Entrevista a Rosanjela Araújo, historiadora, y Paula Barreto, socióloga: «El crimen de Marielle es un mensaje»

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Fuerza desobediente

Por Roxana Sandá

ENTREVISTA | A un mes del asesinato político de la concejala Marielle Franco, miles de personas se manifestaron en Brasil en reclamo de justicia. El mismo clamor que en Buenos Aires replicaron la historiadora Rosanjela Costa Araújo y la socióloga Paula Barreto, compañeras de Marielle y maestras brasileñas emblemáticas del Grupo Nzinga Capoeira Angola, para seguir construyendo poder en un núcleo contrahegemónico de feminismo angoleño y diversidades sexogenéricas. Porque la lucha, advirtieron, continúa.

 

Brasil enciende miles de luces por Marielle Franco a un mes del crimen político de odio que acabó con su vida. Vuelve a hacerlo con la misma potencia que tomó las calles el 15 de marzo para repudiar la ejecución de esta concejala, lideresa feminista, negra, lesbiana, madre soltera, hija de la favela, socióloga, denunciante infatigable de la violencia institucional y de la militarización de los territorios más pobres, donde los jóvenes caen como moscas bajo las balas policiales. Los bramidos de justicia se suceden contra el desprecio y las violencias acumulados de una derecha voraz, misógina y racista que pretendió fundir sobre su cuerpo y en el asesinato de uno de los testigos del caso, el líder comunitario Alexandre Pereira Maria; en la destitución de Dilma Rousseff y el encarcelamiento de Lula Da Silva, el nombre donde confluyen las luchas colectivas que otros quieren aplastar o ver muertas. “Pero tendrán que aguantar a las mujeres negras, trans, lesbianas ocupando con sus cuerpos la diversidad de los espacios”, desafió Marielle en la Rueda de Conversaciones Mujeres Negras Moviendo Estructuras, 24 horas antes de morir acribillada, en un gesto certero de lucha frente a la muerte, la dominación y la cárcel que sobrevendrían como mensajes unívocos.

“Son mensajes dirigidos a las personas que intentan oponerse a los poderes hegemónicos o quieren revertir el estado de las cosas por la vía democrática. La muerte de Marielle es, sobre todo, un mensaje dirigido a las mujeres y principalmente a las mujeres de las comunidades más pobres.” Rosanjela Costa Araújo, Maestra Janja, figura central del Grupo Nzinga Capoeira Angola, feminista popular, historiadora, licenciada en educación y titular de cátedras emblemáticas de género en la Universidad de Bahía, pronuncia cada palabra con la lentitud de un dolor que se le hace intolerable. Marielle es, así en presente, su amiga y compañera de innumerables luchas políticas.

“Ella fue elegida por muchísimos votos, pero la negra que aparentemente llega a una estructura de poder escapa de los roles establecidos, y eso es imperdonable”, agrega la socióloga Paula Barreto, Maestra Paulinha, compañera de Rosanjela durante décadas en esa reconstrucción de la capoeira como disciplina ancestral de lucha contra todo sometimiento, pero desde una perspectiva feminista. Ambas lograron que mujeres e identidades disidentes del Brasil y otros países se apropiaran de esta forma de organización y defensa. Buenos Aires es el último núcleo creado al calor de encuentros sostenidos en gran medida por el feminismo y el colectivo lgbtti.

“Un día Maestra Paulinha nos dijo en un entrenamiento que la capoeira empodera en su práctica”, explica Ana Mines, coordinadora del Núcleo Buenos Aires. “Aquí participan mujeres, lesbianas, personas trans y travestis, y para este grupo particularmente queer, de mucha diversidad corporal y sexogenérica, hacer capoeira es también realizar un ejercicio de autodeterminación, de trabajo físico, de animarse. Tiene que ver con empoderarse para la vida, y también por ahí viene ese tránsito.”

En carne viva

La noche anterior a su muerte, en la Casa das Pretas, sitio de aquel conversatorio disruptivo, Marielle habló sobre la autoestima de las mujeres, la recuperación de la identidad afrodescendiente y la lucha contra el nuevo-viejo orden que golpea las favelas brasileñas. “Temer Fora. Mulheres Dentro”, era la consigna que llevaba pegada a sus remeras y a su lengua, una bandera filosa que flameaba para sorpresa y espanto de los machos de la Cámara Municipal de Río de Janeiro. Sabían que esa mujer negra de 38 años estaba allí para trazar un nuevo camino. “¿Y cómo nos sacan de encima? Ignorándonos, invisibilizándonos”, dice Costa Araújo. “La experiencia histórica de las mujeres negras es infinitamente perjudicada por la construcción de una mujer universal ficticia, carente de estructura histórica.”

