Según cifras oficiales, en doce años el trabajo infantil se redujo del 15,6% al 2,6%

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Agricultura, comercio y ganadería son los 3 sectores en los que aún está presente la mano de obra infantil en Ecuador. Si bien la problemática sigue afectando a los niños, quienes deberían estar en casa jugando o en una escuela, en Ecuador hay buenas noticias.

En 12 años, el trabajo infantil se redujo en menores de 15 años de 15,4% a 2,6%. Los porcentajes provienen de las Encuestas Nacionales de Empleo, Desempleo y Subempleo realizadas por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) entre los años 2001 y 2013.

De igual manera los resultados demuestran que ha disminuido el trabajo de adolescentes 27,7% en el mismo período.

Según la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI) 2012, existen 360.000 niños y niñas menores de 18 años en situación de trabajo infantil, lo que representa el 8,6%.

Las cifras fueron expuestas, la mañana de ayer, en la presentación del estudio ‘Trabajo infantil en Ecuador: Hacia un entendimiento integral de la problemática’, desarrollado por el INEC y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).

Las provincias de Cotopaxi, Bolívar y Chimborazo registran una incidencia del 20% de trabajo infantil 15 años, según los resultados del estudio. (Ver infografía)

¿Cuál es el origen de la disminución? Grant Leivit, representante de Unicef, explica que la reducción de los indicadores se debe, principalmente, al papel regulador del Estado en el sector laboral, precautelando el cumplimiento de las normativas correspondientes que garanticen los derechos de los niños, niñas y adolescentes.

“Esto refleja un compromiso y política de Estado”, sostiene el experto, al tiempo de señalar que la erradicación del trabajo infantil involucra la participación del sector productivo (público y privado), así como la sensibilización de los padres, quienes en el caso del campo por ejemplo utilizan la mano de obra de sus hijos.

Sobre lo último, Leivit habla de “costumbres culturales” para referirse al factor sociocultural, donde la situación laboral y el nivel de educación de los padres son elementos clave para entender la situación. El representante de Unicef enfatiza que el primer paso para la erradicación del trabajo infantil es la voluntad política de parte del Estado.

Con esto coincide Alison Vascones, una de las autoras del estudio, quien reconoció que en la década del 90 se evidenciaba una falta de control y regulación en el sector laboral; lo cual deriva, entre otros aspectos, en el empleo de menores de edad dentro del sector productivo, al ser considerados como “mano de obra barata”.

El cambio de esta realidad, anota Vascones, ha sido posible por 3 factores, uno de ellos es el crecimiento y estabilidad económica del país en los últimos años.

“Es un régimen de crecimiento más inclusivo que capta más trabajadores adultos y capacitados, lo cual ha desplazado el trabajo infantil”, precisa Vascones.

El segundo elemento que menciona es el mejoramiento del sistema educativo fiscal, ampliando la cobertura y permitiendo que más niños y niñas tengan acceso a la educación de forma gratuita. Esto deriva en una menor deserción estudiantil.

Por último, destaca el rol que cumple el Estado para regular el ámbito laboral. Vascones indica que si bien el estudio muestra que los sectores de agricultura y comercio registran los índices más altos, con 66% y 15,5%, respectivamente, se realizó un importante trabajo de control que contribuyó a reducir el trabajo infantil, mediante normativas y acuerdos con empresas.

El trabajo infantil se define como aquella actividad que es peligrosa o dañina para los niños y niñas, que interfiere con el aprendizaje formal o provoca deserción escolar prematura, requiere de combinar la escuela con una cantidad excesiva de trabajo o no permite su desarrollo integral.

El actual Código del Trabajo (CT), en su capítulo VII, establece la prohibición del trabajo de niños, niñas y adolescentes menores a 15 años.

El código también señala que la jornada laboral para adolescentes mayores a 15 años debe ser no mayor a 6 horas diarias y 30 horas a la semana, siempre que no interfiera con su educación.

Pero tal como dicen las organizaciones a nivel mundial, incluyendo la Unicef, lo óptimo es que no haya ni un solo niño en las calles, fábricas o campos agrícolas trabajando.

Un dato que arroja el estudio es que todavía se emplean niñas para realizar trabajos domésticos en el hogar, la mayoría incluso no recibe remuneración.

Otro factor importante del informe es que se analiza la evolución de la incidencia de la pobreza por ingresos y su relación directa con el trabajo infantil.

Ambos indicadores tienden a la baja entre 2001 y 2013. Esta tendencia se presenta más claramente desde 2007, año a partir del cual la reducción del trabajo infantil y adolescente es más profunda que el descenso de las tasas de pobreza.

En las áreas rurales se trabaja cerca de 5 veces más que en las ciudades en el caso de los niños y las niñas (12,5% frente a 2,7%), y 3 veces más en el caso de las y los adolescentes (26,3% frente a 9,5%).

Tanto Vascones como Leivit proponen trabajar paralelamente en programas sociales con mayor énfasis en zonas específicas, como las rurales, ya que de acuerdo al estudio la mayoría de la población trabajadora infantil se concentra entre los quintiles 1 y 2, y están relacionados con la carencia de servicios básicos y de vivienda.

Los expertos coinciden en que la erradicación del trabajo infantil no consiste, únicamente, en que un menor de edad deje de laborar, sino que se reintegre lo más pronto posible al sistema educativo y tener acceso a la salud.

El Telégrafo

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