Los 90 minutos del presidente (Argentina) – Por Mariano Ali

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El ascenso de Macri como jefe de Estado de Argentina tiene implicaciones de fondo sobre las distintas corrientes políticas de esa nación. Más allá de los retos que tiene en el campo económico asume el difícil compromiso de construir una certidumbre que no esté cimentada en las prácticas neoliberales que destronaron a otros presidentes de esa república del sur. El liderazgo planteado por Cristina de Kirchner durante estos años impuso una línea protocolar a aquellos argentinos y argentinas que quieren acciones efectivas para su calidad de vida pero sin la parsimonia que tienden a ejecutar aquellos líderes que gozan más de un estilo gerencial de la tecnocracia y que se distancian de los acostumbrados líderes carismáticos que el Peronismo colocó por décadas como uso y ahora costumbre a los ciudadanos de esa nación. La forma de hacer política de la expresidente Cristina, su discurso, sus métodos para realizar alianzas y configurar un estado de bienestar dentro de un país capitalista y en medio además de un contexto regional que planteó en el clímax de su mandato enfocar su economía hacia otros derroteros muy distintos a los indicados por los multilaterales como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial, será una exigencia que deben administrar con cuidado el presidente Macri y sus asesores cuando traten al máximo de imprimirle un nuevo método de gestión que lo diferencie al planteado por la expresidenta Cristina.

La ausencia de fogosidad y vehemencia no son precisamente atributos de las maneras de hacer política en América Latina. Si algo tienen los argentinos es la reafirmación de sus reclamaciones desde las calles; en otrora, antes de la ola kirchnerista, esta actitud de las multitudes albicelestes significó el epitafio de muchos mandatarios de ese país que se jactaban de sus indicadores macroeconómicos pero que en lo micro y sobre todo en la urdimbre cultural que mueve a su plebe, tenían minada su popularidad de abismos irreconciliables. La Casa Rosada no es el sitial de los dioses del futbol mejor conocida como Bombonera, espacio donde Macri pudo rubricar sus primeros golpes de popularidad como presidente del Club Boca Júniors (1995-2007) entre cánticos de sus hinchas y los magistrales goles de Riquelme, Palermo y Tévez; pocos –así lo creo- vieron que detrás de cada copa ganada por ese popular equipo, se planteaba una estrategia nacional, tenía como impulso la consolidación de una visión de país que se fermentó en el césped de esa gloriosa cancha y sus agitados 90 minutos de pasión futbolera.

Más allá del fracaso de los delfines de Cristina con el fin de lograr una continuidad del kirchnerismo y amortizar los posibles daños que pueden generar este tipo de cambios de primera magistratura que por lo general siempre ponen en el tapete actitudes revanchistas del sucesor, la ahora expresidente se fue retando a Macri, se retiró no sólo con el muy difundido desplante protocolar de la transición, sino dejándole además un aura de advertencia como si se tratase más de una suplencia de 4 años o una ocupación momentánea mientras el kirchnerismo lame sus heridas y se recompone después de perder la Casa Rosada y hasta uno de sus principales bastiones políticos: la gobernación de Buenos Aires. Todo indica que Cristina aceitará sus cuadros de base y los enfilará a reaccionar desde las calles ante cualquier conato de tecnocracia o paquetazo neoliberal que traten de imponer desde la Casa Rosada bajo el leitmotiv de un “sacrifico momentáneo para una Argentina mejor”. Por otro lado pesa sobre los hombros de Macri saldar la “deuda” que tiene el gobierno de ese país con la estrategia para nuestra región diseñada por estadounidenses y que en tierras argentinas sucumbió por la irreverencia de los presidentes Kirchner, Chávez, Lula, entre otros mandatarios. Recordemos que fue en esa nación en noviembre de 2005 donde el ALCA no consiguió el apoyo necesario para ampliar la lista de Tratados de Libre Comercio impulsados por los EEUU para nuestra región ¿Será la Alianza del Pacífico el eje central de Macri para América Latina? ¿Mirará con ojeriza al Mercosur mientras esté el Presidente Maduro? ¿Tratará de saldar los tropiezos del ALCA en tierras Argentinas posponiendo, eliminando o modificando estructuralmente los convenios con Irán, Rusia, entre otras naciones que están bajo sospecha para los gobiernos de Estados Unidos e Israel?; todo indica que sí, por los momentos.

