Aborto Legal: carta de la escritora canadiense Margaret Atwood a la vicepresidenta argentina

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Margaret Atwood le responde a Michetti: «¿Un Estado esclavista?»

«Vicepresidenta de Argentina Gabriela Michetti: no aparte la mirada de las miles de muertes que hay cada año por abortos ilegales. Dele a las mujeres argentinas el derecho a elegir», fue el tuit de Margaret Atwood que el 25 de junio, a la espera del comienzo del debate en el Senado Nacional, sacudió las fronteras de las posiciones políticas y partidarias del proyecto para despenalizar y legalizar el aborto.

Por su parte, Michetti dijo conocer a la autora pero no haber leído o visto ninguno de sus trabajos y defendió su postura con polémicas declaraciones en ​el diario La Nación ​donde entiende a la capacidad de gestar de las mujeres como «un don extraordinario que la vida nos dio».

«Y si no te da para criarlo porque no tenés, no sé, psicológicamente en ese momento te sentís que no podés y estás limitada totalmente por eso, bueno, entonces lo podrás dar en adopción y alegrarás a una familia​. En mi experiencia, de más de 30 años de trabajo social, las mujeres de menos ingresos son las que más hijos quieren tener y además es como una cosa de empoderamiento tener hijos, ser madres. También me pregunto cuánto hay de utilización de ese tema porque es impresionante, cuando conversás con las mujeres de los barrios ellas te dicen con orgullo: «Tengo ocho, tengo siete»», dijo la vicepresidenta, entre otras frases destacables.

Ante estas expresiones, la multipremiada autora del libro El cuento de la criada –una distopía en donde las mujeres son despojadas de sus derechos y son utilizadas para la reproducción– fue contactada por ​UNO Santa Fe que le preguntó su opinión sobre la respuesta que dio Gabriela Michetti sobre las mujeres, luego de ser interpelada por Atwood a través de Twitter. También se le consultó qué piensa que la vicepresidenta de Argentina debería considerar, como política y gobernante, cuando habla de los derechos de las mujeres; qué significa para Atwood que el aborto sea legal; y cuál es su impresión acerca de los países dónde el aborto ya es legal.

La respuesta de la escritora fue el envío a este medio del siguiente ensayo ​–originalmente en inglés– ​en el que desarrolla un análisis de las implicancias del aborto y cuestiona al Estado argentino sobre los derechos de las mujeres y personas gestantes. A continuación el texto completo de Atwood, que titula ¿Un Estado esclavista?:

«A nadie le gusta el aborto, incluso cuando es seguro y legal. No es lo que ninguna mujer elegiría para festejar un sábado por la noche. Pero a nadie le gusta tampoco mujeres sangrando hasta la muerte en un baño por un aborto ilegal. ¿Qué hacer?

A lo mejor una manera diferente de acercarse a la respuesta sería preguntar, ¿en qué clase de país querés vivir? ¿En uno en el que cada individuo es libre de tomar decisiones concernientes a la salud y el cuerpo de ella o él, o en uno en el que la mitad de la población es libre y la otra mitad es esclavizada?

Las mujeres que no pueden tomar la decisión sobre si tener o no bebés son esclavas, porque el Estado reclama como propiedad a sus cuerpos y al derecho a dictar el uso al que deben someterse sus cuerpos. La única circunstancia similar para los hombres es el reclutamiento en el ejército. En ambos casos existe riesgo para la vida del individuo, pero un conscripto del ejército por lo menos está provisto de comida, ropa y alojamiento. ¡Incluso los criminales en las prisiones tienen derecho a esas cosas! Si el Estado exige el parto forzado, ¿por qué no debería pagar la atención prenatal, el parto mismo, la atención postnatal y, –para los bebés que no se venden a las familias más ricas–, el costo de criar al niño?.

Y si el Estado está tan interesado en los bebés, ¿por qué no honrar a las mujeres que tienen más bebés respetándolas y sacándolas de la pobreza? Si las mujeres prestan un servicio necesario al Estado –aunque en contra de su voluntad– seguramente se les debería pagar por su trabajo. Si el objetivo es más bebés, estoy segura de que muchas mujeres se resignarían a la tarea si se las recompensara adecuadamente. De lo contrario, se inclinan por seguir la ley natural: los mamíferos placentarios abortarán ante la escasez de recursos.

Pero dudo que el Estado esté dispuesto a brindar los recursos necesarios. En cambio, solo quiere reforzar el truco barato habitual: obligar a las mujeres a tener bebés y luego hacer que paguen. Y que paguen. Y que paguen. Como dije, esclavitud.

Si se elige tener un bebé, eso es, por supuesto, un asunto diferente. El bebé es un regalo, dado por la vida misma. Pero para ser un regalo, debe ser dado libremente y libremente recibido. Un regalo también puede ser rechazado. Un regalo que no puede ser rechazado no es un regalo, sino un síntoma de tiranía.

Decimos que las mujeres «dan a luz». Y las madres que han elegido ser madres sí dan a luz y lo sienten como un regalo. Pero si no han elegido, el nacimiento no es un regalo que ellas dan; es una extorsión contra sus voluntades.
Nadie está forzando a las mujeres a tener abortos. Nadie tampoco debería obligarlas a someterse a un parto. Fuerce partos si usted quiere, Argentina, pero por lo menos llame a lo forzado por lo que es. Es esclavitud: es reivindicar poseer y controlar el cuerpo de otra persona, y sacar provecho de eso​».

Texto original:

«A SLAVE STATE?

Nobody likes abortion, even when safe and legal. It’s not what any woman would choose for a happy time on Saturday night. But nobody likes women bleeding to death on the bathroom floor from illegal abortions, either. What to do?

Perhaps a different way of approaching the question would be to ask, What kind of country do you want to live in? One in which every individual is free to make decisions concerning his or her health and body, or one in which half the population is free and the other half is enslaved?

Women who cannot make their own decisions about whether or not to have babies are enslaved, because the State claims ownership of their bodies and the right to dictate the use to which their bodies must be put. The only similar circumstance for men is conscription into an army. In both cases there is risk to the individual’s life, but an army conscript is at least provided with food, clothing, and lodging. Even criminals in prisons have a right to those things! If the State is mandating enforced childbirth, why should it not pay for prenatal care, for the birth itself, for postnatal care, and – for babies that are not sold off to richer families — for the cost of bringing up the child?

And if the State is very fond of babies, why not honour the women who have the most babies by respecting them and lifting them out of poverty? If women are providing a needed service to the State – albeit against their wills – surely they should be paid for their labour. If the goal is more babies, I am sure many women would oblige if properly recompensed. Otherwise, they are inclined to follow the natural law: placental mammals will abort in the face of resource scarcity.

But I doubt that the State is willing to go so far as to provide the needed resources. Instead it just want to reinforce the usual cheap trick: force women to have babies, and then make them pay. And pay. And pay. As I said, slavery.

If one chooses to have a baby, that is of course a different matter. The baby is a gift, given by life itself. But to be a gift a thing must be freely given and freely received. A gift can also be rejected. A gift that cannot be rejected is not a gift, but a symptom of tyranny.

We say that women «give birth.» And mothers who have chosen to be mothers do give birth, and feel it as a gift. But if they have not chosen, birth is not a gift they give; it is an extortion from them against their wills.

No one is forcing women to have abortions. No one either should force them to undergo childbirth. Enforce childbirth if you wish, Argentina, but at least call that enforcing by what it is. It is slavery: the claim to own and control another’s body, and to profit by that claim».

Uno Santa Fe


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