Entrevista a Camilo González Posso, presidente de INDEPAZ de Colombia: »El proceso de paz es un reconocimiento nacional pero aún continúan muchos factores de violencia que deben erradicarse»

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Quién es el entrevistadoCamilo González Posso es el presidente del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (INDEPAZ), conformado en 1984. En este diálogo con NODAL, González Posso analiza la situación actual que se vive en Colombia en relación al proceso de paz y a la conformación del nuevo partido de las FARC.

Por Pedro Brieger.

¿Qué es INDEPAZ y cómo ves el proceso de paz en Colombia?

INDEPAZ es un centro de pensamientos. Es un instituto que ha acompañado a diversos procesos de negociación, particularmente de solución de conflictos armados en Colombia, pero también ha trabajado apoyando a las comunidades en la formulación de sus clases de vida, de desarrollo y en la búsqueda de alternativas no violentas.

En Colombia, llevamos trabajando entre 25 y 30 años y también hay muchas organizaciones en la misma situación. Aquí hay una guerra atroz que afortunadamente está entrando en declinación por acontecimientos muy importantes y que compromete a la academia, a las organizaciones sociales y a muchísima gente que quiere la paz y que tiene que enfrentarse a otros que prefieren la guerra y el enriquecimiento proveniente de la misma. Este proceso de paz es un trabajo de muchos.

INDEPAZ plantea como eje el tema de la reconciliación y viendo aquellas imágenes del presidente Juan Manuel Santos y Rodrigo Londoño (más conocido como Timochenko), ¿cómo ves la relación entre ellos en todo este proceso? ¿Crees realmente que la reconciliación, a nivel político y de la sociedad civil, es posible?

Ese es un reto muy grande, sobre todo cuando ha existido una historia de odio y de guerra. Llevar a un país a 60 años de guerras con más de 10 millones de víctimas, solamente en los últimos 20 años, creo que requiere de una destrucción de cultura y eso es lo que ha pasado. Se ha alimentado mucho la identificación del ‘’contrario’’, no como adversario, sino como enemigo a destruir; entonces, hablar de reconciliación es hablar de un reto de todo un periodo histórico que tiene que pasar para acabar con el conflicto armado.

El proceso de paz es un reconocimiento nacional pero aún continúan muchos factores de violencia que deben erradicarse para comenzar con transformaciones democráticas. Sin esas transformaciones, sin reparación a las víctimas, sin una satisfacción a esos millones de personas que han sufrido la guerra, va a ser muy difícil culminar un esfuerzo de reconciliación. La reconciliación no es una obligación que se pueda decretar ni tampoco un acto o una ceremonia dramática de llanto entre víctimas y victimarios, sino que es una reconstrucción institucional y social de la sociedad después de 50 años de guerra.

Ya dispuestos a participar de la vida democrática, ¿Cuáles crees que van a ser las principales ideas de las FARC? ¿En qué se van a diferenciar de los partidos tradicionales? ¿Cuáles crees que van a ser las propuestas concretas como partido político?  

Primero se definen como una alternativa socialista. Siguen planteándose con un programa de ‘’democracia radical’’ para ponerle algún término, y en lo inmediato anunció “Timochenko” en su discurso cuando hicieron la ceremonia y la formalización de la dejación de la última arma de uso individual de los combatientes, que su gran esfuerzo es garantizar que se cumpla lo pactado porque en lo pactado hay acuerdos en materia rural de una reforma integral de apertura democrática y una serie de aspectos en justicia y por supuesto de satisfacción a las víctimas del tema del territorio y los recursos que han estado en el centro de todos los conflictos. Yo creo que allí tienen un punto central que no es fácil. En Colombia existe una frase que se repite y se ha repetido trágicamente que dice: ‘’Se le firma pero no se le cumple’’ y esa ha sido parte de la cultura institucional y también de la cultura popular y de la cultura contestataria porque se sabe que se firma y que no se cumple y que simplemente se prepara la siguiente batalla.  Ahora son otros términos, pero en esa línea está el planteamiento de las FARC que cae en el reto inmediato de formar un partido en el mes de agosto y de enfrentarse a las elecciones. Ya comenzó la campaña electoral para el Congreso de la República y la presidencia, que se realizará en marzo y mayo del próximo año respectivamente, y ellos tendrán que buscar opciones. Yo creo que van a presentar listas propias en algunas partes de su nuevo partido pero para la presidencia apoyarán a un candidato de coalición. Eso es lo que ha dicho hasta ahora la vocería de las FARC.

