Uruguay, la cuña del Sur – Por Eduardo Camín

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Al recorrer algunos años de nuestra historia nos damos cuenta del alcance de los compromisos generados por Uruguay en las últimas décadas. ¡Cuánto oscurantismo se sucede por un puñado de dólares más. Cuanta verborragia, cuanta confusión, cuanto engaño para sus incrédulas poblaciones.Recordamos en el 2005 cuando algunas organizaciones populares nos decían que hay que festejar porque no se aprobó el TLC en Mar del Plata. Y nosotros advertíamos sencillamente que se estaba preparando un nuevo tratado el TIFA´s con el cual no había grandes diferencias. Ahí nos dimos cuenta que más difícil que ser complicado es ser sencillo, la sofisticación y la ostentación tienen más prensa. Ser sencillo significa tener la capacidad de ver lo obvio cuando todos los demás están tratando de ver el otro lado de las cosas.

La sencillez es el arte de ser simple, directo entendible y sin afectación, porque lo sencillo es lo transparente, lo que es fácil, sin agregados ni artilugios y que nunca se llega a perder en el laberinto de las complicaciones. La sencillez se opone a la ostentación porque su cualidad esencial es no atraer la atención ni brillar, sino por el contrario anhela no ser notada y pasar desapercibida. El que es sencillo va directo al grano, no da vueltas sin razón para lograr lo que se propone y no se demora en detalles; porque es expeditivo y rápido para decidirse y no se detiene en análisis.

El que no valora la simplicidad confunde inteligencia con erudición, porque el erudito lo asombra con su locuacidad para tratar de impresionarlo ya que le importa poco si no lo entienden. Hay muchos intelectuales que no aprecian la sencillez, ni las explicaciones simples, porque desconfían de las fórmulas simples y prefieren conceptos engorrosos y análisis profundos, porque están convencidos que la realidad es demasiado compleja. Sin embargo, los descubrimientos más espectaculares se produjeron por casualidad, simplemente observando con interés los fenómenos simples de la vida cotidiana.

El 28 de setiembre de 2006, en la reunión del Presidente de la República Dr. Tabaré VÁZQUEZ con siete de sus Ministros de la época anunciaba que no se negociaría un TLC por la vía rápida. Que se adoptaría el formato de un TIFA´S (Trade and Investment Framework Agreement) que quiere decir Acuerdo Marco de Comercio e Inversiones. Fue planteado como un acuerdo a la “uruguaya” y como logro para “festejar” por quienes decían estar en contra de un TLC. URUGUAY fue atado al tratado firmado el 4 de noviembre de 2005 en la Cumbre de Presidentes (Tratado de Promoción y Protección Recíproca de Inversiones entre la República Oriental del Uruguay y los Estados Unidos de América. LEY Nº 17.943)

Ese acuerdo marco, que crea obligaciones jurídicas y que no fuera suficientemente discutido y mucho menos consultado a los “uruguayos y uruguayas”, hoy aparece como un elemento relevante. Algunas voces sindicales tardíamente se alzan, mientras que las Cámaras patronales y comerciales se regocijan. Pero la realidad es que estos tratados no respetan los derechos a la libre autodeterminación de los pueblos, destruyen los intereses nacionales, no crean condiciones de trabajo digno para los pueblos. En su momento recordamos que solicitamos un debate nacional, que se consultara libremente al pueblo. Pocos orientales realmente sabían a donde nos conduciría este camino de crear obligaciones jurídicas internacionales renunciando a nuestra soberanía nacional y a la expoliación de nuestros recursos naturales y materiales.

Reglas claras

La falta de información, su tergiversación o parcialización, no permiten la discusión de los efectos de estos tratados en los pueblos, con conocimiento de sus alcances y análisis crítico.

Al firmar el acuerdo marco del Tratado de Promoción y Protección de Inversiones (TPPI), la puerta fue abierta desde adentro del país. Lo que no se dice es que el marco legal que ya está vigente para las inversiones de nacionales norteamericanos alcanza a todos los sectores de nuestra economía, incluyendo todos los servicios (telecomunicaciones, transporte, vías de comunicación, finanzas, seguridad, agua potable, generación y distribución de energía, electricidad, educación, salud, etc.).

