¿Desde dónde se construye, históricamente, la ciudadanía en Bolivia? – Por José Galindo

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Por José Galindo *

¿Es ciudadanía un término excluyente? ¿Son Izquierda y derecha conceptos obsoletos para la determinación de posiciones políticas hoy en día? Y en base a esto, ¿es Mesa un candidato con una visión conservadora de la política o más bien un reformador de la forma en la que la pensamos? ¿En Bolivia, históricamente, la ciudadanía se construye desde la acción colectiva antes que desde la individual?

Carlos Mesa es, tal vez, uno de los pocos opositores a éste gobierno que goza de una reputación intelectual considerable ante la población boliviana. Por ello, no es de sorprender que sea considerado como perteneciente al centro del espectro político boliviano. La derecha en Bolivia, históricamente (antes, ahora y siempre) ha sido representada por personajes como Norma Pierola o Arturo Murillo: abiertamente racistas, machistas, conservadores y con poca capacidad para la reflexión y discusión de ideas abstractas. Mesa es mucho más fino en sus formas de delimitar la superioridad, pues por su innegable capacidad para razonar políticamente en términos modernos y democrático liberal, se convierte en uno de los pocos interlocutores de la oposición política capaz de discutir cuestiones paradigmáticas y de principios con el oficialismo.

En los últimos días, Mesa ha expresado algunas ideas e intenciones que han incomodado a los que creen y acompañan el Proceso de Cambio; a tiempo de anunciar su candidatura a la presidencia, expresó que emprendería ésta carrera política a partir de la idea de ciudadanía. En respuesta, el presidente Morales criticó su postulación y señaló que la idea de ciudadanía propuesta por el exasesor de la causa marítima era excluyente e individualista. Posteriormente, casi como si se tratara de un manifiesto político, Mesa publicó un artículo de opinión en el periódico Página Siete el pasado domingo 22 donde reivindica y aclara la reposición de la idea de ciudadanía como principio de actuación política, además de cuestionar puntos de referencia como los de izquierda o derecha.

¿Es ciudadanía un término excluyente? ¿Son Izquierda y derecha conceptos obsoletos para la determinación de posiciones políticas hoy en día? Y en base a esto, ¿es Mesa un candidato con una visión conservadora de la política o más bien un reformador de la forma en la que la pensamos?

Izquierdas y derechas

Se trata de un debate necesario. Después de todo, las declaraciones de principios usualmente guardan poca re lación con la forma en la que los actores políticos se comportan: por ello, se tiene una oposición política que critica las bromas machistas del presidente o su supuesto autoritarismo, mientras diputados como Pierola o Murillo expresan opiniones abiertamente racistas y machistas; mientras que por el otro lado, un gobierno que se auto identifica como de izquierda anuncia la promoción de biocombustibles y se ha instalado en una parte de la población la idea de que es tolerante con la corrupción política y judicial. Ciertamente, las etiquetas a las que se refiere Mesa no explican ni describen todo.

Pero el espacio, que incluye al campo político, tiene puntos de referencia. Existen, pues, una izquierda, una derecha, un arriba y un abajo para todo objeto que ocupa un lugar en nuestro universo. Son relativos, por supuesto, pero no por ello menos reales. De no existir, las coincidencias entre fuerzas políticas no serían una excepción sino más bien la regla y no habría tal cosa como antagonismos entre partidos, agendas programáticas y formas de pensar la política. Adoptar una posición política frente a hechos y personajes es una responsabilidad ineludible para muchos bolivianos, pero además, inevitable. Y decir izquierda y derecha ciertamente facilitan ésta toma de posición, aunque siempre es respecto a algo. No se puede ser izquierda y derecha en toda circunstancia; se puede estar a la izquierda, a la derecha, detrás o al frente, pero siempre respecto a algo.

Para Norberto Bobbio, estos puntos de referencia usualmente se han determinado desde tres cuestiones o principios: justicia, libertad e igualdad. Para otros más contemporáneos, como David Miller, aunque no desde posicionamientos como izquierda o derecha sino más bien como ejes de discusión desde los cuales se puede adoptar diferentes diversas posturas, el debate político tiene sus principales nodos de discusión en cuestiones como la forma autoridad política, libertad, justicia, democracia y, más recientemente, justicia global y feminismos. En Bolivia, es justamente el concepto de ciudadanía uno de los puntos cardinales de referencia para adoptar posiciones políticas, o posicionarse a la izquierda o a la derecha de algo.

Ciudadanía y ciudadanos

Ahora bien, es claro que el presidente Morales y Mesa no comparten apreciaciones respecto a categorías como ciudadano o ciudadanía. Para el segundo es la piedra angular desde la cual debe hacerse política en Bolivia en términos democráticos. Para Morales es justamente lo contrario a un ingrediente democrático, encerrando más bien un contenido excluyente e individualista. Para mesa, ciudadanía es democracia; para Morales, ciudadanía es exclusión. ¿Por qué piensan así?

