Paraguay, ¿qué le espera al Gobierno de Mario Abdo? – Por Ava Gómez Daza y Gisela Brito

428

Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Por Ava Gómez Daza y Gisela Brito(*)

El pasado 15 de agosto Mario Abdo Benítez (ANR) asumió la Presidencia del Paraguay en el marco de una crisis institucional, agravada en los últimos meses por el rechazo de la ciudadanía a la presencia de políticos corruptos en las instituciones públicas, principalmente en el Congreso. El proceso de degradación institucional que atraviesa el país desde la irregular destitución de Fernando Lugo en 2012, continuó profundizándose por el manejo espurio de los poderes del Estado durante la presidencia de Horacio Cartes, y será el marco de acción en el que “Marito” Abdo deberá gobernar durante los próximos cinco años.

I

El ajustado resultado de las últimas elecciones presidenciales evidenció el declive del potencial electoral del otrora hegemónico Partido Colorado[1]. Los comicios se desarrollaron en un contexto de malestar creciente de la ciudadanía frente a la clase política, y una demanda generalizada de cambio[2], ambos signos de una crisis de representación que se está expresando en un aumento de la conflictividad social.

Desde los días previos a la asunción del presidente electo han tenido lugar numerosas movilizaciones ciudadanas. Una de las primeras protestas se dio tras la aprobación, por parte del Congreso, de las notas reversales que modifican el Tratado de la Entidad Binacional Yacyretá, en una maniobra que atenta contra los intereses nacionales. El rechazo de la ciudadanía tuvo lugar después de que la deuda se fijara en 4.084 millones de dólares, a pagar por Paraguay, sin que hubiera documentación de respaldo suficiente que justificara dicho monto. La movilización (impulsada por organizaciones no gubernamentales, universitarios y estudiantes de colegios[3]), coincidió con otras manifestaciones, como, por ejemplo, la que se realizó en contra de la creación de la Superintendencia de Jubilaciones, y que logró parar un proyecto denunciado por trabajadores y sindicatos por ser perjudicial, en la medida en que promovía el aumento de los años de trabajo para alcanzar la jubilación[4]. Por último, y quizá las movilizaciones que han tenido mayor impacto mediático y lograron levantar más los ánimos colectivos, son los escraches y protestas contra los denominados políticos “impresentables” que han logrado la expulsión de varios de los legisladores vinculados a casos de corrupción -y que se inmiscuyeron en el Senado gracias al sistema de listas cerradas (o listas sábana) para la elección de cargos en el órgano legislativo-.

Oscar González Daher (del sector cartista del Partido Colorado) ha sido el primer senador en dejar su banca. Imputado por los delitos de asociación criminal, tráfico de influencias y cohecho pasivo agravado, Daher es tristemente célebre, además, por haber sido el primer senador destituido en la historia democrática del país, hecho que ocurrió en diciembre de 2017 (aunque luego volvió a ser electo en abril de 2018 gracias al mencionado mecanismo de listas sábanas). Le siguió José María Ibáñez –procesado por estafa y cobro indebido de honorarios– quien pertenece al sector abdista del Partido Colorado. Por su parte, Jorge Oviedo Matto (senador por el partido Unace y procesado por asociación criminal y tráfico de influencias en una causa de audios filtrados que involucra irregularidades en el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados) ha anunciado que renunciará a su cargo, tras días de presión por parte de una ciudadanía movilizada que se niega a dar continuidad al sistema de corrupción enquistado en las instituciones paraguayas. Un dato significativo que da cuenta del descontento generalizado es que ningún partido parece estar exento de los cuestionamientos: en los últimos días los escraches ciudadanos se enfocaron en Carlos Portillo, diputado del Partido Liberal imputado en una causa por tráfico de influencias, cohecho pasivo agravado y soborno.

Inicialmente, el papel de la oposición ante el incremento de las protestas fue el del convidado de piedra. Una actitud pasiva que dificulta la transformación de acciones espontáneas y desorganizadas en cambios reales y profundos en el sistema político paraguayo. Sin embargo, en días pasados, el ex candidato presidencial y presidente del Partido Liberal, Efraín Alegre, tomó posición pública[5] convocando a generar acciones desde el Congreso para luchar contra la corrupción, como derogar la cuestionada Ley de Autoblindaje (considerada inconstitucional) y proponer la publicidad de la declaración juramentada de bienes de los políticos.

II

El presidente Mario Abdo, por su parte, no se ha desmarcado de los políticos corruptos pertenecientes a su partido, ni si quiera de los vinculados a su movimiento (Colorado Añetete) y, por el momento, parece permanecer ileso frente a la opinión pública. ¿Por qué? ¿Cuáles son las perspectivas de su Gobierno en el corto plazo?

