Mariana Pomiés, encuestadora uruguaya: «En un escenario de ballottage, el Frente Amplio perdería las elecciones presidenciales de Uruguay»

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A dos meses de las elecciones presidenciales uruguayas, la consultora Cifra anticipa un escenario riesgoso para el oficialismo. Según dicha firma, por primera vez en una década, los conservadores partidos Nacional y Colorado poseen una intención de voto mayor al centroizquierda oriental. Además, Pomiés advierte un crecimiento del novel Partido Independiente, más proclive a pactar con la derecha en un ya irreversible escenario de ballottage.

Uruguay elegirá a su nuevo presidente en apenas dos meses. En términos políticos, el vecino país tiene dos claros hemisferios. Una mitad de la población palpita con las consignas de la izquierda y el resto de la sociedad es, más bien, conservadora, o moderada. No siempre fue así. Antes de la victoria frenteamplista en el año 2004, los tradicionales partidos Nacional (o blanco) y Colorado se repartían el manejo de la administración pública en un esquema bipartidista pétreo, casi inexpugnable. Fue necesario, entonces, que todos los partidos de centroizquierda o de izquierda tradicional se unieran en un Frente Amplio (FA) para dar vuelta la historia. Por lo tanto, la última década –ganada para el FA, pérdida para la oposición– fue, electoralmente, una pulseada pareja pero con una mínima ventaja para el campo progresista. De esa verdad, nació una ley no escrita: el Frente necesita la mitad más uno de los votos porque, de otra manera, pierde ante la ineludible unidad de sus adversarios en el siempre probable escenario del ballottage. En ese sentido, según los últimos trabajos de la consultora Cifra, la franja más conservadora del Uruguay está ensanchando su peso en la intención de voto presidencial y, en consecuencia, el Frente Amplio estaría perdiendo algunos votantes. Se trata de porcentajes mínimos pero significativos en un país pequeño cuyo escueto padrón cuenta con lealtades consolidadas, reacias a migrar hacia el otro hemisferio.

–Comencemos con lo más urgente, ¿qué intención de voto poseen los principales partidos uruguayos de acuerdo con su última medición?

–Según nuestra última medición nacional, correspondiente al mes de julio, el tablero electoral se muestra bastante estable con respecto al escenario planteado luego de las internas partidarias. En ese sentido, el Frente Amplio sigue cosechando un 43% por ciento de intención de voto, seguido del Partido Nacional con el 30% de adhesión, más atrás el Partido Colorado cuenta con un 16%; por último, el Partido Independiente (PI) llega al 4%%, y cierra Unión Popular (frente de izquierda) con el uno por ciento de intención de voto. La mayor novedad pasa por el crecimiento del PI. Si bien se trata de un número pequeño, por primera vez estaría obteniendo una banca en el Senado. De esta manera, el oficialismo sigue perdiendo chances de continuar manteniendo la mayoría parlamentaria. Un hecho clave para la gobernabilidad de una administración que tiene poca posibilidad de tejer acuerdos legislativos con la oposición dada la brecha ideológica existente entre los dos bloques. Por último, es significativo que, por primera vez luego de mucho tiempo, la sumatoria de los votos blancos y colorados es superior al arco frenteamplista en una primera vuelta electoral. El escenario de ballottage lo estamos midiendo y aún no tenemos conclusiones definitivas pero, seguramente, los números entre oficialismo y oposición serán muy equivalentes.

–Según los números de su trabajo, el Frente Amplio está cediendo una pequeña porción de votos. ¿En qué campo social, ya sea fracción de clase, género o franja etaria, se está produciendo la mayor sangría de adhesión hacia el oficialismo?

–Nosotros leemos que el Frente Amplio sigue siendo hegemónico en Montevideo, que fue el primer bastión electoral del oficialismo. Pero, contrariamente, sigue siendo una minoría relativa en el interior del país, donde su intención de voto no supera el 41%, a diferencia de la oposición que, unida, trepa al 52% de adhesión. En síntesis, si bien no han variado los trazos gruesos del cuadro geográfico partidario del Uruguay, la popularidad del Frente en la capital ha retrocedido levemente. Igualmente, el apoyo al gobierno viene retrocediendo, fundamentalmente, en las capas de la opinión pública con un perfil ideológico de centro. Es en ese nicho donde se está produciendo el mayor desplazamiento de intención de votos desde el Frente Amplio hacia la oposición. Es decir, se trata de personas no comprometidas orgánicamente con el oficialismo, originariamente adherentes a las administraciones blanca o colorada y cuyas pulsaciones políticas moderadas nunca fueron, precisamente, de izquierda. En concreto, esos sectores hoy podrían votar por Luis Lacalle Pou (candidato a presidente por el Partido Nacional, hijo del ex Jefe de Estado uruguayo) en desmedro de Tabaré Vázquez (cabeza de lista del Frente Amplio).

–¿Existe alguna novedad en los temas que priman la agenda ciudadana y en su consecuente demanda electoral hacia los partidos de cara a octubre?

–La principal preocupación ciudadana sigue siendo la inseguridad. Claro, la problemática de la delincuencia, sobre todo juvenil, dista de ser una novedad porque ya marcó el vértice de la agenda en otros comicios. Pero, en ese sentido, la permanencia de dicha demanda complica más al oficialismo por su responsabilidad en la gestión. Luego, aparecen, aunque con mucho menos interés en la preocupación de la opinión pública, la calidad educativa y la crisis en el sector de la salud pública, donde surgieron serios casos de corrupción.
-¿La despenalización de la marihuana sigue teniendo cierto peso en el debate nacional?

–Ese tema, al inicio de su presentación en el Congreso, tuvo cierto costo para el oficialismo porque muchos sectores de la población se mostraban desconfiados con la iniciativa. Sin embargo, ahora observamos que no es un eje gravitante en el escenario electoral.

–El gobierno presenta como candidato al ex Jefe de Estado Tabaré Vázquez, quien, en su momento, dudó con volver a embarcarse en la carrera política por “cuestiones de edad”. Según sus sondeos, ¿cómo toma la opinión pública la candidatura de Tabaré? ¿El ex mandatario logró reposicionar su figura en la góndola electoral o sus valores pasan por constituir, en criterios de marketing, una marca consolidada?

–Tabaré Vázquez es un candidato respetado transversalmente a nivel partidario. Por ese motivo, su candidatura es fundamental para el Frente Amplio porque le permite crecer y hacer pie en bases sociales poco vinculadas con los valores del centroizquierda. Pero, indudablemente, su avanzada edad (74 años) le resta fuerza de inserción a la hora de intentar instalar un discurso renovador.

–Por el contrario, los medios más influyentes recalcan la juventud del candidato blanco como una baza significativa y ausente en el mazo oficialista. Sin embargo, la poca experiencia en la gestión y el recoleto perfil de Lacalle Pou parecen mellar su popularidad. ¿Cómo decodifican las encuestas al candidato del Partido Nacional?

–Es indudable que el comando blanco está utilizando el valor de la renovación como estratagema principal de la campaña. En ese sentido, Luis Lacalle Pou es presentado en los spots como un candidato nuevo, poco contaminado con la compulsa parlamentaria y, en sentido, como una novedad dentro de una vidriera acotada, ya que los principales caudillos partidarios siguen teniendo una fuerte ascendencia en sus tribunas domésticas. Igualmente, el tramo más álgido de la campaña recién está comenzando. Por lo tanto, resta saber cómo se comportará Lacalle Pou en los debates televisivos y en las caravanas políticas por la capital y el interior, instancias donde él debuta. Por el contrario, Tabaré domina ese juego por haberlo transitado en más de una oportunidad.

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