este momento, han sido tratados únicamente por Bálcarcel Ordoñez (1982:5358p.). Por último resta la pregunta pivotal: ¿ Por qué no se luchó?. Galich escribió que «el derrumbe sin lucha de 1954 fue el mayor desastre que el pueblo de Guatemala haya sufrido en la historia moderna». Este hecho habría de marcar la conciencia de muchos latinoamericanos, siendo estudiado en muchos países del continente como un ejemplo clásico del aplastamiento de un proyecto nacional e independiente de desarrollo capitalista realizado por el Estado estadounidense y los sectores conservadores del país. La conciencia de un joven médico argentino que asistió in situ la caída de Arbenz habría de ser marcada para siempre, tal como él mismo consignara en alguno de sus escritos: era la de Ernesto Guevara. En la década de los setenta, un presidente constitucional electo popularmente, que sin duda conocía la «lección de Guatemala», el chileno Salvador Allende, habría de caer luchando al lado de su guardia presidencial ante un cuartelazo militar, apoyado de nuevo por las fuerzas imperialistas y nacionales del capital.

Al comentar la pregunta que Weymann Fuentes se hace al comienzo de sus artículos: » ¿ es acaso que no hemos aprendido mayor cosa de nuestra historia ? Personalmente me inclino a lo último, somos unos analfabetas de la historia de nuestro país. Es necesario investigar aún más para descubrir y opinar sin pasiones ni radicalismos.» En este particular, creo necesario diferenciar entre los verdaderos analfabetas de nuestra historia y los historiadores que escriben la historia «oficial». Los primeros fueron fácil presa de los segundos. El economista Juan Roberto Brenes se inserta en el primer caso, tal como lo escribiera recientemente (Who’s Brenes. Revista Economía, No. 104105, AbrilSept 1990, 2993p.). Hay algunos, como el analista económico, José Molina Calderón (Suplemento EconómicoFinanciero. Diario Prensa Libre, 25/7/1990. Pág. 2), tan sui generis, quizás causado por su alejamiento de los círculos académicos y científicos de su alma mater desde hace muchos años, que ni siquiera tiene una vaga idea de la discusión sobre la problemática del desarrollo del capitalismo en América Latina, que lo lleva a afirmar que la Facultad de Ciencias Económicas y las otras facultades de la Universidad de San Carlos de Guatemala, tomaron simplemente las ideas cepalinas agregándoles un toque marxista, que generaron todo un flujo de ideas, que es lo que más daño han causado a la economía guatemalteca. Esta forma de «interpretar» la historia económica, desde el inicio de la Cepal en 1949, trata de eximir de su responsabilidad a los verdaderos causantes del devenir histórico de nuestro país en los últimos 36 años, encubriéndolos, escondiéndolos, cual historiador «oficial». Esto nos coloca ante la tarea difícil de posicionarlo, entre los analfabetas de nuestra historia o entre quienes tratan de justificar la versión oficialista, a toda costa. Un ecléctico sui generis.

Por el contrario, ninguno de estos dos casos concierne al Licenciado Weymann Fuentes, cuyo intento es rescatar de la «conspiración del silencio» lo que realmente ocurrió, planteando desde el punto de vista de su formación, el papel que desempeñaron y que debieron haber jugado de una manera mucho más acentuada y conciente, los empresarios, anteriormente aplastados por Ubico, en el desarrollo capitalista impulsado por el gobierno arbencista.
Finalmente, Weymann Fuentes planteó discutir la legitimidad de un movimiento contrarevolucionario, que en 1954 significó el fin de la joven trayectoria democrática que Guatemala había iniciado, dando inicio a una serie de gobiernos militares prepotentes y represivos. Eduardo Galeano (Las venas abiertas de América Latina. México, D. F. : Siglo XXI editores, S. A. 1976) se pregunta quienes desencadenaron la violencia que nos ha arrasado desde 1954. Ahora, a la luz de lo que conocemos de esa historia, podemos responder que fueron los «ombres» vestidos, los que desnudaron a Arbenz, los «caballeros» trajeados de magnates, capitalistas nacionales o extranjeros, los «señores feudales» del trópico, terratenientes usufructuarios de la servidumbre por deudas, expoliadores de indios y ladinos, la pequeña burguesía oportunista que aliados con los funcionarios del Estado norteamericano en comando y la conspiración interna del ejército, decidieron optar por una vía de desarrollo capitalista, que según Cueva y Figueroa Ibarra, es la oligárquicadependiente, que por lo demás es la más lenta y dolorosa, toda vez que no incluye en su proyecto de desarrollo una ampliación vigoroza del bienestar económico de la mayoría de la población guatemalteca.

Como epílogo, cabe preguntarse: ¿ Porqué Jacobo Arbenz Guzmán engendró tantos odios, en la ahora clase dominante y tantos amores en la clase desposeída ? ¿ Porqué su descredito/arraigo histórico ? ¿ Porqué su rechazo «orquestado» en la ideología dominante? ¿ Cuales las razones de fondo para justificar la «conspiración del silencio»?

Arbenz murió en Ciudad Satélite, México, el 27 de Enero de 1971. Se intentó crear el mito que Carne Cruda (el diablo rojo del comunismo), el mismo del Torutumbo asturiano del «Weekend en Guatemala», era el violador de la indita niña. La virgen violada por el diablo. Ahora, empezamos a saber que actores sociales hicieron el papel de diablos. La niña virgen era la joven democracia guatemalteca. Resurge, sobre el mito, la figura de un hombre desnudo, viril y honesto. Carne Cruda, el fantoche creado y encarnado por sus progenitores, una bestia vestida. Un violador no castigado.
¿ Estará realmente juzgado por la Historia, el señor ex presidente Jacobo Arbenz Guzmán?

FUE PUBLICADO EN EL LIBRO «LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE: DIEZ AÑOS DE LUCHA POR LA DEMOCRACIA EN GUATEMALA». CIUDAD DE GUATEMALA: CENTRO DE ESTUDIOS URBANOS Y REGIONALES -CEUR- DE LA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA. 1994. II TOMOS.

* Eduardo Antonio Velásquez Carrera es Licenciado en Economía por la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Obtuvo el primer premio a la mejor tesis del año 1982 por su trabajo «El Pensamiento Económico de David Ricardo: Un análisis crítico sobre el excedente económico». Maestro en Teoría Económica por la Facultad de Economía y Administración de la Universidad de Sao Paulo, Brasil, en donde realizó estudios doctorales. Obtuvo por la defensa de su trabajo de tesis «Desarrollo Capitalista, Crecimiento Urbano y Urbanización en Guatemala, 19401984» un Magna Cum Laude, en 1989. De 34 años, es Profesor e Investigador Universitario y ha publicado ensayos sobre historia de las Doctrinas Económicas e historia económica de Guatemala en la Revista Economía del IIES USAC y en la Revista Presencia de la FCCEEUSAC.

Más notas sobre el tema