Carbón de leña, negocio millonario en Haití, acelera el cambio climático – Por Patrick Saint-Pré

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Por Patrick Saint-Pré*

La producción de carbón en Haití está en manos de los campesinos en las áreas boscosas de Grand’Anse, al sur y al noroeste del país. La madera, convertida en carbón, satisface el 70 % de las necesidades energéticas del país y se utiliza para cocinar, en lavanderías y panaderías, entre otros.

Ninguna de las fuentes conocedoras de esta industria informal fueron capaces de dar a Le Nouvelliste y al Centro de Periodismo Investigativo los nombres de los empresarios detrás de la explotación de este recurso no renovable que es la madera. Sin embargo, unas tres fuentes consultadas para esta investigación afirman que son esos empresarios fantasma los que venden el carbón a los minoristas en las principales ciudades. La mayor parte del consumo se lleva a cabo en Puerto Príncipe, Cabo Haitiano, Gonaïves, y Cayes, entre otras.

El pasado ministro haitiano de Medio Ambiente, Dieuseul Simon Desras, confesó que durante todo su mandato no pudo identificar a un solo empresario de los que financia este negocio. Además, dijo que no ha habido una voluntad real de este ni de anteriores Gobiernos para luchar contra este tráfico.

También René Jean-Jumeau, exministro a cargo de la Seguridad Energética, confirmó la falta de “voluntad real” de parte de los Gobiernos.

“No hay una voluntad real de racionalizar el uso de carbón. Una voluntad real de gestionar el problema del carbón vegetal pasa a través de una producción racional y sostenible y el uso de alternativas, como otras formas de carbón o una porción de propano y residuos agrícolas”, sostuvo quien actualmente es el director ejecutivo del Instituto de Energía de Haití, una institución privada.

UNA FACTURA ECOLÓGICA MUY ALTA

El corte descontrolado de árboles conduce directamente a la deforestación y causa erosión, deslizamientos de tierra e inundaciones. Varios expertos confirman que la alta vulnerabilidad de Haití a los efectos del cambio climático está relacionada, principalmente, con su deforestación acelerada y la debilidad de su Gobierno para frenar este problema.

Durante el último siglo, la cubierta forestal natural del país ha disminuido del 60 % de la superficie terrestre al 4 %, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés). La deforestación ha dañado la integridad de los ecosistemas, ha aumentado el riesgo de desastres naturales y amenaza la biodiversidad, que es esencial para la reproducción saludable de varias especies agrícolas y forestales.

La deforestación brutal de Haití, que ha alcanzado casi el 98 % de su territorio, es atribuible a la ausencia de una política forestal, falta de guardias forestales (además, mal pagados y mal equipados), a la extrema explotación de este recurso y, finalmente, a su uso irrestricto por parte de la gran mayoría de la población.

LA VENTA DE CARBÓN ES UNA ACTIVIDAD RENTABLE

La Oficina de Minas y Energía (BME) de Haití, una agencia estatal autónoma, confirma en una de sus publicaciones que esta actividad genera una fuente abundante de ingresos. De hecho, la producción y distribución de carbón da faena a una fuerza de trabajo poco calificada en áreas rurales y urbanas. Es decir, la deforestación y la carbonización proporcionan un ingreso significativo para los pobres de la ruralía. En las áreas urbanas, son principalmente los minoristas quienes dependen de la industria para la generación de sus ingresos de subsistencia.

“A diferencia de la agricultura, que depende de las precipitaciones y sigue ciclos de cosecha específicos, el carbón vegetal es un medio de obtener ingresos para satisfacer necesidades económicas urgentes, pago de matrícula escolar y los gastos de ceremonias, tales como bodas y funerales, o costos de atención médica”, señala un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), publicado en octubre de 2016.

El carbón y la leña son relativamente fáciles y baratos de producir, y sus cadenas de suministro no son reguladas.

Para el empresario Fran-çois Chavenet, expresidente de la Cámara de Comercio e Industria, es necesario distinguir entre personas que preparan (carbón) y quienes lo financian. Luego están los del renglón de las finanzas y el transporte del carbón.

“Como este es un negocio que no honra [a la persona que lo hace], muchas personas que lo financian no se revelarán ni lo admitirán públicamente”, dijo Chavenet, y estimó que es más fácil para ellos esconderse tras un camionero que da la impresión de que él es el personaje que comercia, cuando, en realidad, es financiado por otra persona.

UN SECTOR COMPLEJO E IMPOSIBLE DE PENETRAR

La mayoría de las redes de suministro de las zonas rurales generalmente operan con intermediarios, ya sea en centros urbanos regionales o en los principales mercados de Puerto Príncipe, la capital. “Pueden ser intermediarios que buscan redistribuir el carbón entre los vendedores, que, a su vez, lo venden en cantidades más pequeñas, o que desean comprar grandes cantidades en las zonas rurales para venderlo a otros intermediarios o a los depósitos de venta en la capital, que, a su vez, venden y distribuyen este carbón”, sostuvo François Chavenet.

