Estrategia Nacional de Prevención del Embarazo de Adolescentes (México) – Por Rocío García Olmedo

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México es uno de los países con las tasas más altas de embarazo de adolescentes, según datos de la OCDE, en el rango de edad de mujeres adolescentes entre 12 a los 19 años, la tasa de nacimientos en 1997 fue de 16.9 por ciento, para 2012 esta cifra aumentó a 19.4%, y para el año 2013, 467 mil menores de 20 años se convirtieron en madres.

Estos datos sustentan la urgencia de instrumentar una intervención derivado de que el embarazo en las adolescentes ha pasado de ser un problema de salud a un problema social en México, que ha traspasado enfoque de la salud, por sus múltiples consecuencias.

Algunas de estas consecuencias se traducen en la deserción escolar, el mayor número de hijos/as, desempleo, fracaso en la relación de pareja, ingresos inferiores de por vida como parte de los impactos psicosociales de los embarazos en la adolescencia. Pero en materia económica este problema es la puerta de entrada o un reproductor del círculo de la pobreza que contribuye a perpetuarlo y a la feminización de la pobreza, cuyas consecuencias alcanzan no sólo a las mujeres adolescentes, también a su hijo/a, a su pareja, a su familia y a la comunidad en general, de manera que incide en el desarrollo social en general.

Incluso el embarazo de adolescentes es considerado como una de las situaciones que mejor evidencian las inequidades sociales, de justicia y de género.

De ahí la importancia de que el gobierno federal haya diseñado una Estrategia Nacional de Prevención del Embarazo de Adolescentes, de largo plazo, que tiene como objetivo reducir la tasa de fecundidad entre jóvenes de 15 a 19 años hasta en un 50% para 2030, y evitar embarazos de niñas menores de 14 años.

Sin duda un gran reto, que establece una alianza estratégica entre instituciones del gobierno federal involucradas (Salud, Educación, Desarrollo Social, entre otras) de manera que coordinadamente establezcan intervenciones concertadas para su atención; pero que se construye además, con las opiniones de las y los adolescentes, y fundamentalmente, prevé la corresponsabilidad no sólo entre las instituciones federales, también con el resto de los niveles de gobierno, con los padres y madres de familia, profesores y profesoras y fundamentalmente con las y los jóvenes de México, de cara a la aplicación de una política nacional para enfrentar la problemática social.

Destaca que esta Estrategia Nacional de Prevención del Embarazo de Adolescentes fue formulada con perspectiva de género y derechos humanos. Ello justamente permitirá que los hombres, reconozcan la responsabilidad que adquieren al tener una vida sexual activa -como bien mencionó el Presidente Enrique Peña Nieto- “Evitar embarazos no es sólo responsabilidad de las mujeres, los varones también son responsables” ello sin duda, constituye un paso más hacia la erradicación de la cultura machista todavía tan arraigada en nuestro país.

Ocho ejes rectores y 90 líneas de acción conforman esta Estrategia Nacional de Prevención del Embarazo de Adolescentes encaminada a reducir el embarazo de adolescentes, que encuentra sustento en la Convención de los Derechos Niño, en el Plan Nacional de Desarrollo (PND 2013-2018) y que contribuirá a cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) en el marco del Programa Nacional para la Igualdad de Oportunidades y la no Discriminación contra las mujeres 2013-2018 (PROIGUALDAD 2013-2018).

Bien señalaba Phumzile Mlambo-Ngcuka, Directora Ejecutiva de ONU Mujeres en su reciente visita a México “No podemos permitirnos el lujo de perder el potencial de una nueva generación de mujeres” (Diciembre, 2014)

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