La participación de las mujeres en el proceso de paz

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Las mujeres que negociaron los procesos de paz en Colombia «desde los márgenes»

El 26 de agosto de 2012 el presidente Juan Manuel Santos dio un aviso histórico: seis meses atrás había iniciado conversaciones secretas con la guerrilla de las Farc, encaminadas a construir un acuerdo que pusiera fin al conflicto armado. La foto inaugural de la mesa, el retrato de uno de los hitos más importantes en nuestra historia reciente, está dominada por la presencia de los hombres negociadores; las mujeres brillaron por su ausencia.

Las mujeres han sido protagonistas y víctimas de la guerra. Según el Registro Único de Víctimas, constituyen el 51% de las víctimas de desplazamiento forzado, el 47% de las de homicidio y el 82% de las de violencia sexual. Además, son aproximadamente el 40% de los integrantes de las Farc. ¿Por qué, entonces, la exclusión? ¿Cómo dotar de legitimidad a procesos que silencian las voces de los directamente implicados e impactados por ellos?

Negociando desde los márgenes. La participación política de las mujeres en los procesos de paz en Colombia (1982-2016), la reciente investigación de Dejusticia, se propone caracterizar cómo ha sido la participación política de las mujeres en los procesos de paz en Colombia. La investigación plantea que, de los 61 acuerdos firmados en medio de negociaciones entre representantes del Gobierno y de los grupos armados, desde 1982 hasta el presente, tan solo el 4% de las personas signatarias han sido mujeres. Además, el movimiento feminista y de mujeres ha encontrado numerosos obstáculos a la hora de posicionar sus reclamos en los escenarios de negociación; la interlocución con los centros de toma de decisión se ha caracterizado por la ausencia o cierre de espacios de participación y la carencia de representantes en las mesas.

¿Cómo ha respondido el movimiento feminista y de mujeres a este contexto? “La paz sin mujeres no va” fue la exigencia de las organizaciones de mujeres y feministas al presidente Juan Manuel Santos cuando inició los diálogos con las Farc. Y fue así como una negociación de paz que comenzó sin mujeres terminó con la creación de la Subcomisión de Género, con el nombramiento de dos plenipotenciarias, con un casi 16% de la mesa de negociación compuesta por mujeres y con la incorporación del enfoque de género como un principio transversal al Acuerdo final. Estos avances del actual proceso de paz no son fortuitos: el movimiento feminista y de mujeres ha movilizado diversas estrategias de incidencia para que la voz de las mujeres se escuche fuerte y clara en espacios en los que, en principio, está vedada.

Así las cosas, la investigación de Dejusticia es una apuesta por recuperar las memorias de algunas de las mujeres protagonistas de estos procesos; mujeres que cuentan cómo, desde sus movimientos y organizaciones, lograron impactar en los programas de las negociaciones de paz, aun cuando los espacios de participación estaban cerrados y sus reclamos eran vistos con desconfianza.

Los relatos de las mujeres del movimiento nos interpelan directamente a pensar cómo construir una democracia sólida y legítima cuando la exclusión sistemática de ciertos grupos sociales de los escenarios de toma de decisión ha sido una constante. Las negociaciones con los actores armados son espacios en los que se definen asuntos vitales relacionados con cómo superar la guerra y construir una paz con justicia social estable en el largo plazo. Esta apuesta se queda corta cuando la voz de quienes han sido protagonistas y víctimas de la guerra es silenciada.

Si uno de los objetivos de los procesos de paz es fortalecer la democracia y propiciar las condiciones para construir una sociedad más justa e igualitaria, entonces parece que nos ha costado cumplir con uno de los requisitos básicos para ello: incluir y escuchar las perspectivas, opiniones y experiencias de quienes han vivido las guerras en un contexto de desigualdad social que, en la mayoría de ocasiones, juega en su contra. La inclusión de las mujeres en las negociaciones de paz es un asunto de justicia; de escuchar los cuestionamientos y reclamos de un grupo social que, desde su diversidad, tiene mucho que decir sobre cómo construir una sociedad equitativa y en paz.