Lo que no se dice es que el Tratado de Promoción y Protección Recíproca de Inversiones entre Uruguay y EEUU pone a disposición de los inversores norteamericanos todos nuestros recursos naturales, su exploración, cultivo, extracción, refinería, transporte, y comercialización (Capítulo Definiciones, art. 1 sección A) sin necesidad de la firma de ningún otro acuerdo más.

Lo que no se dice es que en ese mismo instrumento jurídico están incluidas las contrataciones públicas (compras del estado). Lo que no se dice es que también ya está acordado acerca de los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio. Lo que se omite es reconocer la total disonancia de estos tratados en un “proyecto de país productivo y con justicia social”.

Según las palabras del presidente Vázquez del día 28 de setiembre de 2006: “El acuerdo comercial estaría contemplado en el marco del Tratado Recíproco de Inversiones vigente entre ambos países, donde se agregaría el tema en el capítulo Comercio de Bienes”. “En oportunidad que estuviéramos en Estados Unidos, a los inicios de mayo, nosotros ya habíamos manejado …el discutir un capítulo de intercambio comercial de bienes e incluirlo como anexo al Tratado de Protección de Inversiones,…Es decir, tenemos un Tratado de Protección de Inversiones Bilateral entre los dos países aprobado por ambos parlamentos”.

“Debemos recordar que en el Tratado de Protección de Inversiones el tema de comercio de servicios ya está contemplado, sería agregar el tema capítulo Comercio de Bienes. (…) Nosotros lo dijimos hasta el cansancio… No nos vamos a poner barreras ideológicas, los caminos pueden ser múltiples. El tema de inversiones lo tenemos resuelto. El comercio de servicios también lo tenemos resuelto en ese Tratado de Protección de Inversiones. Queda un capítulo que es el Comercio de Bienes que es donde Uruguay realmente está interesado en avanzar”.

“Así que, desde nuestro punto de vista, tiene estas ventajas como paso -si usted quiere- de repente intermedio a un TLC en un futuro equis, no inmediato”.

¿Acuerdo con EEUU será “a la uruguaya?

Ante este panorama, decimos que: 1. Nada ha cambiado. El reloj sigue corriendo. Estados Unidos tiene plazo para la aprobación rápida de un Tratado de Libre Comercio. La experiencia indica que los plazos no son suficientes, normalmente las negociaciones exceden ampliamente el año. Es más, la estrategia ha sido la de recorrer numerosas instancias para ir desgastando la oposición. Para lo cual necesitan tiempo.

2. Es fundamentalmente grave la Ley Nº 17.943 de 28.12.2005 Tratado Promoción y Protección Recíprocas de Inversiones R.O.U-EEUU, ya que las obligaciones y renuncias allí establecidas abarcan un espectro amplísimo dentro del concepto de inversión. En ese texto están todos los contenidos en un marco general, amplio, comprensivo, y abarcativo.

3. TIFA, por su sigla en inglés: Trade and Investment Framework Agreement, es un Acuerdo Marco de Comercio e Inversiones. Los TIFAs no son una especie nueva de engendros jurídicos al servicio del poder imperialista, neoliberal, y del capital multinacional. Son diferentes instrumentos para la aplicación dentro de un menú de posibilidades.

También se los ha utilizado para debilitar los movimientos y acciones desde los pueblos, distraer la tensión política en determinado momento, y llegar al mismo objetivo final, un Tratado de libre Comercio o similar, pero de forma encubierta, más gradual, desgastando a la oposición (de intereses políticos, económicos, culturales, ambientales) y logrando su objetivo más lentamente, en el momento menos esperado o más propicio.

Cómo funcionan

Dentro del denominado clima atractivo de negocios o favorable a la inversión, que traducido a los intereses de los ciudadanos significa renunciar a la soberanía, renunciar a sus derechos, permitir la expoliación de los recursos naturales, aceptar arbitrajes privados del Banco Mundial, donde los Estados son demandados por un inversor privado, donde se deben reformar los Estados para lograr la privatización (directa o indirecta, vía concesiones, asociaciones) de las empresas públicas rentables, donde desaparecen los monopolios de las empresas públicas rentables.

