José Rocca, economista: »También en Uruguay las venas continúan abiertas»

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Por Eduardo Camin.

En el mundo existe una comunidad de intereses básicos de países centrales, que ejercen el control sobre los organismos multilaterales como el FMI y el Banco Mundial. Pero, a la vez, tienen intereses opuestos en cuanto dirimen en estos ámbitos la hegemonía mundial, en particular en el terreno económico: la producción y comercialización de bienes y servicios, su distribución, el control de la explotación de los recursos básicos del planeta – la tierra, los bosques, el agua, el petróleo, los alimentos y las materias primas y hasta la información genética atesorada en la biodiversidad – así como el manejo y utilización del capital financiero a escala mundial.

Examinar en profundidad la realidad de esta jungla es un verdadero desafío en medio de un proceso de globalización y la propuesta de los Tratados de Libre Comercio que se trata de imponer a nuestro pueblos. El profesor de Economía José A. Roca, ofrece desde Uruguay, un pequeño país gobernado por el progresista Frente Amplio, su visión de esta jungla que nos sumerge, entre incertidumbres y apetitos voraces, entrelazados por un sistema deshumanizador y profundamente injusto.

-Una mirada atenta sobre el acontecer uruguayo y las derivas retóricas del gobierno progresista, nos llevan a reflexionar sobre el doble discurso como un componente sustantivo de la prédica progresista.

-El encuentro progresista se autodefine como una fuerza de izquierda para diferenciarse de los partidos tradicionales, aunque su práctica económica continúa con las estrategias vigentes desde los setenta. La conducción económica asume en los hechos los postulados teóricos condensados en las recetas del Consenso de Washington. Apertura indiscriminada al comercio y las inversiones del exterior, impunidad financiera, zonas francas, puertos francos, estructura fiscal basada en impuestos al consumo, a los salarios y a gastos en beneficio del gran capital. Los hechos son contundentes y van quitando la máscara al gobierno.

El privilegio al gran capital, especialmente al sistema financiero, grandes importadores e inversores extranjeros impone una lógica de funcionamiento en detrimento de los sectores populares. La contradicción notoria entre el programa económico del encuentro progresista previo a la asunción de sus gobiernos y su posterior aplicación de políticas de esencia neoliberal le va quitando credibilidad a su prédica

 Háblenos del alcance de los compromisos generados por Uruguay en las últimas décadas. ¿En este rumbo de frágiles mejoras parciales, en cifras que dicen y se desdicen se justifica el vale todo en el que estamos inmersos?

 La fragilidad del camino escogido y las dificultades crecientes de la población para subsistir dignamente se estrellan contra la imagen de cifras idílicas que expone el gobierno. El crecimiento se concentra en zonas francas que funcionan como tentáculos de grupos económicos ajenos. La riqueza fluye al exterior y/o se concentra, el paisaje sufre debido a la impunidad otorgada a los grandes capitales, la deuda pública y sus intereses crecen de manera insoportable para las finanzas del Estado, las deudas privadas agobian a la población. En los últimos años viene descendiendo la ocupación. El vale todo para el gran capital no se justifica por ningún lado.

Hasta en los índices de desarrollo humano que elabora el Programa de la ONU para el Desarrollo -generalmente amigable con el gobierno uruguayo- se refleja la realidad. Uruguay desciende desde el puesto 38 en la década de los noventa, al 46 en plena crisis del 2002 y se ubica en el lugar 54 en el 2016 después de 10 años de gobierno progresista y discursos que prometen crecimiento con rostro humano y justicia social.

En este proceso de cálculo racional de utilidades y beneficios del capital lo podemos observar en todos los estudios realizados por los organismos multilaterales para establecer los límites económicos de la pobreza. Esta visión de la realidad, es un método destinado a lograr la incorporación del pobre en el circuito de la economía de mercado. ¿Piensa que las cifras todo lo pueden, todo lo justifican?

 El gobierno permanentemente procura disfrazar la realidad con indicadores que generalmente no son creíbles. Los tecnócratas oficialistas y sus comunicadores no distinguen la diferencia entre el Uruguay de fantasía apoyado en números creados con definiciones cuestionables, supuestos irreales, sobre la base de muestras estadísticas sesgadas y la realidad. Confunden un mapa mal construido con el territorio.

En particular en el caso de la pobreza es notorio como se transforman las definiciones y la elaboración de las estadísticas para que las cifras den “bien”. Los métodos de cálculo y su forma de difusión se han convertido en maquilas que no pueden ocultar lo que un observador relativamente atento puede ver.

Se extienden los denominados popularmente ”cantegriles” en los que la población vive con tremendas carencias de alimentación, vivienda, educación, servicios de salud y demás necesidades básicas, pese a que se los integra al mercado como consumidores de nuevos “espejitos” que nos vende el norte. En los últimos años se verifica el incremento de la cantidad de gente durmiendo en las calles. Dudo que sean considerados en las encuestas.

El fracaso del último censo nacional que ni siquiera llegó a terminarse por no lograr acceder al contacto con parte de la población para registrar los datos es todo un síntoma que no saben o no quieren saber siquiera donde están parados. Parece obvio que las encuestas periódicas oficiales basadas en sus muestras estadísticas elaboradas sobre el desconocimiento no pueden tener credibilidad.