El Presidente Macri puede durar más en deconstruir lo hecho por el matrimonio Néstor y Cristina por 12 años, que instaurando una nueva visión de país; o, en un acto magistral de reingeniería política aplicaría la técnica de construir – destruyendo; es decir, erosionando el legado kirchnerista y tratando al tiempo de proponer su nuevo enfoque, esto, incluso con el más fino cinismo dándole no sólo la mano a Daniel Scioli (el candidato presidencial de la línea de Cristina), sino pidiéndoles además a los kirchneristas de base para que lo acompañen a tal empresa de arquitectura del poder. Nada que provenga del drama político nos debe sorprender y menos en América Latina donde lo pintoresco, la estridencia y los contubernios son “casi” una política de Estado. A Macri lo favorece un espíritu derechista que impera en el clima de nuestra región. El reflujo conservador amenaza con posicionarse a corto y mediano plazo desde primeras magistraturas con el fin de ponerle fin a más de una década de movimientos progresistas, indigenistas, nacionalistas, populistas que lograron proponer una nueva geometría del poder en este lado del mundo.

Más allá de que discursivamente el presidente argentino plantea que no se le encasille en la clásica dicotomía de “derechas” e “izquierdas”, Macri no puede negar su linaje político y menos el económico, el cual tiene como epicentro el haber tenido posiciones estratégicas en multinacionales y otro tipo de organizaciones no precisamente que tienen como valores primordiales el altruismo y la filantropía. Por ejemplo, según el portal Wikipedia, el presidente de Argentina “inició su experiencia laboral en la empresa Sideco Americana S. A., especializada en obras civiles, desempeñándose durante tres años como analista junior y posteriormente como analista senior. En 1983 fundó junto con su amigo Nicolás Caputo la empresa Mirgor S.A., de la cual Macri se retiró en 1994. En 1984 cumplió tareas en el Departamento de Crédito del banco Citibank de Buenos Aires. En el mismo año se incorporó a Socma, compañía de su padre que sintetiza la acción empresaria de las sociedades del Grupo Macri y desde 1985 en adelante se desempeñó como su gerente general. Después lideró la expansión del grupo en Venezuela y en Colombia, y en 1985 asumió como gerente general de Socma Inversora. Dos años más tarde, ya era vicepresidente ejecutivo de Sideco y al poco tiempo, presidente de Sideco Stone y de Vipcom, y vice de Perfomar SA y de Fernando Marín Producciones Publicitarias SA.”, agrega además este conocido portal en internet que “en septiembre de 2015 Macri declaró bajo juramento tener un patrimonio de 52 millones de pesos, con un crecimiento en el año anterior del 26%. de ese monto, 17,9 millones de pesos se encontraban depositados en dólares fuera de Argentina. Macri declara también haberle prestado $18,5 millones de pesos a su amigo, exsocio y empresario de la construcción Nicolás Caputo, hecho por el que ha sido criticado. Macri declaró también tener acciones en doce sociedades anónimas (Socma Cárnicos S.A., Molina Arrocero Río Guayquiraro S.A., E Costa S.A., Inmobiliaria Litoreña, Flour American Group, Meat American Group, 4 leguas S.A., Socma Farináceos S.A., María Amina S.A., Socma Corp S.A., Agropecuaria del Guayquiraro S.A., Yacylac S.A.), estableciendo el valor de las mismas en cero pesos al no tener cotización en el país”, indica el portal. Macri llega al poder con un espíritu de renovación generalizado y en algunos de sus discursos se le percibe como si la mayoría de los argentinos –más allá de lo que indicaron los resultados electorales- estuviesen ganados a esa idea. No ha escatimado en tender puentes con todos los sectores opositores que beben con cautela el vino que les ofrecen como un pacto de no agresión.

El tino macrista apunta a sumar a los Peronistas y no duda en tomar medidas al respecto: pese a los rumores que se tejieron en torno a una posible desolada ceremonia de asunción a la primera magistratura, el acto más bien estuvo marcado por la coexistencia incluso con aquellos que se creían no adversarios sino enemigos del ahora presidente. La estampa de los gobernadores de las 24 provincias, de éstas, 13 de ellas tienen un peso extraordinario en la tendencia Peronista y en el Estado-nación, va más allá de un objetivo consumando de mercadeo político y se convierte más bien en un reto ¿Podrá mantenerse esta confabulación de “enemigos íntimos” después de dos años de gestión?, lo dudo; tan próximo a los pactos o parte de su esencia o una etapa superior o inferior de los mismos está la traición. Recordemos que es política y en ella afloran siempre los intereses de las fracciones de poder y la unión sempiterna de estos es una quimera.