El gobierno de Michel Temer marca un retroceso profundo en este punto.

-Es mucho más que un retroceso: Temer es la representación de un golpe. Impuso la criminalización de los negros, de los pobres y la criminalización de las mujeres, porque desde que tomó el gobierno manifestó inmediatamente un sistema de “ideología de género”.

Paula Barreto: -La manera misógina con que la presidenta Dilma Rousseff resultó atacada. Fue una destitución sexista. El modo en que la sacaron del gobierno, las acusaciones que sufrió, resaltar que no tenía marido, que era violenta, que no mandaba ni tenía equipo de gestión. Una serie de hechos urdidos para minar, fragilizar y descalificar a Dilma. Apelaron a estereotipos y eso fue armando el clima para el golpe. O quizá ya era parte del propio golpe.

Profesoras de la Universidad Federal de Bahía, Paula Barreto se desempeña en el Departamento de Sociología y Rosangela Costa Araújo, que encabeza el Departamento de Estudios de Género y Feminismo, creó en 1983 el Primer Núcleo de Estudios Interdisciplinarios sobre Mujeres, al que le siguieron en 2004 el Programa de posgrado en estudios sobre mujer, género y feminismos, y en 2009 el Bachillerato en estudios de género y diversidad. Esas áreas corren peligro de ser eliminadas bajo el argumento del presupuesto escaso.

R.C.A.: -Un gobierno golpista promueve la eliminación de todas las carreras de ciencias humanas en las universidades. No quieren disciplinas que propicien la formulación de políticas públicas. Debemos encarar una lucha intensa, porque no sabemos qué puede pasar con estos sectores que gobiernan.

Es un año crítico para la sociedad brasileña.

-Sí, porque es año de elecciones y es muy probable que el resultado no sea satisfactorio, y porque la sociedad brasileña está controlada por “Las Tres B”: las balas de la militarización del Estado brasileño, la biblia y el buey (terratenientes y sectores concentrados de agronegocios).

La muerte de Marielle Franco es uno de los reflejos más crudos.

-En el que la vía institucional estaría siendo controlada por poderes que se juegan por fuera. Es el mensaje del que hablábamos, va dirigido a aquellos que se opongan a cualquier tipo de opresión. ¿Qué va a suceder con nosotras si pensamos luchar contra estos grupos de poder? Por eso el crimen de Marielle es un mensaje, es lo que les va a pasar a quienes intenten oponerse a los cambios y pretendan desafiar a los sectores que los implementan.

P.B.: -Es un asesinato político, y de una mujer joven, negra, lesbiana que se enfocó en aspectos sociales, antirraciales y antirrepresivos. ¿Por qué llega ahora y ella es la primera?, porque mientras todos los movimientos sociales permanecen en un momento de retroceso y repliegue, el movimiento de mujeres está en las calles, marca la agenda y es masivo. Y agregaría otra razón al asesinato de Marielle en el hecho que las mujeres negras y de comunidades periféricas están movilizadas y organizadas. Tal vez son el movimiento social más activo de la actualidad.

R.C.A.: -El colectivo de mujeres negras es fuerte pese a venir de condiciones muy desfavorables. Crecí sin conocer mujer negra que tuviera padre o madre que fueran a la universidad. Su destino era el de trabajadora doméstica en las llamadas casas de familia. Uno de los últimos cambios en el escenario político del Brasil fue la aprobación en 2013 de una ley federal que modificó el estatus de aquellas trabajadoras y amplió sus derechos. La élite no lo perdonó, porque en un país con cultura esclavista las palabras trabajo y trabajo duro siempre fueron relacionadas con negro. Esa ley transformó de manera fundamental esa condición, sobre todo desde el punto de vista mental de las mujeres para pensarse hacia el futuro porque antes, desde que nacían, las niñas negras estaban destinadas a ser domésticas. Ya no.

Las mujeres negras emergen como voces potentes.

R.C.A.: -Participan de la vida política del Brasil. Esa potencia extrema se vio en el asesinato de Marielle pero también en otros aspectos muy diferentes, como la reivindicación de las corporalidades y el cabello. Las mujeres negras y sus rulos lograron imponerse en un mercado de trabajo que hasta hace cinco años exigía pelo lacio.  La Marcha del Orgullo Crespo, un movimiento nacional de valorización de la estética negra iniciado en San Pablo en 2015, logró alterar la escena social y laboral con un nuevo corpus. Se inauguró una nueva mirada que tenían sobre sí mismas pensando sus identidades de mujeres afrodiferenciadas. Sin embargo, en un Estado racista y militarizado como el nuestro, tenemos en carne viva todas las desigualdades..

