La soja cambia el mapa de Brasil y su estatus agrícola en el mundo

12.021

La soja cambia el mapa de Brasil y su estatus agrícola en el mundo

Mario Osava – IPS

 “Es el clima, no la tierra, nuestra riqueza”, resaltó Antonio Galvan, presidente del Sindicato Rural de Sinop, un municipio instituido hace solo 37 años, cuya prosperidad se debe a la persistente expansión de la soja en Brasil.

Sinop, con 133.000 habitantes, es la mayor ciudad del norte de Mato Grosso, un estado del centro-oeste brasileño de fuerte expansión agropecuaria desde los años 70 y que hoy encabeza la cosecha nacional de la oleaginosa con 27 por ciento del total.

“Tenemos 14 a 15 millones de hectáreas de tierra disponible para ampliar el área sembrada de soja en un 150 por ciento en Mato Grosso, sin necesidad de deforestar”, aseguró Galvan desde Sinop.

Por ello “es una tendencia natural”, dijo, que Brasil supere pronto a Estados Unidos como mayor productor de soja, como prevén la Organización de Naciones Unidas para Alimentación y Agricultura(FAO) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en el informe “Perspectivas agrícolas 2017-2026”.

Las lluvias regulares, más o menos entre octubre y mayo, constituyen el principal factor del crecimiento agrícola en el norte matogrossense, explicó Galvan.

Además de la soja, también llamada soya, sembrada al inicio de las lluvias y cosechada unos cuatro meses después, se aprovecha el final del período lluvioso para una segunda siembra, en general algodón y principalmente de maíz, de que Mato Grosso también se hizo el mayor productor nacional en los últimos cuatro años.

Las tierras del estado, divididas entre la ecorregión del Cerrado, la gran sabana brasileña, y los bosques amazónicos, eran menospreciadas por su baja fertilidad hasta que se convirtieron en la nueva frontera agrícola.

Galván, procedente del extremo sur de Brasil, llegó a Sinop en 1986, aún en época de tierras baratas. “La soja era incipiente en Sinop cuando llegué, la economía local era solo ganadería y extracción de madera”, recordó.

En aquel año Mato Grosso cosechó 1,9 millones de toneladas de soja. Alcanzó 26,03 millones en 2016 y debe incrementarlos entre 11 y 12 por ciento este año, según la Compañía Nacional de Abastecimiento, del Ministerio de Agricultura.

Muchos de los migrantes sureños, que fundaron y poblaron Sinop, no comparten esa bonanza reflejada en un índice municipal de desarrollo humano de los más altos en el interior de Brasil. “Quebraron y volvieron a su lugar de origen”, derrotados por las duras condiciones de vida y de transportes en el inicio, lamentó Galvan.

El nombre de la ciudad proviene de la sigla de la empresa que “colonizó” la localidad, la Sociedad Inmobiliaria del Nordeste de Paraná (un estado sureño), comprando tierras, construyendo las primeras viviendas y calles y atrayendo familias a un ilusorio El Dorado.

Así se promovió la ocupación del oeste del país y de la Amazonia, en el norte, con la dictadura militar brasileña (1964-1985) estimulando una migración interna que diseminó la deforestación, los conflictos por la tierra, las masacres de indígenas y las epidemias de malaria.

La soja también marchó del sur al noroeste, más lentamente.

Rio Grande do Sul, el estado más meridional, inició su cultivo en 1914, por tener el clima templado, el único adecuado hasta entonces. La expansión ocurrió solo a partir de 1970, cuando la producción nacional aún se limitaba a 1,5 millones de toneladas.

En una década la cosecha se decuplicó y más que dobló en los años 90, avanzando hacia el norte hasta que Mato Grosso asumió el liderazgo en la cosecha de 2000.

Mientras se estancó la producción en el sur, se triplicó en Mato Grosso en lo que va de este siglo y se extendió a áreas antes inimaginables, como la región del Nordeste, incluidas sus partes semiáridas, y el húmedo norte amazónico.

La soja se convirtió en el principal producto agrícola nacional, al representar la mitad de la cosecha de cereales, leguminosas y oleaginosas, y los mayores ingresos por exportación, 25.325 millones de dólares en 2016. La economía y el mapa rurales de Brasil se alteraron radicalmente en ese proceso.

“El principal cuello de botellas para la expansión de la soja son la infraestructura y la logística. Dentro de las haciendas sigue el incremento tecnológico y la productividad crece, acercándose al promedio estadounidense de 3.730 kilos por hectárea”, evaluó Alexandre Cattelan, jefe de Transferencia de Tecnología de Embrapa Soja.

