El poder popular constituyente contra el colonialismo-neoliberal – Por Elizabeth Alves Pérez

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Por Elizabeth Alves Pérez *

El Poder Popular nos refiere al concepto de pueblo en el quese articulan las luchas de las clases subalternas contra el poder contrahegemónico al capitalismo. Esta conciencia en la lucha transformadora le confiere al concepto de pueblo un carácter político emancipador que permite comprender cómo se crea realmente soberanía y capacidad organizativa con autonomía de acción, que enfrenta a las contradicciones internas y externas propias de la diversidad de sentidos existentes en su seno y de las condiciones y circunstancias impredecibles que surgen en una acción en contracorriente, y de una correlación mundial desfavorable para impulsar un cambio sistémico.

Desde  la visión de transformación orgánica de la sociedad se producen grandes expectativas –algunas irrealizables– para generar relaciones de solidaridad, complementariedad y reciprocidad con otros gobiernos y pueblos organizados, que fortalezcan la integración regional e internacional para enfrentar con mayor fuerza la arremetida colonial-neoliberal que actúa siguiendo la racionalidad del capitalismo hegemónico.

El Poder Popular, como expresión del pueblo organizado con disposición al cambio, necesita sentir el avance de la autonomía de la fuerza de su pensamiento y acción como camino de creación de nuevas formas de organización del autogobierno, con creciente soberanía sobre los recursos, el territorio y de respecto a la diversidad histórico-cultural. Sentirse parte de las nuevas relaciones gobierno/comunidad donde la palabra y la acción de dirección no solola tenga el gobierno, como que si fuera el único actor del proceso de cambio.

El Poder Popular Constituyente impugna al sistema y simultáneamente creaalternativas de cambio viables y construibles con su propia fuerza. Para no perder la perspectiva de su propia realidad, presente y futura, necesita observar la eficiencia en la solución de los problemas y expectativas de vida y sentir una estabilidad que disminuya la incertidumbre generada por la pérdida de algunos logros, que alimentan la desesperanza de cambio hacia una vida digna.

En los países periféricos se presenta una nueva forma de violencia física y simbólica para frenar el avance de los movimientos populares y de gobiernos progresistas. Los gobiernos complacientes a los intereses foráneos incrementan la violencia contra los que luchan por el derecho a la tierra, a la vivienda, al agua, a la salud, por la defensa de la diversidad cultural, de la naturaleza, contra la violencia de género y, en general, contra todas las formas de explotación, discriminación y opresión social.

Se agreden a dirigentes y líderes políticos, campesinos, indígenas, sindicales, populares y de otras formas de organización, de distinto nivel –comunal, local, subregional y nacional–para desaparecerlos del escenario político; bien sea por el asesinato o la destrucción criminal de su imagen; esto incluye a presidentes o candidatos a la presidencia forjando pruebas para incriminarlo o judicializando la política, para sacarlos de circulación.

Utilizan procedimientos, con impunidad y descaro, violatorios de todos los derechos humanos, del derecho a la defensa, a la vida y a la integridad física y emocional de los acusados y sus familiares; que violenta la institucionalidad democrática. Además, aplican estrategias económicas con fines políticos para generar violencia de calle, provocar golpes de estados o magnicidios.

La capacidad de dirección de los colectivos y de vinculación estratégica con un gobierno popular, será creciente de acuerdo a los resultados concretos en el cambio de cultura democrática de participación activa en la teoría y la acción de cambio.

Ésta se asocia dialécticamente al avance de la soberanía del Estado-nación donde prevalece la representación, la dirección centralizada, la táctica, la transacción, la política institucional (Mazzeo;2016), que tienden a disminuir la democracia popular, al menos de forma temporal.

Así, el problema se comprende enla práctica de los dirigentesde Gobierno y de colectivosque son parte de una cultura institucional liberal-burguesa, fuertemente arraigada, de relaciones jerárquicas de poder contrarias a los valores de cambio y que, por tanto, que deben confrontar, día a día, para fortalecer el cambio posible.

Para hacer frente a la agresión de los centros de poder mundial, debe mantenerse la coherencia entre la palabra y la acción y saber combinar, con proporcionalidad, acciones defensivas de lo logrado con ofensivas que agrieten o debiliten los cimientos de poder hegemónico.

Las relaciones de poder en la configuración del capitalismo mundial marcado por la relación centro-periferia, caracteriza un tipo de desigualdad estructural entre los Estados/nación que no puede ser respondida de igual manera por el poder popular en los países centro y los de la periferia, aunque el sufrimiento de los sectores populares tenga el mismo origen, de supremacía de intereses de clase dominante, ocasionada por la lógica del capitalismo a nivel mundial.

Este proceso innovador singular incluye la creación de nuevas formas orgánicas socio-productivas, política-culturales y socio-históricas que impulsen un desarrollo humano integral y permitan el ejercicio pleno de los derechos humanos con equidad, sin exclusión y sin discriminación de ninguna naturaleza.

La centralidad puede ser inevitable en la defensa de una agresión imperial en una correlación de fuerzas en contra, pero debería complementarse, en el mismo acto, con la creación de espacios de democracia participativa en las áreas vitales de construcción del cambio, que se expresan en el creciente poder constituyente.

Es necesario mantener una dialéctica defensiva-ofensiva para no caer en la trampa de conformarse que lo posible se impone desde afuera, cuando niega el proyecto de cambio deseado. Así la respuesta a lo coyuntural no queda desprovista de lo estratégico, ni lo estratégico queda oculto en lo coyuntural, como parte de un programa de transición donde no esté clara, para los protagonistas del cambio, la nueva relación entre el poder popular y el gobierno popular.

En síntesis, la potencia del poder popular constituyente está en la fuerza de su pensamiento emancipador contra el poder constituido y el saber que deviene de él. Vincula pasado-presente y futuro, de su propia realidad vivencial y aspiraciones de cambio, con la necesidad, la posibilidad y la potencialidad de producir un cambio raizal con su propia fuerza y capacidad de expansión geohistórica.

Este poder popular produce un saber coextensivo a la vida en sociedad, donde se va comprendiendo lo que se rechaza y se va configurando una nueva arquitectura de la praxis, con sentido del buen vivir y del sano convivir, que le otorga estabilidad orgánica a la lucha, orientada por un horizonte de cambio que se va construyendo en un tiempo posible y en el propio terreno de acción social.

 * Doctora en Educación (1998) y Ciencias Políticas (2018). Profesora e investigadora l. Autora de varios libros sobre el Saber emancipador para la transformación raizal de la sociedad.


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