Zumbido feminista

Maestra Janja, ese nombre que atraviesa la existencia de Rosangela Costa Araújo, es la fundadora del Instituto Nzinga de Estudios de Capoeira Angola y Tradiciones Educativas Banto en Brasil, dedicado a la investigación y difusión de la Capoeira Angola y tradiciones de matriz banto africana, con núcleos en Brasil, Colombia, Mozambique, Alemania, México, Londres, Estados Unidos y ahora en la Argentina. “La historia de la capoeira es una historia de lucha, no  sólo física sino una forma de organización de la población negra africana y descendiente de africanos”, sostiene Costa Araújo. “Compone la historia de la existencia negra en Brasil.”

Pero era una práctica eminentemente masculina.

-A partir de los años setenta las mujeres comenzaron a desafiar esos espacios, ingresaron y se convirtieron en capoeiristas. No fue fácil porque en un primer momento la discusión era vaciada con argumentos tales como “el problema de la menstruación”, o que éramos frágiles. Demostramos que todo era falso, nos fuimos organizando y cambiando ese universo. Comenzamos a componer canciones no sexistas, a  compartir con nuestras hijas e hijos la capoeira, a denunciar la violencia de género en los grupos. Cuando las mujeres toman la capoeira para sí, comienza a manifestarse un poder nuevo.

P.B.: -La cuestión racial siempre estuvo presente en la agenda de Capoeira Angola como cuestión central y símbolo de la resistencia negra. Pero el avance de las mujeres en la organización y un protagonismo feminista cambió el eje histórico. Los líderes siempre habían sido varones hasta 1995, cuando nosotras creamos el primer grupo totalmente atípico, porque estaba liderado por dos mujeres y un hombre.

¿Por qué decidieron asumirse como maestras de capoeira?

P.B.: -Porque no íbamos a estar bajo la tutela de un maestro. Abriríamos caminos siendo nosotras las que lleváramos adelante ese trabajo. Creó tensiones con los hombres y las relaciones se complejizaron porque las mujeres comenzaron a denunciar violencia física, patrimonial, psicológica y acoso sexual en el espacio de la capoeira. Ellas rompieron estructuras y comenzaron otra lucha diferente y propia. Es un tipo de feminismo que se está construyendo.

¿Qué feminismo intentan construir?

R.C.A.: -Lo denominamos feminismo angolero porque angolera es la palabra que usamos para identificarnos: la nuestra es una capoeira contrahegemónica, que se remonta a la historia de su prohibición y criminalización, y en la que prevalecen tradiciones mediadas por esa pertenencia a culturas africanas, a su ancestralidad y espiritualidad. Cuando entramos en la capoeira angola, visualizamos los modelos de opresión que las mujeres vivenciaban, identificamos la reproducción de las violencias en esos espacios y las denunciamos, porque no podíamos ser aliadas de estructuras hegemónicas como sexismo y heteronormatividad. Entonces comenzamos a desarrollar feminismos, hicimos entender a los varones que había cantidad de aspectos que nosotras no aceptábamos más. Nuestros fundamentos de la capoeira dentro de una perspectiva feminista son los que nos permiten transmitir las prácticas de un feminismo angolero, que además se convirtió en un camino que muchas mujeres escogieron para expresar una capoeira que produce investigación académica.

¿Cómo se leen a sí mismas a partir de la capoeira?

P.B.: -Creo que desde nuestros activismos debíamos buscar otro espacio como sujetas para expresar nuestras voces. Fue un aprendizaje transformador. El espacio de la capoeira se nos presentó como lugar de empoderamiento, de cuestionamiento del status quo. Pero con el tiempo, viendo desde adentro la existencia de un cúmulo de limitaciones para las capoeiristas, tuvimos que replantearnos nuestro propio lugar como mujeres en momentos en que nos cuestionábamos las desigualdades para poder expresar la necesidad de pensarnos como sujetas de derechos que deben reivindicar reconocimiento, respeto y dignidad. Si el espacio de la capoeira se aparta de estos procesos, tendremos que abandonarlo y  reconstruir otro espacio.

R.C.A.: -La capoeira acabó produciendo una reflexión del mundo que interfiere radicalmente en todas las otras elecciones de mi vida. Nosotras veníamos de una militancia intensa en activismos y movimientos políticos. Era muy difícil pensarse en este nuevo sentimiento de construcción y acción colectiva, pero a partir de individualidades ricas y diversas. Fue la primera vez en mi vida que experimentaba esa vivencia. De hecho, se convirtió en mi espacio formativo más denso, más complejo, más contradictorio porque es como la propia capoeira, movimiento permanente: ¡lo que estoy haciendo ahora dejará de ser en el momento siguiente! Y la capoeira, en definitiva, es ese zumbido vital que mantiene a la gente en movimiento.

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