Embrapa (Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria), creada en 1973 por el Ministerio de Agricultura, es un complejo de 47 unidades especializadas, entre ellas la de soja, dispersas en el país.

Tuvo un papel decisivo en la adaptación de la soja al clima tropical brasileño con creciente productividad. La producción, con nuevas semillas y técnicas, se multiplicó por 6,17 veces, mientras el área sembrada aumentó 3,82 veces desde 1980.

Para superar a Estados Unidos, hay tierra y conocimiento, pero faltan carreteras adecuadas, puertos, ferrovías y almacenes suficientes, resumió Cattelan. En este año, con una cosecha récord, los almacenes están repletos y no hay lugar para el maíz que se empieza a cosechar.

La carretera BR163, que cruza la zona más productiva de Mato Grosso y llega hacia los puertos amazónicos, es el camino más corto para exportar soja y maíz local. Pero sigue con un tramo de 100 kilómetros sin pavimentar e intransitable en la estación lluviosa de la cosecha.

Semillas adecuadas y el uso de cal, fertilizantes y micronutrientes para mejorar el suelo ayudaron a expandir el cultivo al Cerrado, recordó Cattelan, agrónomo doctorado en microbiología del suelo.

La siembra directa, sin revolcar la tierra y cubriéndola con la paja, y la inoculación de bacterias que fijan el nitrógeno ambiente reducen costos y daños ambientales, como la contaminación de la napa freática, acotó.

Un freno a la producción de soja puede ser la desaceleración del consumo chino de proteínas, de 7,9 por ciento de aumento en la última década a 2,3 por ciento en la próxima, destaca el informe de la FAO y la OCDE.

El informe también prevé bajo crecimiento del consumo alimentario por persona en los países del Sur en desarrollo, de 1,1 por ciento contra el anterior 3,1 por ciento, y la estabilización del uso de aceites vegetales para hacer biodiesel.

Además, la expansión de la soja genera polémicas, especialmente por el uso intenso de semillas transgénicas y de agroquímicos, señaló Alice Thuault, directora adjunta del no gubernamental Instituto Centro de Vida (ICV), que actúa en el norte de Mato Grosso.

En 2011 un estudio identificó venenos agrícolas en la leche materna de muchas mujeres en Lucas do Rio Verde, un municipio vecino a Sinop.

La soja también fomenta la deforestación amazónica, aunque en proporción mucho inferior a la ganadería, que “ocupa 50 a 70 por ciento de áreas recién deforestadas”, según estudios locales, reconoció Thuault.

Además los cultivadores de soja, mayormente productores con grandes extensiones, dominan la política local y gobiernan según sus intereses, en desmedro de agricultores familiares, del ambiente y la salud pública. El exgobernador de Mato Grosso, Blairo Maggi, es actualmente el ministro de Agricultura.

Brasil será el mayor productor para 2026

De acuerdo al informe de Perspectivas Agrícolas 2017-2026 de la OCDE y la FAO publicado en julio de 2017, Brasil superará a Estados Unidos como el mayor productor mundial de soja en la próxima década.

El reporte afirma que Argentina y Brasil experimentaron la mayor expansión en las áreas de cultivo en los últimos diez años, sumando respectivamente 10 millones de hectáreas y 8 millones de hectáreas a las tierras de cultivo mundial. Durante los próximos diez años, se espera que la expansión de las tierras de cultivo se encuentre en un rango similar para estos dos países.

Se espera que la producción global de soja continúe expandiéndose, pero a un ritmo de 1,9% anual, lo que está muy por debajo de la tasa de crecimiento del 4,9% anual de la última década, y que la producción en Brasil crezca al 2,6% anual, el mayor crecimiento de los principales productores, ya que dispone de más tierras, comparado con Argentina (2,1% anual) y Estados Unidos (1,0% anual).

En consecuencia, la FAO proyecta que Brasil supere a Estados Unidos como el mayor productor de soja. De acuerdo al informe, las exportaciones de soja en 2026 estarán dominadas por Brasil y Estados Unidos, que juntos representan casi el 80% de las exportaciones mundiales.

Soja, concentración de la propiedad

Según el Instituto Brasilero de Geografía y Estadística la concentración de la tierra es estimulada por los principales cultivos de exportación (soja y maíz, sobre todo), por la profesionalización de los agronegocios (Cerrado) y el avance de la frontera agrícola hacia la Amazonia y el Cerrado. Con un crecimiento de más del 120% en la producción, la soja fue el cultivo que más se ha extendido durante ese período.