Creo que por ahí va la cosa. Son dos momentos: en 2018 las elecciones nacionales y en 2019 elecciones regionales y después allí se va a definir el mapa político y ellos van a hacer sus apuestas. Creo que estamos en una fase de reconfiguración política en todos los sectores.

Mencionaste la ultraderecha. ¿Incluís también al expresidente Álvaro Uribe que se opuso a este acuerdo de paz?

Sí, especialmente al expresidente Álvaro Uribe Vélez. Él es la cabeza visible de la postura de ultraderecha de planteamiento programático corporativo, que habla de refundar la paz viajando a un estado comunitario y sobre esto, expresa a los sectores más fundamentalistas desde el punto de vista de ciertas concesiones políticas alrededor de todos los aspectos de la economía y de la sociedad. Ha reagrupado a muchos, de lo que fue toda esta clase emergente, con pedidos de violencia que se apoderaron de tierras y que se enriquecieron de diversas formas, incluso ilícitas. Eso es parte de una polémica nacional y lo notable es la fuerza que ha tenido. El hecho de haber ganado en el plebiscito en rechazo al acuerdo firmado en la Habana es un signo tremendo. En las presidenciales pasadas, el candidato respaldado por Uribe, que no era una figura carismática, perdió las elecciones por unos centenares de miles de votos aunque ganó en la primera vuelta.  Entonces, estamos en un país dividido.  Pero creo que hay una conciencia nacional por la paz que es dominante. Hay una juventud que quiere la paz, pero se ha producido un divorcio entre la cultura urbana y las zonas rurales, que es donde el conflicto ha sido más intenso los últimos 10 o 20 años. En esos 400 municipios que son el 30% de los municipios, pero el 8% de la población, es donde se ha concentrado el conflicto, donde la gente más clama que pare la guerra, y en los centros urbanos se han refugiado 15 millones de campesinos desplazados. En los centros urbanos existe la sensación de una burbuja de otras violencias. Son centros de operación de algunos episodios violentos, pero no son centros de operación de la guerra. La gente del campo quiere la paz, la gente pobre, porque a los ricos les encanta la guerra. Esa es la realidad.

Se habla de Dilma Rousseff, que en su juventud militó en un partido de izquierda. Algunos afirman que fue guerrillera; el presidente Mujica en Uruguay, otro caso de militancia que también fue capturado y torturado por una dictadura militar. En ambos casos los dos llegaron a presidentes por la vía democrática. ¿Se puede buscar algún punto en común con estas dos experiencias, tanto de Brasil como Uruguay en este paso que toman las FARC para Colombia?

Poseen lenguajes comunes, de emplear la democracia, de establecer políticas de bienestar social como en Estados programáticos. Ahí hay un lenguaje de independencia frente a los centros de decisión mundial, de la globalización. Hay lenguajes de ese nacionalismo democrático que irrumpió en el continente y que tuvo diversas expresiones en Ecuador, en Bolivia, en Centroamérica y Venezuela, pero también está el desgaste de las mismas. Citando a José Mujica, a Rafael Correa y un tanto a Evo Morales ahí es donde se genera un debate muy oscuro, desafortunadamente, con una campaña mediática muy fuerte, entonces hay una vuelta hacia adentro. Colombia ha sido un país muy encerrado, poco internacionalista en cuanto a sus lenguajes, y yo veo eso. Todo el mundo toma distancia, nadie quiere hablar con nadie, pero aun así, creo que va a ser un discurso reformista el que va a primar en el lenguaje, en la búsqueda de una refundación de la izquierda. Colombia en la izquierda ha tenido unos fracasos tremendos y también se ha corrido al centro-derecha y a la derecha. Las grandes disputas están entre el centro-derecha y la extrema-derecha de Colombia, entonces existe el gran desafío de recomponer un lenguaje y de buscar otras alternativas.

*Esta es una versión de la entrevista original realizada en el programa de radio “Demoliendo Fronteras” de Radio10 (@radio10) , Argentina

 

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