Potosí, un espejo incómodo – Diario Los Tiempos, Bolivia

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Como ya se ha dicho, es difícil comprender la confrontación entre el Gobierno y los dirigentes del Comité Cívico Potosinista (Comcipo) ni los grados de violencia física y verbal a los que han llegado las partes. Felizmente, por la negociación entablada hay una gradual distensión.

Este conflicto, hay que recordar, se presenta luego de que el Primer Mandatario obtuviera en ese departamento alrededor del 70 por ciento de votación en las pasadas elecciones de octubre, y en marzo pasado se impusieran los candidatos del MAS a la Gobernación y a la mayoría de los municipios, incluyendo el de la ciudad capital.

Llama la atención, asimismo, que las autoridades no hayan advertido que la movilización potosina concitaba el apoyo de la población y que gran parte de las demandas fueron aceptadas por el Gobierno en negociaciones anteriores, sin que se cumplan las ofertas hechas.

Esto no significa, empero, que el pliego petitorio de Potosí sea fácil de atender. Se trata de demandas que se arrastran desde hace mucho y el hecho de que no hayan sido atendidas a plenitud por las limitaciones del Estado genera, pues, frustración más aún si hay un arraigado imaginario en sentido de que el país todo tiene una deuda con esta región. Sin embargo, el programa y la ideología del MAS han creado, luego de la época liberal, la esperanza en que el Estado volvería a asumir el desarrollo del país.

En este sentido, las demandas potosinas se encuadran integralmente en el programa original del MAS, pues responden a la concepción de que el Estado debe ser actor central del desarrollo del país y, obviamente, de sus regiones. Por tanto, no es una demasía pedir que éste construya una fábrica de cemento sin consideraciones económicas específicas (cuando, en verdad, podría ser una obra impulsada por empresarios o cooperativistas potosinos que, por lo demás, han acumulado bastante dinero en esta época de buenos precios de los minerales). Lo mismo con otras peticiones que, al no ser atendidas, han generado enconos, más aún si previamente fueron aceptadas.

Esta frustración debe aumentar al observar que el Estado ha decidido financiar proyectos de alto costo no en función a créditos económicos, sino a político-ideológicos; ejemplos al canto: la fábrica de urea en Bulo Bulo, un ingenio azucarero en

San Buenaventura, fabricas y aeropuerto en el Chapare o propuestas como la de construir un estadio de fútbol para 60.000 espectadores en Cochabamba. Es decir, obras que de acuerdo a los ideólogos del masismo se justifican por una visión estratégica y no por criterios económicos, que son los que se hace prevalecer en las negociaciones con Potosí.

Así, parecería que la actitud del Gobierno frente a Comcipo responde a la necesidad de tapar un espejo que difunde el cambio ideológico del MAS, como, por lo demás ha sucedido, también a guisa de ejemplo, en el caso del Tipnis o la resistencia a la constitucional consulta a los pueblos indígenas sobre intervención en los territorios en los que viven.

En este contexto, aparece como necesario para el MAS y la sociedad impulsar un proceso de sinceramiento que, vía la reconciliación y el diálogo, permita definir objetivos hacia los cuales avanzar en forma democrática y participativa.

Los Tiempos

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