Si bien las redes de suministro existentes del sector de la energía de la madera pueden parecer desorganizadas, en realidad no pueden funcionar adecuadamente sin una gran creatividad, ingenio y perseverancia. Al igual que muchos tipos de empresas, dependen, ante todo, de relaciones sociales fiables y redes logísticas. “También son extremadamente complejas y difíciles de penetrar para un extranjero”, concluyó el PNUMA después de una encuesta sobre las cadenas de suministro de carbón y leña realizada en el sur de Haití en septiembre de 2016.

Simon Dieuseul Desras, exministro del Medio Ambiente, tampoco tuvo éxito. Dijo que, a lo largo de su mandato, que duró un año, trató de identificar a los “empresarios ricos” que financian este lucrativo negocio para cazarlos, pero terminó por rendirse. Desilusionado, el exministro denunció a Le Nouvelliste y el Centro de Periodismo Investigativo la falta de voluntad por parte del entonces presidente interino, Jocelerme Privert.

Desde el 7 de febrero de 2017, Haití tiene un nuevo presidente elegido democráticamente. ¿Ha cambiado el trato? ¿Ha enviado Jovenel Moïse, desde su ingreso a la presidencia, una señal clara anunciando su firme voluntad de luchar contra este tráfico? Por el momento, acaba de seguir los pasos de sus predecesores al anunciar un amplio programa de reforestación destinado a plantar más de 10 millones de arbustos en todo el país.

Y esta es una buena inversión, que beneficia a los operadores de carbón.

“Si tuviéramos que analizar esta cadena de 300 millones de dólares, veríamos que del 20 al 25 % [de esta suma] se destina a la persona que prepara [el carbón], y el resto se divide entre el que transporta y el que financia o el revendedor en el mercado de Puerto Príncipe”, explicó François Chavenet, originario del suroeste de Haití, una de las últimas áreas boscosas del país donde la explotación de carbón es excesiva.
La cadena de suministro para la producción de carbón vegetal incluye a productores, transportistas, comerciantes o intermediarios en múltiples niveles, y mujeres que venden al detal o en pequeñas cantidades en los mercados.

Según el empresario, el carbón que se compra en el departamento (división administrativa de Haití, el país tiene 10 departamentos) del Grand’Anse (sudoeste de Haití) a un precio determinado, ve multiplicado su valor por tres o cuatro, una vez que llega al mercado de Puerto Príncipe. En medio día, el carbón que sale de Grand’Anse adquiere cuatro veces su valor. “No hay ningún producto de Wall Street que, en la actualidad, le ofrezca tal rendimiento”, dice Chavenet.

Además, los precios del carbón y de la leña se han mantenido estables durante las últimas dos décadas, dice el PNUMA. Esta mercancía no tiene temporada. Sigue el mismo ritmo todos los días. Sin embargo, a medida que se aproxima la primavera, hay una cierta escasez de carbón y un aumento relativo del precio debido a la falta de disponibilidad de proveedores que están demasiado ocupados en actividades de semillas en los campos.

La encuesta del PNUMA encontró que “los niveles de producción son más altos hacia el final del año, de septiembre a diciembre, aunque más de la mitad de los productores de carbón reportaron trabajar durante todo el año”.

UNA SOLICITUD QUE NO SE DEBILITA

En las áreas urbanas, se estima que el 90 % de los hogares cocinan con carbón. En Puerto Príncipe, esto representa al menos 600,000 hogares, según las estimaciones del PNUMA, cada uno usando el equivalente de un bote (un bote es una caja de café de cinco a seis libras) de carbón por día para cocinar. De acuerdo con ese cálculo, se estima que entre 2.5 y 7.3 millones de bolsas de carbón de tamaño normal se consumen en Puerto Príncipe cada año. En las áreas rurales alrededor del 80 % de los hogares usan leña (generalmente recolectada en tierra) para sus necesidades culinarias.

Además, en las microempresas (pequeñas y medianas) que incluyen a restaurantes, panaderías, lavanderías y destilerías; el carbón y la leña son las principales fuentes de energía disponibles.

Si le fue imposible nombrar a un responsable que aprovecha este lucrativo negocio, François Chavenet sabe, sin embargo, que los verdaderos actores del carbón no están en el Grand’Anse, zona duramente golpeada por el paso del Huracán Matthew en octubre de 2016. Están en otro lado.

*Patrick Saint-Pré / Centro de periodismo investigativo Este reportaje se publica en Metro gracias a una alianza con el CPI. Puede acceder la nota en periodismoinvestigativo.com

https://www.metrord.do/do/destacado/2018/05/13/carbon-lena-negocio-millonario-haiti-acelera-cambio-climatico.html


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