Negociando desde los márgenes también hace un llamado a no dar por sentados los avances alcanzados hasta ahora. Los retos son enormes: a pesar de que el enfoque de género es una perspectiva transversal al acuerdo de paz con las Farc, los ataques de quienes descalifican estos esfuerzos llamándolos “ideología de género” y las dificultades para que la presencia de las mujeres en escenarios de decisión sea paritaria, son desafíos que nos exigen a las mujeres alzar nuestra voz y seguir hablando fuerte y claro, especialmente hoy, para que la implementación del acuerdo no se olvide de los compromisos ya establecidos con el enfoque de género y con la participación de las mujeres.

El Espectador


Negociando desde los margenes


El aporte de las mujeres al proceso de paz

¿Qué significa la resolución 1325 para ustedes?

Al ser una resolución que pasó por el Consejo de Seguridad, las decisiones que se toman ahí son de obligatorio cumplimiento, que repercuten en la paz y seguridad de los países. Que se nombre a las mujeres por primera vez como agentes negociadores, que saben prevenir los conflictos, que reconstruyen el tejido social, que conocen las dificultades en los territorios, es un gran avance para hablar del desarme y nos coloca en una agenda que debe ser tenida en cuenta en un alto nivel.

¿Qué toma de la resolución 1325 la Liga de Mujeres por la Paz y la Libertad (Limpal) en Colombia, que usted preside?

Uno de los puntos que están incluidos en la resolución es el tema de la reincorporación de la perspectiva de las mujeres y del desarme, la desmovilización y la reincorporación (DDR). Desde el año pasado hemos venido posicionando un poco el tema del desarme desde las mujeres

Con el proceso de dejación de armas, ¿qué se encontró en el informe de este año?

Mujeres por el desarme, más vida, menos armas es el nombre del informe. Sólo aparece nuestro trabajo en Meta, Bolívar, Caquetá y Bogotá, donde sí hubo un impacto positivo de la dejación de armas por parte de las Farc. Muestra las cifras de feminicidio y violencia con armas de fuego contra las mujeres. El desarme tiene que ser mundial, de toda la población civil de este país, sobre todo en las principales ciudades, porque se pueden generar nuevos núcleos de violencia, grupos organizados, bandas criminales, pandillas, etcétera. Ese incremento nos preocupa. Nos hacemos la pregunta de qué está pasando con el control de armas o el acceso de armas ilegales que hay en este país.

¿Qué se debe hacer respecto al comercio, ilegal o no, de las armas?

Exigimos al Estado colombiano unos controles mucho más exigentes, como la ratificación del Tratado sobre el Comercio de Armas de la ONU. Colombia lo firmó en 2013, pero no lo ha ratificado. Sin la ratificación, nosotras, como sociedad civil, no podemos hacer un monitoreo y una veeduría de este cumplimiento. El tratado tiene un componente comercial y uno de derechos humanos. Esto quiere decir que regula la compra y venta de armas y lo que respecta a los derechos de la sociedad civil.

¿De dónde provienen las armas que circulan en Colombia?

En el informe del año pasado recuerdo que estaban España, Rumania, Israel y Suecia. No sé si estos últimos con armas, pero este año le vendieron a Colombia un avión de combate que se llama Saab Gripen. Es un avión moderno y costosísimo, y con ese recurso se habría podido financiar muchos proyectos sociales.

¿Qué propusieron en la mesa de diálogo con el Gobierno y las Farc?

Al inicio de la negociación con las Farc pedimos que se cumpliera la resolución 1325 y que se incluyera a las mujeres. Sólo a la mitad del camino aparecen las negociadoras y la subcomisión de género. Con esto arranca un proceso consultivo mucho más estructurado. También aportamos en el tema de dejación de armas y la ratificación del tratado. Otra propuesta, que fue recogida por muchas otras organizaciones de mujeres, es el enfoque de género y el enfoque con las mujeres excombatientes, que son un 33 % de las Farc.

