El discurso versus la realidad: lo poco que entendió de verdad La Moneda de la ola feminista – Por Macarena Segovia y Hernán Leighton

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Por Macarena Segovia y Hernán Leighton(*)

El miércoles 23 de mayo, el Presidente Sebastián Piñera, en pleno patio de La Moneda y rodeado por mujeres representantes de la diferentes tendencias políticas en el Congreso, presentó la agenda de Equidad de Género, la cual constaba de 12 puntos y que, se suponía, era el compromiso concreto y palpable de esta administración con la cuarta ola feminista que, sin previo aviso, se instaló en las calles, el debate político del país y la agenda púbica.

Una reacción oportuna del Gobierno para no ser consumido por las encuestas ni aparecer al margen de las demandas que se expresaban en marchas y tomas en todo el país. que en esas semanas encendían el clima político. Un acierto que en la práctica no se debió a la pericia de los inquilinos de Palacio, sino a todo el despliegue interno que hizo en el Ejecutivo la ministra de la Mujer, Isabel Plá, para que la administración piñerista no fuera tragada por la ola feminista.

En aquella puesta en escena muy del “tipo Obama”, con un Mandatario rodeado por todos los invitados, Piñera pronunció un discurso que duró 23 minutos y en el cual lanzó frases como “llegó el tiempo de cambiar esa historia, de iniciar una nueva etapa en las relaciones entre hombres y mujeres (…) estamos comprometidos en establecer una conducta, actitud, de tolerancia cero contra todo tipo de violencia, abuso, acoso, discriminación o maltrato hacia nuestras mujeres”.

Palabras que dos meses después, desde la oposición, acusaron que no tenían sustento, debido a que la Sala de la Cámara de Diputados rechazó –el 26 de julio– la mayoría de las indicaciones ingresadas por la denominada “bancada feminista” al proyecto de reforma constitucional, que impulsó esta administración para asegurar la igualdad de derechos y dignidad entre hombres y mujeres.

Entre las indicaciones rechazadas –principalmente por los parlamentarios de Chile Vamos– está la que establecía como “deber del Estado dar cumplimiento al principio de igualdad de remuneraciones entre hombres y mujeres que presten un mismo trabajo”, así como, también, la que prohibía «cualquier discriminación en el trabajo, tanto en su acceso como en su ejercicio, que esté basada en el género, sexo, etnia, o en otra categoría que no sean las indicadas en este párrafo. La ley garantizará la igualdad de remuneraciones a mujeres y hombres por el ejercicio de un trabajo de igual valor».

En estas semanas se ha sabido y comentado que, mientras pasaban las horas esa noche, Plá y Rubilar presionaban –ante la resistencia que habrían mostrado Chadwick y la ministra de la Segegob, Cecilia Pérez– para que se presentase una querella a primera hora. Si bien desde el Ministerio del Interior son tajantes en asegurar que no hubo ninguna demora para reaccionar, lo cierto es que en el oficialismo recalcan que el tira y afloja en el seno del Gobierno duró toda la noche y que solo se destrabó cuando la ministra de la Mujer y la intendenta endurecieron su postura.
Este rechazo en bloque no tomó por sorpresa a nadie en La Moneda. Esto, porque –según afirma una parlamentaria de RN– apenas la derecha supo de las más de 20 indicaciones repuestas a la reforma, se realizó un despliegue de las directivas de Chile Vamos con distintas autoridades gubernamentales, reuniones en las que, sin mucha dificultad –agregó– el oficialismo llegó a la convicción de “que era innecesario” que dichas indicaciones quedaran plasmadas en la Constitución.

En esas reuniones, tanto en Palacio como en el oficialismo, consideraron que “la movida” de la “bancada feminista” con este paquete de indicaciones había sido un aprovechamiento político, “una jugada populista” que no habría respetado acuerdos previos. Lo concreto –explicaron en la derecha– es que tanto en el Gobierno como en Chile Vamos estaban convencidos de que con la sola aprobación de la reforma en el capítulo 1 de la Constitución, “el deber del Estado de promover la igualdad de derechos y dignidad entre mujeres y hombres, evitando toda forma de violencia, abuso o discriminación arbitraria”, sería más que suficiente para que cumplir con las demás exigencias.

Un giro que desde un comienzo algunos sectores del gobierno trataron de marcar públicamente como postura en estos temas. Recién instalada al mando de la cartera, la ministra Plá dijo el 20 de marzo, tras reunirse con parlamentarias de la coalición oficialista, que “nosotros compartimos el objetivo que en Chile debe establecerse la igualdad salarial entre hombres y mujeres», agregando que «la igualdad ante la ley ya está establecida en nuestra Constitución».

Pero desde ese momento ha corrido bastante agua bajo el puente. La ministra Plá fue lo suficientemente cuestionada por su sector poco antes de la votación de la reforma constitucional, por sus declaraciones en una entrevista en La Tercera donde afirmó –a contrapelo de la estrategia comunicacional de La Moneda de levantar la figura de la primera dama Cecilia Morel– que la mujer más influyente del país era la ex Presidenta Michelle Bachelet.

Soterrado gallito
Aún resuenan en La Moneda las palabras de la ex senadora Lily Pérez, quien en una entrevista en Radio Cooperativa, el 28 de mayo, sentenció que “Piñera nunca ha sido feminista”, frase con la dejó al descubierto al Mandatario. Y es que, al interior de Palacio y en el resto del Gobierno las diferencias internas en el tema del feminismo, lo que se entiende por tal, las demandas de derechos y equidad, se han hecho sentir soterradamente en la administración piñerista.