– Dentro del denominado clima atractivo de negocios o favorable a la inversión, que significa renunciar a sus derechos, permitir la expoliación de los recursos naturales, aceptar arbitrajes privados donde los Estados son demandados por un inversor privado, donde se deben reformar los Estados para lograr la privatización (directa o indirecta, vía concesiones, asociaciones) de las empresas públicas rentables, donde además desaparecen los monopolios de las empresas públicas . ¿Es viable Uruguay en esta pérdida de soberanía?

 Creo que la dependencia extrema a la que conduce este rumbo no es viable por lo menos para los intereses de la mayor parte de la población. Es discutible incluso si este funcionamiento en el largo plazo le sirve al capital. La deuda pública ha llegado a niveles que se tornan impagables. El atraso del tipo de cambio está determinando niveles de importación y deudas privadas insostenibles. Flora, fauna, agua, se deterioran con velocidad alarmante. El cambio de rumbo se va tornando en una necesidad para la vida.

-Todos invocan la importancia de la integración, pero se reiteran los mismos contratiempos y las disputas de siempre. Inmersos en esta telaraña de siglas de acuerdos comerciales, políticos, culturales. ¿Tiene algún sentido que las naciones del Cono Sur compitan entre sí para vender soja a China o a Europa, o que el gas argentino se gaste en Chile para extraer el cobre que se va a exportar fuera de la región?

 La historia de América latina ha sido la de la división económica y política. Sería deseable que se dieran por lo menos pasos en la dirección de una coordinación verdadera entre los países cada vez más urgente. Los acuerdos comerciales como el Mercosur se han limitado a favorecer algunos grupos transnacionales que intercambian entre sus filiales en la región. Es cierto también que toda la historia de dependencia ha creado la infraestructura y la logística al servicio del comercio de cada país con los centros imperiales y muchas veces de espalda a nuestros hermanos de continente y eso dificulta procesos de integración verdaderos.

Los grandes importadores en el norte promueven la producción de minerales y monocultivos primarios para satisfacer su demanda y fomentan la competencia en el sur para mantener controlados los precios.

– Estos formatos de “acuerdos comerciales” responden a la más pura expresión de la ideología neoliberal. Su estrategia económica se basa en el mito de que para “crecer” se necesita captar inversión extranjera, para lo cual se debe generar los “climas propicios” (liberalización y desregulación del mercado, apertura de las empresas públicas, flexibilización laboral y amplios privilegios tributarios para los inversionistas). ¿Cuál es su visión?

 Los países capitalistas centrales incluyen la defensa de sus intereses económicos como elemento medular. Trump lo explicita, pero el proteccionismo ha sido y es frecuente en Estados Unidos y Europa. En mayor o menor medida apuestan a combinar elevados aranceles para la importación de mercancías que compitan con sus productores locales, subsidios agrícolas, “dinero fácil”, con tasas de interés casi nulas para debilitar dólar y euro respectivamente para competir mejor en el mercado internacional.

Paralelamente los países del cono sur de América latina abren sus fronteras a todo tipo de inversiones, a la importación de cualquier mercancía, desregulan mercados y fortalecen sus monedas mediante elevadas tasas de interés para acceder a formas de consumismo complementarias a la necesidad de ampliar mercados de grandes empresas que tienen su eje en los países dominantes.

Gran parte de América latina y en particular Uruguay continúa cambiando las riquezas locales por “espejitos de colores”. Las venas continúan abiertas.Este funcionamiento niega el verdadero desarrollo y el buen vivir de la gente. En este contexto los acuerdos comerciales que propugnan los centros imperiales con los países del sur son simplemente para consolidar la impunidad para sus inversiones, para promover más privatizaciones para garantizar que los pleitos se diriman en tribunales bajo su control, la defensa de patentes, y además otorgando poco o nada a cambio.

– La “alienación” fundamental de la sociedad europea de la abundancia que ha encontrado en la globalización su modelo más próspero y maduro cuya premisa no es más que la obligación de consumir para mantener en movimiento a la economía, es decir consumir para poder trabajar, y no a la inversa.¿Qué reflexión merece este esperpento ideológico?

 Armas, drogas, chirimbolos, el capital produce lo que garantice su rentabilidad, aunque siembre muerte y destrucción. En consecuencia, desprecia todo lo que no genere ganancias inmediatas, aunque sea esencial para la vida en el largo plazo. El triunfo ideológico del «dios mercado» es decir del poder de los grandes grupos económicos que lo controlan implica el sacrificio de necesidades básicas, la explotación superlativa de los trabajadores, despilfarro, destrucción de vida y naturaleza. La confusión de ser con tener es una de las claves con la que han impuesto su visión.

En el pasado el término consumismo lo sentía ajeno. Vivíamos en sociedades de subconsumo para los sectores populares. Hoy creo que el capital ha logrado combinar pobreza con consumismo también en el sur. Han integrado a los sectores privilegiados locales, pero también han logrado que se sacrifiquen alimentos, vivienda digna, educación, por la esperanza de acceder a mercancías de moda. El esperpento ideológico que significa, imponer los valores mercantiles como verdad incuestionable conduce a caminos sin salida.

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