Luego de tener este clima como objetivo definido, se crea un Consejo de Comercio e Inversión (the “Council”) compuesto por representantes nacionales. Normalmente son los Ministros de Economía y el Representante Comercial de los Estados Unidos de América.

El Consejo establece equipos de trabajo para definir los contenidos para el acuerdo, que formará parte del marco legal ya aprobado (TPPI), el cual regula las condiciones.

Dentro de los objetivos de estos Consejos están: a) los de monitorear las relaciones de comercio e inversión, identificar las oportunidades desde la mirada de los inversores extranjeros; b) realizar consultas sobre aspectos específicos; c) remover barreras e impedimentos (por ejemplo realizar una “reforma del estado” posibilita la mayor negociación y oportunidades para los inversores) d) dar lugar al “consejo” y a la participación de los privados, (ámbito que les admite ejercer su influencia).

El TIFA es un cambio a la norteamericana

Es un formato que viene usando los Estados Unidos como paso previo para la firma de acuerdos bilaterales (BIT´s, TPPI, TLC). Normalmente constan de siete artículos que plasman un acuerdo marco para el funcionamiento de los diferentes grupos que irán negociando los bienes y servicios del acuerdo general. Estados Unidos los viene aplicando básicamente en Asia y África.

En nuestro caso, que ya tenemos vigente un Tratado de Promoción y Protección de Inversiones (TPPI) con los Estados Unidos, este Acuerdo Marco de Comercio e Inversiones (TIFA), es el ámbito acordado para iniciar las negociaciones específicas.

Pero respecto a las condiciones generales: Trato Nacional, Nación Más Favorecida, Expropiaciones e Indemnizaciones, Transferencias, Requisitos de Desempeño, Seguridad Esencial, Servicios Financieros, Solución de Controversias, Reestructuración de Deuda Soberana, así como todo lo referente a Contratación Pública (compras del Estado), Propiedad Intelectual, explotación de Recursos Naturales, ya está acordado en la Ley Nº 17.943 que aprobó el Tratado de Promoción y Protección de Inversiones (TPPI) con los Estados Unidos.

Ahí quedó definida una estrategia, una orientación política y económica que no es compatible con un modelo de país “productivo y con justicia social” y mucho menos con el ideario artiguista donde los pobres eran los más beneficiados. Los contenidos de éste tratado reflejan lo reclamado en algunas oportunidades por el Sr. Presidente Vázquez: “más liberalismo económico y político”.

Estos formatos de “acuerdos comerciales” responden a la más pura expresión de la ideología neoliberal e imperialista. Los rieles sobre los que está rodando el tren y la dirección que lleva, conducen a perpetuar el padecimiento y la marginación de los más débiles.

Su estrategia económica se basa en el gran MITO de que para “crecer” se necesita captar inversión extranjera, para lo cual se debe generar los “climas propicios” (liberalización y desregulación del mercado, apertura de las empresas públicas, flexibilización laboral y amplios privilegios tributarios para los inversionistas). Las consecuencias son a pesar de los auspiciosos pronósticos, aunque existiesen crecimiento de inversiones y del PBI, no se traducen en desarrollo, al contrario, lo que ocurre es un “crecimiento empobrecedor”, ya que disminuye el salario, aumenta el desempleo por aniquilación de otras actividades productivas y la precarización de las condiciones de trabajo (tercerizaciones, trabajos en zonas francas-maquilas en México).

Ningún artículo de esta clase de tratados considera el garantizar más y mejor empleo ni la distribución de la riqueza. Es más, en sentido contrario por el art. 8, “Requisitos de Desempeño” del TPPI, renunciamos a cualquier contrapartida que signifique un beneficio concreto, por ejemplo a exigir se garantice un mínimo de mano de obra nacional o de productos nacionales, que transfieran tecnología, que reinviertan aunque sea parte de las ganancias en el país, etc.

O sea, renunciamos a exigir aquellos beneficios por los cuales se nos argumenta que estas inversiones deben venir!!

Por dónde continuamos

Además de continuar el camino hacia un Tratado Comercial omniabarcativo, se pretende “negociar” como ha dicho el Presidente Vázquez, en los sectores referente a: carnes, lácteos, arroz, software, forestales. Parte significativa coincide con los intereses de las empresas multinacionales. Por ejemplo la norteamericana Weyerhausen (forestales), la industria frigorífica (de la cual más del 40% está en manos de capitales extranjeras), o del software (transnacionales) instaladas en zona franca. Es decir los intereses de ¿quién y de quiénes se ven favorecidos con estos tratados? La respuesta es muy clara: los intereses de las empresas transnacionales y de las oligarquías nacionales.