Un hecho deja en evidencia ese gallito. El del acuchillamiento del que fueron víctimas las tres mujeres la noche del 25 de julio, mientras participaban en la masiva marcha por el aborto libre. La primera reacción desde La Moneda fue recién 14 horas después de sucedida la agresión, por parte del ministro del Interior, Andrés Chadwick, quien condenó –por medio de su cuenta de Twitter– lo ocurrido y, luego, efectuó un punto de prensa junto a la intendenta de la Región Metropolitana, Karla Rubilar, en los patios de la sede del Ejecutivo.

Lo cierto es que, a esas alturas, La Moneda ya era cuestionada desde diferentes medios de comunicación por su tardía reacción en condenar lo sucedido. Es que aún estaban en la retina colectiva las rápidas, casi inmediatas, declaraciones del Presidente Piñera cuando se supo de las agresiones que sufrió en marzo en la Universidad Arturo Prat el ex candidato presidencial José Antonio Kast: «Condeno absolutamente la cobarde y artera agresión sufrida en Iquique por el ex diputado José Antonio Kast y le expreso mi total solidaridad. El Gobierno se querellará contra esos despreciables delincuentes que actúan como míseros matones».

Ahora la cosa fue distinta. Previo a la aparición del ministro Chadwick, solo la intendenta Rubilar –a través de redes sociales– se había pronunciado a nombre del Gobierno: “Nuestro total repudio al criminal ataque contra 3 mujeres que en la tarde de ayer ejercían su legítimo derecho a manifestarse. La violencia jamás puede ser camino para disentir del pensamiento de otros, el Presidente Sebastián Piñera pidió ejercer toda acción que permita dar con culpables”. Más tarde, a las 11:33 a.m. del jueves 26 de julio, se ingresó una querella en el Séptimo Juzgado de Garantía de Santiago contra todos los que resulten responsables de los delitos de lesiones graves y maltrato a carabinero de servicio.

En el oficialismo confiesan que llegar a ese punto no fue fácil y que, en ese largo tramo de silencio previo a las declaraciones oficiales, La Moneda vivió horas de tensión por el abierto desacuerdo entre sus autoridades sobre cuándo y cómo reaccionar.

Carabineros dio cuenta de los incidentes sin tener la certeza de si se trataba de un ataque o una riña, falta de información que tuvo al Ministerio de Interior en vilo unas horas. Luego, y ante las dudas al interior y el silencio de La Moneda, la ministra Plá decidió –sin consulta previa a nadie, ni siquiera al propio Piñera– salir a condenar los hechos vía Twitter: “Repudio ataque contra tres mujeres que participaban en marcha por aborto. No compartir una causa jamás puede justificar la violencia, esperamos que las víctimas se recuperen y que se haga justicia”.

En estas semanas se ha sabido y comentado que, mientras pasaban las horas esa noche, Plá y Rubilar presionaban –ante la resistencia que habrían mostrado Chadwick y la ministra de la Segegob, Cecilia Pérez– para que se presentase una querella a primera hora. Si bien desde el Ministerio del Interior son tajantes en asegurar que no hubo ninguna demora para reaccionar, lo cierto es que en el oficialismo recalcan que el tira y afloja en el seno del Gobierno duró toda la noche y que solo se destrabó cuando la ministra de la Mujer y la intendenta endurecieron su postura.

A la mañana siguiente de la agresión a las tres manifestantes, al Gobierno le llovieron las críticas. La ex candidata presidencial del Frente Amplio, Beatriz Sánchez, llegó hasta Palacio para dejar una carta al Presidente Piñera y precisó que “me alegro que (el Gobierno) haya reaccionado hoy día y que haya presentado una querella. Pero creo que debió haber reaccionado mucho antes, porque efectivamente hubo temor en las calles, había mucha preocupación por lo que estaba pasando, creo que fue una reacción tardía hacerlo a media mañana. Pero me alegro que hayan reconsiderado y hayan presentado una querella (…). Se tiene que asegurar a chilenos y chilenas que podemos marchar seguros por las calles».

En el Ejecutivo se sabe que hay distintas visiones sobre el debate actual de feminismo, que no todas las autoridades comparten la línea que ha dibujado Plá en este debate y que incluso el propio Mandatario habría esbozado en algunas ocasiones, estos meses, que considera una exageración algunos de los puntos de las demandas feministas, como el cuestionamiento a los «piropos», que llegar al punto de sancionarlo es un exceso y que hay distintos tipos de estos.

Una postura radicalmente diferente tiene la ministra de la Mujer, quien ha sido categórica al respecto: «Estoy de acuerdo, porque las he escuchado y entendí que para ellas es agresivo que un desconocido les diga cualquier cosa». No está sola. Hace tres años y cuando ejercía como diputada, Rubilar presentó junto a su par del PC, Camila Vallejo, y otras parlamentarias, el proyecto de ley de “respeto callejero”, que buscaba tipificar el acoso sexual en las calles.

Sobre este soterrado gallito interno en la administración piñerista, el decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Central, Marco Moreno, precisó que “hasta ahora el modelo de la anticipación y el de la oferta política, buscando contrarrestar y ganar apoyo de los actores movilizados con propuestas para procesar los problemas, parece estar funcionando. Creo que la respuesta que dio el Gobierno ante la demanda del movimiento feminista se inscribe en este modelo de la oferta política. Por ahora, las disputas internas están supeditadas al diseño de mantener arriba el apoyo en las encuestas. Plá y Pérez, el resto del Gobierno y sus parlamentarios, deben subordinarse a ese objetivo».

(*) Ambos son periodistas de El Mostrador, Chile.

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