Juan Grabois, dirigente social argentino y asesor en el Vaticano: “El campo popular tiene que purgarse del cáncer de la corrupción que no es un invento mediático sino una terrible realidad”

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Tiene 33 años, como Cristo al ser crucificado. Es abogado pero se lo conoce más como dirigente social. Es el principal referente de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), la organización vertebradora de la jornada de lucha que hace una semana puso cien mil personas en las calles de Buenos Aires para marchar desde la parroquia de San Cayetano, en Liniers, hasta la Plaza de Mayo, bajo la consigna de “Tierra, Techo y Trabajo” (las denominadas “3-T”), jornada que a su vez rescató la consigna de “Paz, Pan y Trabajo” esgrimida en 1981 por la CGT.

Hace un mes mantuvo un intenso y respetuoso (por su parte) cruce de palabras con Jorge Lanata, quien había emitido en su programa televisivo dominical “Periodismo para Todos” un informe en el que sostenía que la CTEP había recibido por parte del Estado unos 8 millones de pesos para construir cinco sedes sin haber rendido nada de las obras. Entonces Juan Grabois sostuvo al aire, en vivo, que eso era mentira, y que el productor radial ya tenía en sus manos la información suministrada por la organización donde se daba cuenta de que cuatro de las cinco obras estaban realizadas en un cien por ciento.

Para muchos es el “hombre del Papa” en la Argentina, aunque él no se cansa de aclarar que es un “simple consultor” del Consejo de Justicia y Paz del Vaticano, que preside un obispo africano al que dice conocer desde hace varios años. Según ha comentado en numerosas oportunidades, la relación con Jorge Bergoglio data de hace una década, cuando en 2005 presentaron un recurso de amparo para los cartoneros, en la búsqueda por abrir guarderías a contra-turno para el Movimiento de Trabajadores Excluidos. Fue entonces cuando el entonces presidente de la Conferencia Episcopal Argentina hizo una misa por los cartoneros y ellos le respondieron enviándole una carta de agradecimiento.

¿Te parece que tras la movilización de San Cayetano la CTEP, tal vez en alianza con otros agrupamientos, pueda llegar a constituirse en un nuevo movimiento social de masas que agrupe a ese precariado que parece ser el reverso de los avances sociales de la denominada “década ganada”?

Creo que ese movimiento ya existe y no sólo en la Argentina sino en todo el mundo. El descarte humano del capitalismo global se está moviendo en todas partes y comienza a luchar en modos diversos. Todavía no existe un proyecto unificado ni formas organizativas claras pero el planteo de la CTEP, es decir, la organización federativa de los trabajadores excluidos a partir de distintas actividades económicas populares de subsistencia, es un modelo interesante que se replica en otras partes. En la Argentina pega fuerte el programa de las “3-T”, que ofrece una perspectiva integral que combina la reforma urbana, la reforma agraria y la inclusión socio-laboral como horizonte de lucha.

“En la Argentina pega fuerte el programa de las “3-T”, que ofrece una perspectiva integral que combina la reforma urbana, la reforma agraria y la inclusión socio-laboral como horizonte de lucha”

¿Visualizas un camino de confluencia entre las organizaciones sindicales y las sociales como la CTEP, Barrios de Pie, la CCC y otros? Esa confluencia, de producirse, ¿implica por ejemplo la perspectiva de sumar a la CTEP a la CGT o la CTA o lo pensás más como confluencia de procesos diferentes?

Creo que sí, es posible y deseable la unificación de las organizaciones sociales y su integración dentro de un movimiento obrero organizado “ampliado”, como diría Gramsci. En qué central obrera se acumula todo este capital organizativo de los trabajadores estará determinado por la apertura que demuestren los propios dirigentes sindicales y el debate interno de la CTEP. Lo que sí me parece sustancial destacar es que la unidad es una tarea militante de primer orden y no debe confundirse con una opción ideológica o discursiva, mucho menos de afinidades políticas, sino de buscar el mayor nivel de representatividad posible de los trabajadores y construir un polo de reagrupamiento con poder suficiente para imponer una agenda popular aún en una coyuntura adversa.

Respecto del actual “momento Latinoamericano”, ¿cómo visualizas que pueden impactar las palabras y los mensajes como los que viene dando el Papa Francisco?

Los mensajes de Francisco son necesarios para la humanidad entera. En Latinoamérica, junto a la inestabilidad institucional, las desigualdades sociales, el atraso económico y la corrupción política existe una vitalidad y un sentido de la solidaridad que tiene mucho que enseñarle al norte adormecido. El paradigma tecnocrático capitalista viene del norte y tal vez las estructuras alternativas que permitan construir un futuro con justicia social lleguen del sur como este Papa del “fin del mundo”, o parafraseando a Mao Tse Tung, de la periferia al centro. Para ello el campo popular tiene que purgarse del cáncer de la corrupción que no es un invento mediático sino una terrible realidad y mucho daño le ha hecho a los procesos posneoliberales latinoamericanos, desde Venezuela hasta la Argentina, pasando por Brasil o Nicaragua. La austeridad tiene que ser un valor indisociable de la militancia popular porque la batalla es contra el sistema capitalista y hoy su centro neurálgico es la colonización del corazón humano a través del consumismo enfermizo y la adoración del dinero.

Revista Zoom

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