El voto argentino – Diario La República, Perú

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Las elecciones del pasado domingo en Argentina marcan el fin de la era Kirchner, protagonizada desde el año 2003 a través de tres gobiernos, uno de Néstor Kirchner y dos de su esposa y viuda, Cristina Fernández de Kirchner. Sea cual fuese el resultado de la segunda vuelta a celebrarse el 22 de noviembre, es evidente que en ese país se ha producido un giro de proporciones que da inicio a una nueva etapa, efectivamente incierta en la que la principal interrogante es si habrá más o menos estabilidad y gobernabilidad.

El candidato oficialista, Daniel Scioli, ha fracasado en su intento de ganar las elecciones en primera vuelta como era una real posibilidad hasta dos semanas antes de los comicios. Es más, también ha fracasado en su intento de ganar por un amplio margen a su principal contendiente, el ex intendente de Buenos Aires Mauricio Macri, que a la cabeza de una coalición conservadora desafió al kirchnerismo en su peor hora, acusado de corrupción, dividido y con una economía estancada.

La victoria pírrica de Scioli se mide por el hecho de que las primeras encuestas dan a Macri como ganador en la segunda vuelta. Es cierto que la última palabra no está dicha aunque se afirma la idea de que en Argentina se está gestando una nueva mayoría que no será peronista.

Se debate ahora en ese país las razones de este resultado. Existe un consenso en algunas de ellas, especialmente la división del voto peronista, la pérdida de votos en la gobernación de Buenos Aires, tradicional bastión peronista, por la insistencia de la presidenta Fernández de colocar allí a un hombre legal al proyecto, y la falta de un liderazgo claro del candidato oficialista en la campaña.

Es interesante la dinámica que operó en los últimos días de la campaña. El oficialismo se dejó arrebatar el discurso del cambio social que era el principal elemento de su propuesta, es decir, la continuación de las transformaciones que en 12 años impulsaron Kirchner y su esposa. En tanto, una coalición de fuerzas conservadoras logró impactar en un número apreciable de ciudadanos –la participación electoral subió 7%– a partir de valores precisos que importan en el voto ciudadano como la libertad, el combate a los poderes arbitrarios, más de una ocasión oscuros, y la necesidad de recuperar la senda del crecimiento económico que fue crucial en la victoria de Cristina Fernández el año 2011 con el 54% de votos.

En el resultado electoral han operado razones coyunturales y estructurales, las últimas de las cuales pretenden ser negadas por el oficialismo para reducir el asunto a un problema de gerencia electoral. Lo cierto es que el proyecto kirchnerista había llegado a su límite hace buen tiempo, testimonio de lo cual fueron las dificultades internas para la designación de candidatos y la falta de éxito en la búsqueda de alianzas.

El panorama que se abre en Argentina está lleno de interrogantes. La victoria de Scioli obligará a correcciones de un proyecto que ahora se sabe es rechazado por la mayoría de la población. El triunfo de Macri implicará el inicio de una fase en la que el diálogo y la convergencia, aun con el peronismo, dentro y fuera del Parlamento, serán esenciales.

La República

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