  1. En primer lugar, una de las claves de la victoria de Abdo estuvo en la acertada estrategia de disociar su imagen de la de Horacio Cartes. El enfrentamiento en la interna partidaria sirvió como catalizador de esa disociación de manera que el actual mandatario es percibido por la ciudadanía como un dirigente desligado del lastre de la corrupción, de la que Cartes es uno de los principales exponentes. Sumado a ello, los primeros meses de gestión constituyen un balón de oxígeno inicial con el que cuentan todos los presidentes electos. Se trata de un periodo en que la ciudadanía suele otorgar un voto de confianza a la espera de resultados de la gestión.
  2. Mario Abdo inicia su presidencia en una situación de debilidad política. Se está moviendo en un delicado juego de equilibrios en una interna partidaria dividida, ante un parlamento que le dará poca gobernabilidad. Después de las elecciones existe una alta fragmentación en el Congreso, con una división marcada dentro del propio partido de Gobierno, donde el electo presidente carece de una base de apoyo –además de su movimiento– que le permita una estructura sólida más allá de lo coyuntural[6]. El Partido Colorado no cuenta con una mayoría propia en el Senado, donde tiene 17 de 45 escaños. Hasta el momento, 11 son fieles al presidente de la República y el resto son del movimiento contrario, Honor Colorado –del ex presidente Cartes–. Y, a pesar de que en la Cámara de Diputados sí cuenta con mayoría propia, también persiste la división. En definitiva, la principal dificultad de Abdo es la falta de gobernabilidad, más con un parlamento con poder de veto y facultades para iniciar juicio político al presidente de la República (según la Constitución del ‘92).
  3. El pasado 22 de abril tuvo lugar al triunfo más amargo del coloradismo, que por primera vez gana unas elecciones con una diferencia tan ajustada (3,7%) frente a su principal oponente, Efraín Alegre (candidato de la Alianza GANAR), cuya formación política libró una batalla electoral en condiciones adversas. En un escenario con los medios de comunicación cooptados por el coloradismo, con encuestas que intentaron manipular la opinión pública hasta el último momento –incluso en el día de la elección– a favor de Mario Abdo y con toda una estructura clientelar de compra y venta de votos, retenciones de cédulas y fraude electoral, la Alianza Ganar logró pisarle los talones a un desprevenido “Marito”, heredero de la dictadura stronista.

Así, la victoria de Abdo está basada en un escenario de completa manipulación de las instituciones democráticas, en un país cuyas mayorías comienzan a despertar del letargo y a activar mecanismos de presión ciudadana en las calles contra las mafias del poder. A esto lo saben tanto Abdo como sus principales asesores, por lo que han sido relativamente flexibles a la movilización social, tratando de evitar que pueda presentarse algún evento que ahonde la tensión social irresuelta en el pasado proceso electoral.

Con ese escenario de fondo, a pocos días de asumir, el Gobierno convocó a la oposición a debatir sobre la posibilidad de una reforma constitucional en unas mesas de diálogo a iniciarse el 4 de septiembre. Hay que recordar que la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente fue una de las promesas de campaña de Abdo. Se trata de un intento, por parte del mandatario electo, de dar una muestra de iniciativa política y proyectar un escenario de fortalecimiento de su liderazgo ante un inicio de mandato en condiciones de debilidad. La principal controversia señalada por dirigentes opositores está en la necesidad previa de reformar el Código Electoral, de manera de garantizar una elección de constituyentes con reglas no viciadas. Voceros oficialistas se manifestaron “abiertos” a iniciar esa reforma al sistema electoral.

En definitiva, el Gobierno ya inició la partida; la pelota está ahora del lado de la oposición. Su mayor desafío es dejar de lado las luchas intestinas y encontrar puntos de contacto entre las diversas fuerzas políticas del espectro progresista para articular demandas que permitan posicionar una agenda común en el nuevo contexto político.

[1] El núcleo duro de votantes del Partido Colorado representa el 28,5% del padrón electoral. El resto del electorado se divide en: abstencionistas (38,6% del padrón electoral), votantes de la Alianza GANAR (26,24%) y votantes de otros partidos (3,5%).

[2] En un sondeo realizado por Celag el mes previo a los comicios, 86,7% y 86,4% de los paraguayos manifestaron respectivamente su acuerdo con las siguientes afirmaciones: “para evitar la corrupción hay que reformar totalmente la justicia” y “el país necesita un cambio y nuevos políticos para resolver los problemas de la gente”.

[3] https://www.ultimahora.com/abdo-asumira-medio-protestas-corrupcion-y-acuerdo-eby-n2700737.html

[4] https://www.ultimahora.com/presionado-las-movilizaciones-el-senado-rechazo-la-ley-pensiones-n2703430.html

[5]https://www.facebook.com/EfrainAlegre/videos/673134963085730/UzpfSTEwMDAwMjM2OTI2ODMyNDoxODczNTkyMTEyNzI5NzQ2/

[6] http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/el-desafio-de-gobernar-1732288.html

(*) Escritores de CELAG.

Celag


VOLVER
Más notas sobre el tema