Cuando se compara el tamaño de las propiedades rurales entre estados productores de soja y el resto del país, se puede observar que en el estado de Mato Grosso y en Diamantino (grandes productores de soja), la propiedad de la tierra está más concentrada con respecto al promedio nacional.  Además, de acuerdo con el Censo Agropecuario de 2006, la soja representa el porcentaje más bajo  de agricultura familiar (16%), comparado con otros cultivos como la yuca (87% de la producción nacional aportada por agricultura familiar) el frijol (70%) el maíz (46%),  el arroz (34%), y el ganado vacuno (30% ). Otro aspecto es el arrendamiento de tierra de pequeños productores por grandes empresas como el grupo argentino Tejar, que fue el mayor productor de soja en Brasil en 2011 y 2012.

Además otra característica importante de la producción de soja es cuanto se modificó el tipo de producto exportado (grano, aceite o harina). La desgravación de las exportaciones  sobre las materias primas que daba ventaja al procesamiento interno del grano trajo como consecuencia la reducción en la proporción de exportación de productos procesados con la consecuente baja en empleos.

Asi mientras la producción de soja subió de 18,3 a 52,5 millones de toneladas entre 1985 y 2006, los censos agropecuarios de estos mismos periodos indican que el total de empleados en la actividad bajó de 1.694.000 a 419.000 en todo el país. Esto profundizó la especialización del Brasil  como exportador de recursos naturales.

El cultivo de la soja es entre de las actividades agrícolas, el mayor responsable de la deforestación en Brasil. En las últimas décadas, el Cerrado es el bioma más devastados por la expansión del cultivo de soja. Esto afecta también a la existencia del Pantanal que depende de la preservación del Cerrado en la Cuenca Alta del Río Paraguay, donde se encuentran las cabeceras de los ríos que forman tan importante bioma. Alrededor del 10% de la superficie plantada con soja en Brasil se encuentran en estas regiones de nacientes.

La expansión de la soja y el desplazamiento de la ganadería hacia la Amazonia (debido al crecimiento de la superficie sembrada con soja y caña de azúcar en otras regiones del país), son hace mucho tiempo, motivo de preocupación. El gobierno federal tomó una serie de medidas para frenar esta deforestación, como por ejemplo una mayor fiscalización, y el bloqueo de nuevos préstamos para actividades agropecuarias, principalmente ganaderas. El establecimiento de la moratoria de la soja, de la cual participan también el sector privado y organizaciones de la sociedad civil, es otro hecho importante. De acuerdo al Ministerio de Medio Ambiente el área sembrada con soja en la zona cubierta por la moratoria se redujo significativamente, a excepción del año 2013. Según Greenpeace, este reciente crecimiento se explica por los altos precios de la soja en el mercado internacional en el último período.

El Cerrado es el segundo bioma más grande de Brasil, ocupaba una superficie de dos millones de km2 (24% del país). Está en comunicación con otros biomas como Amazonia, Mata Atlántica, Caatinga, Chaco y Pantanal por lo que actúa como un corredor de elevada biodiversidad. Además, en él nacen las aguas que abastecen a tres grandes acuíferos y seis grandes cuencas fluviales: el Amazonas, Tocantins, el Atlántico Nororiental San Francisco y Paraná-Paraguay.

De la última depende la supervivencia del Pantanal, la llanura de inundación más grande en el mundo. Finalmente este bioma está formado por mesetas, lo que hace que sea también esencial para la producción de energía hidroeléctrica. Actualmente, el Cerrado concentra la mayor producción y la mayor tasa de crecimiento del cultivo de soja. Sin embargo, no recibe tanta atención como Amazonia. El Código Forestal Brasileño, que impone la conservación de un área ubicada dentro de la propiedad como reserva legal, establece al menos un 80% para Amazonia y sólo un 20% o 35% para el Cerrado.

La conservación del Pantanal está amenazada actualmente por la deforestación en la Cuenca Alta del Río Paraguay, como ya se mencionó, y por la construcción de la hidrovia Paraguay-Paraná, en el estado de Mato Grosso. Esta obra resultará en un estímulo para la expansión de la agricultura, y no sólo en las regiones de la meseta de la Cuenca del Alto Paraguay.

La Asociación de Productores de Soja y maíz de Mato Grosso (Aprosoja), estima que el uso de la hidrovia puede reducir el costo del transporte de la soja hasta en un 34% en un radio de 400 Km, lo que incluye varios municipios productores y fomenta nuevas fronteras agrícolas. Las obras viales adicionales, tales como la apertura, ampliación y pavimentación de carreteras, sin duda acelerarán el proceso de ocupación y destrucción del Pantanal.

 


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