Venezuela, un callejón sin salida – Diario Los Tiempos, Bolivia

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región

Ante la falta de vías de salida, lo más probable y deseable es que, siguiendo el ejemplo del ya inaugurado proceso de transición en Cuba, las partes involucradas opten por la negociación

Aunque ya han transcurrido varios años desde que comenzaran a verse las primeras señales del fracaso del proyecto político y económico que bajo el rótulo de “Socialismo del Siglo XXI” se quiso imponer en Venezuela, las dudas e incertidumbres sobre lo que a ese país le depara el futuro no hacen más que multiplicarse con el transcurso del tiempo y con cada nuevo giro que da su crisis.

En términos económicos, hasta las más pesimistas previsiones ya han sido superadas y no se vislumbra en el horizonte ni la más remota posibilidad de una recuperación. Y algo muy similar ocurre en el plano político, pues el deterioro del régimen y de sus bases de legitimidad ha llegado a extremos inusitados, a pesar de lo que aún no se ve algún factor capaz de poner límite al descenso.

A tales circunstancias se ha sumado recientemente la decisión de Barack Obama de declarar al régimen venezolano como una amenaza para la seguridad nacional de EEUU, lo que ha introducido un nuevo elemento a un proceso de por sí complicado.

Desde cierto punto de vista podría verse en el gesto estadounidense, como de hecho lo hacen muchos observadores de la crisis venezolana, una especie de tiro gracia para un Gobierno moribundo. Esa hipótesis es abonada por la situación económica y sus proyecciones hacia el futuro inmediato, lo que supuestamente haría insostenible cualquier intento de preservación del régimen y sus fórmulas.

Sin embargo, si se observa más allá de las apariencias y más bien se toman en cuenta experiencias históricas similares, se podrá constatar que casos como el venezolano están lejos de responder a cálculos basados en la racionalidad económica y política. La historia contemporánea de Cuba, cuyo régimen logró sobrevivir durante muchos años a una debacle económica aún peor que la venezolana, pasando por encima de cualquier consideración política, es sólo un ejemplo de lo dicho. El caso venezolano, a pesar de las enormes diferencias, bien puede asemejarse a la larga agonía del régimen cubano.

Los factores que explican la inexistencia de un camino de salida a la crisis venezolana son muchos, pero entre ellos se destaca sin duda la incapacidad que hasta ahora han demostrado las fuerzas opositoras para abrirlo y despejarlo. Y como esa carencia está lejos de ser resuelta, tampoco parece cercano un desenlace. Por lo menos no uno enmarcada en los límites de la paz y la preservación de los valores básicos de la convivencia civilizada.

Tampoco puede esperarse, como los hechos más recientes lo demuestran, que esa salida sea abierta por una intervención externa y mucho menos si ésta proviene de EE.UU. Muy por el contrario, siendo la exacerbación de los sentimientos y resentimientos nacionalistas una de las bases de sustentación del chavismo, la participación de factores foráneos puede ser, más bien, un espaldarazo para el régimen.

En tales circunstancias, todo parece indicar que la impaciencia no es la mejor consejera. Y como a nadie conviene una escalada de violencia, lo más probable y deseable es que, siguiendo el ejemplo del ya inaugurado proceso de transición en Cuba, las partes involucradas opten por la negociación. Y para eso sí que puede ser no sólo útil sino imprescindible una bien administrada presión internacional.

Los Tiempos

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