Pero como todo esto no les alcanza, para sentarse a negociar reclaman que se acepten los derechos de propiedad intelectual (algo así como permitirles patentar toda las expresiones de vida) en un formato, probablemente, OMC-plus, el e- comerce (comercio electrónico), que escapa de los acuerdos del MERCOSUR.

Merosur, el tratado y después

Los resultados de la estrategia geopolítica de los Estados Unidos respecto al papel reservado para Uruguay han sido eficientes y eficaces (para sus intereses). Y tener un aliado para debilitar la integración regional del Mercosur, ha sido quizás, la táctica más exitosa de los Estados Unidos. Quedó claro con la firma del Tratado de Promoción y Protección de Inversiones con los Estados Unidos en noviembre de 2005 en Mar del Plata.

Es increíble como las críticas al Mercosur desde el gobierno, han sido sobre las asimetrías existentes entre las economías de los socios fundadores mayores (Brasil y Argentina) y los menores (Paraguay y Uruguay). Sin embargo Uruguay nada dice de las asimetrías con Estados Unidos, ni estipula medidas de protección y salvaguardas suficientes para la economía nacional. En cambio otorga la clausulas de “Trato Nacional”, “Nación Más Favorecida”, “prohibición de Requisitos de Desempeño”, “libre circulación de divisas”, “Seguridad Esencial” -entre otras- a través del Tratado firmado en noviembre de 2005 en Mar del Plata.

Como dijo el desaparecido canciller Reinaldo Gargano en su momento, este tratado crea “un agujero tremendo” al Mercosur. El interés de Estados Unidos no sólo es comercial. Es estratégico. Necesitaba una cuña que le permitiera introducir la hegemonía militar en la zona, asegurar los privilegios de sus empresas (inversores), ganar un espacio para contrarrestar cualquier modelo (Mercosur u otro) que pudiera devenir en una interferencia a sus intereses y detener los planes de integración sudamericana como los propuestos por la Alternativa Bolivariana para las Américas promovida por Venezuela.

Uruguay al integrar el Mercosur está condicionado por lo convenido en el Tratado de Asunción. Los países miembros deben respetar el arancel externo común, por lo cual Uruguay no puede, sin el consentimiento de sus socios, avanzar en esta área (sin quedar expuesto a que lo expulsen o a retirarse).

Conclusión

El TIFAs Uruguay-Estados Unidos es un fruto del árbol envenenado. El marco jurídico prevaleciente es el del Tratado de Promoción y Protección de Inversiones Uruguay-Estados Unidos de América. Todo esto es más de lo mismo, es la profundización de las políticas neoliberales imperialistas.

El contenido para un Tratado de Libre Comercio se comienza a negociar desde ahora en las comisiones amparadas por el TIFA´s. Esta fue la forma más conveniente que encontraron para hacer lo mismo pero cubiertos por una estratagema frente a las voces que comenzaron a levantarse del pueblo y las limitaciones que le pusieron los socios del Mercosur.

Es una estrategia de camuflaje. Las máscaras del camaleónico tratado generan una cortina de humo Pero al igual que el sol no se puede tapar con la mano, no se pueden olvidar las manos que se levantaron en el parlamento a la hora de firmar el Tratado de Promoción y Protección de Inversiones. No importa la máscara que use el imperialismo, igual sigue chorreando sangre y lodo. Algunos ingenuos se preguntan entonces ¿por qué Uruguay es uno de los países más caros de la región?

*Periodista uruguayo, fue director del semanario Siete sobre Siete y colaboró en otras publicaciones uruguayas y de America Latina. Corresponsal en Naciones Unidas y miembro de la Asociacion de Coresponsales de prensa de la ONU. Redactor Jefe Internacional del Hebdolatino en Ginebra. Miembro de la Plataforma Descam de Uruguay para los Derechos Economicos sociales y medio ambientales. Docente en periodismo especializado sobre Organismos Internacionales.

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