El único poder de Temer y las perspectivas del golpe – Por Jeferson Miola

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El único poder que Michel Temer aún posee es el poder de no renunciar. No logra reunir quórum ni para almuerzos o cenas en el Palacio, está sin credibilidad ni legitimidad. Temer, en fin, se deshilachó, fue tragado por las graves e indesmentibles acusaciones sobre sus crímenes.

La única causa de que no renuncie es que es mantenido por el PSDB. Cuando éstos –los llamados tucanos- se desbanden, en una hipótesis que podrá materializarse en breve, Temer llegará a su fin. Con su no-renuncia, lo máximo que consigue Temer es postergar la solución final, aunque queda aislado, sin poder de mando administrativo y mucho menos capacidad política.

Conforme a esta situación, se suma la irresponsable temerosidad de él y sus generales Eliseu Padilha (ministro jefe de la Casa Civil) y Moreira Franco (ministro jefe de la Secretaría de la Presidencia), que desesperadamente se aferran del foro privilegiado, mientras Brasil toma el rumbo de la depresión.

Temer no recibió el veredicto final solo porque las fracciones o facciones del bloque golpista aún no lograron consenso sobre el camino a seguir para la continuidad del golpe. Para ello, Temer es decartable. No es el gobierno de Temer el que está en juego, sino el futuro del golpe y la continuidad de la agenda antipopular y antinacional que propicia la recomposición de las tasas de rentabilidad del capital en patrones depredadores.

Una vez superado el desalineamiento táctico y momentáneo entre a la Red Globo y la fracción paulista –PSDB, FIESP, Estado de Sao Paulo y FSP –, el destino de Temer estará sellado.

Son tres las alternativas para desplazarlo, en caso de que insista en no renunciar: [1] su juzgamiento por crímenes comunes en el Supremo Trubuunal Federal ( STF), que debe ser autorizado por dos tercios de los diputados y cuyo plazo para juzgarlo podrá ser superior a 6 meses; [2] el processo de impeachment o juicio político en el Congreso, que podrá terminar en 2018; y [3] a casación en el Tribunal Supremo Electoral, que puede ser más rápida que las dos opciones anteriores.

Lo que unifica al bloque golpista para suceder a Temer no es una salida democrática, sino la elección indirecta de su sucesor por el Congreso ilegítimo, corrupto y comprado por las grandes empresas como JBS, Odebrecht, bancos, y el gran capital. El golpe no fue perpetrado para devolver el gobierno al campo progresista en la primera elección que ocurriera: fue concebido para durar al menos por los próximos 10 o 20 años.

La revelación de los escándalos no estaba en el cronograma; fue un accidente en el recorrido que precipitó la crisis de legitimidad del régimen.

El fin del gobierno de Temer, desde el punto de vista de los trabajadores, puede significar la abreviatura del golpe con la interrupción de la agenda antipopular y antinacional de las reformas que tramitan en el Congreso.

La convocatoria para elecciones anticipadas para el Congreso y para la Presidencia es la única salida democrática capaz de estabilizar el país. Solamente con el voto popular el próximo presidente tendrá la legitimidad necesaria para iniciar la agenda de reconstrucción económica y social del país y de restauración democrática.

La clase dominante diverge puntualmente sobre qué hacer con Temer, pero conserva la unidad estratégica inquebrantable en torno de la continuidad del golpe, y eso por ello que combate la tesis de las elecciones directas.

La democracia no hace parte del vocabulario de la oligarquía. Es esencial ampliar, por ello, la unidad entre los sectores democráticos de la sociedad brasileña e intensificar, profundizar y radicalizar, en las calles, la lucha democrática y popular por directas ya y por el fin del golpe.

(*) Integrante del Instituto de Debates, Estudios y Alternativas de Porto Alegre (Idea).Fue coordinador-ejecutivo del V Foro Social Mundial.

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