A cien años de la Reforma Universitaria: la educación pública en pie de lucha

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Reflexiones en torno a la CRES 2018

Por Mara Espasande*

“La Educación Superior es un bien público social, un derecho humano y universal y un deber del Estado. Ésta es la convicción y la base para el papel estratégico que debe jugar en los procesos de desarrollo sustentable de los países de la región”, enunciaba la declaración Final de la II Conferencia Regional de Educación Superior en América Latina y el Caribe de Educación Superior (CRES) del año 2008, realizada en Cartagena de Indias, Colombia.

Desde el 11 hasta el 14 de junio se lleva a cabo en la ciudad de Córdoba la III Conferencia Regional de Educación Superior en América Latina y el Caribe de Educación Superior. ¿Se mantendrá aquella definición de la Educación Superior como derecho humano universal? En un contexto regional donde los gobiernos conservadores ponen en jaque al Estado de derecho y al sistema democrático en su conjunto, quienes defendemos la Universidad Pública y gratuita, observamos con preocupación los posibles retrocesos de este derecho conquistado por nuestro pueblo tanto en términos discursivos, como también en el plano de las políticas públicas efectivas. Por eso, consideramos necesario realizar una reflexión desde la historia del derecho a la Educación Superior en nuestropaís y en nuestra región.

Se cumplen 100 años del inicio de la llamada “Reforma Universitaria”. Suele vincularse este proceso a las jornadas acontecidas en la Universidad Nacional de Córdoba, donde un grupo de jóvenes se levantó en contra de un sistema que aún conservaba rasgos monásticos y medievales. Sin embargo, el movimiento reformista no fue solo cordobés ni argentino. Recorrió todo el continente nuestroamericano. En otros países -tales como Perú, México, Cuba- los jóvenes profundizaron los planteos y reclamos iniciales, y lograron articular su accionar político con los movimientos nacionales y populares que emergieron en las décadas subsiguientes. Pero, ¿qué pasó en nuestro país?

Este hecho forma parte sin dudas, de un hito en la historia de la universidad argentina por la lucha por la ampliación de derechos. Pero todo proceso histórico debe ser analizado en su contexto, desde un pensamiento situado. La Reforma se produjo en el marco de la llegada del radicalismo al gobierno nacional, en el cual los sectores medios lograron acceder por primera vez al manejo de algunas instituciones del Estado. La Reforma fue un capítulo más de este proceso democratizador.

El gobierno radical no se mantuvo al margen del conflicto desatado en la ciudad de Córdoba. Nombró como interventor a José Nicolás Matienzo -y luego a José Salinas- y reconoció los reclamos de los estudiantes. La Universidad fue un terreno más de disputa entre el “Régimen” y la causa radical. Las conquistas alcanzadas frente a esta oligarquía conservadora y-en el caso de esta provincia,eclesiástica- se lograron mediante el ejercicio de la violencia. El mismo Manifiesto Liminar lo sostiene: “La rebeldía estalla ahora en Córdoba y es violenta…”.

¿Qué implicó, entonces, la “democratización” lograda en 1918? Significó el acceso de los sectores medios a la Educación Superior, la autonomía universitaria –en el marco de la lucha antieclesiástica-, el modelo de cogobierno con la participación de los estudiantes (diferente al modelo actual ya que, en aquel momento, los trabajadores no docentes no tuvieron voz ni voto), la libertad de cátedra, entre otros aspectos. Pero, la gratuidad, el acceso de los/as trabajadores/as a la universidad recién llegaría años después, con el gobierno peronista. En particular, a partir de la decisión política de la eliminación de los aranceles universitarios del 22 de noviembre de 1949.

Pero, así como no podemos atribuirle -ni pedirle- a aquellos jóvenes reformistas de la Argentina de 1918 conquistas tales como la gratuidad, debemos rescatar otros aspectos políticos filosóficos que existieron –en algunos de los referentes- y que, con el tiempo, fueron silenciados u ocultados. La Reforma también fue antiimperialista, americanista y antipositivista. Con los años, parte del movimiento reformista abandonó estas banderas, para refugiarse en posiciones antidemocráticos y antipopulares.

En estos días, escucharemos en amplios sectores de la comunidad universitaria, casi como un credo, el enunciado inicial del el Manifiesto Liminar: “La juventud argentina de Córdoba a los hombres libres de Sud América”. Pero, ¿cuántos reflexionarán sobre las críticas de Deodoro Roca, autor del manifiesto liminar, preguntándose si es posible una Reforma Universitaria sin una reforma social?, ¿Cuánto se hablará de Manuel Ugarte? Único orador no estudiantil del acto fundacional de la Federación Universitaria Argentina (FUA) en abril de 1918. Cabe destacar que años antes, entre 1911 y 1912 había emprendido una Campaña Hispanoamericana predicando incansablemente entre los jóvenes latinoamericanos el unioncismo y el antiimperialismo. “…No habría obstáculo serio para la fraternidad y la coordinación de países que marchan por el mismo camino hacia el mismo ideal. Sólo los Estados Unidos del Sur pueden contrabalancear en fuerza a los del Norte. Y esa unificación no es un sueño imposible”, había afirmado (Diario el País, 9/11/1901). En Cuba, en México, Colombia, Venezuela, Perú, había dejado una huella que, sin dudas, permitió que los acontecimientos de la Argentina tuvieran una fuerte repercusión.

Luego de la Reforma, no se quebró la histórica desvinculación de la Universidad con los problemas nacionales. La misma, comenzó a saldarse con la emergencia del movimiento peronista. Sostenía Juan D. Perón: “Formaron generaciones descreídas –amantes de todo lo extranjero por el snobismo de poder aparentar una cultura que estaban lejos de poseer–, desamorados de la patria y de todo lo que ella representa, para terminar, rindiendo culto a lo más exótico, extravagante y ruin de otros pueblos y civilizaciones”.

Este desafío sigue aún pendiente. ¿Es necesario Reformar la Reforma? Creemos que sí. Debemos seguir avanzando en la construcción de una Universidad emancipadora, intercultural, descolonizada y descolonizadora, que explore y construya nuevas formas de construirconocimiento desde una matriz latinoamericana. Que se aleje de modelos positivistas y cientificistas. Una universidad que no sea excluyente, sino inclusiva. Que promueva el diálogo de saberes ancestrales y contemporáneos, que sea despatriarcal, cuestione los valores utilitaristas de la meritocracia y el individualismo y pueda crear en comunidad, a partir de pedagogías de la pregunta, al decir de Paulo Freire; una Universidad autónoma y democrática.

Porque el reconocimiento de la Educación Superior como derecho humano y como responsabilidad indelegable de los Estados -tal como fuera planteado en el cierre de la CRES del 2008- implica el compromiso de todos y todas con la búsqueda de un sistema universitariopúblico cada vez más amplio e inclusivo. Un modelo que piense América desde América y a cada una de las “patrias chicas” –ficticiamente construidas- desde una dimensión regional. Porque entendemos que solo la integración educativa permitirá avanzar hacia la unidad latinoamericana, requisito primordial para el ejercicio de la soberanía de nuestros pueblos y por ende, el cumplimiento efectivo del derecho universal a la Educación Superior.

*Lic. en Historia, directora del Centro de Estudios de Integración Latinoamericana «Manuel Ugarte», Universidad Nacional de Lanús.

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