Las primeras medidas de Macri en materia económica están vinculadas al tema del agro, servicios y la relación dólar-peso, con lo cual pudiera deducirse a primera vista que el presidente muestra una aptitud pragmática para tratar de resolver lo que él y su equipo consideran prioritario; sin embargo, vemos que estas acciones no tienen la rigurosidad explicativa que le permita a los argentinos comprender lo que ahora se les plantea: la ejecución de medidas contrarias a las de Cristina pero sí con la aplicación del verbo muy al estilo de los gerentes contemporáneos quienes rigen más su productividad por el rictus de la eficacia de sus acciones y menos por la retórica; no obstante, al momento de escribir este artículo el levantamiento del cepo cambiario que planteó el día miércoles 16 de este mes el actual ministro de Hacienda y Finanzas Alfonso Prat Gay, ya generó las primeras reacciones adversas, por ejemplo, para la ex presidenta del Banco Central de Argentina, Mercedes Marcó del Pont, en declaraciones ofrecidas a medios argentinos enfatizó que “…la devaluación se trasladará a los precios, es una vuelta al endeudamiento”. A estas alturas muchos ven con cautela lo que Macri y su tren ministerial ya configuran y ejecutan; otros, como es normal fruncen el ceño y no escatiman en decir que están a la vuelta de un ciclo neoliberal matizado por las gestualidades de un gentleman que no para de sonreír en actos públicos como si todo lo que va a acontecer a corto plazo es “demasiado normal”. Otro punto álgido al que se enfrenta Macri es el vinculado con los perpetradores y cómplices de la dictadura militar y derechista que aún viven en esa nación dentro de un clima de impunidad y que en tiempos del kirchnerismo tuvieron sus escollos cuando, para sorpresa de muchos, fueron enjuiciados y sentenciados siniestros personajes como Videla ante los ojos de todos los argentinos y argentinas. Si bien es cierto que mucho se avanzó en los últimos años en materia de derechos humanos; aún en la memoria de ese país y de otras naciones que padecieron las acciones del Plan Cóndor sigue vigente el reclamo de las Abuelas y Madres de la Plaza de Mayo en estos tiempos donde después de tantos pesares, como un particular y accidentado milagro luego de retomar la vía democrática desde 1983 en esa nación sureña, algunas han corrido con la suerte de volver a ver aunque sea en el ocaso de su existencia, a quienes a días de nacidos fueron arrebatados de sus madres como parte de una política de exterminio planteada por Videla, Menéndez y sus acólitos hacia quienes estuvieron vinculados directa o indirectamente con organizaciones de izquierda. El axioma: presidente de derecha es igual a pacto de militares vinculados a la dictadura con empresarios, no es un aspecto que extraña a quienes temen que en medio de un discurso y acciones de buena gerencia tenga implícito el silencio de lo ocurrido. Vale subrayar por ejemplo la síntesis de algunos titulares de medios de comunicación que, estando ubicados en líneas editoriales distintas concuerdan que el requisito que imperó para conformar el tren ministerial del novísimo presidente fue el vínculo empresarial que estos atesoran; muestra de ello por ejemplo lo que afirma Wikipedia, portal de la red que indica lo siguiente: “ la cadena estadounidense CNN señaló que el primer gabinete de Macri destaca por el protagonismo de los empresarios y la procedencia de sus miembros, de universidades privadas argentinas y estadounidenses. El diario Página/12 subtituló una nota al respecto con el texto «lo mejor de cada casa», citando la canción de Joan Manuel Serrat «Las malas compañías”. El tiempo dirá cuáles de tantas promesas logrará consumar el nuevo presidente, el tiempo dirá si la coexistencia –para la gestión del jefe de Estado- entre Macristas, Peronistas y kirchneristas; entre otros del complejo coctel de tendencias que acrisola la nación Argentina, sólo fue una intensión de los primeros días que se diluyó por los intereses de cada fracción; el tiempo dirá si el presidente jugará los 90 min, llegará a tiempo extra o saldrá –como otros con mejores o iguales intenciones para los argentinos- antes del pitazo final, el tiempo dirá si el Macrismo fue sólo una expresión de aquellos cambalaches que ya estamos “mal-acostumbrados” en nuestra región y que rememoran la buena melodía de aquel viejo tango de Enrique Santos Dicépolo; sólo el tiempo lo dirá y sobre todo lo conoceremos desde los cánticos y consignas de las calles bonaerenses…

Por Mariano Ali, periodista venezolano-palestino, magíster en ciencias políticas.

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