¿Cómo ha sido la implementación hasta el momento?

La implementación ha sido difícil para que las mujeres participen en los espacios locales. Vamos a ver qué pasa con las Circunscripciones Especiales de la Paz. A las mujeres las siguen invitando como para cumplir con un número, pero cuando se llega a la toma de decisión no son involucradas o sus propuestas no llegan a los siguientes niveles.

¿Cuáles son las violaciones a los derechos de las mujeres que más les preocupan?

El de la violencia sexual. Nos preocupa el alto nivel de impunidad que existe en este país y la debilidad enorme del Estado en responder la demanda que hacen las mujeres en reparación, garantía en derechos e investigación de justicia. Eso ha sido bastante frustrante.

¿Por qué no hay una educación alrededor de la resolución y los derechos de las mujeres?

Creo que el tema de las mujeres rompe una estructura existente, que es una estructura patriarcal que nos ha enseñado que los hombres son así y las mujeres así. Cuando uno rompe esas estructuras, la gente y las instituciones se sienten amenazadas y por eso dicen que no. La agenda feminista es una agenda revolucionaria en sí, porque las mujeres se cuestionan sus derechos sexuales y reproductivos. Es una agenda que trastoca la visión de familia que se tiene.

¿Sabe de algún ejemplo de paz en los que las mujeres participaron imponiéndose ellas y sus derechos?

Está el caso de Liberia, en el que sólo cuando las mujeres de ambas partes se pusieron de acuerdo para que esa negociación se firmara, se hizo efectivo el acuerdo. Fue ahí que dieron un ejemplo de que las mujeres sí contribuimos a la paz.

El Espectador


Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Liberta (Limpal)

¿Qué hacemos?

Al nivel nacional LIMPAL Colombia une sus esfuerzos, su voz y sus acciones por la Paz y justicia de género en nuestro país a través de cuatro líneas de acción:

Incidencia Política

Hacemos la incidencia política en el ámbito de derechos civiles y políticos para empoderar a las mujeres y sus comunidades y facilitar su movilización social, participación e interés en un mundo democrático.

Esta incidencia política se contempla desde lo local, lo nacional y lo internacional. El enfoque se da en los derechos civiles y políticos, tanto en la implementación de la Resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas 1325 y 1820, como leyes nacionales que son diseñados a proteger los derechos de mujeres.

Justicia de Género

Esta línea de acción se enfoca principalmente en la exigibilidad de los Derechos de las Mujeres y la eliminación de todas las formas de discriminación, y violencia en contra de la mujer. Se potencializan las capacidades y conocimiento en la exigibilidad de derechos de las mujeres.

Se propende por la eliminación de las desigualdades entre mujeres y hombres en la distribución de recursos y en oportunidades sociales, económicas y políticas, también en sus vidas y sus posibilidades de elegir.

Justicia Económica

Las mujeres desplazadas por el conflicto armado y las mujeres de sectores populares son las más afectadas por el impacto de la pobreza, el empleo temporal, informal, el subempleo y el desempleo. Realizamos capacitaciones constantes para la defensa de los derechos e intereses de las mujeres trabajadoras. Nuestro objetivo es que las mujeres obtengan un ingreso estable que les permita mejorar su calidad de vida y la de sus familias.

LIMPAL viene apoyando diferentes iniciativas productivas alternativas de mujeres en Bogotá, Cartagena y algunos municipios del departamento de Bolívar.

Fortalecimiento Institucional

Esta línea de acción está encaminada a fortalecer los procesos internos de la organización a la vez que empoderar a sus lideresas, a su personal y potencializar los derechos de comunicación y organización.

Se busca consolidar a la organización como movimiento social líder en la promoción y defensa de los derechos de las mujeres, en especial de la población afectada por el conflicto armado. Para esto se realizan asambleas permanentes de evaluación y planificación de resultados, intercambios de experiencias y monitoreo de proyectos.

Limpal Colombia


Mujeres de las Farc – Documental completo


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