Mesa ha sostenido, textualmente, que, “En cuanto al sujeto individual y colectivo de la política. La recuperación del valor del ciudadano como individuo con conciencia propia, ideas propias, derechos y deberes y, sobre todo, la certeza de que el Estado le permitirá la plenitud del ejercicio de su capacidad creativa y generadora de riqueza, tiene que ver con una lectura de nueva generación de la ciudadanía como categoría política”

Es claro que su idea de ciudadanía parte de respetar la individualidad de las personas, su derecho a hacer elecciones guiadas por su propia conciencia, seguros de que el Estado les permitirá “ejercicio de su capacidad creativa y generadora de riqueza”. Es claramente una concepción liberal de la democracia, como la que defenderían Kant o Arendt. Y eso es de ninguna manera algo malo. De hecho, si somos honestos, dicha concepción de lo que es ciudadanía se ha visto vulnerada durante toda nuestra historia como Estado, y los tiempos del proceso de Cambio no han sido la excepción.

Calvarios como los sufridos por Jherry Fernández o Marihela Valdés a manos de un poder judicial sumamente abusivo demuestran que la preocupación liberal de proteger al individuo no es exagerada. Pero le sucedió lo mismo a Carlos Palenque durante los gobiernos neoliberales, encarcelado por denunciar a un diputado de la coalición oficialista de aquellos tiempos. Saber que no estamos a merced de la arbitrariedad del poder político es imprescindible de la democracia para muchos. También le sucedió a Evo Morales cuando fue injustamente expulsado del Congreso Nacional y a otros dirigentes sociales a los que los gobiernos del neoliberalismo les negaron sus derechos. También queda en el recuerdo cuando miembros del CNPZ fueron ejecutados por el gobierno de Jaime Paz Zamora sin que el entonces periodista Mesa rechazara esos crímenes, demostrando el carácter clasista con el que se usa el concepto de ciudadanía.

Pero las afirmaciones del campo opuesto al de Mesa tampoco carecen de mérito. Es una obviedad. En Bolivia la categoría de ciudadano siempre ha tenido connotaciones excluyentes. Hasta la Gran Revolución Nacional no se era ciudadano si no se era blanco, adulto, hombre y con alguna propiedad. Y hasta la llegada de Morales, ser indígena significaba una condición de inferioridad fáctica frente a tonos más claros de piel. El pago del tributo indigenal, institución de la colonia española que obligaba a las comunidades indígenas a pagar un impuesto sólo por el hecho de ser indígenas, no sólo fue persistente durante la República sino que fue una de las principales fuentes de ingreso del Estado boliviano.

Por ello, cuando el presidente Morales afirma que el mensaje de Carlos Mesa es equivalente a individualismo y “no toma en cuenta los movimientos sociales y Bolivia está compuesta por los movimientos sociales campo y ciudad”, no debe considerarse una expresión de ignorancia frente al concepto, sino una posición política, no individual por cierto. Formar parte de una organización social en Bolivia siempre ha sido una de las pocas formas de hacer valer sus derechos a amplias capas de la población. Sin acción colectiva, fuerte, decidida y casis siempre contestataria, la ciudadanía en Bolivia no sería posible. Y sobre todo para campesinos, obreros y comerciantes, que requieren del apoyo de su sindicato u organización sólo para poder reproducir sus condiciones de vida.

Pero no sólo eso. Esto también vale para las clases medias, como se ha visto durante éste año. Profesores, abogados, universidades, médicos, y otras carreras, todas comparten un espíritu de gremio que al mismo tiempo los protege del Estado o protege sus privilegios. El concepto de una ciudadanía meramente individual no sólo que no existe en Bolivia, sino que no es posible. La acción colectiva, la potencia plebeya a la que solía referirse Linera, es una característica de la sociedad boliviana casi definitoria.

Con todo, las pociones que pueden adoptarse, y se adoptan, frente a un concepto como ciudadanía demuestran que si hay izquierda, derecha y centro y más posiciones ángulos posibles. ¿Cómo diferenciar en éste caso? Bobbio solía decir que entre los principios diferenciadores entre izquierdas y derechas era el principio de la igualdad el que más radicalmente separa a izquierdas de derechas, o progresistas de conservadores. Cada uno debe juzgar cual de los conceptos, el de Mesa o de Morales, es más conducente a la igualdad de los bolivianos.

La idea hegemónica

No obstante, los bolivianos hoy en día son cada vez menos populares en su forma de pensar. Y esto se debe a que aunque aún hacen uso del sindicato y la organización social para sobrevivir, la ampliación del mundo del trabajo informal y el fenómeno de la urbanización boliviana, factores que sumados a la ampliación del consumo en el país, le han dado una falsa sensación de ingreso a la clase media a millones de personas.

Y las clases medias siempre o casi siempre han sido, políticamente, liberales. Y eso tiene en contra el presidente, al menos en éste debate. Es más, estas clases medias aspiran a lograr mayor o mejor posicionamiento económico y social, aún a costa del otro. Es decir, no buscan precisamente igualdad.

*Politólogo boliviano. Publicado en La Época


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